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domingo, 28 de febrero de 2010

Temblar

Temblar, sacudir, remover las entrañas de la tierra y devastar. Así sucede un terremoto, un ligero temblor, una sacudida, segundos, incluso minutos de zozobra en los que se confunden los estados de la materia. Lo que creíamos sólido es casi líquido. Carreteras, edificios, montañas, puentes, todo queda sometido a revisión por el implacable furor de la tierra.
Y hoy, como hace unas semanas en Haití ha vuelto a recordarnos la fragilidad humana y de paso la fragilidad de nuestras obras. Ni los sólidos edificios chilenos, ni la meticulosidad y rigor de sus normas de construcción pueden soportar los embates de la furia nacida bajo la corteza terrestre. La fuerza telúrica cantada por Neruda desde Temuco ha vuelto a esta ciudad chilena con la fuerza y la ciega violencia de la naturaleza que sólo los hombres pueden emular en su afán destructivo.
Momentos de horror y de dolor, momentos de esfuerzo y entereza y momentos de bajeza y de mezquindad. Saqueadores, furtivos amigos de lo ajeno en medio del dolor y de la catástrofe. No importa el lugar ni el tiempo, siempre hay alguien que aprovecha su oportunidad. En el Nueva York de lo setenta durante el apagón, en Haití recientemente en la búsqueda desesperada de agua y alimento o en el bien organizado Chile. Imágenes de carabineros separando a truhanes de su botín, muradas torvas y cobardes que saben el tamaño de su iniquidad. Y después el recuento de muertos, de pérdidas, de responsabilidades, de ayudas, de gestos de solidaridad. Y después volver a la calma a olvidar las réplicas y los simulacros, volver a ver los días calmos y olvidar el temblor, los temblores, el miedo y seguir viviendo.

Y temblar también ante la bajeza, la insidia, la maldad, la indiferencia y la insensibilidad. Granma publica por fin, el obituario de Orlando Zapata, desconocido y humilde, albañil, plomero o más precisamente "changuista" y negro. Y el obituario añade oprobio a la vergüenza, justifica su muerte en su conducta antisocial, en sus pésimos antecedentes. No olvidar que en Cuba existe una ley que pena las malas amistades, la conducta sospechosamente antisocial, es decir que te condenan por las pintas o por las amistades. Y entre tanto, el gran estadista Lula haciendo la vista gorda, justificando y no juzgando. Seguramente una muerte, doscientos presos de conciencia, millones de exiliados no son suficiente motivo para la acción de un hombre, que legítimamente lleva a su país al futuro y figura entre los favoritos del mundo.

viernes, 26 de febrero de 2010

Tiempos turbulentos

Rectificar, cambiar el rumbo, desdecirse y seguir dudando. No hacemos otra cosa, las medidas contra la crisis, la modificación o no de la edad de jubilación, el incremento o no del iva, la congelación o no de los salarios de los funcionarios públicos, la condena o no de la violación de los derechos humanos en Cuba. Hablar, anunciar, rectificar y no actuar.
Vivimos tiempos turbulentos, con un clima revuelto como no habíamos visto y con más incertidumbres de las que normalmente conlleva la vida. ¡Dios nos libre de los infalibles¡ pero también de los indecisos, especialmente en aquello que nos afecta o nos puede afectar.

Tal vez recordar algunas reglas básicas de esta democracia que llamábamos joven en España y que hoy, con poco más de treinta años nos parece ya envejecida, nos ayudarían. La democracia como algo más que ganar elecciones. La eficacia de los controles y contrapesos al poder político. El trabajo político en favor de los ciudadanos, el diálogo con aquellos que piensan distinto para llegar a acuerdos nuevos y no con los que previamente estamos de acuerdo, un mayor respeto por los individuos y algo de humildad para recordar de dónde venimos y adónde estamos tras los años de vacas gordas. Ya se sabe, "días de mucho, vísperas de nada"

Entre tanto, andar y desandar el camino, vacilar y tratar de sacar ventaja, mentir, rehuir, engañar para ganar días al calendario y en caso de necesidad rectificar con desparpajo aunque la mirada muestre un deje esquivo, una dificultad para completar el engaño.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Indiferencia

Morir, apagarse, desaparecer y dejarnos. Es difícil conjugar el verbo morir. Cómo decir la primera persona sin incurrir en la vana metáfora o en la triste hipérbole?. Yo muero, morí he muerto. Terminas usando una locución como "estoy muriendo", como diría Orlando Zapata en sus más de 80 días de ayuno en las diversas cárceles cubanas por donde ha desfilado. Y hoy, él ha muerto finalmente. Un muerto que cargar a las espaldas de este ogro filantrópico y heroico que es el Estado cubano. Ha muerto como mueren día a día los presos de conciencia en las cárceles o como mueren los millones de cubanos impedidos de salir de su país o de manifestarse en libertad.
Pensaba hablar hoy en este blog sobre las muchas dudas que con asiduidad me asaltan y me atrapan, pero la noticia que me llegó esta mañana me ha hecho mirar a otros lugares de mi experiencia de los cuales guardo alguna certeza. La muerte, la represión, la sinrazón y peor aún, la indiferencia.
Nuestro melifluo presidente ha perdido una oportunidad de purgar el daño hecho a la dignidad de los pobres y a la integridad de los bolsillos de los ciudadanos, si al hablar bajo la costosa cúpula del pintor Barceló en Ginebra hubiera aprovechado tan caro púlpito para recordar a Orlando Zapata y pedir el indulto de aquellos que siguen muriendo día a día en Cuba. Sin embargo, con pericia de diplomático y unas gotas de cursilería propia, ha hecho otro canto a la bondad genérica, sin reclamar que cesen en su empeño quienes causan el mal.

No es sólamente Rodríguez quien yerra, calla, asiente y se despereza. Le acompañan un ramillete de líderes internacionales y no tan líderes, para quienes la experiencia del Gulag, de los juicios amañados, de las purgas internas, de la represión comunista aunque sea acompañada por sones caribeños, es diculpable. Veremos si Lula, de visita a la isla deja un tiempo de lado su perfil más capitalista y comercial y entre firma y firma de acuerdos económicos tiene tiempo para atender a la madre de Orlando, o a Yoani Sánchez quien ha subido a su blog el estremecedor relato de la madre del preso hoy muerto Orlando Zapata, quien ya no penará más por las prisiones de Cuba y cuyos compañeros lo recordarán con angustia cada minuto que pasen en las frías prisiones tropicales.

domingo, 21 de febrero de 2010

Anticipar, prever y esperar. Al final nada es como debería y las previsiones, las imágenes que nos formamos de antemano se borran antes de formarse en ese espacio entre la realidad y el deseo.
El primer día de colegio, el primer día de trabajo, el comienzo de una vida en común, estrenar una prenda, una casa, comenzar. Todo lo anticipamos, lo vemos nítidamente como una película con finales alternativos. La información que nos han dado, la que afanosamente buscamos en libros y archivos, en recuerdos de quienes están cerca de nosotros o de quienes han experimentado ya esta primera vez, que nunca es primera. Nos preparamos para entrar en la nueva situación, podemos adelantar nuestros argumentos, nuestra pose, la forma de abrir la puerta, de adelantar el pie derecho o el izquierdo,imaginar lo que nos dirán, con qué tono, con qué intenciones o simplemente con una voz neutra que no delata la celada ni anticipa desarrollos posteriores.
Imaginamos igualmente nuestra reacción, o llevamos ensayada una actitud para los primeros días. Una voluntariosa sonrisa para ganar la benevolencia del nuevo público, una humilde mirada para no provocar el rechazo inicial a todo extranjero. O con desenvoltura acertamos a entrar en la morada con la confianza de quien ha vivido ya en la casa, quien conoce a los sirvientes y a los vecinos y quien imagina que en su ausencia nada ha cambiado, o que todo es hoy lo contrario.

Nada de eso ocurrirá. Los susurros, el río subterráneo de la vida es más sinuoso y esquivo de lo que anticipamos, no los oiremos, no nos serán revelados, pero estarán allí, esperando y acechando como el primer día. No importa qué aptitud adoptes, qué mano utilices para saludar, el destino de ese primer día está echado, preparado par revelarse cuando atravieses el umbral y sea ya un día más, otro día sin anticipación ni estreno sin la zozobra del debutante. Un día cualquiera.

Entre tanto,, no olvidar que todos los días son días cualquiera para quien esperan con esperanza, en prisiones y en la calle, o en casas vacías ante un nuevo lunes al sol.

sábado, 20 de febrero de 2010

Paramnesia

Recordar, cerrar los ojos y ver de nuevo, tener memoria de las cosas, de los hechos, de las personas que pasaron y de las que están.
Un instante sin aire en los pulmones, un olor, un sonido que llegan debilitados a la mente en vigilia nos transportan a otra situación, nos hacen vivir dos veces el mismo moemento con mucha mayor nitidez que un sueño. Paramnesia creo que la llaman, o esa sensación de déjà vu, o como decía una negra sandunguera en un programa radiofónico, ¡Hijo, he tenido un dayavú¡.
Pero es algo más que esa sensación que los franceses acuñaron y que hoy se carga con connotaciones de hastío de lo conocido y repetido. Es la sensación instantánea, vivida y cierta de que este movimiento, esa bicicleta de colores que pasa delante de nosotros, ese sonido, ese hueco en el estómago que precede al miedo lo hemos vivido ya.

Quizás no sea recordar, sino adelantar, anticipar lo que vamos a vivir, lo que nos depara el futuro inmediato. La paramnesia no es un ejercicio de melancolía ni de saudade, sino una alerta del alma al cuerpo dormido que sale de su letargo con los sentidos listos para nuevas peleas.

Recordar entonces lo ocurrido, o lo que que creemos que nos ocurrió en una lejana mañana de invierno cuando no teníamos hijos, ni mujer ni proyecto, sino una idea general de lo que queríamos de la vida o de lo que le pedíamos a la vida con vehemencia y error.

Recordar y tener esa dicha, ese don que nos es dado y que no valoramos hasta que lo perdemos, primero al olvidar unas fechas irrelevantes, luego unos datos que estudiamos hace años, o los nombres de los conocidos, o los de aquellos a quienes conseguimos poner cara pero ya no el nombre. Hay quien dice que tenemos una capacidad limitada de memoria en nuestro cerebro, y que como un viejo disco duro, a medida que le introducimos datos inútiles o irrelevantes vamos llenando su espacio y reducimos nuestra capacidad de respuesta. Sería cuestión, pues de ir vaciando en la papelera de reciclaje aquello que nos hizo daño, aquello de lo que nos arrepentimos, aquellos momentos en que nosotros mismos reconocemos la mezquindad de nuestra actuación, y así hacer hueco para nuevas entradas, para mayor capacidad de recuerdo y de vida o de revivir aquello que vivimos con ilusión.

Recordar y tal vez más que recordar revivir y preparar el cuerpo para el abismo de un nuevo día con sus calles, sus nubes y sus afanes.

jueves, 18 de febrero de 2010

Neandertahles de ayer hoy

Respirar, alzar la vista y mirara alrededor, subir un peladaño para salir del valle y acarrear mñas aire a los pulmones y sangre al cerebro.
Volver a hacerse la preguntas esenciales, salir de lo cotidiano para pensar con frescura y ver los dilemas diarios con otra perspectiva. Pensar por ejemplo si es posible detectar la cabeza de un neandertahl entre los cientos de cabezas cubiertas de gorros que serpentean en inverno por las montañas de España.
Es impensable que durante cerca de doscientos mil años convivieran Neandertales con Cromagnones en las sierras europeas y que no se cruzaran, que llevaran vidas paralelas o incluso hostiles, pero que no tuvieran esa curiosidad entre especies similares. Tengo para mí que en la cueva de los güixos hubo uno de esos extraños apareamientos. Que de allí surgió una rama de mestizos de primera hora que deambulan todavía por los valles de Aragón y que utilizan una contraseña para reconocerse y no ser reconocidos. Quién sabe si ese movimiento de cabeza de abajo arriba, con una ligera inclinación de cabeza hacia la izquierda con que se saludan en estos valles escondidos los que bien se conocen no es el signo del rastro neandertahlensis en nuestos días. El resto, el cráneo aplastado, los arcos de las cejas prominentes, las extremidades membrudas, se dan por hecho en estos lugares, son una seña de identidad que les recuerda aquella noches de hace cerca de doscientos mil años en que un neandertahl y una cromagnona se sencontraron en la cueva del Güixo y sin saber qué hacer, de qué hablar o por qué pelear decidieron hacer una trampa a la evolución, y perpetuar esa especie desaparecida en la melancolía.

Al lado de estas dudas, que me asaltan al pasar junto a la entrada de la gruta o al cruzarme con alguno de estos herméticos lugareños, es comprensible que los ecos del debate económico de ayer me lleguen amortiguados. La angustia por los mercados, las alegrías por la colocación de una deuda pública española, que como se decía en los 80 en Latinoamérica no es deuda externa, sino eterna, la incapacidad de estar a la altura de los tiempos que nos reclamaba Ortega y Rodríguez probablemente nunca leyó, me son hoy algo más ajenos.

Me llega sin embargo la noticia de que la Gordimer no se va a ir de rositas de La Habana. Después de su paseo por la fortaleza de la Cabaña, notoria prisión ayer y hoy, le envían una carta un grupo de mujeres valientes, que quieren compartir con Gordimer, también mujer y ayer valiente, la triste suerte que paeden quienes se atreven a hablar o discrepar en el país del "hombre nuevo" y también de la mujer, aunque me temo que hasta allí no llegaron nunca mis neandertahles, apurados como estaban en preservar sus contraseñas en elterruño.

martes, 16 de febrero de 2010

Ciudades vivas

Pasear, caminar sin rumbo y sin prisa, levantar la vista y observar el pulso de la ciudad, sus edificios, sus transformaciones, sus gentes. Vivir en una ciudad viva.
Y no es sólo una metáfora. Un estudio de la Universidad de Vermont ha encontrado sorprendentes similitudes entre una ciudad y los organismos vivos, ya sean animales o plantas. Una ciudad está atravesada por redes de transporte subterráneo y de superficie, por redes eléctricas, sistemas de agua y alcantarillado, que van de un centro densamente poblado a la periferia ya sea en redes lineales o reticulares. Igualmente el circuito sanguíneo de un ser vivo bombea la sangre por arterias y capilares desde el centro a la periferia del organismo y va diluyendo su fuerza a medida que se aleja del centro.
Esto mismo se da con las plantas, con la savia que recorre tronco, ramas y hojas, que presentan una serie de venas (arterias de la ciudad llamamos a las vías principales)y que forman un retícula como las ciudades densamente pobladas, con su cuadrícula y callejones en la forma de nervaduras de estas venas. Y todo ello constituye un sistema, al igual que las ciudades con los mecanismos para organizar el tráfico y para hacer que la vida llegue a cada punto del organismo o de la ciudad.
Y paseando por esta ciudad viva se aprecian las dentelladas del tiempo, los cambios en su fisonomía, nuevas veredas e interminables obras, pero como ser vivo también anida en la ciudad la muerte. 40.000 comercios han cerrado en las ciudades de España en 2009 según la Confederación Española de Comercio. Comercios que dan vida y comercios que configuraban un mapa de referencias y sentimientos en una ciudad conocida.
40.000 comercios que van a encontrar difícil reemplazo hasta que una nueva ilusión devuelva la confianza y saque nuevos bríos de una sociedad apesadumbrada por la incertidumbre. Sólo un negocio prolifera por las ciudades, abre cuando otros cierran y da vida a calles huérfanas. Las nuevas versiones de las casas de empeño, los "cash converters" y negocios similares reaniman el zoco, compran, venden y nos devuelven a aquellos tiempos de objetos que vivían varias vidas. Conla misma facilidad con que se cierran comercios abren los nuevos negocios y prorrogan la ilusión de una capacidad de consumo que pensábamos ilimitado.
Ciudades vivas que aun aletargadas necesitan la savia para seguir viviendo.

lunes, 15 de febrero de 2010

Predicción

Planificar, preparar, adelantar acontecimientos y después ejecutar. Hurtamos espacio al azar para asegurar el resultado y garantizar un futuro previsible y confortable.
Hay quien dice que planificó la transición española en una pizarra, o que el partido del domingo salió según lo había planeado previamente. Se utilizan instrumentos estadísticos, conocimientos de historia, algo de psicología para adivinar los movimientos del contrario, y como en una partida de ajedrez nos dotamos de un arsenal de jugadas alternativas para variar el trazo sin modificar el dibujo final.
La seguridad que otorga la planificación, junto con una inconfesable fascinación por los rápidos éxitos de la economía socialista, sembró de ministerios de planificación los países latinoamericanos. Alguno, en el paroxismo de la imitación tecnocrática llegó a llamarse, no sé si se sigue llamando, Mideplan. Con el mismo interés con el que se crearon fueron perdiendo fuelle y renunciando a ese afán de previsión y de certeza que buscaban, y fueron dejando su lugar a los serios y poderosos ministerios de finanzas. Al final quedaron los ministerios de planificación como instrumentos de captación y organización de las ayudas externas, felices de que alguien les escuchara y les guiara por los recovecos de la administración y les permitiera ejecutar sus presupuestos en el susodicho país.
Vuelve ahora la necesidad planificadora a Haití. Semanas después del terremoto, que hará recordar por muchos años el 2010, se precisa un mapa, un manual de instrucciones para la reconstrucción del país. Pero me temo que aquí ni siquiera el ministerio de planificación quedó en pie. Surgen las dudas y se preparan los mecanismos para la absorción de la ayuda. Se avecinan tiempos difíciles; vendrá la decepción de la ayuda real tras las primeras promesas; la dificultad para canalizar fondos, medios y personal cualificado a un país sin renglones donde escribir el futuro. Y vendrán después las mezquindades y los protagonismos apócrifos. Las disputas entre donantes y la incapacidad de organización local, y poco a poco, volverán los viejos vicios y la dificultad de llevar a término lo previsto, lo acordado o lo ideado en despachos lejanos.
Nostalgia de un gobierno representativo, capaz y responsable ante sus ciudadanos, que con un designio en mente sortee las trampas de lo planeado y construya día a día pequeños logros y vaya ordenando las piezas del puzzle.

domingo, 14 de febrero de 2010

Gordimer

Percibir, percibir, comprender, interpretar, hacer propia la realidad según nuestro imaginario. ¡Qué diferente se muestra la realidad según nuestras percepciones¡
Lo que para el jovial muchacho es una broma simpática para el que la soporta es una humillación irresistible.
En una cena de amigos, con unos antecedentes similares, afinidades culturales y preocupaciones cercanas, un tema de debate se convierte en una frontera insuperable. Para uno se trata de la destrucción del régimen de libertades públicas, de derechos individuales y de oportunidades económicas, en un país querido por ambos. Allí mismo y ahora, el otro ve la restauración de un orden largo tiempo preterido, el acceso de los olvidados a los resortes de poder y nuevas oportunidades de desarrollo bajo otros esquemas.
Donde uno ve cercano el apocalipsis natural ante la inmimnencia de los efectos del cambio climático, otro pone en duda los datos, discrepa de las predicciones y confía en el desarrollo tecnológico para solucionar los problemas. Huelga decir que ninguno de ellos tiene un conocimiento científico del asunto ni podría descifrar los razonamientos de una u otra postura en un debate entre especialistas. En todo caso se impone la percepción de cada cual.

Una luchadora contra el apartheid, premio nobel de literatura, Nadine Gordimer, "Hoy tiene 86 años y su credo sigue siendo el mismo. Aún mantiene una figura esbelta, un paso ágil, una lucidez alerta y las mismas convicciones que la llevaron a enfrentarse a un régimen encarnizado de segregación racial, el apartheid, y a toda forma de injusticia." "Nadine Gordimer anduvo por la feria editorial habanera como quien recorre un camino conocido. Desde hace largo tiempo apoya a esta isla del Caribe, cuyos sueños y destino defiende, subrayó. Agradezco que me invitaran. Viva Cuba, dijo con fervor en la despedida, y la frase surcó el aire como una flecha cálida" (Prensa Latina, 14 de febrero de 2010)
Esta buena escritora, surafricana, judía, hija de emigrantes, también tiene sus convicciones y cómo no sus percepciones. Se atreve a declarar esto en un lugar donde todo está por hacer, según mi percepción, y donde todos los buenos escritores, como ella misma, han tenido que salir al exilio. Habría que actualizar la lista de Eliseo Alberto en su "Informe contra mí mismo" publicado en 1997 para incluir la míriada de escritores que han salido después y que siguen viviendo fuera de su país, desde Raúl Rivero a Ponte.
Percepciones, percibir y modificar la realidad con nuestra percepción, o hacer más fuertes nuestras creencias ayudadas por los sentidos, ciegos y sordos a los gritos de la vida.

sábado, 13 de febrero de 2010

Irán

Manifestar, exteriorizar, clamar, manifestarse. Eso hacen ahora en Irán. Treinta y un años después de la revolución que expulsó al Sha Reza Pahlevi y entronizó al ayatola Jomeini, vuelven los iraníes a manifestarse, a gritar por las calles, amostrar al mundo, hoy a través de redes sociales y teléfonos móviles sus ansias de cambio y de descontento.
Hace treinta y un años los manifestantes llevaron en volandas a Jomeini, exiliado en Francia a la cúspide de la república islámica, con focos de televisión, con prensa internacional, con conocimiento de un mundo que se familiarizaba con esos nombres exóticos y esas nuevas denominaciones, sorprendido y aliviado por la salida de un emperador que celebró los fastos del milenio en una ceremonia que hou pasaría por austera.
Salió Reza Palehvi al exilio y recaló en Contadora, esa isla en el Pacífico panameño en la que los españoles contaban perlas y donde el general Torrijos le dio asilo junto a un hotel desvencijado y gran cantidad de ciervos que con su bobalicona mirada agravaron el cáncer que ya sufría el sha.
Poco se maliciaba en sus días en el poder Reza Palehvi que su destino estaba sellado. Que muchos de sus ayudantes, de sus rivales y de quienes le frecuentaban masticaban la traición para salvar al país o para salvarse. Su gesto de autoridad, sus órdenes, sus confidencias encontraban esos días finales la filosa daga de la desafección, o la indiferencia de quienes secretamente ya lo habían sentenciado, y así penó en Contadora, evocando esas frases cortadas que no logró entender en su momentos, rememorando algunas sonrisas inexplicables o los gestos de aprobación de sus infieles fieles que ya auguraban la traición, o peor, que ya sabían que su tiempo era otro.
Al igual que Rodríguez y Moratinos rememorarán ahora apenas dos meses después de ausmir su presidencia de la Unión Europea los gestos condescendientes de Van Rompuy, con su cara de alumno mediocre de los jesuítas, aceptando su consejo y dispuesto a compartir las mieles del poder. Ya se maliciaba el taimado belga que sus introductores en los secretos de la presidencia estaban condenados, amortizados, y que un mes después los abandonaría en Bruselas para con su media sonrisa ocupar todo el foco del escenario con los verdaderos dueños del teatrillo. La traición ya estaba allí, o no era traición sino presciencia de lo que iba a venir o de lo que ya era.
Vuelven de nuevo los manifestantes a las calles de Irán, murieron el Sha y el Ayatola, y la espalda de la traición asomará de nuevo, confiados aquí y allá haremos planes, daremos órdenes, creeremos que todavía tenemos el control de nuestros actos, pero otros ya habrán decidido nuestro destino; y nuestros gestos devendrán muecas, nuestras órdenes serán ianudibles y una vez más quedaremos expuestos al albur en tanto que otros nos observan como exquisitos cadáveres.

viernes, 12 de febrero de 2010

Fingir

Fingir, fingir, ocultar, dejar entrever sólo un reflejo y engañar.
Ocultamos lo evidente, lo que creemos que nos ocurre o lo que somos. Hay que mostrar entereza ante la adversidad, cuajo y temple ante los embates de la realidad, o simplemente fingimos lo que queremos ser o lo que creemos que debemos ser. Un mundo de relaciones armónicas, de suaves veladas de lenta digestión y crítica punzante. Fingimos que somos como ellos, o como todos, creyendo que en realidad hay un canon de la buena vida, de la vida plena, recta, cuando somos diferentes y nuestras afinidades, vagamente electivas, son más el resultado de un desiderátum o el reflejo de un sueño en una pared.
Fingen los resultados, las cuentas, los riesgos y fortalezas para no perder nuestra confianza. Finge él sólo él, la evidencia de una crisis de bienestar, finge su remedio y proclama con voz fingida su superación. Finge como fingió desde el primer día, con la conciencia tranquila descansando en la utopía de la paz perpetua o en la promesa bíblica y laica del buen samaritano y de la multiplicación de los panes y de los peces, o la abundancia del vino de las bodas de Canaán. Esta vez sin mediación divina, por la inspiración y la fe en esa cultura social cohesionada y finalmente excluyente.
Y finjo cuando veo la larga espalda recostarse delante de mí, inundando la perspectiva, tapando la salida, cerrando la esperanza. Finjo porque digo que no importa, que es natural, que esa espalda no prefigura la censura, la expulsión, la soledad. Finjo, compongo la figura, sonrío de medio lado y me aparto sin tocar el obstáculo, sorteándolo sin mucha fe y lanzando una mirada irónica, que no llega a reflejarse en la cara, que no llega a sonrisa.
Fingir, fingir hasta agotar las salidas, las oportunidades que se nos han abierto, y si no se rasga el velo de la impostura, en días, semanas a lo sumo quedaremos presos de las mentiras, de la falta de coraje.
Si al menos quedara un poso de humor, una descarga de endorfinas que levantara el pesado telón de la fingida realidad...

jueves, 11 de febrero de 2010

Seducción

Seducir, seducir, deslumbrar, atraer y con engaño atrapar. Nos seducen desde niños, los juguetes, los dulces, una vaga caricia. Y nos dejamos deslumbrar conscientes del engaño y sabedores de que después de rendir las armas y aceptar la rendición será difícil la vuelta atrás.
Nos seducen con el dinero, con la perspectiva de una ganancia rápida o de una inversión provechosa que nos garantice el futuro. Nos podemos dejar atraer por la promesa de estabilidad, de un entorno previsible y seguro, y así dejamos ideales y principios, nos pertrechamos de alguna vaga excusa y aceptamos lo que sabemos que no es nuetra voluntad.
Pero quién nos seduce? qué encantos se nos presentan para que todos en un momento o en otro caigamos deslumbrados ante la promesa de un futuro mejor, ¿Quién, una mujer que nos transporta a paraísos tangibles, un amigo que nos desvía del camino para hacernos una confidencia?, un jefe que nos deja atisbar una promoción o un dinero o un empleo y nos atrae durante cuatro años sin soltar nunca del todo lo prometido pero haciendo avanzar día a día la zanahoria?.
quiá¡ Somos nosotros, convencidos de que existen esos hatajos, que podremos encontrar un placer inmediato o dar el salto hacia otra meta. En el amor, en el dinero, en la aurea mediocritas que nos proteja del infortunio, caemos en la celada y
nos dejamos seducir.
Ente tanto los mercados, fríos y ajenos se dan un festín con aquellos que no juegan el juego de la seducción, quienes no prometen o no conceden esa ilusión. Nos golpean y nos dicen. Si no me deslumbras con tus planes, con tus cifras, con tus promesas, te castigaré, y así vemos arrastrase a ministros y presidentes, embutidos en ropajes que no conocen ni les reconocen, tratando de seducir a quien les ha pedido una muestra de vasallaje y no sabe que estaba escrito, que la dana debía ejecutarse y que no ha sido seducido sino que sucumbió desde el principio a este juego necesario.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Carrusel

Pasar, pasar, transcurrir. Pasa el tiempo, los días, las estaciones, los años en monótona cadencia. Hoy no sé si ocurrió el año pasado o hace dos, o tres. Me preguntan la fecha de la muerte de una amiga. Hace al menos dos años, digo. Luego, en el insomnio pienso, veo, dos, tres, cuatro, tal vez cinco años. Así es la ausencia, así es el tiempo y la memoria.
Se recuerdan las efemérides. El año del Tsunami, el del terremoto de Haití, el año en que nació mi hija o murió mi padre o cambié de casa. Pero entre medias se escapan futiles miles de actividades, citas, comidas, reuniones, ocasiones que juzgamos importantes y hoy no recordamos el año de la década en el que transcurrieron.
Es preferible vivir a síncopes, sujeto a cambios periódicos de lugar, de residencia.
Así fijamos mejor la memoria, los acontecimientos, el ser, la existencia. Los cuatroa años que pasamos en Costa Rica. Nuestro destino en Argentina, de donde no quise salir. Ese intento de vivir en los Estados Unidos, o el azaroso destino en La Habana. Esos años, cons sus fiestas, sus viajes y recuerdos nos acompañan en ordenada sucesión. No se borran tienen periodos fijos, con pequeñas diferencias de meses. Como las legislaturas, como el periodo de gobernación de los ciudadanos. Cuatro años como periodo de un empeño, con su empuje, su meseta y decadencia. Y luego tal vez otro y otro. Pero no siempre el tiempo transcurre igual. El tiempo cambia y nos cambia de una manera que no prevemos al inicio. Por mucho que te lo propongas, por mucho que trates de aprender de errores ajenos. Cambiamos con el tiempo y nuestras acciones moldean el tiempo. A veces cuatro años son muchos. Son eternos y cuanto más transitamos por esa vereda más cambiamos y peores nos volvemos.
Cuatro años detrás de otros cuatro pueden ser muchos, el carrusel gira y gira pero ya en otro sentido. Que se detenga que quiero bajarme.
Y "Sous le pont Mirabeau coule la Seine... et nos amours"

martes, 9 de febrero de 2010

Aguantar

Aguantar, aguantar, perseverar y no renunciar. El que aguanta gana, nos han enseñado, y aunque arrecie la tormenta o las críticas nos duelan hay que seguir adelante sin inmutarse. Quien flaquea o duda abre la vía de agua en la nave por la que penetra la insidia, la crítica y al final la destrucción.
Aguanta el exitoso, el que se sobrepone a las dificultades y zancadillas y aun a sus propios errores. Lo importante es estar allí cuando caiga el veredicto, pues aunque llueva, siempre escampa.
Y así nos lo enseñan los políticos. Conjuras, enemistades, odios ancestrales, o pura envidia acechan su camino, pero si sabe mantener el rumbo, si resiste la sacudida sin caer de la silla, la recompensa es alta. Gana primero tiempo y quién sabe si la gloria. Al fin y al cabo la tierra gira, sobre sí misma y alrededor del sol, y si aguantamos el nuevo día nos encontrará en el mismo lugar,y si nuestra resistencia es mayor, llegaremos a pasar el año y seguiremos en nuestro lugar.
Tendemos a confundir la física y la sociedad. Lo que gira y vuelve presagia la repetición de la historia. Nos basamos en el pasado, en sus enseñanzas y en una cierta armonía universal. Pero ¡ay¡. Heisenberg nos mostró el camino de la incertidumbre, del azar. El principio de indeterminación. Este Principio, enunciado en 1927, supone un cambio básico en nuestra forma de estudiar la Naturaleza, ya que se pasa de un conocimiento teóricamente exacto (o al menos, que en teoría podría llegar a ser exacto con el tiempo) a un conocimiento basado sólo en probabilidades y en la imposibilidad teórica de superar nunca un cierto nivel de error.
Avanzamos en la incertidumbre y debemos ir pertrechados para no perdernos y no perder a nuestra compañía en el camino. El gobernante que aguanta, se aferra, piensa que como en otras ocasiones escampará, se equivoca. Es un caminante sin guía, sin un plano del territorio, sin convicciones y lo que es peor, sin saber que el futuro es indeterminado y que comienza hoy.
Y así, aguantar, aguantar, sostenerse en la convicción de un giro favorable o de un retorno al pasado armónico y domesticado constituye hoy una receta para el fracaso.

lunes, 8 de febrero de 2010

Gastar

Gastar, gastar. consumir, tener, poseer. Mover la rueda de la economía para que no pare. Da igual en Europa o Estados Unidos. En Angola o Haití. La máquina debe funcionar y gastar, comprar, vender, consumir. China, India y otros países emergentes deben tomar el relevo de los Estados Unidos. Los norteamericanos de tanto frotar la lámpara mágica instalada dentro de sus tarjetas de crédito han dejado de consumir. Y los europeos, los españoles ya no podemos seguir consumiendo a crédito, hay que producir, exportar y ahorrar y que otros gasten.
Ésta es la nueva receta que nos viene. Reanimar el consumo de un modo más equilibrado y que los que ahorran gasten y los que gastaban ahorren.
En un foro de economía para inversores jóvenes analistas bien formados muestran algunas dudas. Dudar, dudar, elegir, optar en libertad. Dudan quienes conocen o dicen conocer, o conocieron, quienes predijeron los movimientos de los mercados, los promovieron o los alentaron. Dudan y hacen bien. Lo inesperado ha saltado con una crisis económica anunciada y volvemos a oir a expertos y aventureros con fórmulas y recomendaciones. Volvemos a escuchar jergas que durante años de bonanza estaban constreñidas en los manuales y revistas económicas. Volvemos a las angustias a ver cómo lo que decidan los fondos marca el destino de una moneda o del crédito del país si la moneda es demasiado dura para tragarla.
¿Ya no recordamos los ataques de Soros a la libra esterlina y a la peseta a comienzos de los 90? ¿Y los inalcanzables requisitos para entrar en Maastrich? Hoy esta palabra sólo recuerda a una vaga ciudad holandesa. ¿Y qué fue de las viudas escocesas? Ese fondo del que estaban pendientes las principales empresas de nuestro país, por si querían comprar o vender
Comprar, comprar y entre tanto ahorrar y guardar para mañana y no temer al futuro ni olvidar el pasado.

domingo, 7 de febrero de 2010

Penar

Penar. Penar, sufrir la pena, cumplir la pena, el castigo. Mientras escribo ellos siguen penando por actos futiles. Penando en tristes penales tropicales. En La Habana, en Kilo 7 en Camagüey en Pinar, en Nuevitas. Penando su pena por haber escrito, por haber hablado, por haber pensado casi siete años atrás.
Fueron los cargos tan fuertes, tan duras las condenas que hoy, en la distancia, muchos años después, muchos días, muchas horas, muchísimos minutos después parece todavía un sueño.
En dos días de furia de marzo de 2003 muchos de estos hombres que hoy penan vieron desvanecerse las calles, los arrabales, los ruidos familiares y se encaminaron hacia una prisión severa, segura, certera. Instigada por metódicos fiscales puntillosos, impuesta por tribunales inflexibles y supervisada por ese Consejo supremo, por ese coloso impotente que se ufana en su infamia.
Penar penas por delitos como poseer una máquina de escribir, por hablar con periodistas extranjeros sobre las carencias diarias que a nadie se ocultan, poseer libros, ejemplares de su propia autoría, por tener fotografías con el papa o con dirigentes extranjeros, por atreveserse a atesorar una elemental grabadora o un ordenador personal.
La semana pasada se constituyó formalmente la asociación damas de blanco, para no olvidar, para recordar todos esos minutos, todas esas ausencias cotidiánas, para que el paso del tiempo no enturbie la memoria, y sobre todo para que este paréntesis, demasiado largo se cierre, y no haya lugar a la ignorancia, al olvido, a más infamia.
Entre tanto, florecen en el jardín tropical los blogs, las noticias etéreas exentas de papel y tinta. Nuevas voces se suman a la insumisión. Ahora ya no es precisa la máquina de escribir, la grabadora. Un blog se abre y no quedan huellas físicas. ¿qué pruebas serán determinantes ahora? ¿ De qué se incautarán los sicarios?. Nuevas formas, nuevos métodos y una ambición, hablar, contar, gritar y no callar.
P.S. Un anciano comandante, lego en escritura y en tecnología es el ministro de telecomunicaciones, y como buen militar quiere elevar baluartes, preparar la defensa y quién sabe si un contraataque contra la insidiosa tecnología. !guarda, que nuevos peligros acechan a la palabra!

sábado, 6 de febrero de 2010

Mentir. Mentir u ocultar la verdad, decir medias verdades, esquivar la realidad mientras seguimos respirando. El nombre, la fecha de nacimiento, las palabras, ¿son ciertas o falsas? Quizás para acceder a esta página haya dado datos ciertos o no. ¿Cómo asegurarnos de lo que leemos, de lo que vemos, de lo que otros esparcen con alegre inconsciencia o de lo que nosotros queremos ver, leer, esparcir.?
Nos movemos en la incertidumbre, en territorio desconocido avanzando a ciegas, abriendo caminos y evitando otros.
Pensaba titular el blog "el jardín de los senderos que se bifurcan", pues no hay solo una realidad posible, o lo son todas en función de elecciones anteriores. Y en medio de todo ello la mentira. Mentimos a nuestros hijos desde que nacen, por su bien, para evitarles una condena prematura o un dolor todavía inmerecido. Mentimos a nuestros padres desde el primer día, desde nuestro espacio de intimidad, desde la construcción de nuestra personalidad. Hoy una salida, mañana una amiga o un novio. Nuestras expectativas, nuestras ansiedades y anhelos se esconden bajo una niebla de medias verdades. Por si acaso, para no espantar a la suerte, para no conjurar al olvido.
Y mentimos a nuestra esposa o esposo, desde el primer día pequeñas cosas, pequeños detalles. ¿Cerraste la puerta con llave al salir de casa?. Seguro que sí. Para qué discutir o para qué preocuparla. Mentimos sin querer, sin sonrojo, y abrimos así un camino desconocido, la mentira, la falsedad, las medias verdades de nuevo.
Y mentimos en nuestro primer trabajo, aun antes, en nuestra primera entrevista,falseamos nuestra edad, nuestro aspecto, nuestra voz, nuestras aficiones aquí ya sí con algún sonrojo, sin llegar al temblor de manos, al sudor, a los picores, a la mirada ausente que acompañan a las grandes mentiras. Aquellas en las que nos jugamos algo, el honor, el dinero, un amor incierto, la esperanza. Esas apuestas de farol, con o sin jugada en la mano. Cuando realmente queremos ganar, o nos obligan a ello, o más bien nos compelen a que lo hagamos, para ganar un contrato, un acuerdo favorable, o una sonrisa de aprobación.
¡Qué fácil es faltar a la verdad, cuando la verdad es esquiva, sinuosa; cuando la verdad es una cara del tiempo, una apariecia más entre las múltiples ramificaciones de la realidad¡.
Adivinen si el nombre, la opinión, los acontecimientos, la patria... son verdades que pueden quedar estampadas en el mármol temerario de una lápida, o en un blog, o no son sino un reflejo de la vida por fenecer.