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jueves, 28 de mayo de 2020

De senectute



Cantón, 29 de mayo de 2020.

En estos días en los que la peste se ceba con la vejez, recuerdo algunas amistades de senectud de las que he podido disfrutar en años pasados. Una de ellas es la de Antonio Bonet Correa, profesor de historia del arte, académico y Director de la Academia de bellas artes De San Fernando, y maestro de historiadores, que falleció esta semana a la edad de 94 años, ya en la fase de la desescalada, lo que permitió a su familia acompañarle en los últimos días.

Don Antonio tenía ese aire entre patricio romano y profesor francés que cultivaba sin ningún esfuerzo  desde que regresó a España a finales de los años cincuenta tras su paso por la Univerdidad de la Sorbona. Desde entonces dedicó su esfuerzo y magisterio a la comprensión del valor del patrimonio cultural español y del latinoamericano, pasión que le acompañó hasta el final de sus días.

Le conoć í a comienzos de 2012, en la primera reunión al a que asistí como Presidente del patronato de la academia de España en Roma. En ese momento don Antonio era director de la Academia De San Fernando, uno de los tesoros del arte menos conocidos de Madrid, y asistía en tal condición a la reunión de un patronato que se había caracterizado en años anteriores por la desconfianza  y por la discordia. Trabamos una buena relación y durante mis años al frente del patronato trabajamos en armonía junto con los académicos de Bellas Artes para mejorar la situación de los pensionados de la Academia en medio de la anterior Crisis económica.

De estos encuentros nació una admiración por su calidad intelectual y humana, que me permitió frecuentarlo a lo largo de todos estos años y apreciar cómo las virtudes no tienen por qué desaparecer con la edad. En esa época debía de tener más 87 años, y todavía pudimos realizar un viaje a Roma con los miembros del patronato, en el que visitamos las excavaciones en curso debajo de la basílica De San Pedro, y donde vimos un fresco de Caravaggio en el techo de un palacio arruinado en la vieja Roma, propiedad de un noble venido a menos y tendente a la bebida, casado con una norteamericana, que pasado su primor, trataba de vendernos el fresco para aliviar las cargas del palacio.
De todo ello quedan recuerdos de su inteligencia y de su entusiasmo hasta el final de su vida.

Cicerón dedicó un libro a la vejez, en el que un Catón el viejo, que vivió hasta los 84 años, dialoga con dos políticos de su tiempo, sobre los inconvenientes de la vejez y sobre cómo sobrellevarlos. Se acercaba ya Cicerón a los 63 años cuando lo escribió y según la tradición antigua, que tenía predilección por los múltiplos de siete, se acercaba al final de su noveno ciclo vital, y quería dejar un legado de cuanto le quedaba por delante antes de que se lo llevara la parca. El diálogo muestra el ingenio y la erudición de Cicerón, y también algunas intuiciones sobre la naturaleza humana y sobre las diferencias que hay siempre entre una vida bien llevada y otra echada a perder. No son los años los que acaban con uno, sino la amargura, el mal humor, la falta de entusiasmo, y así en de senectute, al igual que Catón llegó a los 84 años y se le considera un sabio por viejo, también Cicerón pretendía en su vejez seguir luchando por la República, que se deshacía entre ambiciones y asesinatos, pero fue él quien terminó asesinado a los 64 años, cuando comenzaba su décimo ciclo de vida, a manos de los sicarios de Marco Antonio, que mandó cortarle la cabeza y las manos, con las que tanto daño le había hecho. Para añadir sal a la herida, cuentan que la esposa de Marco Antonio, Flavia, hizo clavar una aguja en la lengua de Cicerón para vengarse de los ácidos discursos que pronunció contra ellos.

Estas historias de vejez, me han permitido conocer en los últimos años y disfrutar de su amistad de algunos de los maestros de pensamiento a quienes he admirado de cerca, en su calidad de lo que los franceses llaman “maitres á penser”, personas que con su obra y ejemplo dejan un legado entre el ruido y la furia de tantos locos, como recuerda Macbeth a la muerte de su esposa, Lady Macbeth.

Desde la tierra de Confucio, donde la vejez se respeta y se venera, aprecio hoy más las enseñanzas de Antonio Bonet, como las de otros amigos a quienes he conocido en su senectud, con todas sus cualidades intelectuales intactas, como Víctor García de la Concha, o Enrique Iglesias, maestros de cuya amistad me precio.

sábado, 23 de mayo de 2020

La mente de los justos


Cantón, 24 de mayo de 2020.

"Adolfo, ¿por qué no nos querremos más?", le preguntaba un ministro al Presidente Adolfo Suárez a las puertas de la debacle del partido que había gobernado durante la transición en España. Un partido sin raíz ideológica, pragmático, que se desangraba y desaparecía por las querellas ideológicas entre los azules, los liberales, los democratacristianos, los socialdemócratas y tantos grupos que sí mantenían sus creencias morales en tanto el partido que habían creado quedaba hueco. En ese momento el ministro cuyo nombre no recuerdo buscaba una explicación a los odios desatados por rencillas internas y por la incapacidad de comprenderse mejor los unos a los otros.

Unos años después, en 1993 Rodney King, la víctima de un abuso policial en Los Ángeles el año anterior que dio lugar a los mayores disturbios raciales del siglo, a la vista de de los estragos que la violencia estaba causando en las dos comunidades enfrentadas, dijo en un programa de televisión, “Can we just get along?”. No podríamos simplemente llevarnos bien?.

Preguntas como estas llevaron en 2102 a Jonathan Haidt a escribir su libro, the righteous mind traducido años después al español como “la mente de los justos”. El subtítulo del libro es ¿Por qué gente buena está tan dividida por la religión y la política?. Por qué en los sistemas abiertos, con libertad de expresión, con elecciones libres, con variedad de instituciones, llega un momento en que las fronteras ideológicas rompen amistades, familias, o si no las rompen, simplemente encapsulan los temas para evitar desagradables conversaciones, volviendo a los preceptos clásicos de la buena educación, según los cuales, no se debe hablar ni de política ni de religión durante las comidas. (Con la excepción de que sea un encuentro de “Like minded “, en el que todos piensen igual, en cuyo caso la conversación no hace sonó reafirmar nuestros prejuicios y nuestros errores.

Para buscar respuesta a este enigma, Haidt, al igual que Kahneman, piensa que la mayoría de nuestros comportamientos son intuitivos o al menos automáticos, y que solo en una mínima parte, estos comportamientos son atemperados por la racionalidad. Utiliza Haidt la metáfora del jinete de un elefante. El elefante va donde quiere y el jinete solo puede mínimamente dirigirlo para evitar alguna catástrofe, pero en la mayoría de los casos, es el elefante (nuestras emociones, nuestras intuiciones y convicciones más profundas) quienes tienen el mando. Así, concluye, concluimos, que el hombre es un animal, escasamente racional, cuyo comportamiento viene condicionado genéticamente por siglos de evolución para organizar la vida en común sobre la base de una serie de valores morales que permitan mantener lo más valioso de nuestra existencia; La supervivencia del grupo.

De los variados estudios sobre antropología moral, Haidt recoge cinco valores morales que podrían estar en la base de nuestro comportamiento, y que compartimos en distintos grados, y es precisamente esta gradación la que determina nuestras preferencias políticas o religiosas posteriores.
Los cinco valores de los que habla Haidt son :
- El cuidado de los demás, la filantropía, el amor a los otros.
- La justicia o la ausencia de trampas. El sentimiento de que las cosas deben estar equitativamente repartidas
- La lealtad. A las personas y al grupo. Fundamental para la supervivencia de la especie, de las naciones y de las sociedades
- La autoridad. La forma de organizarse en sociedad desde las cavernas a los grandes imperios para tener un mínimo de orden y de respeto
- La pureza o escrúpulos morales. Los tabúes que se transmiten de generación en generación, desde el sexo a la religión. La prohibición del incesto, etc.
Posteriormente añadió un sexto principio, el de la libertad, que retrata más a aquellos opuestos a las formas rígidas de organización y de Estado.

Según cuál sea nuestra apreciación por cada uno de estos valores morales, podremos considerarnos más a la izquierda o a la derecha de un teórico espectro político, y así se ve en todos los experimentos hechos hasta ahora. Lo importante de esta clasificación no es la bondad o malead de izquierda o derecha, o la superioridad moral de una opción u otra. Lo importante es que todos los principios son relevantes, y que no deberíamos quedarnos con solo alguno de ellos. Que una convivencia armoniosa requiere que seamos conscientes de la diversidad de valores que comportan los fundamentos morales de la sociedad, y que el respeto y la empatía también deben jugar a la hora de conjugar estos valores.

La triste realidad, ocho años después de la publicación de su libro en inglés, es que el mundo está más polarizado que nunca. Que las barricadas ideológicas se extienden por el mundo entre izquierda y derecha, norte sur, cosmopolitas y nacionalistas, pobres y ricos, poderosos y oprimidos. Tanto es así que en Estados Unidos han sido capaces de elegir a D. Trump como presidente, los peronistas han vuelto en Argentina, y en España no digamos.

La conclusión es que no podemos hacer cambiar a nadie de punto de vista con la escasa fortaleza del frágil jinete sobre un elefante de emociones. Cualquier discusión terminará con mayor empecinamiento por ambas partes y con un seguro resquemor y la convicción de que el otro está equivocado o algo peor.

Entonces, cuál es la solución?. Haidt propone el método Dale Carnegie, que en 1936 escribió su famoso libro: “Cómo hacer amigos y ganar influencia en las personas”. Con este método Carnegie aseguraba las ventas de cualquier producto, y por qué no también el ideológico. El método propone la empatía, ponerse en la piel del otro, adoptar sus puntos de vista, y poco a poco introducir algunos de los propios en la conversación. Esto funcionó por años en las ventas, veamos si funciona en la búsqueda de la armonía social.



lunes, 18 de mayo de 2020

Nabucco

Great Performances at the Met" Verdi: Nabucco (TV Episode 2017) - IMDb

Cantón, 19 de mayo de 2020.

Entre los efectos colaterales positivos de esta crisis está la emisión en abierto del repertorio de óperas del Metropolitan Opera House de Nueva York, que nos permite disfrutar de los mejores cantantes y de los mejores montajes de ópera desde la comodidad de nuestra casa. Esto, unido a la suspensión del Festival de Eurovisión está haciendo un gran bien a la sensibilidad musical de la humanidad.

Ayer vimos la ópera Nabucco de Verdi, con Plácido Domingo en el papel del emperador Asirio y con la orquesta dirigida por James Levine en una representación de 2017.
El drama verdiano, con reminiscencias de las luchas por la unidad de Italia, con esos coros del pueblo en marcha y su dosis de celos, amores frustrados, ambiciones y traiciones refresca en la memoria esas veladas neoyorquinas en las que asistir a una ópera era la culminación de una jornada en un mundo casi perfecto.

El director de la orquesta, James Levine, se estaba recuperando de alguna dolencia, que le hace aparecer en el foso de la orquesta sentado en una silla ortopédica que le permite seguir el desarrollo de la actuación, y arranca con armonía y vigor una magnífica obertura, que se complementa con su magistral dirección del "coro de esclavos" que suscita los aplausos del público y que le obliga a un bis con todo el pueblo de Israel haciendo las maletas dispuesto a regresar a Jerusalén en su huída de Babilonia. Levine recibe las muestras de gratitud del público con esa sonrisa de felicidad que esconde una falsa modestia, porque se sabe uno de los mejores directores de música del momento y porque disfruta de su título de director emérito y asesor musical del Metropolitan después de cuarenta años dirigiendo las temporadas del templo neoyorquino de la ópera. 

Nosotros compartimos por unos minutos la gloria y la felicidad de Levine, que se muestra cercano a los miembros de la orquesta y cómplice de un público que le sigue y le respeta desde hace muchos años. Es entonces cuando caigo en la cuenta de su nombre, Levine, James Levine, un hombre de 74 años, con un pelo ensortijado que conoció tiempos mejores, poco agraciado físicamente , pero poderoso con la batuta en la mano y con ademanes que van desde la lírica contemplación de los pasajes más armoniosos de la partitura a la enérgica imposición de un final maestoso.

 Levine, James Levine. ¿No es aquel director que interpuso una demanda contra el Metropolitan?. No es uno de los acusados del "me too"?. Efectivamente, pocos meses después de esta representación, el Metropolitan, en diciembre de 2017 suspendió el contrato de Levine y le apartó de su dirección ante las acusaciones de varios hombres, que llegaron a ser nueve, de que les había hecho propuestas indecentes y había abusado de alguno de ellos cuando eran menores o cuando eran personas vulnerables en la escala jerárquica del mundo de la música.

Demandas y contrademandas; una reputación destruida, una carrera manchada en sus últimos peldaños. Hechos que se remontan a treinta, cuarenta años atrás, y que tal vez se prolongaron en el tiempo, entre bastidores, en los ensayos, en sórdidos cuartos de baño en la antesala de la representación. Una sonrisa que ahora se hace mueca, que servirá de antesala a una proscripción paulatina y al olvido de sus dotes de maestro y de dirección.

Al final, en el fuego cruzado de abogados, en agosto de 2019 el director y el teatro llegan a un acuerdo extrajudicial que no siga perturbando las finanzas ni la fama de la institución, pero el resultado es el amargo adiós de un idilio de cuarenta años.

Y enfrente de Levine, está Plácido, poderoso, impresionante Nabucco, que modula y guarda su voz en la etapa final de su carrera. Un cantante que llena la escena, caballeroso, gentil, carismático, que unos meses más tarde caerá también bajo las acusaciones de abuso sexual. Triste final sin juicio, son posiblididad de averiguar las intenciones ni los límites de la galantería o el abuso. Triste final de un rey poderoso que destruyó el templo en su furia, pero que se redime al final por el amor de su hija. Redención que dulcifica el tortuoso camino de la vida en el filo de la gloria.

domingo, 17 de mayo de 2020

Ahora somos todos socialistas


Cantón, 18 de mayo de 2015.

El ministro liberal británico, William Harcourt, pronunció a fines del siglo XIX esta frase, “ahora somos todos socialistas”, en medio del desbocado crecimiento de la industria y del protagonismo de la clase obrera en al Inglaterra victoriana. Más tarde, Richard Nixon, tras abandonar el patrón oro en 1971 exclamó “ahora somos todos keynesianos”, como una manera elegante de decir socialistas en una sociedad donde la palabra socialista se identificaba con el sistema comunista soviético y hasta el día de hoy se considera un concepto alejado de la democracia liberal norteamericana.

Hoy, con la Crisis del Covid cabalgando por el mundo, vemos cómo todas las economías tienen que recurrir a los Estados para aminorar los daños causados por estos encierros inmisericordes que han paralizado la economía mundial de un modo tan inopinado como peligroso. Los bancos centrales han comenzado a comprar bonos; los gobiernos a disponer de subsidios y de préstamos para aliviar los primeros síntomas de la crisis; las empresas y trabajadores a pedir ayudas ante un cierre que no tiene precedentes en la historia, y todos a depender de un modo u otro de las cuentas públicas, que deben inventar nuevos mecanismos para socorrer a los necesitados con fondos que no se sabe muy bien de dónde saldrán ni cómo se pagarán.

Las grandes empresas de los sectores más golpeados, principalmente la s aerolíneas y los fabricantes de aviones han venido pidiendo dinero público desde el momento en que debieron dejar sus flotas en tierra, y poco a poco la alternativa que se presenta en este sector es o bien la quiebra, o bien el rescate por el Estado.La lógica detrás de esto se sencilla de entender a corto plazo, pero tiene consecuencias a largo. De quién es una compañía rescatada con deuda pública?. Van a pasar a engrosar las empresas del sector público de donde salieron la mayoría de estas empresas en los años 80 y 90?. Esta deuda de las compañías, difícil de pagar termina convirtiéndose en muchos casos en participaciones, haciendo al Estado propietario de una buena parte de la economía en tiempos de crisis.

Esta perspectiva seguramente repugnaría a personas como Harcourt o Nixon, que Vieron esta alternativa como un daño a la economía de mercado, pero enardecerá a no pocos dirigentes actuales críticos del capitalismo liberal y deseosos de subirse al carro de las prebendas del sector público bajo la excusa de la prestación de un servicio público benemérito. 

Todo esto anuncia un mayor papel del Estado en la economía y en nuestras vidas. Hay países europeos que en los peores momentos de la pandemia tiene a más de la mitad de la población en la nómina pública, entre pensiones, empleados públicos, ayudas al desempleo, ayudas especiales, y bajo esa capa protectora habrá que buscar fórmulas para financiar este inmenso gasto público. 

Hay una tendencia a identificar este nuevo sistema capitalista con tintes socialistas, con el sistema económico chino. Un Estado dirigista, una economía dual con una gran importancia de las empresas públicas y un sistema autoritario que provee y prevé por nosotros.  China ha sufrido también los embates de la crisis en términos de disminución del PIB y de aumento del desempleo, y habrá que ver cómo reacciona la economía china a asta situación. De momento habrá que esperar a las decisiones del Congreso Nacional del Partido Comunista Chino que se reúne esta semana, pero hay algún dato interesante que da pistas sobre la posible reacción china. En un primer momento, a diferencia de las economías occidentales, se ha limitado a poner en marcha medidas fiscales para estimular la demanda, bajando impuestos y facilitando el pago de deudas. Ahora se discute ente el ministerio de finanzas, partidario de regar la economía con dinero y subsidios, y el Banco Central de China, que pide prudencia y evitar la expansión monetaria, como hacen los Bancos Centrales occidentales, con objeto de mantener la estabilidad económica. Pero hay una noticia que de ser cierta podría marcar el paso de las nuevas paradojas. Se habla de una gran política de liberalización de la propiedad de la tierra. Ésta es la gran baza de China, abrir más la economía para reducir la brecha entre el campo y la ciudad y ofrecer un nuevo estimulo a la economía, que podría seguir desarrollando los programas de ciencia y tecnología, mientras el mundo rural despierta.

Así que probablemente ahora tampoco nos terminaremos pareciendo a China, que en medio de la tormenta podría escoger un camino de reformas y apertura económica para poder exclamar, “Pero nosotros seremos liberales”.

sábado, 16 de mayo de 2020

Hechos y ciencia


Cantón, 17 de mayo de 2020.

Decíamos ayer que hay una propensión a confiar en los hechos frente a bulos o medias verdades. Pero los hechos no siempre se toman de la misma manera, ni los mismo hechos son relevantes para distintas personas. Pareciera lógico que en una Crisis que ha producido más de 300.000 muertos y 4,5 millones de contagios, dando por buenas las volátiles cifras de la pandemia, hubiera un interés por conocer los hechos, por investigar los orígenes y por averiguar las vías de expansión de esta enfermedad que hoy, en el mundo del progreso y de la ciencia ya no podemos achacar a la cólera divina.

El lunes se reúne virtualmente la asamblea anual de la Organización Mundial de la Salud, el órgano de Naciones Unidas que vela por los intereses de la salud mundial, por las buenas prácticas médicas, por el intercambio de la información y por la protección de los sistemas de salud más débiles. Este organismo ha tenido un papel relevante en el desarrollo de esta crisis sanitaria y ha sido objeto de alabanzas y de críticas a partes iguales, como casi siempre, condicionadas por la creencia de quienes las emiten, según su mayor o menor compromiso con el multilateralismo. Tras unos comienzos titubeantes, tras una tardanza en emitir la alerta sanitaria y posteriormente en declarar la pandemia, la OMS ha trabajado sin descanso tratando de paliar los efectos de la epidemia, de recoger datos dispersos y de predecir el rumbo del virus, alabando siempre la buena respuesta sanitaria dada por China, y tratando de no molestar con preguntas incómodas al país donde se originó el virus, provocando con esta actitud los ataques y las críticas de la Adinistración Trump en Estados Unidos.

Ahora, muchos países quieren datos, y desde Estados Unidos a Francia, Japón, Reino Unido, Alemania, Australia y muchos otros, están reclamando a la OMS que se apruebe una comisión independiente de investigación del origen y evolución del virus para tener información fidedigna sobre la que trabajar en una investigación que permita cortar los avances de la enfermedad.

Y aquí los datos se hacen más dudosos, menos objetivos. China dice que no puede permitir que se le investigue de modo “independiente” con un juicio previo de culpabilidad, tal y como percibe la propuesta norteamericana. Estados Unidos, en búsqueda de un culpable que alivie las acusaciones de una mala reacción a la crisis y de negligencia en los preparativos para afrontarla, solo quiere que se determine el origen foráneo de la misma y la falta de alertas suficientes por parte de la OMS. 

Los europeos, más educados quieren conocer la verdad, pero con una buena parte de gobiernos también acusados de lentitud en la reacción, cada uno quiere que la independencia de la comisión ratifique sus propios errores. Hay más interés en conocer el origen del virus y la respuesta china, que la reacción europea a la crisis, tardía y descoordinada, por lo que la comisión no debería investigar de modo independiente las reacciones de nuestros gobiernos.

La batalla de los hechos va a ser cruel y poco científica. Ante las airadas peticiones de una investigación sobre el origen chino, este país ya ha amenazado con restringir las importaciones de vino y de carne desde Australia. Estados Unidos ha suspendido su aportación a la OMS; varios países han amenazado con presentar cargos contra China en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, y entre tanto, el mundo esperará una respuesta a hechos difícilmente rebatibles, como la enfermedad, la muerte o la ruina, causada por un virus, que de no acordarse la constitución de esa comisión independiente, mejor será volver a los viejos tiempos y adjudicárselo al castigo de un Dios vengativo sobre una humanidad que lo había ido olvidando.

viernes, 15 de mayo de 2020

Incertidumbre


Cantón, 16 de mayo de 2020.

El mercado de trabajo chino presenta incertidumbre después de cuatro décadas de crecimiento y de incorporación de varias generaciones de jóvenes a puestos de trabajo en las ciudades. Ahora la Crisis desatada por el covid19 llega a esta nueva generación que no ha conocido el desempleo y que vivía en la seguridad de la idea del progreso, de un país y unas condiciones de vida que mejoraban año a año en un crecimiento marcado por los objetivos de los sucesivos planes quinquenales.

Durante el primer trimestre del año, la economía china cayó un 6,5%, y si esto es doloroso entre los empleados de fábricas, los trabajadores emigrantes que vienen del campo a la ciudad; lo es también para los jóvenes que componen la fuerza de trabajo de las compañías tecnológicas que han venido empleando a buena parte de los universitarios chinos en los últimos años. El desempleo en este sector ha aumentado en un 6% en este trimestre, y una buena parte de estas empresas han dejado de contratar a nuevos técnicos y becarios. Además, habrá que hacer hueco para los más de 8,5 millones de universitarios que terminan este año sus estudios y que verán sus oportunidades limitadas en un mundo que a la crisis sanitaria y económica, añadirá una guerra comercial y una tentación nacionalista difícilmente resistible.

Tal vez el error haya consistido en pensar que vivíamos en un mundo de certezas y que El Progreso era ilimitado en este entorno protegido de las adversidades de la fortuna. La incertidumbre se nos hace ahora presente, pero ha estado siempre aquí y aun en los tiempos de bonanza la mayoría de nuestras decisiones las hemos tomado en ese escenario de falta de certezas, confiados en la suerte y en la tendencia amable de la economía y del empleo.

Una de las cosas que más nos va a costar aceptar es que incluso con la ayuda de la ciencia la incertidumbre seguirá con nosotros, porque el mundo es complejo y la interacción de una multitud de actores en nuestra vivencia diaria, hace que cada una de esas actividades modifique continuamente el escenario en el que nos movemos y en el que vivimos. 

Hay una compulsiva apelación a los “datos” y a la “ciencia” en el entorno de los medios de comunicación “progresistas” o como les llaman en Estados Unidos”liberales”, para tratar de defenderse de las medias verdades de gobiernos o definitivamente de muchas mentiras y noticias falsas que circulan en tiempo de la pandemia, pero no nos engañemos, si se escucha atentamente a lo que dicen estos medios que se basan en hechos y en ciencia, no dejan de tener un sesgo claramente reconocible, para poder navegar en la incertidumbre. 

Aplican su código de pensamiento y sus prejuicios sin rubor, basados eso sí en la ciencia y en los datos, y nos devuelven una imagen de un mundo mucho más cierto y más previsible, siempre y cuando se sigan las pautas que han establecido previamente. Se puede adivinar sin gran esfuerzo cuál será su posición ante cualquier cuestión candente sin necesidad de leer su posición. Vienen ya parapetados tras la ideología para poder dar respuestas coherentes en un mundo inconsistente.

La verdad es que no cambiamos. Decía Daniel Kahneman que en cuestiones fundamentales para nuestra forma de ser, como la religión, la política, la forma de pensar, a fin de cuentas no cambiamos a lo largo de los años, ni con los debates ni con las discusiones. Todo lo más somos capaces de armar un relato autobiográfico que nos permita persistir en unes tras creencias, como ya intuía Ortega y Gasset,  
Y por ello, nos quedamos encerrados en nuestro mundo, donde las decisiones se toman siempre con unos sesgos cognitivos que difícilmente nos harán acertar por mucho que queramos revestirlas de científicas o de decisiones basadas en datos. El filtro es demasiado espeso para dejar pasar la luz.

Y así nos enfrentaremos en China o en cualquier parte del mundo a cúmulo mayor de incertidumbres sin el auxilio de un buen proceso de toma de decisiones.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Amor cósmico

What Is on Voyager's Golden Record? | Science | Smithsonian Magazine

Cantón, 14 de mayo de 2020.

Entre las muchas frases hechas  que escuchamos recientemente y que tienen la virtud de darnos satisfacción con pocas palabras y evitarnos la incómoda tarea de pensar, se encuentra la utilizada por Leonardo di Caprio, en su faceta de activista, y Greta Thunberg, en su activista faceta, cuando dicen y repiten los demás, "Solo tenemos este planeta", no hay otra opción más que la vida en este pequeño lugar de una de las galaxias más apartadas en un barrio poco recomendable de la vía láctea, donde continuar nuestra vida amenazada ahora ya no solo por el cambio climático (ahora llamado emergencia climática), sino también por esa aviesa enfermedad que se muestra indescifrable.

Pero no todos piensan igual. Carl Sagan siempre pensó que podría haber alternativa en otros lugares del universo, y entre bromas y veras, se lanzó a reflexionar sobre las distintas alternativas a este planeta y sobre la posibilidad de vida inteligente, seguramente más inteligente fuera de los límites de nuestro planeta tierra.

En un intento de contactar con alguna de estas civilizaciones desconocidas, Sagan convenció a la NASA de la utilidad de enviar un disco grabado con muestras de lo que era nuestra civilización en el año 1977, que es cuando la nave Voyager partió para el espacio. Este disco, el denominado golden disc, contiene en su carátula unas inscripciones gráficas con instrucciones para que quienes alguna vez lo encuentren puedan reproducirlo como si fuera un disco de vinilo, y tiene en su contenido 92 canciones que van desde un antiguo cántico chino de más de 2.500 años, a conciertos de Bach, una ranchera mexicana, o un blues de Louis Armstrong.

Además contiene unos saludos en 55 idiomas, con una alocución especial del entonces presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, y del Secretario General de Nacions Unidas, Kurt Waldheim , que hoy está arrrumbado en el olvido y sometido a una damnatio memoriae por su pasado en la Segunda Guerra mundial.

Pero lo más importante del disco es lo que reveló hace unos años la viuda de Carl Sagan, Anne Druyan, una investigadora que trabajaba con Sagan en la preparación del disco, y que unos días antes de su edición dejó un breve mensaje en el contestador del teléfono de Sagan, diciendo, "Te ha llamado Ana". Ese simple mensaje, que podría ser casual o sin compromiso, despertó las hormonas de Carl Sagan, quien intuyó por el tono que no era una llamada profesional más, sino que entraba en el terreno más personal, y al responder a la llamada surgió ese estado de elevación de los sentidos que provoca el amor, y decidieron pasar de la relación profesional a la más personal de todas.

Este chispazo les permitió incluir una nota más en el contenido del disco, un sonido imperceptible del funcionamiento cerebral de Anne, en ese estado de enamoramiento en el que el hipotálamo segrega dopamina y noradrenalina y nos hace volar ante el recuerdo de la persona amada. Éste es el mensaje de amor más duradero y más largo de la historia. Carl Sagan murió en 1996, pero el sentimiento amoroso de Anne sigue su viaje interestelar junto con la nave Voyager 1, que está superando todas las pruebas de longevidad previstas, y que hoy se encuentra ya fuera del sistema solar, a más de 22.000 millones de kilómetros de nuestro sol, y con posibilidades de seguir viajando hasta 2025.
Allá vuelan los sentimientos amorosos de un verano de 1977, cuando se celebraba el bicentenario del nacimiento de los Estados Unidos, y se inauguraba la saga de la guerra de las Galaxias.

lunes, 11 de mayo de 2020

Esos franceses


Cantón, 12 de mayo de 2020.

Esta vez son los franceses quienes me alegran el día y me permiten olvidar la vida con máscaras, la toma de temperatura, la fragilidad de los avances y la ceguera de tantos conductores de pueblos.
En medio de la asfixiante información sobre el virus, entre exageraciones, mentiras, ficciones y relatos vacíos e hipócritas, aparece de nuevo la figura del expresidente de la República Francesa, Valero Giscard d´Estaing a sus 94 años, acusado de acoso sexual a una periodista alemana que le fue a entrevistar a París, hace.... dos años.

El ex presidente siempre ha sido un hombre elegante y coqueto, más bien estirado para los gustos españoles en la época de su presidencia, a la que llegó de manera casi inesperada en medio de la trifulca entre gaullistas (populistas de derechas ) y socialistas, (populistas de izquierda) en la romántica Francia de los años 70. Su aspecto elegante y altivo; su formación impecable dentro del sistema francés de la postguerra, con estudios en la Escuela Politécnica, formación en la Escuela Nacional de Administración Pública, inspector de finanzas del Estado, le capacitaron tanto para la literatura como para la política, y decidió seguir esta última pasión, que le llevó a la Presidencia.

En un tiempo en que se cuestiona la capacidad y la formación de los líderes políticos, en el que el conocimiento y la experiencia parecen considerarse elitistas, y en el que se elige más por sentimiento y por visceralidad que por la formación de los candidatos, no estaría de más echar un vistazo al tradicional sistema francés de selección de sus dirigentes, entre los más notables funcionarios públicos.

Pero volviendo a la actualidad, no deja de extrañar que a sus 92 años, Giscard siga haciendo de las suyas, o al menos le acusen de intentarlo. Al parecer, durante la entrevista se aproximó en demasía a la entrevistadora, y según relatan algunos de los presentes, al final de la entrevista, cuando estaban posando para una fotografía, el ex presidente le tocó repetidas veces el trasero, a pesar de las protestas de la periodista. La respuesta oficial de la oficina de Giscard, es que no podía recordar semejante incidente, lo que ha llevado a los metódicos alemanes a poner una demanda por acoso sexual ante los tribunales.

En otros tiempos más indulgentes, hubiéramos dicho, bah, cosas de franceses. No ha habido político francés que se precie que no haya tenido sus escándalos y sus aventuras galantes, que desde Mitterrand a Dominique SK, pasando por Sarkozy o por Hollande, parece haber sido el hilo conductor de una forma de representar la normalidad burguesa en lo alto de las instituciones políticas.

En el caso de Giscard, a los devaneos y aventuras habituales, que incluyen un accidente de madrugada con un coche deportivo junto a una actriz durante los días de su presidencia, hay que añadir el ficticio, o no, romance con Diana de Gales en esos finales de los años 70, que le propio Giscard ha relatado en su novela de título más bien prosaico, “La princesa y el presidente”. Publicada a sus 83 años, esta novela de ficción erótica y política, narra el idilio entre un veterano político francés y la joven princesa británica, entre salones, conciertos, recepciones y trenes privados, donde pueden dar rienda suelta a su amor.

Con coquetería masculina, Giscard defendió siempre el carácter ficticio de la novela, pero con sus antecedentes, y su bien ganada fama, nada nos impide pensar que lo que pudo ser un desahogo lírico, no fuera más que una confesión de parte a toro pasado. Al menos se debió divertir al escribirla y al imaginarla o rememorarala, tal y como se rememoran hoy esas imágenes que nos parecen tan lejanas de esa elegante arrogancia europea en los comienzos de la década de los 80, cuando el mundo parecía bien hecho, ordenado, placentero e interminable.

domingo, 10 de mayo de 2020

Gol de Nayim



Cantón, 11 de mayo de 2020.

Se cumplen veinticinco años desde el gol de Nayim que dio la victoria al Real Zaragoza en el Parque de los Príncipes de París ante el Arsenal. Un gol que valió un triunfo y la recopa de Europa, por primera vez para el equipo de Zaragoza.

Este acontecimiento que para quienes no sigan el fútbol podría parecer banal, fue en realidad una demostración de cómo los sentimientos se apoderan de una ciudad o de una región por algo tan trivial como marcar un gol o ganar un partido que vale una copa. Son esas cosas extrañas de nuestro cuerpo, que comienzan con sutiles cambios fisiológicos, con un cosquilleo, una dilatación de las pupilas, llegando a una ligera erección cutánea, que en lenguaje cotidiano significa que se te pone la carne de gallina. Esos pequeños cambios pueden llegar a provocar lágrimas, gritos de euforia y sonrisas bobas durante varios días, en grandes grupos humanos no organizados previamente.

Eso es lo que sintieron tantas personas en el lejano año 1995, cuando el gol de Nayim sacó a la ciudad de Zaragoza del sopor y de la irrelevancia, y es lo que se siente cuando las glorias locales, en una región no acostumbrada al foco público, rememoran aquel día en el que incluso los que no habían nacido guardan en el recuerdo.

Cuentan la anécdota de que el escritor aragonés Javier Tomeo tenía una pesadilla recurrente. Estaba viendo este partido entre el Arsenal y el Zaragoza, y el entrenador del equipo zaragozano, en vista de que faltaba apenas un minuto y la final se debería decidir en los penaltis, decide cambiar a un jugador para dar entrada a otro más experto en el lanzamiento de penaltis. Y Tomeo, en su sueño ve que el ´ número del jugador que debe salir del campo es el de Nayim, quien debería marcar su gol en los últimos segundos del partido, Allí se despertaba Tomeo de su siesta gritando como un loco, No, a Nayim No, no, que es el que va a marcar el gol....
Todo quedó en un sueño, como el de los que disfrutaron de ese momento que todavía se vive en la ciudad cuando llega el aniversario.

Y lejos de aquellos tiempos y de esos sueños, aquí sigue la vida con pequeños avances. Ayer al entrar en el parque de Zhujiang, los guardias prohibieron la entrada a dos ciudadanos que iban delante de mi por exhibir el denominado Bikini de Pekín, es decir, llevar una camiseta remangada por encima de la tripa, enseñando el ombligo y una barriga blanca y libre de pelos. Esta es una moda popular en toda china, por la que los hombres, cuando llega la calor, que en el sur es muy pronto, buscan alivio de las altas temperaturas subiéndose la camiseta y caminando por parques y aceras orgullosos de su pancita e indiferentes a las miradas reprobatorias. Pues bien, como consecuencia del virus y de las medidas para mejorar la higiene y las buenas costumbres, esta simpática tradición ha sido prohibida en China, y a partir de ahora no solo hay que ser limpio e higiénico, sino que hay que parecerlo.

viernes, 8 de mayo de 2020

Cuando la ciencia falla


Cantón, 9 de mayo de 2020.

Echando una ojeada a la hemeroteca desde el comienzo de este ominoso 2020, podemos decir sin lugar a dudas que algo ha fallado en nuestra ciega fe en el  progreso científico. Las explicaciones y la suficiencia con la que los expertos han ido dando cuenta del avance de la enfermedad, dan vergüenza o al menos pudor en una mayoría de los casos. Hoy, cuando tantos epidemiólogos salen a la palestra, estimo que ésta puede considerarse como una de las artes más cercanas a la nigromancia o a la astrología que al concepto filosófico de ciencia. Posiblemente estos fallos no sean tanto por causa de la falta de preparación o de conocimiento, sino de la arrogancia de no querer reconocer las limitaciones del conocimiento científico ante un evento totalmente desconocido.

Hoy aparece en la revista Aeón, un artículo sobre el filósofo de la ciencia, Imre Lakatos, un húngaro, fallecido a comienzos de los años 70, que trató de mejorar las teoría de la falsación de Karl Popper, que dominó la discusión sobre la veracidad del conocimiento científico, aduciendo que toda teoría científica debería someterse a un proceso de refutación, hasta lograr ser considerada plenamente científica, en lo que denominó el Programa de Investigación Científica. Este principio comenzó a discutirse en los años 60, al comprobarse que los científicos no podían estar sometiendo sus investigaciones al principio de falsación cada cinco minutos.

El otro gran filósofo de la ciencia del siglo pasado, fue el americano Thomas Kuhn, quien propuso la idea de las revoluciones científicas cada vez que cambia el “paradigma científico”. 
Entre estos dos autores y estas teorías, al parecer, Lakatos logró exponer una síntesis más adecuada a la validación del conocimiento científico que es utilizada hasta nuestros días. En cualquier caso, la ciencia en sí no tiene por qué ser verdadera, hasta que no cumple con una serie de parámetros y de observaciones que nos permitan avanzar con paso firme sobre la incierta realidad dela naturaleza.

Pero lo llamativo de Lakatos no es solamente su teoría, expuesta desde la tribuna de la London School of Economics, donde fue acogido por Popper, sino su especial biografía de judío errante y de comunista militante. Lakatos nació en Hungría a comienzos del siglo XX y sufrió la persecución de los Nazis, pasando a militar en una célula comunista radical opuesta a los invasores. De esta época nace una de las pesadillas que le acompañará para siempre, pues llevó al suicidio a una joven partisana que se unió al grupo de Lakatos, y a quien por temor a que en caso de ser detenida mostrara su debilidad y delatara a sus compañeros, Lakatos decidió que la mejor manera de eliminar la incertidumbre sería eliminar a la causa y por lo tanto la indujo al suicido, que la pobre joven cometió contra su voluntad. Después de esto, y tras la guerra, Lakatos, entre investigación e investigación se convirtió en uno de los miembros más obstinados del régimen comunista húngaro, delatando traidores e imponiendo el dogma marxista con la convicción y la saña del militante. Tanto fue su celo, que los propios comunistas tuvieron que encarcelarlo, y en ese encierro leyó a Popper y su crítica del marxismo, que le llevó a la conversión ideológica y a huir al Reino Unido, donde fue un respetado filósofo de la ciencia, y un apátrida durante el resto de su vida , ya que el servicio secreto de Su Majestad nunca se tragó el todo la versión de Lakatos de su conversión, y le negó en dos ocasiones la solicitud de nacionalidad británica. 

Así murió Lakatos apátrida y en el momento más fecundo de su pensamiento. Me gustaría saber cómo calificaría hoy los desatinos científicos sobre este virus que nos come las conciencias, y cómo juzgaría a tantos científicos de laboratorio y de tribuna, al someterlos a las pruebas de las falsación y del paradigma científico.

jueves, 7 de mayo de 2020

Fragilidad


Cantón, 7 de mayo de 2020.

A partir de hoy, jueves 7 de mayo, todas las regiones de China se consideran como de bajo riesgo ante la epidemia del COVID19. Oficialmente quedan 295 casos activos en todo el país y la reunión anual del congreso del partido comunista de China tendrá lugar finalmente el próximo 22 de mayo, marcando así una vuelta a la normalidad en un tiempo nada normal.

Entre tanto, el pasado fin de semana, que fue uno de esos largos puentes del calendario chino, se realizaron más de 180 millones de desplazamientos en el interior del país, y algunas de las atracciones turísticas volvieron a conocer colas y aglomeraciones a las que son tan aficionados en estos lugares. A lo largo del mes está previsto que las escuelas vayan abriendo poco a poco y por grados para que a comienzos de junio, tras la reunión del Congreso del PCC, se puedan poner en marcha las nuevas medidas que determinen el curso de la economía China para lo que queda de año.
Con estos cálculos, podemos decir que cuatro meses después de decretarse el cierre de la provincia de Hubei, y con un país en cuarentena parcial y con las fronteras cerradas, podremos asistir al despertar de la nueva era con todos los condicionamientos y dificultades imaginables, pues la tormenta, si bien ha amainado, sigue activa, y el desconocimiento y la incertidumbre son mayores que cualquier deseo de olvidar estos meses de pesadilla.

A la vez se anuncia una paulatina disminución de las medidas restrictivas en las fronteras, y un incremento de las actividades económicas, tanto en la industria como en los servicios para amortiguar la caída del 6,5% del PIB de este primer trimestre, y para frenar un desempleo desconocido en el país y que pudiera desencadenar una oleada de malestar después de cuarenta años de crecimiento y de mejora de la calidad de vida. Sin embargo, la situación sigue siendo de fragilidad, hay miedo a nuevos contagios; los casos que se detectan son trazados y seguidos con minuciosidad y el temor al extranjero se percibe en cualquier área de la vida cotidiana.

La ventaja de un sistema como el chino es que incluso en los errores, es capaz de actuar de una manera compacta y sin estridencias, y tras las muchas equivocaciones de estos meses, han sido capaces de leer una situación mundial que es insatisfactoria para todos y de la que hay que salir con el menor daño posible. Así, tras unos primeros pasos generosos a través de la diplomacia de las mascarillas, ha venido la suspicacia de la comunidad internacional, el descontrol en las compras de material médico, los errores en el trato a la comunidad africana en el sur de China, y otros patinazos, que en un mundo herido y temeroso han despertado más temor que reconocimiento.

Ahora toca la fase de la apertura, de la recuperación económica y de la estimulación del mercado interno, que ya ha alcanzado los 900 millones de internautas. Es aquí donde se jugará la recuperación en lo que va de año, y posiblemente no se haga sin un retroceso en los avances de salud obtenidos, pero una vez puesta en marcha la maquinaria, los casos de infección que puedan resurgir, serán más soportables que el crecimiento del desempleo o la caída del bienestar de la población, por lo que en esa tesitura, tras cuatro meses de contención, la siguiente fase será la de la vuelta al trabajo y la vuelta al cole, cueste lo que cueste.

Aquí, en Cantón, ya se han puesto manos a la obra y un buen número de fábricas textiles se han reconvertido en fábricas de mascarillas o de trajes de protección médica, y con esa agilidad propia de los empresarios chinos, la mayor fábrica de condones de Cantón ha pasado a ser la mayor fábrica de producción de mascarillas, con el consiguiente peligro de confusión de la personalidad, y de un nuevo boom de nacimientos por carencia de productos anticonceptivos.


miércoles, 6 de mayo de 2020

Esos ingleses


Cantón, 6 de mayo de 2020.

La ética de Kant proporciona una de las normas morales más completas y a la vez fáciles de entender por el común de los mortales. “ Obra solo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal.”, es decir, que tu actuación sea la misma que tú desearías que tuviera el resto de la humanidad, en cuestiones humanas, que al fin y al cabo te atañen. Este “imperativo categórico” se basa en la buena voluntad, en que tu comportamiento no sea una excepción a tu favor, sino que sea tan virtuoso que pudiera ser una norma universal. 

Hoy vemos que los ingleses son más partidarios del empirismo de Hume, es decir de probar y ver, o tal vez del utilitario o de Bentham, que proclama la suma de las felicidades individuales como medida de la felicidad universal. Así al menos parece haberse comportado Neil Ferguson, el asesor científico principal del Gobierno británico en tiempos del COVID, que es un científico del imperial College  de Londres, y que entre sus innumerables méritos se cuenta el haber convencido al primer ministro, Boris Johnson de que era preciso cambiar su idea inicial de no hacer nada frente al virus y esperar la “inmunidad del rebaño”, justo a tiempo para evitar una mortandad que ni el flemático Parlamento británico hubiera podido soportar.

Ferguson es la persona que ha dado la cara en la respuesta al virus en los medios británicos desde finales de marzo, es una persona a quien sus colaboradores consideran brillante, incansable y adicto al trabajo, que en desarrollo de su labor profesional contrajo el virus en sus frecuentes reuniones en Westminster y en el 10 de Downing Street, y que se recuperó adquiriendo según sus propias palabras, la inmunidad necesaria para no causar infecciones a los otros.

Hoy, Ferguson ha dimitido, como es costumbre en Inglaterra cuando te pillan en un renuncio. El científico  preferido de los británicos ha afrontado su error de juicio, como se expresa en inglés, al haber recibido durante el periodo de confinamiento, en dos ocasiones a su amante, una madre más joven que Neil, y que debía atravesar toda la ciudad de Londres, dejando en el hogar a su esposo e hijos para reunirse con su atareado amante.
La respuesta de Ferguson ha sido la convencional; ha reconocido su error, ha admitido su culpa al actuar de un modo que no podría considerarse como universalmente aplicable, mientras él pedía a los británicos que se quedaran en casa, y ha afrontado la vergüenza de haber ensuciado un curriculum intachable por uno de esos calentones a los que los ingleses, tan fríos ellos, son bastante propensos en la intimidad.

Por su parte, la amante, cuyas fotografías y detalles de identidad y estado han sido ampliamente difundidos por la prensa inglesa, ha reaccionado de modo más desafiante, al decir que no había nada de extraño en sus viajes por un Londres vacío, ya que según ella, tenía dos hogares. Por lo que publican los tabloides ingleses, su ocupación es “activista”, profesión que al parecer da tanto para defender cualquier actuación por peregrina que sea, como para llevar el activismo por las calles en tiempos de encierro. No sabemos si la vuelta a casa será tan desafiante como su respuesta al escándalo, pero me temo que en el hogar de origen de sus correrías no habrá en los próximos días mucha paz conyugal.

Casualmente estos días leía en la prensa noticias sobre el caso Profumo, ese ministro de Defensa, que en los años 60 tomó como amante a una joven apellidada Keeler, quien a su vez era amante del agregado militar soviético en Londres. El escándalo se llevó por delante al ministro, que pasó el resto de su vida con su mujer legítima, tratando de hacer buena letra y colaborando con las buenas causas de la época para tratar de restablecer la honra a su apellido, algo que nunca consiguió, en tanto que la señorita Keeler, pasó una temporada en Benidorm, y terminó de tumbo en tumbo, hasta su muerte en 2017 en la soledad y el abandono.

lunes, 4 de mayo de 2020

El pasado vuelve


Cantón, 5 de mayo de 2020.

Entre búsquedas de razones y de culpas; entre promesas voluntariosas y vanas de fondos salvíficos para desarrollar la cura a la enfermedad; entre disputas agrias de Este y Oeste, en tanto en el oeste del este tratamos de conciliar unas relaciones internacionales cada vez más alejadas y divergentes; ante la incapacidad de imaginar el futuro con una mirada mínimamente plausible, retorno al pasado, dulce refugio de la memoria.

Una tarde de hace casi cuarenta años, recuerdo haber visto en la televisión una corrida de toros que me emocionó. Casi al día siguiente se empezó a denominar la “corrida del siglo”. Era una tarde soleada en Madrid, con una ligera brisa que en palabras de Matías Prats senior, no entorpecía el vuelo del capote; se anunciaban toros de Victorino Martín, ese ganadero de la sierra de Madrid con cuerpo y cara de postguerra embutido en un traje de rebajas. Los toreros no eran lo mejor del escalafón, dominado ya por “Espartaco” y los toros, a quienes algunos toreros llamaban alimañas, tenían toda la bravura y el espíritu bronco del encaste  de Albaserrada.

Era un mes de junio de 1982, estaba terminando los exámenes finales de mis estudios universitarios, y posiblemente ese día tocaría descanso y decidí ver en la soledad de la tarde esa corrida de toros para despejar la mente y pasar el tiempo en un año en el que al finalizar los estudios debería pensar como Lenin, “Qué hacer”.

Hoy, tantos años después rememoro esa tarde mágica de toros en una mala grabación de YouTube, a miles de kilómetros de distancia y a muchos días de recuerdos, en la paz de otra tarde Cantonesa. Fue un milagro del toreo, que todas las suertes, todos los toros, todos los toreros se conjuntaran para cumplir cada uno su cometido, desde el paseíllo, los primeros lances de capa, los picadores como “El rubio de Quismondo” o el “Pimpi”; los peones liderados por el “millonario”, el “formidable”, el “mollejas”; el tercio de banderillas en los que los matadores Esplá y Palomar se alternaron para deslizar sus zapatillas de ballet por el albero. La recia compostura de Paco Ruiz Miguel, un torero hierático y vertical que se especializó en matar “victorinos” a lo largo de unas temporadas sudorosas y sufridas; el toreo de capa de Palomar, su seriedad soriana, sus afarolados, su sabiduría para lidiar al difícil tercero con la mano diestra, su afán y su fe con la espada de acero que solía llevar durante toda la lidia, y al fin el segundo toro de Esplá, (no hay quinto malo), un compendio de torería, con la capa, en los quites al caballo, un tercio de banderillas en solitario en los que recorrió la plaza en torno al toro pasando por los callejones del aire más impensados para llegar al encuentro con el toro de Victorino. La muleta excelsa con las dos manos, los tiempos justos y para terminar con la espada, la ejecución de la suerte de matar al encuentro, llamando al toro, que se arranca y encuentra al torero que mete la estocada en el hoyo de las agujas, dejando una herida de muerte rápida y un fogonazo de luz en la tarde madrileña.

Los toros ovacionados y dando la vuelta la ruedo, los toreros, el ganadero y el mayoral acompañados por el público en éxtasis, y la salida de todos ellos a hombros por la puerta grande de las Ventas, camino de no se sabe dónde, con los aficionados gritando y tocando la encarnación de una tarde de milagros. 
Todo esto sucedió el 1 de junio de 1982 y todo esto vi ayer en la lejanía del espacio y del tiempo.
En ese momento todavía no había asistido a una corrida en las Ventas, y apenas conocía Madrid. En los meses siguientes tuve que ir a Madrid para cumplir tardíamente y con desgana con mis obligaciones militares, y asistí a muchas corridas desde la andanada del 9, y posteriormente, con la mejora de mi estatus y de mi economía fui bajando a los tendidos e incluso a los palcos más exclusivos, pero ya nunca vi una corrida que se asemejara a ésta. Ya no hubo más corridas del siglo, que solo hoy podemos disfrutar desde la comodidad de ese repositorio de memorias que se ha convertido internet.


sábado, 2 de mayo de 2020

Progreso


Cantón, 3 de mayo de 2020.
La idea de progreso ha sido una constante de la filosofía occidental en un camino de la humanidad que se considera de perfección. Así desde Platón y Aristóteles hasta Bacon, El Progreso ha estado presente en nuestra concepción del mundo y en los avances de la humanidad hacia unas mejores condiciones de vida.

Esta idea da un salto cualitativo en la época que se denomina el antropoceno, desde principios del siglo XVIII cuando el hombre consigue domesticar as fuentes de energía fósil para impulsar las nuevas máquinas de vapor, y así durante más de tres siglos hemos visto cómo el hombre ha ido dominando la naturaleza y ha ido consolidando formas de vida más fáciles y placenteras, haciéndonos  de una manera indudable los reyes de la Tierra. Aun más allá en el cercano espacio exterior.

Pero este dominio no viene sin sobresaltos o parones. De las tres amenazas que pronosticaba el banco Mundial para El Progreso del mundo el año pasado, “Una Crisis financiera, la crisis climática, y una pandemia”, ha sido esta última la menos estudiada y la que nos ha tomado por sorpresa a pesar de tantos organismos y centros de investigación que inundan las redes de profecías y previsiones, he aquí que el más diminuto de los seres vivos, (si puede llamarse viva a esta molécula parasitaria), es quien nos ha golpeado con consecuencias todavía desconocidas.

Spinoza, ese filósofo adscrito al panteísmo, como una forma piadosa de evitarse la etiqueta de ateo, identificaba a Dios con la Naturaleza, en la que todos sus elementos formaban una sola sustancia, y por tanto, todo lo que estos elementos innumerables que conforman la naturaleza, entre los que se encuentra el ser humano, no son sino unos accidentes de la sustancia de esa naturaleza en la que vivimos y de la que formamos parte. Y decía Spinoza que Dios, o la naturaleza no tenían por qué elegir una especie determinada para sobrevivir o para mejorar sus condiciones de vida. Ha dado la casualidad, o hemos progresado lenta e inconscientemente hacia una naturaleza dominada por el hombre, pero ello no tiene por qué ser inevitable, puede darse que este virus, o cualquier otro, en algún momento sea capaz de persistir en su ser de un modo más duradero y perfecto que el propio ser humano. Ante esto solo queda luchar por mantener el ser y mejorar nuestra posición en esta naturaleza que nos rodea y de la que formamos parte. Desarrollar las potencialidades que el hombre ha acumulado a lo largo de los siglos, hacer caso a la razón, frente a los sentimientos.

El Progreso será el resultado de las capacidades intelectuales y de razonamiento de la humanidad, en tiempos de zozobra, esta racionalidad escasea o queda oculta tras sentimientos de culpa o de desesperación. El hombre solo en la naturaleza, deberá torcer el rumbo y ser capaz de mantener la idea de progreso que permita dar duración a este antropoceno en el que vivimos.

Medicina Tradicional China


Cantón, 2 de mayo de 2020.

En estos días de trabajo extraño, en los que no se puede expedir visados por la imposibilidad de viajar al extranjero, y en los que las relaciones culturales son redundantes en un mundo salpicado por el coronavirus, solo queda el recurso a la ayuda esporádica a alguna operación de importación de materiales médicos o a la gestión de las donaciones que recibimos para aliviar las carencias de nuestro país y para mantener abiertos los laso afectivos entre comunidades tan distantes y tan suspicaces en cuanto a la atribución de las culpas.

Entre los variopintos donantes que se han acercado durante estas semanas a saludarme y a presentar sus respetos en tiempos de malaria, está la asociación cantonesa de medicina china tradicional, que ha hecho una donación de 100.000 mascarillas con destino a España, pero que al recibirlos en mi despacho pude apreciar que había algo más en su generosa visita. Se trata de una asociación que reúne a decenas de miles de médicos y practicantes de la medicina tradicional china en esta provincia, y que vela por las buenas prácticas de la misma, así como por su mejor comprensión en el resto del mundo. 

Por lo poco que pude comprender, esta medicina ancestral, con más de 3.000 años de experiencia, se basa en lo que los chinos denominan el qi, o la energía vital, que sería algo así como el “conatus” spinoziano que delimita la frontera entre la vida y la muerte. Esta energía vital se encuentra en nosotros y se detecta por la observación externa, por una serie de parámetros que el médico puede apreciar en un somero reconocimiento, y por el historial personal de cada uno. La clave para combatir la enfermedad no es tanto matarla, como conseguir que la expulsemos, y que podamos convivir en armonía en nuestro cuerpo. Para ello utilizan profusamente la idea de la complementariedad o de la armonía de los opuestos, a través del Ying y del Yang, así como de los cinco elementos y otras muchas tradiciones entre la filosofía y la superstición. 

Como métodos curativos utilizan la dieta, los masajes, la acupuntura, la meditación, las succiones mediante vasos calientes, la cura de humo, etc. aplicados con un rigor y una fe que no me extraña que en algunos casos tengan efectos positivos. 
También recurren a los brebajes, a los polvos de determinados cartílagos o huesos de animales, y a otros mejunjes poco recomendables.

Durante la visita de los académicos de la medicina china tradicional, estos me revelaron con total seguridad y sin pestañear que en Wuhan habían estado tratando a pacientes con medicina tradicional y con medicina occidental, y que los resultados habían sido claramente mejores en los pacientes que habían seguido los consejos de la medicina tradicional que la de los occidentales. En consecuencia se ofrecieron a enviarme además de las prosaicas mascarillas, unas cajas de medicina tradicional para ser probada en España. Se trata de un jarabe hecho con corteza de mandarina, y de unos polvos que todo lo que atinaron a decirme sobre ellos es que parecían mucho al nescafé. Con estos argumentos y sin más prueba científica, acepté agradecido el ofrecimiento, y consideré la posibilidad de tomar yo mismo un poco del jarabe de mandarina como medida precautoria antes de enviarlo a España.

No sé lo que pueda pensar nuestro ministerio de sanidad, desbordado por la cantidad de análisis que tiene que hacer a medicamentos y equipos venidos de todo el mundo con una fiabilidad variable, pero en vista de cómo están las cosas, antes de recurrir a las procesiones y rogativas, tal vez pudiéramos echar un vistazo a estos remedios. En cualquier caso, evitaron mencionar entre las posibles curas, elementos tales como los huesos de tigre asiático, los limados de colmillo de rinoceronte, o las uñas del Pangolín, que tan mal resultado nos han dado.