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domingo, 30 de enero de 2011

Más revolución

Servicios de inteligencia que no pueden prever un atentado islamista que tumba a su Gobierno, bancos de inversión que no anticipan el hundimiento del crédito, ejércitos que no ven los preparativos de guerra, diplomáticos incapaces de ver el malestar que se convierte en ira y en algaradas callejeras reclamando esos derechos fundamentales que a nosotros nos parecen imprescindibles para seguir viviendo, y políticos estólidos que siguen con sus discursos de estabilidad y seguridad para no ver que tanta infamia no se puede ocultar por tanto tiempo.

Sorprende la naturalidad con la que las calles dejan de ser vigiladas y patrulladas para mantener un orden formal. Sorprende lo que las voluntades tenuemente unidas por el cansancio y la desesperanza son capaces de producir en sociedades aparentemente tranquilas. Sorprende ahora que hayamos apoyado durante tanto tiempo esta falacia, esta comedia interpretada por actores mediocres sobre un guión hijo del miedo y de los prejuicios.
Pero más sorprende el desahogo con el que los más avispados de los dirigentes occidentales reconocen en pocos días la necesidad del cambio, la inexorabilidad de una democracia real, el bálsamo de unas elecciones multipartidistas, abiertas, libres. Sorprende la rapidez con la que el temor se transforma en consejo una vez transgredidos los límites del silencio y de la resignación.

Quizás esto cambie también el enfoque de nuestras relaciones. Ya no basta con la estabilidad y la seguridad de nuestros vecinos o de aquellos que padecen tantas dictaduras. Ya no basta con el apaño, con la ayuda, con el cálculo de largo plazo. Por si acaso en Pekín y en La Habana ya han cortado las referencias de internet a Egipto o Túnez. Hoy las epidemias no viajan en barcos o en carromatos, lo hacen más veloces por la red. Por ello, tal vez no fuera casual la inquina del gobierno chino contra los proveedores de servicios informáticos, o por ello en Cuba han pasado de una infranet a "ecured", tosca herramienta de control en el fresco aire de la red, por la que la censura se ejerce ab initio para que a nadie le pueda dar por pensar que existe algo más allá de la revolución fracasada, o en otras palabras, la "revolución eficiente"

sábado, 29 de enero de 2011

Revoluciones 2.0

Tan silencioso es el tiempo que precede a una revolución, que nadie se apercibe hasta que explota. Las apacibles embajadas europeas y norteamericana en Túnez, poco imaginaban que iban a vivir tiempos revueltos a orillas del Mediterráneo más amable. Los wikileaks del momento nos darían una imagen tan distorsionada de las fuerzas profundas de ese país, como la propia imagen de Ben Alí con su cabellera teñida y su cirugía a lo Berlusconi para hurtarse al paso del tiempo.

Asuntos cotidianos, interminables discusiones formales sobre éste o aquél acuerdo, alguna visita a escuelas y centros de atención social financiados por los impuestos de los ciudadanos europeos ocupaban las plácidas horas tunecinas, hasta que algo hizo click, hasta que el frágil vidrio que rodea a los regímenes autoritarios se quebró ante la mirada sorprendida de buen número de observadores occidentales. Todo cambia y quizá todo siga igual.

Ahora vemos que la "real politik" europea aplicada al norte de África tampoco fue suficiente. Que nuestros Gobiernos por evitar males mayores han perdido la verdadera oportunidad de actuar en conciencia y a conciencia en estos países. ¡Qué frágil y qué perversa es la ayuda internacional cuando no tiene en cuenta a la gente, cuando no creemos en la universalidad de los derechos¡. Algo tan sencillo como desear para los demás lo que pedimos para nosotros, ni más ni menos.

¿Qué eco traerá ahora las engoladas palabras de nuestro Gobierno cuando en medio de los disturbios del Sahara, aludía enfática y misteriosamente a nuestros intereses en Marruecos para no hablar, no decir?. La mecha encendida en Túnez parece haber llegado a el Cairo, donde también nos encontramos cómodos. ¡Qué mejores compañeros para las eternas negociaciones israleo palestinas¡ Y aquí de nuevo lo que ayer no veíamos, no olíamos, no presentíamos se hace presente. El rey está desnudo, o no tanto, pues con la ayuda internacional, Egipto posiblemente no haya prosperado mucho pero el monarca y su corte a buen seguro que tienen una buena posición.

¿Será finalmente cierto que el mundo árabe sí que puede tener democracia, o al menos aspirar a ella?. a ver si
al final no estaban tan equivocados algunos neocon que hablaban de la ola democratizadora en países árabes?
¿Cambiará algo en nuestra diplomacia, en la visión de Europa del mundo o seguiremos dormidos, discutiendo si son galgos o podencos?

jueves, 27 de enero de 2011

Revoluciones

Revoluciones. desde que Lampedusa descubrió que las revoluciones deben cambiar todo para que nada cambie, éstas se han venido sucediendo con una cadencia inexorable, revolviendo todo, trastocando planes y vidas, y volviendo luego, como un río desbordado a su cauce original.
Son otras las revoluciones que cambian las cosas, las que moldean los acontecimientos, los países, las personas.
Y generalmente nadie las ve, no se aprecian, pero basta echar una mirada a los periódicos del año anterior, de hace seis meses para apreciar los cambios en el pensamiento, en las agendas, en las preocupaciones. Lo que hace un año era imposible, era un sacrilegio, hoy se acepta con la misma naturalidad con la que aceptamos la lluvia. Hay cambios sutiles, unos impuestos, otros derivados de nuestro propio deambular, pero siempre importantes. Solo quien conserve una fotografía de cuando era joven, conservará por mucho tiempo esa juventud perdida. El resto es deterioro, decaimiento, obsolescencia.

domingo, 23 de enero de 2011

El retorno de Fumanchú

China, chinos por todos los lados. Segunda economía mundial, banqueros del mundo, fábrica de todo tipo de productos, incluidas las baratijas de recuerdo tan dispares como el "empire state" y la virgen del Pilar, problema y solución a todos los males de nuestro tiempo y perejiles de todas las salsas. Así transita el mundo, mirando al este, viendo amanecer mucho antes que en nuestras costas, pero no en las laboriosas y disciplinadas islas del Japón como se pudo suponer en los años 70 y 80, sino en la inmensa, en la ininteligible China, heredera del imperio Central.
Hay quien dice que esto no es sino volver al curso natural de la historia y romper con la anomalía de los últimos doscientos o cuatrocientos años en los que la tecnología europea, la ciencia occidental, su eficacia y rigor se impusieron en los cinco continentes, incluyendo la China de los comerciantes de Hong Kong, Macao o Shanghai. Hoy, todos estos lugares reviven como templos de la modernidad, como faros de un presente incierto, en el que la lógica aristotélica, la religión judeo cristiana, los valores de las sucesivas revoluciones europeas desde 1879 se difuminan en la niebla de un pensamiento tan ajeno a nosotros como ancestral.

No hay materia que escape a la sinología de nuestros días. Desde la banca y las telecomunicaciones a la construcción y el turismo. Desde la pintura y las artes al cine y el espectáculo. Todo cae bajo el embrujo de lo nuevo y especialmente del dinero. Paradojas de un comunismo capitalista, de un oriente occidentalizado y de un tipismo pasado por el cosmopolitismo de la globalización.

Henry Kissinger ha recibido a sus anfitriones chinos en Washington aprovechando la orgiástica visita de Hu Jin Tao a lo que era el imperio. El político que abrió las puertas a China con el ping pong y el sake hace cuarenta años, sigue haciendo buenos negocios con los hijos del dragón, y a diferencia de ellos, con sus achaques y con su sorna, sigue siendo imprescindible en esa extraña relación.

No hay que dar nada por sentado en tiempos crueles e imprevisibles. Lo que hoy es mañana puede no ser ni un recuerdo. Recuerdo como el que tengo de 1984 de dos jóvenes becarios chinos (entonces sí comunistas) , dormitando durante las lecciones de la escuela diplomática. Quién sabe si alguno de ellos está ahora en España comprando por cuenta de su gobierno acciones en nuestra telefónica, o en nuestra banca, o tal vez preparando, como el malvado Fu Man Chú, la compra de algún equipo de fútbol, última reserva de nuestra identidad discutida.

martes, 18 de enero de 2011

Movimientos, cambios, mudanza

Las certezas desaparecen con la rapidez con las que las establecimos hace años, o décadas. Nada es sólido, nada duradero en tiempos de cambio y de incertidumbre. Túnez acaba de deshacerse en pocos días de uno de los presidentes aparentemente más sólidos del Magreb. Allí donde el tiempo parecía no correr, unos días de furia y ruido han acabado con la huida de Ben Alí y su familia. Nada dura por siempre, ni siquiera por el tiempo que abarca nuestra memoria. Y sólo cuando ocurren las cosas, cuando el aleteo de una mariposa en algún lugar del mundo desencadena una revolución en el extremo opuesto, somos conscientes de la fragilidad, de la futilidad de los regímenes. Ahora, los análisis, las reseñas entienden, explican, razonan las causas de algo que por evidente nadie quiso ver.

Y al contrario, al igual que se van, los dictadores vuelven. Vuelve Baby Doc a Haití veinticinco años después de ser expulsado por la marea de Aristide. Lo que prometía una etapa de esperanza, de crecimiento, de fraternidad en esa tierra deforestada, superpoblada, condenada desde los tiempos del general Dessalines, aquel esclavo en uniforme de mariscal napoleónico. Vuelve pues Baby Doc, con la cara paralizada por el horror, con los ojos inexpresivos y las manos prestas para recoger el magro botín de un país depauperado y arrasado, sin esperanza, que ve en el antiguo dictador un atajo para salir de la miseria.

Cambia todo, cambian los líderes, o vuelven, que es peor, pero cambian también los métodos. En la otra punta de la política, jóvenes anglosajones, cosmopolitas, rubios y desenvueltos, que desde Australia a Canadá, de Sudáfrica al Reino Unido se mueven como pez en el agua entre las redes sociales, los medios de comunicación, las wikiredes que les permiten convertirse en adalides de una nueva sociedad de la transparencia, de la publicidad, frente a la reserva y el pudor de otras formas de actuar en la vida pública. Allí tenemos a Assange y a sus seguidores, a sus anonymous cada vez más influyentes y poderosos, que pueden bloquear la información hasta cerrar un banco, una empresa, una eléctrica, etc.

Así transitamos día a día, cambiando, modificando lo que parece evidente, con la excepción que confirma la regla, esa vetusta dictadura cubana habitada por viejos saurios que se comen no solo a sus hijos, sino ya a sus nietos, pero como en Túnez, como en tantos otros sitios, tal vez lo evidente es lo que no vemos, lo que sucederá tarde o temprano para que también en este caso, todo cambie.

sábado, 15 de enero de 2011

Wikipedia cumple diez años y en ese lapso de tiempo ha logrado acercarse a la idea de la biblioteca universal e infinita de Borges como no lo había logrado ningún otro empeño colectivo desde los tiempos del emperador Yonglé en la China del siglo XV. Los conocimientos, las curiosidades, las opiniones se acumulan a lo largo de sus páginas virtuales sobrevolando pavorosamente un cielo de sabiduría y de memoria.
La vieja Británica, la prolija Espasa, la divulgativa Larousse cogen polvo en largos anaqueles que se comban con el peso de la letra impresa y de la culpa por su recién adquirido carácter superfluo. Todo cambia, los días pasan azarosos y presurosos, y las distancias se acortan. Cada día tiene su afán y cada tiempo su revolución. Hoy, hay algo más real que lo que ocurre, algo más cierto que las conjeturas que nos asaltan y escribimos. Existe una comunidad infinita para la que por primera vez no hay cortapisas ni distancias, en la que la distancia entre lectores y creadores se difumina, se acorta y finalmente desaparece. Existe un Gobierno silencioso del mundo, de las ideas, de las propuestas que abarca prácticamente todo el mundo.
Hay lugares en África donde llegó antes el móvil que el teléfono. Donde el correo y la red conectan ya a los jóvenes con más vigor que los cánticos y los bailes ancestrales. Hay acceso universal a los conocimientos, las dudas duran poco en nuestra memoria cada vez más escasa para clasificar la abundosa información. Incluso la necesidad de aprender idiomas puede desaparecer, una vez que la traducción simultánea se perfeccione y se difunda. Sentados ante una pantalla, el universo, o la biblioteca se nos aparecen como algo real, asequible, alcanzable a golpe de tecla.
Sin embargo, en la China de la primera enciclopedia, vuelve la sombra del emperador Qin Shi Huang Ti,que mandó quemar todos los libros y construir la muralla. Los herederos de Qin prohíben a Google dar libre acceso a su red y todos aceptamos, al fin y al cabo los saberes son tan inmensos que una pequeña censura no hace daño e incluso puede ser digestiva. En Cuba han emulado a Qin, y para evitar a sus ciudadanos las dificultades de la búsqueda en Wikipedia han creado ECURED, que da un acceso restringido al conocimiento, restringido a lo que verdaderamente interesa a los gobernantes. Pasamos de internet a infranet, pero no se le ponen puertas al campo. Ni siquiera los iraníes con su wiki fiqh serán capaces e desterrar el acceso a la información, todo al final queda expuesto al sol, y si no que se lo digan a los mártires de los wikileaks.

sábado, 8 de enero de 2011

Socialismo en tiempos de crisis

Tiempo de paradojas. Agotada la utopía, el comunismo se vuelve más impúdico y confuso en China, en Vietnam, en Corea del Norte y ahora ya en Cuba. Perdidas todas las certezas del marxismo, los innumerables marxólogos entrenados en las escuelas de cuadros del Partido Comunista se aprestan a explicar los cambios ineluctables que la inquina yanki o la pertinaz economía imponen a la esperanza revolucionaria en todos los rincones del mundo.

Ahora resulta que hay despidos, que hay eficiencia, que es necesario reducir costes y burocracia para que el paraíso de los trabajadores pueda sobrevivir. Inaudita resulta la complacencia sindical ante los abusos de los patronos o más bien del patrono Estado. Recortes sociales y ausencia de empleo son el nuevo lema de estas economías, que sin embargo se reclaman socialistas y que se aferran a un discurso antiguo, manido y hueco ante la tozudez de los hechos. Vamos camino de un comunismo sin derechos, sin ventajas, sin protección, sin igualdad y finalmente sin fraternidad. Así, en Cuba, como en China solo quedará el armazón del Estado, ese cascarón de paso donde el socialismo recalaría brevemente en su tránsito hacia la sociedad sin clases. Queda el Estado y su atributo principal, el monopolio de la violencia. Esa arisca acompañante del proceso revolucionario, que sienta tan bien a los adeptos y provoca el terror y la indefensión en el resto. Queda el ejército, queda la policía y queda sobre todo esa particular visión de los derechos humanos, que hace que el embajador chino en Madrid pueda comparar las "violaciones de derechos humanos" que se producen en España con las de su país, así de igual a igual.

Pasa la gente, pasan los cuadros, la gente huye, es estremece ante el abismo de un mañana sin protección, sin libreta de racionamiento, sin seguridad, y sin que haya nada que lo sustituya. Éste es el socialismo del siglo XXI, el de los ajustes sin anestesia, el de la economía sin reglas y sin competencia, el del triunfo de los burócratas y de los represores sin que por ello renuncien al discurso del bueno de Marx.

Eso sí, siempre quedarán los artistas, la vanguardia cultural de los pueblos, a quienes en Cuba se les ha garantizado un lugar al calor de las menguantes subvenciones. Dice el viceministro de cultura cubano que la vanguardia cultural mantendrá durante un año al menos su posición, pues la revolución no puede prescindir de sus más preciados altavoces, de sus adalides internacionales en la lucha contra un capitalismo que los ahoga y que de la peor manera está entrando por las costuras de una nomenclatura militarizada.

Primero fue el socialismo con rostro humano, luego la perestroika y la glasnot, posteriormente el modelo chino, y ahora nos llega el socialismo del ajuste y de los recortes. Todo ello sin perder de vista los sueños revolucionarios, que ahora sí, deberán ser realizados por los biznietos de los ufanos socialistas del siglo XXI.