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jueves, 3 de septiembre de 2020

Noche de verano en Cantón

 



Los veranos son largos y calurosos en el sur de China. La desembocadura del rio  de la Perla extiende por infinitos canales y ramificaciones las aguas que lentamente se precipitan en el mar de China, dejando una atmósfera cargada de humedad que presagia la cercanía del trópico. Aquí la noche durante los meses de verano, apenas trae un alivio a las altas temperaturas del día y solo cuando hay una ligera brisa que sobrevuela el río se hace la tarde más humana.

Acostumbrados a estas circunstancias, aun en las épocas anteriores al aire acondicionado, los cantoneses salen por las noches a pasear junto al río, y aquí, en la ciudad nueva, el lento pasar del río está bordeado por un ancho paseo al que sigue en paralelo una pista de tartán para correr a lo largo de kilómetros y antes de llegar a la avenida, una franja de jardines de vegetación tropical que acompañan al paseo durante todo su recorrido. 

El paseo ancho y bordeado de árboles iluminados al modo chino, se abre en ocasiones en pequeñas plazuelas apropiadas para encuentros de amigos  para deportes ocasionales. Pero lo que más les gusta a estos chinos del sur es el baile. Grupos de mujeres se reúnen en torno a un teléfono móvil con altavoces, o en los casos más profesionales, se establecen en tramos determinados del paseo o de las plazoletas con auténticas discomóviles que atruenan el espacio y compiten con los vecinos para confundir sus números de baile. Las más mayores bailan en filas al ritmo de música tradicional china, con algunos pasos que se repiten, pero siempre incluyendo pequeños saltitos y manos a la cintura en coreografías algo descoordinadas pero sin que les falte nunca el entusiasmo. Las más jóvenes se animan con algo parecido al breakdance y consideran estas salidas nocturnas como un buen sustituto del gimnasio, pues el esfuerzo que realizan les compensa de cualquier exceso con los noodles a los que son tan aficionadas.

En uno de los ensanches del paseo se juntan parejas que ensayan bailes de salón, desde tangos a valses o pasodobles. Son parejas maduras que Se visten para la ocasión y se organizan de modo que siempre tienen la música en común, sin necesidad de competir con otros grupos, dando un aire más armonioso al conjunto.

Entre tanto, cada cierto tiempo se escucha una música más marcial que precede a una larga columna de a dos que marcha al ritmo de sus animosos himnos vestidos con algún uniforme propio del grupo y que desfilan como si quisieran llegar rápidos al próximo desfile en la plaza de Tiannanmen. Son grupos de unas cuarenta personas con camisetas iguales, que caminan a toda velocidad y a los que se les une para cola algunos espontáneos que no forman parte del grupo y que desentonan al no venir uniformados. Tengo para mí que se trata de alguna de estas peculiares asociaciones de la esfera del partido comunista, que les permite ensanchar el corazón y elevar el ánimo antes de irse a la cama.

Finalmente encontramos a los más románticos de todos. Aquellos que salen a cantarle al río o a la luna. Con un pequeño amplificador y un micrófono, vemos a algunas mujeres y a muchos hombres, que en soledad e imperturbados por los paseantes cantan al río sus penas y sus anhelos con gesticulación y énfasis para obtener así algún perdón o alguna ventaja secreta por su inspirada interpretación.

El paseo se anima en las noches de verano, que duran casi todo el año en Cantón, y a pesar de vivir en El Barrio más cosmopolita de la ciudad, apenas se ven caras occidentales en el paseo. Es un mundo muy local, con tradiciones ancestrales y con inocentes entretenimientos qu pasan de padres a hijos con pequeñas variaciones. Un espacio sin problemas y sin pretensiones, accesible para todos los públicos y todos los bolsillos. Una China confiada y despreocupada que deja pasar el tiempo y la vida con la lentitud del río  en espera del nuevo día, que entre sus afanes traerá también ese ansia por el triunfo y por la riqueza que tan importantes son también en la vida china de hot.