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viernes, 28 de febrero de 2020

La vida de los otros


Cantón, 29 de febrero de 2020.

Ahora que el virus afecta a la vida cotidiana en Europa, no está de más recordar cómo se vive en el estado de emergencia por el coronavirus. 
Hoy, por ejemplo. Me levanto, salgo a correr, al regresar me toman la temperatura al entrar al edificio (no necesito registrarme con el teléfono porque me conocen), salgo a tomar un café, me toman la temperatura al entrar, voy a cortarme el pelo, me toman la temperatura y debo escanear un código qr en chino donde quedan grabados mis datos. Me dicen que me dan hora para la tarde y después de dejar los datos digo que no. Atravieso la plaza privada de mi urbanización, me toman la temperatura, entro al mercado, me toman la temperatura, regreso a la plaza para ir al super, me toman la temperatura, entro al super, me toman la temperatura, salgo del súper y me doy cuenta que olvidé de comprar algo, me toman la temperatura, accedo a mi edificio por un jardín privado, me toman la temperatura, y llego a casa a las 13.h. No está mal. Todavía me queda la tarde para seguir dejando una huella imborrable en Cantón.

En Italia comienza la nueva temporada de “Fratelli di Crozza”, mi programa favorito, que se graba en directo en un teatro de Milán los viernes por la noche. Aparece Mauricio Crozza sentado en el auditorio. No hay público. En Milán comienza la vida en reclusión. No hay teatro, cine, espectáculos. El fútbol se juega sin público, y la competición más practicada es la búsqueda de las mascarillas.

No sé si en Europa seremos capaces de detener la epidemia con tanta disciplina como en China, pero lo que sí es cierto es que nuestra intimidad, nuestros datos se van a resentir, porque la base de la epidemiología es la información y el control. Si un enfermo puede contagiar a 2.5 sanos, siempre que no sea un supercontagiador, cuando se detecta hay que averiguar toda su vida inmediatamente anterior, dónde ha estado, qué ha hecho, con quién ha estado. No hay excusas ni mentiras que valgan. Todo queda al descubierto y a partir de ahora esa malsana curiosidad nos va a perseguir. No sé si con el mismo grado de intensidad que en China, pero nuestra trazabilidad va a ser importante para todos.

Aquí se ha desarrollado todavía más esa vida digital a la que los orientales son tan adictos. Ahora el trabajo, el ocio, el amor, van a estar más controlados si cabe y no va a ser solo para sumar a los grandes datos y hacer predicciones más o menos anónimas, ahora nuestra intimidad va a estar cada vez más en manos de los otros, y tengo miedo de lo que puedan hacer con mis datos en esa nueva peluquería a la que he ido. Imagino que me van a bombardear con anuncios de crecepelo, de injertos o de viajes a Turquía con final capilar feliz.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Cuándo sabemos?




Cantón, 27 de febrero de 2020.

¿Cuándo sabemos que hemos pasado de una epidemia a una pandemia?

1.- Cuando las autoridades políticas de más de 15 países comienzan a dar ruedas de prensa sobre el virus y ya no se ocupan tanto de lo que ocurre en la lejanía sino que comienzan a ver todos los detalles de ese país en concreto. Las ruedas de prensa se suceden estos días y de repente todos se han vuelto expertos en el combate a la enfermedad y han recordado las reglas básicas de la higiene.
Además no puede faltar en las ruedas de prensa un llamamiento a la calma, a la serenidad, mientras los asesores revolotean detrás del compareciente en un estado de excitación poco ejemplar.
En democracia, ésta como cualquier opinión o medida política está sometida a discusión, incluso a refutación, y por ello, lejos de aquí, junto con el compareciente aparece un grupo de corifeos desentonados que tratan de matizar las palabras de la autoridad con argumentos que van desde la matización de algunas de las afirmaciones hechas, a la absoluta desautorización de las medidas propuestas con argumentos “ad hominem” más que con certezas o propuestas. 
Así hemos visto hoy que en la mayoría de los países afectados han comenzado a salir en las televisiones esas ruedas de prensa que nos alimentarán de noticias durante unos días.

2.- Cuando los medios de comunicación globales y locales se han cansado ya de las noticias de un solo foco, y éste ha agotado su capacidad de sorprender o de conmover y es necesario bajar a lo concreto, a los casos que nos afectan. Ahora ya puede competir la noticia de la construcción de un hospital en tiempo récord con los preparativos en el centro de salud de cualquier barrio de una pequeña ciudad que muestra su disposición a luchar contra la enfermedad desde cualquier rincón del mundo. Ahora los medios propagan noticias alarmantes bajo el titular “No hay que alarmarse”. Recuerdan que no es necesario o imprescindible el uso de las mascarillas, mientras dan cuenta del mercado negro de estos productos que antes nos parecían risibles. 
Los medios de comunicación también tienen que vivir y tras una buena epidemia, con corresponsales auto atrapados en el centro de la infección, con noticias basadas en los grandes números, es muy conveniente bajar a lo que los lectores o televidentes van a entender mejor, ¿Qué hay de lo mío?.

3.- Cuando las bolsas de todo el mundo marchan en la misma dirección, es decir, cuesta abajo. Cantaba Gardel en ese tango: “Si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser...”. Así se arrastra la epidemia de un lado a otro dejando un reguero de números rojos y de quiebras. 
El economista norteamericano Roubini, que predijo la crisis de 2008 ya llevaba semanas advirtiendo que 2020 podría ser una repetición de esta crisis y presentaba argumentos que incluían la posibilidad de una catástrofe mundial como esta. Conociendo la poca fiabilidad de las predicciones económicas, y por el mero hecho de que un economista una vez acertó al predecir una crisis, no vamos a darle a Roubini el beneficio de la predicción infalible, que eso solo corresponde al papa, pero sí que es cierto que las perspectivas de las distintas economías del mundo van a ser más tristes a principios de año y veremos si la pandemia no termina afectándonos a todos.

4.- Cuando en la farmacia de la esquina se han agotado las mascarillas y los geles desinfectantes. Esto unido al hecho de ver a personas con mascarilla en las calles, en autobuses o en el ascensor es la señal definitiva de que la epidemia se ha convertido en pandemia, sin necesidad de mayores declaraciones de la Organización Mundial de la Salud.

martes, 25 de febrero de 2020

La matemática del contagio


Cantón, 26 de febrero de 2020.

Ahora que la crisis del coronavirus se va haciendo global, no están de más algunos consejos desde lo que fue el centro de la catástrofe, que poco a poco se recupera y que ha experimentado ya algunas de las lecciones aprendidas en estas semanas.
Además del arte de hacer mascarillas, que ha generado un suculento filón en las redes sociales, está el modelo matemático para predecir el desarrollo de la epidemia. Hace unas semanas el interés estaba puesto en el “pico”, el momento a partir del cual la infección pierde fuerza y se puede considerar que puede erradicarse. El principal epidemiólogo chino, el doctor Zhang auguraba que esto ocurriría a finales de febrero, y efectivamente esto es lo que parece estar ocurriendo. Fuera de la provincia de Hubei los casos de infecciones son marginales, y aunque las medidas de precaución prevalecen, parece que la tendencia es positiva.

Esta predicción, explica hoy en el Corriere Della Será Paolo Giordano está en el modelo matemático aplicado a las epidemias, denominado SIR, la división que se hace de toda la población entre Susceptibles de ser contaminados, Infectados y Recuperados. Todos estamos en uno de estos tres grupos, y si se les aplica un número mágico R0, que corresponde a la capacidad que tiene un enfermo de contagiar a otros que están en el grupo de los susceptibles y que es el verdadero causante de la expansión de la enfermedad. Cuando este número R0 es menor que uno, se considera que la enfermedad está en retroceso y es vencible. Por ahora basta decir que el R0 del coronavirus es de 2,5, es decir, cada infectado puede contagiar a 2,5 personas, lo que no es mucho, pero si lo vemos como progresión, el crecimiento del número de enfermos es exponencial, y esto es lo peligroso de na epidemia. 

Podríamos decir que 2,5 no es tan grave, si lo comparamos con el 15 del sarampión o el 10 de las paperas, pero ante estas otras enfermedades estamos vacunados o inmunizados y por tanto el universo Susceptible es mucho menor. Así que debemos resignarnos a unas medidas tan drásticas como las puestas en práctica en China si queremos reducir el contagio, y lo malo es que ahora la enfermedad toca a nuestras puertas.
La imagen de 1000 personas en cuarentena en un hotel en Canarias son deprimentes, y tal vez tengamos que llegar a tomar medidas  más restrictivas si queremos que esto sea pronto un mal sueño.
La alegría dura poco en casa del pobre.

lunes, 24 de febrero de 2020

Dulce rutina


Cantón, 25 de febrero de 2020.

Mientras el desasosiego se expande por otros lugares, desde Europa a Irán o a los vecinos asiáticos de China, aquí las cosas van volviendo lentamente a la normalidad. Incluso la ciudad de Wuhan, martirizada por una reclusión total para evitar el contagio comienza a ver levantadas algunas prohibiciones para ir  recobrando paulatinamente la vida ciudadana.

Aquí la dulce rutina va volviendo poco a poco, esa rutina que nos permite poner un orden al azaroso mundo exterior. Las oficinas vuelven a abrir por las mañanas, los autobuses ya no viajan vacíos como en las películas de terror, los niños, aun sin escuelas salen a los parques y juegan tras semanas de reclusión y de televisión. Incluso el metro vuelve a estar abarrotado como corresponde a una ciudad asiática, si bien ahora nadie mira de frente, porque las cabezas quedan fijadas al suelo con la mirada para evitar un posible contagio.

En casa también vuelve la rutina; ha recomenzado el servicio de limpieza de los apartamentos, y puntualmente, los lunes y los jueves viene la empleada a devolver el brillo a los muebles Y suelos  y a cambiar la ropa de cama y de baño. De nuevo las toallas están en su lugar dobladas, con olor a limpio y listas para un solo uso. También han abierto los restaurantes y los comercios. Hoy debe abrir el Mezomd, ese restaurante español a su modo que alivia las tardes ociosas con una caña de cerveza, aunque su propietario, Felipe, un cubano atlántico y mediterráneo todavía sigue anclado en el Líbano con su familia. Cuando vuelva se puede decir que la plaza habrá recobrado su naturaleza anterior.

Salgo a la calle por la noche y en el paseo junto al río, aprovechando la temperatura benigna y una suave brisa que limpia la atmósfera se ve a gente paseando con las ganas de quien no ha salido de casa en muchos días, y en las plazas del paseo fluvial se encuentran ya esos grupos de bailarines aficionados que habían desaparecido de Cantón.

Los bailarines llevan sus máscaras puestas durante el baile, y con el mismo entusiasmo se lanzan a por un vals, o un tango o cualquiera de esas canciones románticas chinas. Definitivamente la vuelta de los grupos de baile por la noche y de mujeres haciendo gimnasia en la mañana del río de la Perla son una muestra de que la rutina es indestructible y de que a pesar de la zozobra de los días sin fin de la cuarentena, la vida late debajo y lucha por salir.
Así viene la vida, cuando en un lugar comienza a mejorar el humor, en otro las dudas y el temor nacen, donde nadie lo esperaba, donde nadie lo quería.

domingo, 23 de febrero de 2020

Instrucciones de uso


Cantón, 24 de febrero de 2020.

Ahora que la epidemia llega a Europa y a otros untos del mundo, el uso de las mascarillas tan frecuentes en los países asiáticos lleva camino de convertirse en una costumbre internacional y ante la persistente escasez de mascarillas en el mercado, hay que prepararse no solo para ponerlas de modo adecuado y eficaz, sino en caso de no poder encontrar la careta en la farmacia, saber cómo fabricar una en casa.
Una de las maneras más sencillas de proveerse de una mascarilla casera consiste en utilizar dos hojas de papel absorbente de cocina, una encima de otra para dar consistencia, un pedazo de papel de seda, que se superpone al papel de cocina y se pega por los extremos con cinta aislante. Esta pieza se corta en dos para obtener la forma rectangular adecuada.  En la parte superior se coloca horizontalmente un pequeño alambre cubierto de plástico (serviría cualquier cable eléctrico con aislante que sea un poco más rígido de lo normal) y se pega con cinta a la máscara para que tenga una mayor consistencia y pueda ajustarse luego a la nariz. Posteriormente se le practican dos agujeros a cada lado con una de esas viejas taladradoras de papel que dejan un rastro de confetti y de fiesta en el suelo de la oficina, y por esos agujeros se inserta una goma elástica de modo que que una vez anudada se pueda colgar detrás de las orejas con una doble vuelta en forma de ocho.

Para dar mayor protección al rostro se puede añadir una pantalla plástica para lo que utilizaremos una de esas carpetas transparentes que sirven para archivar folios. La abrimos por la mitad como un lomo al libro, le añadimos cinta aislante o cinta americana en los extremos y la pegamos a las patillas de las gafas (quien no use gafas de ver puede hacerlo con las gafas de sol) y de este modo tenemos una pantalla protectora por delante de la mascarilla, que según dicen las páginas de internet ofrece una protección al 90% de las partículas que pueden transportar el virus por el aire.
Una vez que tenemos la mascarilla, ya sea casera o de fábrica comienza el cursillo para la colocación de la máscara. En los días de la ciudad vacía escribí que en las plazas desiertas las pantallas gigantes de led que son omnipresentes en los espacios públicos chinos ofrecían en un bucle continuo un video con instrucciones para ponerse la mascarilla adecuadamente. Recuerdo que lo primero que hay que hacer es desinfectarse las manos, para lo que el bote de desinfectante, que forma parte del paquete de supervivencia en tiempos infecciosos, debe usarse para desinfectar cuidadosamente las manos, llegando hasta las muñecas y sin olvidar las uñas. Luego se toma la mascarilla con delicadeza y se ajusta a la cara por encima de la nariz. Aquí hay que cuidar que esa tira de alambre semirrígido quede en la parte superior donde se debe ajustar al tabique nasal. De allí para abajo se coloca la mascarilla de modo que cubra toda la cara y que a ser posible se pegue a las mejillas de modo que no deje entrar el aire por los lados y la respiración se haga solo a través del filtro de la mascarilla.
Con esto hecho y si se quiere con la protección adicional de una pantalla plástica ya estamos en condiciones de salir a la calle.

El uso de la mascarilla es variado en China. Los consejos médicos y el sentido común dicen que dado que esta mascarilla es más un elemento protector de los otros que propio, no debería ser necesaria en espacios abiertos. La mascarilla impide que nuestra saliva llegue a los demás y dificulta en cierta manera esa costumbre china de escupir al suelo después de un sonoro carraspeo, pero no previene de la entrada subrepticia de micro partículas que pudieran estar infectadas. Por ello es más útil en lugares cerrados y en cercanía de otros animales, incluidos los de la especie humana que en los lugares abiertos y deshabitados.
En cualquier caso, los asiáticos son muy aficionados a este tipo de protección y hoy la mascarilla forma parte del atuendo diario de cualquier persona que sale a la calle. Nosotros, los occidentales solemos usarla solo al entrar en espacios cerrados, y en la calle, si te cruzas con alguien, lo más habitual es bajar la cabeza o girarla hacia el otro lado, evitando así el incómodo cruce de miradas y la posibilidad de intercambio de fluidos.

Con la mascarilla puesta se puede entrar en edificios y centros comerciales, no sin antes ofrecer la sien para que te tomen la temperatura y escanear un código QR que dará cuenta de tu ubicación en los próximos meses. Así lo anormal, lo excepcional se va convirtiendo en la norma, igual que nos hemos acostumbrado a pasar controles de seguridad en los aeropuertos después del 11 de septiembre, y ahora no recordamos cómo era el tiempo anterior.

Los domingos al sol

Último Domingo al sol del curso – Martes y Jueves

Cantón, 23 de febrero de 2020.

Lo bueno de las crisis es que nos ayudan a mejorar nuestro vocabulario con distinciones semánticas que antes nos pasaban desapercibidas. Ahora estamos pasados de una epidemia a una pandemia, es decir de un brote infeccioso masivo a uno que se extiende por todo el mundo. Y así lo atestiguan los nuevos casos en Corea del Sur, en Japón y... en Italia.

En Italia se han producido dos muertos por uno de esos contagios indirectos a través de un supercontagiador que había estado con un connacional venido de China del que contrajo el virus, y como además de supercontagiador este italiano de 38 años es muy activo, durante el periodo de incubación ha corrido una media maratón, ha jugado varios partidos de fútbol sala, ha cenado tres veces fuera de casa con amigos y ha acudido dos veces al hospital a revisión. Esta frenética actividad que se ha desarrollado en las tres últimas semanas no es nada extraña si repensamos nuestros recorridos diarios durante este tiempo. Lo que hacemos en nuestra vida en libertad sin pensarlo, sin ser conscientes de toda nuestra peripecia diaria, nuestro recorrido, nuestros contactos, se transforma en tiempos del virus en un mapa del mal cuya huella vamos arrastrando sin ser conscientes de su fatalidad.

En China esto se va sofisticando día a día a través de los omnipresentes códigos QR, que para mí han pasado de ser un sustituto del billete de tren en papel, a una especie de carnet de identidad en el que se va reflejando tu recorrido diario. 
Los extranjeros en Cantón, al menos hasta ahora nos creemos inmunes al virus,(será por lo de la inmunidad diplomática) y seguimos frecuentandonos para matar el tedio y diversificar la dieta de una ciudad sin restaurantes. Pero  esto también puede tener los días contados. Al parecer el virus ha llegado a Israel en un vuelo de Korean Airlines, y a su regreso a Seúl, el aparato ha sido puesto en cuarentena y el embajador de Israel que viajaba en el mismo, recluido en su residencia. Veremos hasta donde llega nuestra inmunidad. Al parecer el virus no conoce ni de fronteras, ni de nacionalidad ni de razas.

 Los casos de Italia demuestran su persistencia y alcance, con unos efectos sobre la vida cotidiana que ya conocemos aquí. Primera medida, se deben evitar concentraciones, y por lo tanto se suspende el campeonato de fútbol en las regiones de Lombardía y Véneto. Qué vendrá después? Temor, pánico, suspicacia, recelo y progresivas limitaciones a la vida cotidiana, como ya ocurre en Corea y en Singapur. Allí, los focos de contagio tienen una alta prevalencia en el seno de las iglesias cristianas. El hecho de celebrar actos religiosos masivos en locales cerrados ha sido la causa del elevado número de contagios en Corea, lo que pone la libertad religiosa en el centro del debate.

Al final tendrá razón Sartre cuando escribía “El infierno son los otros”.

A pesar de todo, un domingo soleado en Cantón es una anormalidad que hay que saborear despacio. Por eso hacemos un largo recorrido en bicicleta al lado Del Río y comprobamos que las ominosas noticias de los medios no llegan a los cantoneses que salen de nuevo a la calle a recoger los rayos de sol. Con mascarillas, eso sí, pero con el entusiasmo de quien debe recuperar el tiempo perdido. En uno de los recodos del río vemos a un sonriente señor en bañador que se apresta a tirarse al río para darse un baño. Los paseantes le animan y le hacen un hueco junto a la barandilla, y desde allí se tira a las sospechosas aguas del río de la Perla. Después de todo si los cantoneses se comen esos monstruosos pescados que sacan del río, cómo no se van a dar un baño en las mismas procelosas aguas.



viernes, 21 de febrero de 2020

La yenka


22 de febrero de 2020.

Hoy no quiero hablar del corona virus. Al abrir los periódicos de la mañana constato que se comporta como aquella canción de la yenka, un paso adelante y otro para atrás. Después de tres días de buenas noticias, el guano de la sospecha comienza de nuevo su sinuosa labor y la duda pone en cuestión los avances de días anteriores, por eso, en otra mañana luminosa en Cantón regalada por la limitada actividad económica quiero disfrutar de este sol inmerecido en el comienzo de esta primavera del sur y paso a otras noticias más alejadas y menos dolorosas.
Una mujer china, residente en Canadá ha sido condenada por los tribunales norteamericanos por haber pagado 400.000 $ al jefe del departamento de admisiones de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA) para lograr que su hijo fuera admitido en ese centro como destacado deportista, en este caso como jugador de fútbol. La mujer de posibles económicos se hallaba de vacaciones en España el pasado mes de septiembre cuando la investigación abierta por la universidad llegó a los tribunales, que solicitaron su extradición a Estados Unidos, y que fue concedida con celeridad, de modo que ahora, ya condenada, deberá pagar la multa, pasar unos días o meses de cárcel y dejar que su hijo vuelva a andar por su cuenta dando patadas a un balón en otro lugar del mundo.

Qué no hace un padre por un hijo!. Pero aquí también los chinos son más exagerados y rumbosos. En un caso similar, hace unos mese fue condenada la actriz norteamericana Felicity Huffman, conocida por su actuación en “mujeres desesperadas”. Pues bien, esta mujer y madre también intercedió por que su hija estudiara en una buena universidad, para lo que pidió que se falsificaran sus mediocres notas. Además hizo un pago de 15.000$, cantidad suficiente hasta que la pillaron. Ahora, la madre China ha tenido que pagar casi treinta veces más para obtener un resultado similar. La llegada del mundo chino tiene entre otros efectos secundarios una inflación de los costes que alcanza hasta a las coimas.

Coimas que al parecer son también frecuentes en el ordenado y auto complaciente mundo académico norteamericano. Ya queda poco de aquella conducta puritana del mundo anglosajón y del nórdico, que miraba con desprecio al resto de pobres mortales  que solo podían conducirse en la vida con la trampa y la mentira.

La mentira hoy es más importante que nunca, o dicho de otra manera, se puede considerar que la verdad está supravalorada. Si consideramos que el mundo se nos hace presente por los sentidos, que se traducen en estímulos que son ordenados por el cerebro, basta con una pequeña distorsión sensorial o una evolución no esperada de nuestra capacidad cerebral para que lo que para unos es cierto para otros sea probable o totalmente diverso.

Leo una novela de uno de los tres únicos escritores en español vivos que todavía me interesan, y veo a través de la ficción trazos de personalidad del autor o de su inspiración creadora en los que me reconozco, cierta propensión a leer varios libros a la vez, un progresivo desapego de las noticias cotidianas, una ordenación del mundo a través de ciertos aprendizajes o sesgos adquiridos a fuerza de años y de decepciones, pero sobre todo me llama la atención cómo por más que queramos seguimos viviendo en nuestras creencias, y vemos la paja en el ojo ajeno mientras somos incapaces de ver la viga en el propio. Por facilidad de pensamiento buscamos estos atajos mentales para poder pensar más rápido y recurrimos a estereotipos y manías que nos hacen el mundo más comprensible sin necesidad de haber asistido tramposamente a una “prestigiosa” universidad norteamericana.

jueves, 20 de febrero de 2020

Los robots al mando


Cantón, 21 de febrero de 2020.

Mientras los números de infectados en China disminuyen, tal vez a causa de un nuevo cambio en el método de recuento, y la prensa internacional se cansa de una noticia que por repetida pierde su impacto, en China se van desarrollando nuevos negocios y tecnologías que pueden cambiar la economía de los próximos años.
En un primer momento, tras el estallido de la crisis, se pudo ver que la sanidad china no estaba preparada para reaccionar ante un desafío de este tipo. Los hospitales están infradotados y la sanidad, al no ser universal dejaba afuera a muchas personas del sistema general. Esto llevó en un primer momento a reaccionar al estilo chino, que es el del libro Guinness de los récords, o al aragonés, “a que no eres capaz de hacerlo....”. La reacción en ambos casos es lograr una proeza en poco tiempo, sin importar loe medios necesarios para realizarla.

En Wuhan se construyeron dos hospitales de más de mil camas en apenas dos semanas, pero más importante que eso ha sido el uso de la tecnología y de la inteligencia artificial para combatir el virus.
Una empresa de Shenzhen envió ingenieros a todos los hospitales de Hubei para adaptar robots a la planta de los hospitales, de modo que el servicio de comidas y el traslado de medicamentos dentro del hospital se hiciera por robots.
La empresa Alibaba, la mayor empresa de china ha desarrollado aplicaciones de tratamiento de datos de pacientes, que permite diagnosticar en segundos los resultados de las tomografías computadas. Wechat, el gigante de las redes sociales ha desplegado una serie de mini programas de medicina que en algunos casos han superado los mil millones de consultas médicas online. El gobierno ha desplegado en más de cien ciudades una aplicación con un código qr, mediante cada ciudadano puede obtener su valoración de salud, lo que le permite viajar y moverse si obtiene un código verde o pasar a una autocuarentena si le sale rojo.

Los servicios de venta a domicilio han experimentado un incremento enorme en estos días y sus aplicaciones están obteniendo datos en cantidades inimaginables sobre todos sus clientes, constreñidos a permanecer en casa y a recibir sus comidas y compras a domicilio. Las escuelas o tienen fecha de apertura, pero en cada provincia se han puesto en marcha canales específicos de televisión para cada curso de escuela donde se va a dar clases online.
Todo esto ha hecho que la media de uso de internet por los chinos haya subido a 7,3 horas por días, pero lo que es más importante, ha dado un impulso a toda la economía digital de la que los chinos están tan orgullosos. 
Si se dice con alegre despreocupación “Los datos son el petróleo del siglo XXI”, entonces China se convierte en Arabia Saudita. Imagina una aplicación de wechat con más de 900 millones de usuarios, que además utilizan sus mini programas para educación, compra a domicilio, consultas médicas, operaciones financieras, seguros, etc, multiplicado por esos cientos de millones de usuarios en una sola plataforma que recoge todos los datos. Imagina los más de 70.000 millones de dólares que vendió Alibaba en China el día del soltero, dos veces más que el Black Friday en todas sus plataformas.

 Imagina los datos médicos recogidos durante estos días en hospitales y consultas online. Imagina el desarrollo de la inteligencia artificial y el reconocimiento facial que se ha acumulado a través de todas las aplicaciones en los medios de transporte donde es obligatorio escanear tu código qr para viajar. Imagina los enormes depósitos de datos que hay en el subsuelo de la economía china y que empresas y gobierno están dispuestos a utilizar. Imagina que el futuro ya está aquí.

Los análisis económicos de los últimos días se han centrado mucho sobre la economía tradicional, sobre la cadena de valor, sobre los precios de los servicios, sobre cierta escasez de productos, pero China lleva años tratando de cambiar su economía de una productiva y manufacturera a otra más centrada en los servicios y en la tecnología, y aquí puede venir el salto cualitativo que buscaban.
Y todo ello sin una ley de protección de datos, es decir con un petróleo que corre libremente por las venas de su economía, sin controles, sin portazgos y sin límites. Así se va diseñando nuestro futuro.


miércoles, 19 de febrero de 2020

Papel higiénico


Cantón, 20 de febrero de 2020.

Uno de los daños asociados a la crisis del corona virus ha sido el acaparamiento de papel higiénico en Hong Kong. Ante el temor de un desabastecimiento de bienes procedentes de China continental a causa de las restricciones de movimientos impuestas por las autoridades de Hong Kong para detener la infección, corrieron rumores de falta de productos en la isla, y uno de los más repetidos fue la de la ausencia de papel higiénico, que viene en su totalidad de China. En consecuencia, el producto que primero se agotó en los supermercados de Hong Kong fue este higiénico rollo de bajo valor económico, pero imprescindible en todos los hogares.
Como en todos los casos en los que se rumorea la escasez de un producto, la imaginación supera la realidad, y temerosos por su bienestar matinal, los Hong Kongkonitas se lanzaron a las tiendas a buscarlo de manera desesperada. El resultado ha sido un desabastecimiento mayor, camiones y camiones de este producto cruzando la frontera para reponer los estantes y cuatro casos de atraco a supermercados para hacerse con el preciado papel.

El caso más llamativo ha sido el de un ciudadano, que armado con un cuchillo asaltó un camión de distribución a la puerta de un supermercado, llevándose como botín 600 rollos de papel higiénico. Posteriormente el ladrón fue detenido y los rollos de papel devueltos al supermercado.
Estas anécdotas marcan la necesidad que tiene en primer lugar Hong Kong y luego el resto del mundo de los productos chinos.

El parón de la economía china durante un mes comienza a hacer estragos en las cadenas de producción y de distribución de todo el mundo, y hasta ahora sólo un tercio de los trabajadores migrantes, es decir, Chinos del interior que trabajan en las prósperas zonas industriales de la costa, han vuelto a sus lugares de trabajo. Éste es uno de los problemas con los que se encuentran las autoridades chinas en su difícil equilibrio entre el aislamiento para contener el contagio y la necesaria vuelta al trabajo.
Las fábricas y los servicios necesitan trabajadores, pero estos tienen que tomar un tren o un autobús para volver desde sus pueblos donde pasaron el año nuevo a las ciudades fabriles distantes a miles de kilómetros. Para animar la vuelta al trabajo se han contratado trenes especiales para estos trabajadores y muchas ciudades han ofrecido el reembolso del billete y un pequeño premio en efectivo a quien se incorpore durante esta semana.

Pero la otra cara de la moneda es que muchas ciudades imponen una cuarentena a personas que vienen del interior de China, y las empresas son responsables de la salud de los trabajadores, y ya se ha dado el caso de una de las grandes empresas de Cantón, fabricante de equipos de aire acondicionado, que tuvo un caso de trabajador infectado y hubo de cerrar la planta de más de 11.000 trabajadores y ponerlos en cuarentena.
A pesar de que el aire de primavera ha vuelto a la ciudad y de que hay más gente en las calles, las medidas de restricción de movimientos siguen vigentes, los trabajadores se incorporan parsimoniosamente al trabajo, y la esperanza de una rápida solución a la epidemia se aleja una semana más.

martes, 18 de febrero de 2020

El futuro ya está aquí.
















Cantón, 19 de febrero de 2020.

No solo de restaurantes y bares vive el hombre. También son necesarias las peluquerías, gimnasios, lavanderías, etc. Y todo eso sigue cerrado, por lo que el desaliño capilar y las arrugas de las camisas tendrán todavía un tiempo de vigencia. Los cierres que producen incomodidad en los habitantes de las ciudades chinas, no son sino el símbolo externo de una preocupación mayor por la economía después del virus.

Está claro que la crisis del corona virus está afectando a la economía mundial a través de la escasez de suministros imprescindibles para la producción en una industria en la que la cadena de valor se extiende por diferentes lugares, pero en la que China tiene un lugar preferente como suministradora de las principales industrias del mundo. Ya vemos que la producción de IPhones se ha visto alterada por esta crisis, y lo mismo ocurre con los automóviles, los aparatos electrónicos, la ropa, el calzado, los bolsos... Prácticamente cualquier producto de consumo tiene en estos días de la globalización una parte de su producción en China, y la lenta vuelta al trabajo está haciendo a muchos industriales replantearse todo el esquema de suministros ante la fragilidad y el riesgo de tener concentrado en un país una parte fundamental de su producción.

Pero si esto afecta a la industria y a las grandes empresas, es también preocupante lo que pueda ocurrir al sector de los servicios, cada vez más importante en China. Cómo se va a poder pagar los alquileres y los salarios de los pequeños negocios familiares que se cuentan por millones. Esto es algo diferente de lo que ocurrió con la crisis del SARS en 2003. La economía China se ha multiplicado por tres en esto años, y sin dejar de ser la “fábrica del mundo”, ha ido diversificando su actividad hacia los servicios y la tecnología. Además se ha convertido en un gran consumidor de productos de todo el mundo y en un gran emisor de turistas. En 2019 los chinos realizaron más de 150 millones de viajes al exterior, y muchos de ellos visitaron Tailandia, Japón o Corea, los tres principales destinos del turista chino. Y además son los turistas que más gastan, por lo que economías como la tailandesa se resentirán de cualquier retroceso de China.

Hasta ahora todo son preguntas y hay pocas respuestas. Mucho dependerá de la duración de la crisis. Si se consigue neutralizar en el mes de marzo, todo puede quedar en un susto y en algunas quiebras que se superarán con el nacimiento de nuevas empresas, pero si esto dura hasta fin de la primavera, las consecuencias para la economía global serán desastrosas y harán replantearse el gobierno económico del mundo globalizado. A ello hay que añadir un daño colateral de consecuencias imprevisibles, cual es la confianza, que está en la base de la economía y que puede haber sufrido ya un daño mayor.
Y para evitar todo esto, vamos adelantándonos al futuro. A todas las medidas que se han puesto en práctica en las últimas semanas para acorralar a la enfermedad, se ha añadido recientemente un control absoluto del ingreso en espacios públicos, mediante el registro de cualquier visitante a través de la cuenta de wechat. En cada edificio se encuentra un código qr que hay que escanear con la aplicación de wechat, de modo que queda registrado El Paso de una persona y un teléfono por los distintos lugares de una ciudad. Ese registro queda vinculado a la cuenta con la que se realizan las conversaciones, los pagos y multitud de compras online, y de este modo se cierra un círculo perfecto de control ciudadano.
Esta mañana al entrar en un centro comercial para comprar un café para llevar y tomar fuera, me han pedido mi registro y en un gallardo gesto de independencia, he renunciado al café en favor de mi privacidad. Seguro que esta gallardía dura poco en estas circunstancias.

lunes, 17 de febrero de 2020

La noche es más oscura




Cantón, 18 de febrero de 2020.

Durante los años de la crisis se usó mucho la frase, “La noche es más oscura cuando se acerca el alba”. No se conoce bien el origen de este poético pronóstico, aunque hay quienes lo atribuyen a la película Batman (the dark night rises, 2008), si bien ya lo utilizó el teólogo inglés Thomas Fuller en el siglo XVII. Sea como fuere, es una metáfora más sugerente que la “luz al final del túnel”, pero no mucho más tranquilizadora para quienes siguen en la penumbra.
Mientras sigue incansable el incremento de nuevos casos de infectados por el corona virus, y los muertos ya superan la cifra de mil ochocientos, las autoridades chinas siguen imponiendo restricciones a esta paralización del país, que serían imposibles en cualquier otro lugar. Ayer se impuso una autocuarentena a todos aquellos que lleguen a Pekín ya sea de otra parte de China, ya sea del extranjero. En la provincia de Hubei, a las ya estrictas medidas de confinamiento se ha añadido la prohibición absoluta de salir a la calle y de circular con cualquier tipo de vehículo por las calles de las ciudades, so pena de un arresto de diez días y la rebaja de la calificación en el “crédito social” de quien contravenga esa norma.

En Cantón y otras grandes ciudades, coincidiendo con la vuelta definitiva de  los trabajadores que quedaron varados en sus provincias de origen durante la celebración del año lunar, las medidas para entrar en los edificios de oficinas se hacen cada vez más exigentes. No solo hay que tomar la temperatura, sino que hay que rellenar una hoja con todos los datos personales y un historial de viaje de cualquiera que quiera entrar. Además las visitas solo son aceptadas si se han anunciado con 24 horas de antelación a la administración del edificio, lo que hace más difícil la atención directa al público para labores consulares.

Estas limitaciones han generado una curiosa discusión entre los Cónsules residentes en Cantón y las autoridades locales, a cuenta de la libre circulación de los diplomáticos en el ejercicio de sus funciones y las necesidades de observar todos las mismas reglas de prevención e higiene. Como siempre hay quien en estos casos echa su cuarto a espadas y hay algunos activistas de la diplomacia que protestan y tratan de hacer que se respete su estatus esta situación de emergencia, mientras que en el lado opuesto están los obsecuentes, que con afán de congraciarse y de quedar bien no paran de alabar las medidas adoptadas y de difundir entre todo el grupo las mínimas noticias esperanzadoras que puedan aparecer estos días. Estas reacciones marcan una clara diferencia entre la circunspecta y correcta Europa, la simpática actitud de los vecinos acostumbrados a vivir a la sombra del gigante, y la de aquellos que van más allá de lo razonable en las alabanzas que retratan en la mayoría de los casos a sistemas políticos más afines al local.

En espera de que llegue el ansiado “pico” de la enfermedad, cuando la curva comience su camino descendente, el aire es más puro y el sol brilla como no lo hizo en todo el año pasado en Cantón. Tal vez habría que hacer un cálculo de los efectos positivos de la parálisis sobre la calidad del aire y en consecuencia, sobre las mejoras en las condiciones de salud en China durante estas semanas, pero me temo que una parálisis como ésta de la actividad económica no sería sostenible ni para China ni para el mundo.


Los domingos sin fútbol

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Cantón, 17 de febrero de 2020.

Los domingos, y los lunes y los martes... y no solo sin fútbol, sino días y semanas sin cine ni teatro, ni museos, ni bares, ni restaurantes, ni, ni. Y todo ello sin que se vean alteraciones de personalidad ni síndromes de abstinencia en las ordenadas ciudades chinas.
Por más que lo pienses y por más que lo veas cada día, no deja de sorprender la magnitud de la operación que se ha hecho en toda China para contener el coronavirus.
Al cierre de todo tipo de lugares de reunión, se añaden los ya habituales controles de temperatura y de entrada a cualquier edificio, de los pocos que admiten a personas ajenas al mismo, y siempre la misma inquietud cuando se acerca la pistola que toma la temperatura a tu cabeza y suena un pitido que hasta ahora ha anunciado siempre que la temperatura es la adecuada y que no hay síntomas que te conduzcan a ese limbo que es una cuarentena forzosa.

Pero imaginemos qué ocurriría en España, país del tamaño de una provincia mediana de China, si de repente nos cerraran tiendas y bares y restaurantes, y espectáculos. Alguien imagina un domingo así? Y además sin fútbol para alimentar las tertulias de la semana o para matar el tiempo sin tener que entrar en discusiones más enjundiosas.

La clave está en el control ordinario de los ciudadanos, en el trazado de un Estado que no distingue público y privado y que permite hacer una cuadrícula exacta de cada ciudad, cada distrito, cada barrio, cada pueblo, donde se identifica sin lugar a dudas a todos los propietarios, a todos los inquilinos y a los posibles invitados de cada una de las casas que hay en el país de más de mil millones de habitantes. Esta ausencia de privacidad es la que da una fotografía fiel del territorio y de quienes lo ocupan.
No sé si alguna vez se habrá planteado aquí la disyuntiva entre libertad y seguridad, pero lo que sí es seguro que la seguridad, el control y la capacidad de movilización en medio de una crisis, sin aparentes aspavientos, es una operación bastante sencilla para los estándares chinos.

Cabe preguntarse si no habría fórmulas menos invasivas para atajar la epidemia, o si es lícito imponer a tantas personas y muy especialmente a las de la provincia de Wuhan un aislamiento tan extremo.
Pero a falta de otras alternativas, percibo que hay más temor y hasta confort en la mayoría de los chino en esta situación protectora que voluntad de salir de ella.
Hoy, lunes sin un resumen de goles de la liga china, sin posibilidad de jugar la champions asiática, con cruceros que van y vienen sin que nadie los quiera recibir, las calles de las ciudades se van animando y esperamos que si ahora hay alrededor de un 30% de la actividad ordinaria, poco a poco, a medida que las muertes remiten se vaya volviendo a una normalidad que ya no será igual por mucho tiempo.

sábado, 15 de febrero de 2020

El empleo del tiempo


Cantón, 16 de febrero de 2020.

Una novela del francés Michel Butor, se titulaba “el empleo del tiempo”, jugando con el doble sentido del tiempo que transcurre durante nuestra vida y el tiempo de los verbos, tan sofisticado en la gramática francesa. Esa novela que está en el origen de “la nueva novela francesa”, algo así como “ la nouvelle vague” en el cine, dio lugar a obras curiosas y sin embargo tediosas, que han sobrevivido mal el paso del tiempo y el envejecimiento de sus lectores.

El empleo del tiempo, fuera de la gramática es uno de los asuntos trascendentales de nuestra vida, porque hasta ahora es una materia finita e irreemplazable, e independientemente de cómo se emplee es un bien perecedero pero que puede deparar grandes satisfacciones o desasosiego. En un lugar con los movimientos limitados y con una tendencia al monotema que ocupa las principales noticias y las pocas conversaciones adultas que se pueden mantener, el empleo del tiempo es sustancial para mantener la cabeza firme en medio de las turbulencias.

Pasó el día de San Valentín en China, y como en otras partes del mundo, con ese mimetismo que nos permite aceptar como tradición cualquier moda importada, las celebraciones previstas en este país hubieron de suspenderse para evitar contagios “cara a cara” que al final son los más peligrosos. Los restaurantes cerrados, las reuniones sociales canceladas; los chinos han celebrado San Valentín este año a distancia, medida prudente para evitar el contagio, o con alguna celebración íntima, para lo que los restaurantes que sirven comida a domicilio prepararon sus “packs” de San Valentín en el que junto con la comida incluían un ramo de flores y un para de mascarillas de ceremonia, para disfrutar de este día especial. De todos modos, cuánto tiempo pueden durar los pequeños negocios como los restaurantes, cerrados ya por cerca de un mes y sin perspectivas de reapertura?

Pasó San Valentín y siguen las calles vacías y siguen amenazando con nuevas restricciones de movimientos, con el agravante de que cada ciudad, distrito o comunidad de vecinos está adoptando normas propias que se suman a las generales y que hacen más inciertas las proyecciones de futuro.
Entre tanto, aprovechando la ausencia de chinos en las calles, encuentro el momento ideal para hacer largos paseos en bicicleta por una ciudad que por momentos parece abandonada, con sus habitantes recluidos tras las ventanas con paciencia franciscana.


viernes, 14 de febrero de 2020

Ensayo sobre la ceguera



Cantón, 15 de febrero de 2020.

Entre las obras literarias sobre epidemias, olvidé mencionar el “ensayo sobre la ceguera” de José Saramago. Escrita en 1995 es posiblemente una de las más desesperanzadoras y más recientes dedicadas a la reacción de una comunidad ante una catástrofe sobrevenida e inesperada. En su novela, Saramago cuenta el advenimiento de una misteriosa enfermedad que provoca una ceguera blanca, y que afecta al comienzo a un pequeño grupo de personas que son internadas en un sanatorio, y posteriormente, en la segunda parte la enfermedad se ha extendido a toda la ciudad, cuando los guardias del sanatorio han desaparecido ya, afectados ellos mismos por la enfermedad.

Esta novela, posteriormente versionada en el cine por Fernando Meirelles nos traslada esa mirada pesimista sobre la naturaleza humana que permea la obra de Saramago. Los buenos se hacen malos y los malos, peor. No hay espacio de salvación, salvo la denominada “mujer del médico” que aporta algo de esperanza al relato, pero en general, el comportamiento es egoísta, despiadado, sin un atisbo de compasión o de solidaridad.

Lo que sorprende en la crisis del corona virus,  es que tres semanas después del inicio de la cuarentena, prácticamente total en la provincia de Hubei y progresivamente creciente en el resto del país, la convivencia no se ha deteriorado a los niveles dela ficción. Es difícil saber lo que ocurre en un país tan grande y diverso como China, con unos medios de comunicación fuertemente vigilados, pero se puede colegir algo a través de las propia experiencia y de las omnipresentes redes sociales chinas.
Los chinos que conocemos, los que vemos en nuestra vecindad muestran un espíritu conformista durante este tiempo. Voluntariamente han ido restringiendo sus actividades sociales a un ritmo superior al decretado por las autoridades. Durante estas semanas de semilibertad antes de que la cuarentena se hiciera más estricta en Cantón, éramos los extranjeros quienes acudíamos a los pocos restaurantes abiertos o quienes paseábamos por la ciudad desierta, en tanto que los chinos se recluían en sus casas y evitaban salir. Al trabajo, por razones de prevención, pero también por voluntad de cada uno, el personal español ha acudido todos los días, como una forma de mantener una apariencia de normalidad y de vida social, en tanto que los chinos han venido solo en los casos imprescindibles, y haciendo un gran esfuerzo para dejar su refugio familiar.

Por otro lado, las redes sociales tienen unos “momentos” en los que pueden compartir sus fotografías, videos, opiniones con la comunidad, y aquí se aprecia todo el deseo de compartir el tiempo de crisis  y de manifestar su confianza en la solución de la crisis mediante un esfuerzo común.
A pesar de los fallos en el sistema de salud y en el manejo de una crisis avisada y no reconocida, las necesidades fundamentales están siendo cubiertas en un país, un continente paralizado. Sobre la base de una cultura comunitaria, en la que tradicionalmente lo colectivo está por encima de las libertades tradicionales, y en un sistema de censura y control social férreo, el cierre de provincias, ciudades, distritos, comunidades, no ha causado hasta ahora uno de los elemento que desencadenan el pánico y el desorden en las sociedades acusadas por la catástrofe.

Se han creado grupos de wechat en cada provincia y cada ciudad, que informan sobre los suministros básicos y permiten hacer las compras a domicilio. Por este medio se emiten también salvoconductos para entrar y salir de las ciudades a las personas que por razones laborales o de viaje necesitan desplazarse de un punto a otro. Y a pesar de las limitaciones para el acceso a las máscaras de protección, todo el mundo lleva una y poco a poco es van ofreciendo.
Sorprende y asusta este experimento de convivencia en crisis de una dimensión inimaginable. La capacidad de control social a pesar de una situación de crisis como ésta, de paralizar la segunda economía del mundo sin que a corto plazo se vea alterado el orden social.

Supercontagiadores


Cantón 14 de febrero de 2020

Cada situación crea su vocabulario determinado y hace florecer palabras y conceptos que de otra manera quedarían en el olvido. Entre las muchas que han tenido éxito en esto días de cuarentena, está la de los supercontagiadores, es decir, personas que tienen una capacidad superior a la normal para contagiar el virus. Son aquellos que pueden viajar a otra ciudad u otro país y llevar consigo la semilla del mal, que se propagará a pesar de los cortafuegos que hayamos puesto.

Quién no conoce a algún supercontagiador de odio, de inquina o simplemente de maledicencia, que propaga como llama sobre la hoja seca y que lo hace altamente peligroso. Hoy este espécimen es el más temido en la tierra yerma del virus, y por eso se toman precauciones crecientes. Si esta semana cerraron todos los restaurantes y bares al público, hoy, en otro giro de tuerca, han prohibido el ingreso a los edificios a personas que no vivan legalmente en los mismos. Y esta decisión que sigue una directriz general de “evitar el contagio· se adopta caso por caso por cada distrito y por cada comunidad de vecinos, con la consabida dosis de exceso de celo que cada uno pone en el cumplimiento de las consignas en un país comunista.

Por un lado se pide que haya un cierto sentido de normalidad, que no haya estigma, que los consulados sigan abiertos al público para no aislar internacionalmente el país, y por otro se limitan de modo extremo los pocos ámbitos de libertad que quedan en estas circunstancias.

Leía el otro día que los españoles somos bastante partidarios del cocooning, de encerrarnos en la larva, en la zona de confort y pasar el fin de semana en pijama y zapatillas. Ésta es la ocasión para practicarlo. Con ninguna distracción externa y con una rica vida interior, se puede aprovechar el fin de semana en múltiples entretenimientos solitarios que nos permitan un conocimiento más preciso de nuestro frágil existir.

Nos adentramos en el fin de semana donde la actividad se paraliza y los cantoneses se refugian en sus casas en espera de las próximas órdenes que determinarán si la próxima semana será realmente el momento de comenzar a decir adiós a la epidemia, o si el descontrol de las cifras hace que se posponga una vez más la vuelta a la normalidad, en un ambiente que comienza a hacerse habitual para cientos de millones de personas, que se dice pronto.

jueves, 13 de febrero de 2020

Coaching


















Cantón, 13 de febrero de 2020.

Hoy ha amanecido lluvioso en Cantón y con los comercios cerrados, pero una suave brisa cálida trae el olor de las flores de los canteros que inundan las avenidas de la ciudad. El olor a nardo que no había apreciado hasta ahora daba un toque alegre a la mañana en la que las restricciones de movimientos y de actividad se hacen más severas en la lucha contra el virus.

La primera acción que se hace en China estos días antes de salir a la calle es mirar las páginas web que dan información sobre las estadísticas del virus. Hoy ha habido un salto cuantitativo importante. Hemos pasado de poco más de 40.000 infectados a más de 60.000. La explicación que nos dan es que han cambiado la metodología de recuento, de modo que sea más cercana a la realidad y que a partir de este momento se espera una progresión más moderada de las infecciones.

Por si acaso, y en vista de que esto dura ya más de lo que uno esperaba, los dinámicos emprendedores chinos han comenzado a ofrecer servicios de ayuda online, de modo que El Paso del tiempo en reclusión no cause daños mentales a quienes sufren este enclaustramiento. Las ofertas abundan en las redes en chino, y hablan de coaching, de control de la mente, de mindfulness, de cómo el mundo puede recrearse en el reducido espacio de una habitación, solo con fuerza de voluntad e imaginación.
Este es uno de los pocos negocios que van a prosperar en estos días en una China paralizada. El otro es el de la comida a domicilio. Hoy, en las distintas páginas que ofrecen este servicio se observa cómo ha aumentado la oferta, y restaurantes que antes solo atendían presencialmente a quienes iban a comer, se anuncian hoy para enviar su comida a casa ante la prohibición de recibir clientes en los restaurantes.

Para atemperar El Paso del tiempo, recomiendan el siguiente ejercicio:
5 Cosas que puedes ver desde donde estás sentado.
4 Cosas que puedes escuchar
3 Cosas que puedes tocar
2 Cosas que puedes oler
1 Cosa que puedes saborear
La alternativa a este extenuante y aburrido ejercicio se llama Netflix, que llena las horas y nos aleja por pereza de los libros.

miércoles, 12 de febrero de 2020

Los peor

Cantón, 12 de febrero de 2020.

Una novela costarricense del género del realismo sucio se titulaba “Los peor”, un calificativo que para una familia no puede ser sino una deshonra, y en eso estamos en “los peor”. Para que las cosas mejoren se tiene que poner peor, o como decían en Cuba, “lo bueno de la cosa es lo malo que se está poniendo”. Pero conociendo la historia reciente de Cuba, esto no puede ser un consuelo.

Hoy nos dicen que el pico de la epidemia puede llegar a finales de este mes, lo que significa, contra mi optimista esperanza, que pasaremos al meno otro mes más en estas condiciones de cuarentena inducida, pues no es forzada pero tampoco voluntaria.
Es sorprendente cómo la población china acepta esta situación disciplinadamente. Al margen de algunas protestas apagadas por el control gubernamental de los medios, la realidad es que la gente prefiere quedarse en casa a pesar de poner en riesgo la viabilidad de sus negocios o la recepción de sus salarios. Llevamos ya tres semanas de encierro, y las familias siguen encerradas en sus casas con efímeras excursiones al supermercado o al portal donde llega la entrega a domicilio.

Nada ha cambiado con la vuelta oficial al trabajo. Los edificios siguen vacíos, y los accesos al metro, siempre concurridos solo dejan ver a unos pocos aventureros que en silencio se precipitan escaleras abajo con la esperanza de viajar solitarios en un coche del metro.
Esta plaga traerá consecuencias económicas. No muy grandes en principio según los economistas, pues China está acostumbrada a comenzar el año lentamente, tras la celebración del año nuevo chino, pero sí a largo plazo, en lo que se refiere a las pautas de consumo y al humor de la población temerosa de que esto pueda repetirse.
Hay una idea en el ambiente de que algo ha fallado en el modelo de crecimiento. No todo es crecimiento del Producto Interior Bruto cuando hay debilidades patentes en el sistema alimentario o en el medioambiental.
Al menos en este punto China ya se había dado cuenta de que la pureza del aire tiene también un valor económico en términos de reducción de las enfermedades, pero ahora la alimentación y todo el sistema de salud deberán ser revisados para no tener que ponernos de nuevo en lo peor.

lunes, 10 de febrero de 2020

Clases



Cantón, 10 de febrero de 2020.

Hasta en las desgracias hay clases, o mejor dicho, es en las desgracias donde las diferencias se acentúan. Pongamos el caso de los turistas atrapados en el crucero que ha tenido que recalar en el puerto de Yokohama. A día de hoy van más de 120 infectados por el corona virus en un barco de más de tres mil pasajeros. La desgracia ha querido que al detectarse los primeros casos y a pocos kilómetros de Kioto, que sería uno de sus destinos deseados, el barco fuera puesto en cuarentena y sometido a un estricto régimen de convivencia que no ha impedido algunas nuevas infecciones.

Para un viaje de novios puede ser una prueba de fuego pasar catorce días en una habitación, con una cama grande y con balcón con vistas a la bahía de Yokohama. De allí se puede salir divorciado o con gemelos. Pero no todo es así de tentador. Los cruceros tienen un buen porcentaje de sus camarotes en ubicaciones interiores del barco. Hay una familia australiana que comparte en instagram noticias de su vida a la sombra, sin saber cuándo es de día o de noche, esperando que pase el tiempo y recogiendo en la puerta de su odiado camarote una comida de calidad decreciente y el periódico control de la temperatura que en este caso les puede librar de su encierro para pasar a uno de esos hospitales japoneses que deben parecer el cielo tras el encierro a oscuras.

Y aquí, las medidas de prevencón aumentan, en nuestro edificio ya no se permite la entrada a nadie que tenga el carnet de identidad de la provincia de Hubei, se amplían las restricciones de visitas y aunque por un lado quieren las autoridades que se vuelva al trabajo, por otro se fomenta el absentismo, que es seguido sin dificultad por los trabajadores y que hace que las calles sigan vacías tantos días después.

En su afán regulatorio y cumplidor de las normas, han establecido unos cupos de viaje en el ascensor, y para hacer más sencillo su cumplimiento han marcado con bandas plásticas adhesivas de color amarillo unos cuadros en el suelo de los ascensores, de modo que quepan cómodamente 9 personas en cada uno sin salirse de su casilla y al mismo tiempo han extendido el control de temperatura a los parkings, donde hay un buen termómetro a la entrada para cubrir cualquier eventualidad.

A pesar de superar los míl muertos, hoy dicen que el progreso  de la enfermedad fuera de Hubei va disminuyendo, lo que querría decir que las medidas de aislamiento van teniendo eficacia. Al mismo tiempo, las autoridades provinciales nos van dando nuevas instrucciones contra el virus:

- No comer temporalmente animales salvajes
- No realizar actividades en grupo (adiós a las orgías)
-No hablar mientras se come
-Comer en soledad a ser posible
- No viajar a ser posible. Pekín al parecer está estableciendo ya una cuarentena preventiva a quienes lleguen de fuera.
Y todo esto sin un grito, sin una protesta, con una docilidad movida por el temor y la precaución o tal vez por la costumbre de obedecer.

Gistau

Cantón, 8 de febrero de 2020.

Inmerso como estoy en la búsqueda de la paz interior y del Zen oriental, trato de no dejar mi espíritu perturbar por noticias lejanas, por dañinas que sean ni por la irremediable cursilería de nuestro momento nacional. Pero no puedo dejar de conmoverme con la noticia con la que abren las noticias de los periódicos españoles hoy. Ha muerto David Gistau. Llevaba semanas preguntándome por qué no publicaban sus columnas en el Mundo. Pensé tal vez consolándome que se trataba de alguna de sus peleas épicas que le había alejado de sus jefes, pero el silencio se hacía pesado y llegué a sospechar que algo ocurría con Gistau. Hoy, el presentimiento se ha hecho realidad y nos trae la noticia de la muerte de un periodista con aspecto de hipster y alma de director de cine clásico. De ese cine en blanco y negro en el que los periodistas y los boxeadores se unían en un trago melancólico frente al mundo. Descanse en paz, David, con ese apellido altoaragonés, que algo debía aportar a su bonhomía.
Y entre tanto, aquí hemos comenzado la operación retorno de las vacaciones. De un modo astuto, las autoridades han autorizado la vuelta al trabajo, ma non Troppo, es decir, se permite flexibilidad en la vuelta a las obligaciones con el fin de evitar las aglomeraciones y para poder ir probando las aguas
Y ver si el avance de la enfermedad se acelera tras la vuelta a casa o podemos decir que lo peor ha pasado y que ahora quedan los coletazos de este mal sueño.

En previsión de la nueva situación se han multiplicado los controles de temperatura. Es imposible salir hoy a la calle sin pasar al menos dos veces por el control de esos termómetros que te apuntan directamente a la cabeza para declararte libre o condenado a una cuarentena temida por todos.
En los edificios de oficinas las medidas también se han extremado. Los horarios de inicio del trabajo se han estipulado por turno según las plantas en las que estén las oficinas. Los controles de temperatura han aumentado y se ha limitado a diez personas el uso de los ascensores. Ahora se ve a muchos haciéndose los distraídos cuando llega el ascensor a tu planta con la esperanza de que si dejan pasar este ascensor, en el próximo viaje podrá ir solos sin esa molesta compañía enmascarada.

Y cuando te toca viajar con otra compañía en el ascensor, ves cómo se van ocupando las esquinas, cada uno mirando a un punto cardinal, para evitar tener contacto visual, que a pesar de las mascarillas podría degenerar en una infección. Todo va cambiando hacia un mundo más higiénico, menos promiscuo. Y ya se nota que ese temido carraspeo de la garganta que en las calles chinas es el preámbulo de un sonoro escupitajo sobre el asfalto, se va haciendo menos común. Seguramente saldremos de esta con bien, y con un poco más de educación cívica.

sábado, 8 de febrero de 2020

Fin de semana


Cantón, 8 de febrero de 2020.

La cadencia de los días se sucede con monotonía, y a medida que las calles se van poblando con algunos recién llegados, las medidas de prevención de la enfermedad aumentan y los pocos restaurantes que quedaban abiertos han ido cerrando ya sea por precaución o más seguramente por falta de clientela.
Nuestra vida se hace cada vez más occidental, nos visitamos, comemos, tomamos una cerveza juntos sin apenas contacto con los chinos que permanecen en su mayoría encerrados y siguiendo las instrucciones del gobierno para no ejercer una autocuarentena voluntaria.
En una de esas reuniones diplomáticas me han recordado la situación de los extranjeros encerrados en el área internacional de Pekín, en el año 1900 y que dio lugar a la película 55 días en Pekín. No estamos rodeados por turbas enfurecidas, y teóricamente podemos salir del país, pero la sensación de encierro y de ghetto está siempre presente.

Ahora debemos esperar que la semana próxima sea realmente la prueba del nueve de esta epidemia. Veremos si han funcionado las medidas y si la vuelta al trabajo, escalonada, se desarrolla con normalidad o si algún sobresalto no nos hace dar marcha atrás y prolongar una situación que como todo lo transitorio puede hacerse eterno.

Se habla poco del día después y de los días siguientes. De cómo se va a retomar la vuelta al trabajo, de los estragos que esta crisis pueda hacer en el empleo y en las rentas de los chinos. Pero más allá de esa inmediatez, vendrán pronto las preguntas sobre las cicatrices que esta crisis puede tener en el desarrollo del país. Cómo afectará a su confianza, a ese denominado sueño chino que se ha vendido a las nuevas generaciones. Qué ocurrirá con este nuevo siglo chino que prometía dar la vuelta a la etapa de los tratados desiguales y retornar  a esa normalidad que se perdió en la época del renacimiento y fue llevando a China a una paulatina decadencia.

¿Será éste uno de esos “cisnes negros”de los que habló Juvenal en el siglo II ad.? . Uno de esos acontecimientos impredecibles y poco probables pero que si ocurren trastornan las reglas económicas, O será más bien un elefante en la habitación. Algo que es evidente pero que no queremos ver por incómodo o por pura pereza. 
Algo de esto se puede dar a partir de la semana próxima, mientras en las horas de ocio del fin de semana los chinos siguen jugando con sus teléfonos como reflejo de la nueva era.

viernes, 7 de febrero de 2020

La vida con máscara


La fotografía de una boda, símbolo del miedo al virus mortal MERS ...

Cantón, 7 de febrero de 2020.

La primera operación de la mañana es abrir la aplicación sobre el coronavirus y mirar el avance de la enfermedad. Inevitablemente las cifras aumentan cada día y comienzan ya a superar las de otras epidemias más recientes. Pero para hacer más fiable la operación hay que vigilar dónde se producen esos casos y cada mañana se ve cómo la epidemia, aunque se ha extendido a toda China y a varios países, sigue causando estragos solamente en la provincia de Hubei, y especialmente en su capital Wuhan. Esta concentración de casos plantea la pregunta de si las estrictas medidas de aislamiento impuestas en esa provincia son eficaces y si eran imprescindibles. 15 días después de imponer la cuarentena en las principales ciudades de Hubei y una vez realizadas las operaciones de repatriación de buena parte de la comunidad internacional residente en Wuhan, las pocas imágenes de la ciudad son desoladoras. Calles desiertas algún animal vagabundeando, y silencio. Y el problema es que al no disminuir elnúmero de casos, es muy difícil determinar cuándo terminará esta situación para los millones de personas sanas que viven allí, pero que conviven con apenas 30.000 enfermas.

 Si en varios países se alerta sobre la discriminación que pueden sufrir los ciudadanos chinos, en la propia China hay preocupación por lo que ocurre con las personas procedentes de Wuhan. Habrá que esperar unos días a ver si alguien se decide a dar un paso en la apertura de la ciudad y en la búsqueda de otro tipo de medidas preventivas que no supongan un peso tan grande en una población agotada.
Entre tanto, el mundo sigue con mascarilla. En Corea se han casado más de seis mil parejas en una ceremonia de la Iglesia  unionista coreana, y ante tamaña multitud, buena parte de ellos han optado por darse el sí quiero con mascarilla, aunque eso dificulte el besos nupcial.

Y aquí, en el sur la gente vuelve escalonadamente a la ciudad. Hoy se ve más gente por la calle. Un largo paseo en bicicleta a orilla del río  permite ver cómo muchos van volviendo de sus lugares de vacaciones y se reincorporan a la ciudad a la espera del comienzo de la semana laboral el próximo lunes. Pero esto no será todavía la vuelta a la normalidad. Si el Gobierno extendió las vacaciones de fin de año, primero hasta el 2 de febrero y luego hasta el 10; ahora va diciendo en voz baja que no es preciso amontonarse, que es mejor ir poco a poco y evitar en los primeros días las aglomeraciones, por lo que muchas de las empresas seguirán cerradas o a medio gas la semana próxima, y las administraciones públicas atenderán a los ciudadanos por internet, para evitar contagios. Así que el día 10 tampoco será el comienzo del fin de la cuarentena.

jueves, 6 de febrero de 2020

El método científico


Cantón, 6 de febrero de 2020.

“El método científico se caracteriza consiste en la observación sistemática, medición y experimentación, y la formulación, análisis y en su caso modificación de las hipótesis”. (Oxford English dictionary), este método permite dar respuesta a los interrogantes acerca del orden de la naturaleza, y a esa es la materia a la  que ha dedicado su vida la investigadora Shi Zhengli, quien durante años ha recorrido las cuevas de China buscando murciélagos de todas las variedades y ha ido clasificando sus características en la base de datos más completa que existe sobre este animal que en español utiliza sin mesura las cinco vocales de nuestro alfabeto, y que ondea en varias banderas autonómicas a pesar de la mala fama que acarrea.

La doctora Shi ha llevado a cabo su labor equipada con trajes aislantes, con gruesas botas y tomando todo tipo de precauciones en los lugares más remotos y pestíferos de la geografía china. Esta labor abnegada y con buenos fundamentos científicos ha hecho que cuando se desató la epidemia del coronavirus, se recurriera a su bien provista base de datos para confirmar o descartar hipótesis, pues de todos los animales exóticos del mercado de Wuhan, el murciélago era el más señalado como posible causante de la enfermedad. Y así fue. Una de sus muestras coincidía genéticamente con el virus propagado desde esta ciudad y este hallazgo ha permitido comenzar las investigaciones para tratar de lograr una vacuna en el tiempo más breve posible.

Lo que debiera ser motivo de orgullo y recompensa para esta doctora, se ha convertido en un calvario, pus hay quien le acusa de haber propagado el virus desde su laboratorio, en lugar de haber contribuido a desentrañar su adn.
Da la casualidad de que el laboratorio donde se encontraban las muestras y donde ha trabajado por años la doctora Shi, estaba en la ciudad de Wuhan, ya en las redes sociales se le ha acusado de ser la causante de la epidemia a causa de un fallo en el laboratorio que permitó escapar este virus que comparte el 96% de su código genético con un simpático murciélago de la fruta de la provincia de Yunnan en el sur de China.
Aquí han batallado la ciencia contra la tradición. El trabajo de investigación contra esa tóxica costumbre de comer animales exóticos, y en tanto no se encuentre la cura a esta enfermedad, de poco valdrán las aseveraciones de la doctora proclamando su inocencia. Ya sabemos que con el estigma, viene siempre el chivo expiatorio.

Entre tanto, hoy se anuncia la muerte por el coronavirus del doctor LI en un hospital de Wuhan. El doctor fue el primero que advirtió síntomas entre sus estudiantes y recomendó en un grupo de wechat que se tomaran medidas en su ciudad, pues observaba unas fiebres similares a las de la epidemia de SARS del año 2003.
El doctor Li no fue escuchado, pero sí oído, y esto le valió una reprimenda de las autoridades locales por esparcir rumores “infundados” en vísperas del año nuevo. El doctor Li tuvo que retractarse, y posteriormente trabajar en primera línea en la lucha contra la enfermedad que ya no era rumor, sino un bramido atronador, y en esa lucha, en esa primera línea, ha muerto hoy.

miércoles, 5 de febrero de 2020

El autobús fantasma

Cantón, 5 de febrero de 2020.

La difusión de la enfermedad sigue imparable y el número de muertos aumenta, aunque puesto en términos chinos se puedan considerar cantidades pequeñas. Los informativos de televisión los comparan con las muertes por gripe en Estados Unidos o en Europa, y resulta que estamos en unas cifras realmente modestas a pesar de la aparatosidad de las medidas preventivas que se han tomado y del despliegue de medios en todas las ciudades chinas, que han dejado prácticamente paralizado el país, que es decir mucho más que un continente.
Por las calles todavía vacías circulan voluntariosamente los autobuses que paran diligentemente en cada una de las paradas establecidas pero que no llevan pasajeros. En un rasgo de optimismo o de humor negro, hay también circulando por la ciudad el autobús turístico que permite una visión panorámica de la ciudad, y que no transporta sino al temeroso conductor provisto de una máscarilla, disfrutando él solo de las vistas más icónicas de Cantón.

Estos días de calma e inactividad los pasan los chinos en familia. En la mayoría de los casos, atrapados en el lugar adonde fueron a pasar las fiestas de fin de año, rodeados de los suyos, en una compañía que se suponía temporal, pero que al prolongarse puede causar estragos en la futura convivencia familiar.
¿Qué hacer durante tantas horas de semiencierro?. Los chinos de hoy están pegados a la pantalla del móvil. Imagino los hogares con los cargadores de los móviles continuamente conectados y con el uso de datos al máximo, mientras se descargan series, videos y todo tipo de juegos y entretenimiento durante estos días ociosos. También se habla en las redes sociales, pero con un límite. Hay una serie de palabras y de temas que no se pueden tratar en los grupos de we chat. Y en caso de infracción de la norma sobreviene el bloqueo de las cuentas con la desazón y vulnerabilidad que da el sentirse todavía más aislado en estos días. Así que supongo que por precaución y por costumbre, la mayoría de las personas en sus hogares seguirán las telenovelas y en muchos casos las noticias y películas de carácter patriótico que encienden los ánimos y amortiguan el aburrimiento.

Ya van dos semanas de clausura monacal y no sé si como ocurre en otras partes del mundo esto se traducirá en unos meses en una nueva explosión demográfica. No veo los ánimos muy exaltados para ponerse a la tarea y tengo para mí que prima más el temor al día de mañana que las pequeñas alegrías de un tiempo de ocio inesperado. Me dicen que en las conversaciones de redes sociales lo que más se prodiga, junto con las recomendaciones de higiene, son las consultas sobre la situación laboral, los derechos que acompañan  a cada trabajador, el carácter de vacaciones o de trabajo en casa de estos días extraños, y sobre todo el temor a una reducción de empleos cuando pase la cuarentena.

Mañana, viernes veremos si finalmente la crisis está encauzada y se puede recomenzar el trabajo la semana próxima, o si por el contrario, al igual que ha ocurrido con las escuelas, se prolonga la situación de aislamiento y tenemos que pensar en nuevas estrategias de supervivencia en una ciudad que se va a ir llenando a lo largo del fin de semana.

martes, 4 de febrero de 2020

El día de la marmota


Cantón, 4 de febrero de 2020.

El aire persiste tozudamente en seguir limpio, agradecido a la ausencia de elementos contaminantes lo que permite distinguir nítidamente la tonalidad gris de las nubes bajas de las sospechosa grisura habitual de las ciudades chinas.
Las plazas y los espacios públicos chinos están diseñados para las grandes aglomeraciones de personas, amplias avenidas, plazas sin límites, canteros de flores interminables, o gigantescos floreros en medio de una explanada inmensa, Ahora vacíos, los espacios se vuelven moldeables a cualquier ocurrencia. Al pasear por la plaza de las Flores se ven inmensas pantallas de plasma que explican con imágenes cómo se debe colocar la mascarilla y cómo se deben lavar las manos para evitar contagios. Entre tanto, de los altavoces ocultos entre las flores suena una grabación con consignas patrióticas de las que con algunos rudimentos de chino puedo distinguir, que dala bienvenida a Cantón, y termina de modo anacrónico con un “feliz Año Nuevo”, que no pudo ser feliz y ya no es nuevo.

Al cruzar los pasadizos subterráneos que en estas grandes ciudades permiten atravesar las avenidas sin semáforos ya no se escucha ni la reverberación de las pisadas de nuestros zapatos, pues la moda de llevar esas cómodas zapatillas deportivas para caminar por la ciudad amortigua el sonido de las pisadas, y la soledad se hace completa al pasar de una calle a otra.
Nadie sabe a ciencia cierta lo que ocurre, y seguramente, menos que nadie quienes están en el centro de la epidemia. Cada uno tiene su visión parcial de lo que ocurre, pero la verdad, si es que existe fuera de nuestra imaginación, nadie la tiene, y así vamos componiendo un tapiz con retazos de memorias, siempre inexactas e incompletas.
Esta semana será la más larga. Poco a poco van cayendo los compromisos aceptados. Las citas de los próximos meses se van diluyendo y junto con el número de casos infectados va creciendo la cancelación de actividades. Los colegios, que deberían abrir el día 17 de febrero ya dan por perdido el mes y se van a marzo. La feria de Cantón, que cuenta con 1.185 millones de metros cuadrados de área de exposición y atrae dos veces al año a más de 25.000 expositores y más de 250.000 visitantes de todo el mundo ha tenido que cancelarse. Las reuniones de distintos niveles del PartidoComunista de China se han suspendido sin fecha, y así se va acortando el espacio de actuación de este primer trimestre echado a la basura.
Los primeros fueron los norteamericanos, ahora son los británicos quienes han dado el consejo de abandonar el país a sus ciudadanos, consecuencia del brexit, tal vez. Turquía, Pakistán e Irán están enviando ayuda y exagerados mensajes de ánimo. ¿Y la Unión Europea?  Como siempre reunida y dialogando.