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jueves, 6 de octubre de 2011

Dilemas morales 2


Una joven norteamericana y otra argentina, ambas guapas y de familia acomodada, estudiantes universitarias, con vidas parecidas a las de miles de estudiantes de su edad y de su entorno, pero con un trágico suceso a sus espaldas que las une con un lazo invisible. En ambos casos, las jóvenes convivían con una amiga de edad similar, también estudiante, que finalmente resultaron asesinadas, la una en Perugia donde estudiaba con un Erasmus, y la otra en Buenos Aires. En ambos casos las víctimas aparecieron muertas en su propia cama, con signos de violencia y de abusos sexuales, y en ambos casos las primeras sospechas recayeron sobre sus compañeras de piso, Amanda y Lucila. Curiosamente, las cuatro jóvenes vivieron historias similares separadas por miles de kilómetros y con pocos años de diferencia.
Se hace extraño ver ante los tribunales, con acusaciones tan tenebrosas como estas, a dos jóvenes bien parecidas, bien vestidas, de buenos modales, sufriendo un juicio como acusadas por la muerte de alguien con quien tenían una amistad previa, y en la que aparecen como principales encausadas.
Después de meses, de años de pruebas, de testimonios, de condena mediática y de desesperación, ambas han sido absueltas por los tribunales de los terribles cargos por los que respondían. En ambos casos el crimen queda sin autor.Una vez destapadas las irregularidades de la investigación y las torpezas de la policía, todo queda en nada. Dos crímenes sin resolver. Dos familias que unen a la pena el desconsuelo de no saber quién cometió estos asesinatos, dos casos sin resolver y dos dudas que se mantienen. ¿Puede una joven cometer semejante atrocidad contra alguien a quien conoce? ¿Pueden ser inocentes cuando no hay pistas que orienten la investigación hacia otro lado? ¿Son personas que han sufrido la pesadilla de una acusación injusta? ¿Cómo se conlleva semejante presión, años de cárcel, acusaciones, miradas de odio, la rabia de la familia de las víctimas cuando te declaras inocente?. ¿Y si todo fuera simulación, si de verdad fueran culpables? ¿Cómo pueden darse dos casos tan paralelos a tanta distnacia? ¿Habrá una causa, los celos, la envidia, el despecho, que expliquen la posibilidad de una conducta así?.
De momento ambas jóvenes, doloridas y hermosas han recuperado la libertad. En el caso de Amanda debe ahora administrar su pena con jugosos contratos televisivos, y quién sabe si con un libro y una película. Tal vez en la distancia, ambas despierten en la noche y vean de nuevo el crimen, y en lo más brutal de la escena se vean a sí mismas con otros ojos, con otra alma clavando el cuchillo mortal.

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