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jueves, 25 de abril de 2019

Angkor4 Historia

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Zhou Daguan. Diplomático chino en la corte de Angkor



El reinado de Jayavarman VII marcó el final de la época dorada de Angkor. El final del siglo XIII trajo consigo la apropiación budista de los templos, siguiendo al piadoso rey, y el comienzo de las revueltas que darían lugar al traslado de la capital de Angkor a Pnohm Penn en años posteriores.
De esta época nos queda el relato de un joven diplomático chino, Zhou Daguan que pasó los años 1296 y 1297 en la corte de Angkor y escribió un recuento de las bárbaras costumbres de los Khemer, a los ojos de un refinado chino de Cantón, que había pasado de la dinastía Song del sur al dominio mongol de la dinastía Yuan. Es curioso cómo este informe de Zhou Daguan es casi contemporáneo de la relación de Marco Polo, que trae a occidente una visión de China. Así, nuestro Marco Polo cantonés, Zhou hace una disección de la sociedad camboyana, poco impresionado por los hermosos templos de Angkor, y curioso por los aspectos comerciales de su empresa. Señala Zhou cómo las tierras de Angkor dan tres cosechas anuales, por la humedad de la tierra y el trabajo de los esclavos. también nos da cuenta de los días de mercado en Angkor; mercados al aire libre regentados casi siempre por mujeres, y nos informa del protocolo de la corte y de la organización de las procesiones reales, en las que hay un batallón de mujeres armadas. También señala que tanto hombres como mujeres llevan por todo atuendo una simple tela a la cintura, dejando las mujeres sus senos al aire, que según Zhou mantienen sus blancura (seguramente se refiría a los senos de las cortesanas, pues el sol inclemente de Camboya difícilmente permitieras esta blancura en las mujeres del común)
En definitiva, Zhou da el primer testimonio extranjero que se conserva de la vida en Angkor.

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Tras estos años de fertilidad y de riqueza religiosa y artística, Angkor va decayendo y pasando de la influencia Thai por el oeste a la influencia vietnamita por el este. Este territorio de los Khemer se encuentra en una península atestada de nacionalidades y culturas diversas que deben convivir en un espacio sometido siempre a discusión. Por ello, los reyes de Camboya van cayendo en la irrelevancia y van olvidando pasados esplendores, hasta que en el siglo XIX, en plena fiebre colonial europea, Francia embarca a España en la expedición a la conchinchina, bajo el pretexto de la protección de los sacerdotes católicos en el actual vietnam. España participa en la primera fase desde su destacamento de Filipinas, y al poco tiempo abandona la aventura colonial. Francia prosigue su expedición y de la protección de al religión, pasa a la explotación de las nuevas colonias. Aunque inicialmente los expedicionarios franceses se centran en Vietnam, la presencia en Camboya de un experto naturalista y arqueólogo, Henri Mouhot, alertó a los jóvenes militares coloniales de la presencia de unas riquezas arqueológicas y agrícolas en la remota región de Angkor, lo que llevó a extender el área de influencia francesa y a empacar numerosos restos arqueológicos con destino a París o a Pnohm Pen.

La aventura francesa duró casi un siglo, hasta que en 1953, el príncipe Norodom Sihanouk, por medios pacíficos logró la independencia de Camboya, unos años antes que Vietnam. La capacidad política de este príncipe, que marcaría el devenir de Camboya en le siglo XX hizo que Camboya se librara de los peores efectos de la guerra de Indochina para liberarse de los franceses, pero no le evitaría el desastre posterior.

Efectivamente, la guerra de Camboya quedó oculta tras la virulencia y la notoriedad de la guerra de Vietnam, pero la geografía y las pasiones humanas no son inocentes, y como un coletazo de la guerra de Vietnam, Camboya se vio sacudida por la violencia que en los años sesenta asoló la península indochina. Primero como campo de batalla de un vietcong que se refugiaba en territorio camboyano para seguir su lucha contra Estados Unidos. Después como escenario de una guerra civil importada de la guerra fría, con una facción por norteamericana liderada por Lon Nol y otra comunista pro china, de los Khemer rojos. en medio, la menuda figura del príncipe Sihanouk, que trató de moverse de una alianza a otra para preservar la independencia de su país, pero que terminó por no convencer a ninguno, y que vio desde el exilio la destrucción de Camboya.

Tras los acuerdos de paz de París, de 1973, la guerra se traslada a Camboya, y los Khemeres, con apoyo vietnamita derrotan a Lon Nol, que gozaba de un tímido apoyo norteamericano, escarmentado taras la derrota en Vietnam.

Tras la alegría de la liberación y el fin de la guerra, pronto llega la catástrofe y el infierno comunista de los Khemer. (¿por qué cuesta tanto dar su nombre a este infierno?, cómo puede mantener prestigio un régimen comunista después de Camboya?). Los Khemeres impulsaron la mayor matanza sistemática de las guerras de indochina, con traslados masivos de población, asesinatos en masa y un régimen de terror como no se había visto antes. dos años de experimentos sociales, en los que se dividió a la población entre los creyentes, los que podrían tener salvación mediante al educación y los prescindibles. Este fue el infierno que aguardaba a Camboya tras los convulsos años sesenta.

El error de Pol Pot fue enfrentarse a sus antiguos aliados, los vietnamitas, que ante las agresiones nacionalistas de los Khemeres, reaccionaron liberando Camboya con una rápida guerra que expulsó a Pol Pot a las montañas del oeste yestableció un régimen bajo control de Vietnam hasta 1989, cuando reaparece de nuevo el gran príncipe Sihanouk, quien vuelve a coronarse rey del nuevo reino de Camboya en 1993, hasta su abdicación en 2003. Si tenemos en cuenta que su primera coronación tuvo lugar en 1941, prácticamente todo el siglo estuvo marcado por la figura de este príncipe que jugó con fuego y se relacionó con todos los protagonistas de la guerra fría en un intento de evitar la catástrofe que probablemente su inquietud y funambulismo contribuyeron a provocar.














lunes, 22 de abril de 2019

Angkor3 religiosidad

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Representación del batir del océano de leche


 Cuentan los camboyanos que desde el inicio del reino Khemer, allá por el siglo VI, sus antepasados    rápidamente
adoptaron la religión que venía de la India, pues vieron que los comerciantes de esa procedencia, prosperaban bajo la sombra protectora de sus dioses. Así, cuando comienza la construcción de la civilización Khemer, con sus palacios y sus templos, se va incorporando rápidamente toda la mitología hindú, que imperará en estas tierras calientes de Camboya hasta el siglo XV.
No se sabe si con los comerciantes llegaron también sacerdotes y sabios indios que enseñaran la doctrina a los  khemeres, ansiosos por gozar de la protección de la trinidad hindú, pero lo cierto es que toda la iconografía de los templos de Angkor representa esa espiritualidad venida de la India, y que trata de representar en estos lugares tan alejados del Himalaya la imagen del monte Meru, y en él todas las leyendas y hechos atribuidos a los dioses, con sus virtudes y sus carencias.
La trinidad hindú está formada por Brhama, el creador, Vishnu, el conservador, y Shiva, el destructor. Todos ellos unidos en el concepto de un solo Dios y trino. aquí comienzan algunas similitudes con la religión cristiana, y algunas de las perplejidades que toda religión debe soportar en aras de la magia de los números. El tres, duente de toda solidez. Las tres patas de apoyo en las que fundar las creencias. La trinidad y el triángulo, o en este caso el Trimurti.
En Camboya, por razones poco conocidas, fue Vishnu quien tuvo mayor fortuna, y mientras Brahma y Shiva apenas son representados, todos los templos tienen referencias a Vishnu.
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Y una de las principales representaciones de Vishnu en Angkor, es en su avatar de tortuga, participando en la operación de batir el océano para sacar la leche que proporciona la inmortalidad, el "amrita". Cuenta la mitología hindú, que los dioses (devas) habiendo perdido la inmortalidad por la maldición del irascible sabio Durvasas, pidieron ayuda a los demonios, (asuras) para que les ayudaran a recuperar el elixir de la inmortalidad, que se encontraba en la leche oculta en el fondo del mar. Para ello, utilizando como palo para batir la leche un pedazo del monte Mandara, y ayudados por Vishnu, encarnado en la tortuga Kurma, los devas y los asuras tomaron el cuerpo de la serpiente (naga) como cuerda para realizar el batido y comenzaron a retorcerla, cada uno en un lado del dios Vishnu, con sus caras angelicales los devas, y con su mueca amenazante los demonios, asuras. Esta colaboración les permitió sacar la leche del océano, y aquí, los dioses se impusieron a los demonios, y fueron capaces una vez más de gozar de la inmortalidad.
Esta imagen mitológica se recuerda en los principales templos de Angkor, ya sea como un relieve en la magnífica muestra de más de seiscientos metros lienales de relieve que rodean el principal templo de Angkor Wat, como en las balustradas del puente que conduce a angkor Thom, antes de llegar a la puerta sur de esta inmensa ciudad Khemer.
En todos los casos vemos el esfuerzo de los dioses y demonios por obtener del océano esas gotas que les dará la eternidad, y que no será si no el comienzo de nuevas batallas.
Los devas, con su cara beatífica, las nagas, esa serpiente de pitón, mitad humana que flanquea las entradas a los templos, las muecas de los asuras o demonios que asustan desde su impasible mirada de siglos, las apsaras, esas bailarinas sensuales que ponen las piernas en posiciones inverosímiles y que deleitan a los devas y a los asuras por igual. Toda la mitología hindú se apropió de Angkor desde el siglo IX al siglo XIII, cuando uno de los últimos reyes khemeres, Jayavarman VII, imbuído de una nueva fe budista, dedicó nuevos templos a las distintas representaciones de Buda, y puso a su servicio a toda la mitología hindú. es ya en el siglo XIII cuando se da este cambio en la religiosidad de Angkor, y se llega al apogeo de esta civilización, añadiendo a los templos y palacios, los hospitales. Es en esta época, cuando además de los dioses protectores o vengadores, los reyes deciden actuar con otros medios para lograr la felicidad de su pueblo, y es éste el tiempo de mayor esplendor de Angkor, convirtiendose desde entonces en un centro de religiosidad budista.

domingo, 21 de abril de 2019

Angkor 2 Parecidos razonables

Resultado de imagen de tikalHay similitudes que van más allá de lo anecdótico y que parecen obedecer a modelos profundos que salen a la superficie en los lugares más distantes. 
Desde nuestra llegada a Camboya percibimos un gran parecido con Centroamérica en los últimos días de la estación seca. El polvo, el calor seco, el desorden y esa forma que tiene la pobreza de manifestarse en los trópicos. Pero las similitudes van más allá del clima o del estadio de desarrollo de cada país. Los templos, los vestigios de una civilización imponente hace diez siglos, que hoy lucha por despegarse de las entrañas de la jungla. Templos que surgen entre los árboles y árboles que se adhieren a las piedras para evitar que salgan de su anonimato secular.
La civilización Khemer y la Maya casi coincidieron en el tiempo, y ambas perdieron su brillo a comienzos del siglo XIV, cayendo en un semiolvido y en la ruina posterior.
Vemos los templos alzarse entre los escombros y a ejércitos de arqueólogos sacando a la luz estos vestigios de una vida pretérita. En ambos casos nos quedan los templos, lo que era sólido las moradas de los dioses en la tierra, en tanto que las residencias de quienes los construyeron, incluso los palacios de sus reyes han caído con las maderas que los sotenían. Quedan grandes extensiones despobladas donde habitaron cientos de miles de personas. Sólo lo trascendente queda. Y en ambos casos, las causas de las desgracias fueron similares. La insostenibilidad de un crecimiento que consumía materias primas y agua a un ritmo superior que su producción. Después los enfrentamientos, las invasiones, el olvido.
Y también nos han dejado el recuento de esos días, de esos príncipes heroicos, de sus hazañas y crueldades. tanto aquí como en las tierras bajas mesoamericanas vemos frisos y relieves que muestran cabezas cortadas, escenas de crueldad, la condición humana en toda su expresión. Y en ambos casos, al verlo que hoy rodea a estas ruinas magníficas, me pregunto lo mismo. Cómo se llega a este estado de postración actual. cuál es el nexo entre esas civilizaciones de constructores y las actuales, alojadas a la sombra de los templos.
Hay un punto en común también aquí.el uso de los esclavos en todas las grandes obras de la antigüedad. Esa explotación del hombre por el hombre y esa falta de consideración por el otro. También la pulsión religiosa, lo atávico, la superstición. Todo ello dibuja un territorio que va de ayer a hoy.
Vemos los templos, las ruinas, la geografía que une puntos incomprensibles desde aquí abajo y que nos hablan desde el ayer para no olvidar.

sábado, 20 de abril de 2019

Angkor


La ignorancia tiene algunas ventajas.  La más importante es que se puede colmar de conocimientos nuevos que se disfrutan con la avidez del neófito.
Nuestra  ignorancia sobre Asia  nos ha llevado a sorprendernos con una China pujante y poderosa. Y a descubrir países, como Camboya, asociados en el pasado a un lugar misterioso e tre India y China,  o a una guerra secundaria,  eclipsada por la gran guerra de Vietnam.
Llegamos a Camboya huyendo de la perenne niebla de Canton,  y tras poco más de dos horas de vuelo aterrizamos en la tierra caliente del trópico.
El aeropuerto de Siem Reap, al norte de Camboya nos recibe con el encanto de las pequeñas cosas y con la burocracia amable del Asia profunda.
Salimos a la carretera y nos parece haber aterrizado en cualquier lugar de Centroamerica. Calor, un olor a lo perecedero del trópico,  al combustible mal quemado, y polvo en una carretera bordeada de pequeños puestos de mercado sobre tablones de madera  y bajo el omnipresente tejado de zinc ondulado.
Las motos nos adelantan por todos los lados, y la sonrisa de los motoristas detiene cualquier imprecacion.
Llegamos al hotel, uno de esos de cinco estrellas incongruentes entre un urbanismo desordenado y bullicioso,  y decidimos salir a la pequeña ciudad para conocer  el museo de Angkor antes de iniciar la visita a la templos.
Es un museo grande, presidido por la imagen de la reyes de Camboya, herederos de ese famoso Norodom Sihanuk del siglo pasado.
Y encontramos unas salas bien ordenadas, con una gran cantidad de información sobre la historia y el.arte de Angkor y de los camboyanos desde el siglo IX al XIII.
Fruto de la herencia francesa, que colonizó Indochina en el siglo XIX ,con un  colonialismo de opereta en tiempos de Napoleón III, se atribuye  a un investigador francés el descubrimiento de esta civilización para el mundo occidental, cuando Pigafetta, en su relación de la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano, ya habló de estos camboyanos, y cuando los jesuitas portugueses y españoles dieron buena cuenta de estas maravillas en sus recuentos asiáticos.
Sea como fuere, el museo nacional de Angkor es un buen punto de inicio para comprender este mundo tan lejano, pero tan parecido a otros más cercanos a nosotros como la civilización Maya, en tantos puntos coincidente.
Muestra el museo la historia, la influencia hindú, su mitología, las guerras y pasiones de unos pueblos que hoy yacen ocultos bajo las piedras de los templos dedicados a sus dioses.
Conoceremos la arquitectura, los estilos y las variaciones de cada sitio principal, y saldremos con la incógnita de saber si este alarde budista e hinduista que nos presenta el museo de Angkor se verá reflejado en las piedras que vamos a visitar.

sábado, 6 de abril de 2019

Paseo nocturno

La noche embellece a las ciudades menos agraciadas. Tras un día de nubes y partículas en suspensión, que impiden ver el cielo y dan una pátina gris a las construcciones, aún las más modernas, la noche todo lo iguala, los contornos se pierden y las luces destacan. Nuevos contrastes, que al reflejarse en las aguas del río dan un nuevo empaque a la ciudad.
Es por la noche, cuando el calor remite y corre alguna brisa, cuando la ciudad despierta y los cantoneses se echan a la calle para recorrer los parques y paseos. Las ciudades con Rio, o las que tienen mar, tienen una querencia por el agua, que arrastra a jóvenes y mayores a pasear y a realizar las actividades más peregrinas.
El paseo de Canton se llena de gentes y de ruidos. En cada plazuela hay grupos, generalmente de mujeres que ensayan coreografías acordes con su franja de edad. Hay karaokes, gimnastas, grupos que marchan a toda velocidad con música militar y banderas rojas ondeando.
Hay también familias que han venido del campo a visitar a los hijos y que observan deslumbrados el festival de luces y de colores que ofrece Canton. Los puentes, los edificios, las torres, los barcos, hasta las ruedas de los patines de los niños tienen luces de colores que amortiguan la grisura del día.