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jueves, 3 de septiembre de 2020

Noche de verano en Cantón

 



Los veranos son largos y calurosos en el sur de China. La desembocadura del rio  de la Perla extiende por infinitos canales y ramificaciones las aguas que lentamente se precipitan en el mar de China, dejando una atmósfera cargada de humedad que presagia la cercanía del trópico. Aquí la noche durante los meses de verano, apenas trae un alivio a las altas temperaturas del día y solo cuando hay una ligera brisa que sobrevuela el río se hace la tarde más humana.

Acostumbrados a estas circunstancias, aun en las épocas anteriores al aire acondicionado, los cantoneses salen por las noches a pasear junto al río, y aquí, en la ciudad nueva, el lento pasar del río está bordeado por un ancho paseo al que sigue en paralelo una pista de tartán para correr a lo largo de kilómetros y antes de llegar a la avenida, una franja de jardines de vegetación tropical que acompañan al paseo durante todo su recorrido. 

El paseo ancho y bordeado de árboles iluminados al modo chino, se abre en ocasiones en pequeñas plazuelas apropiadas para encuentros de amigos  para deportes ocasionales. Pero lo que más les gusta a estos chinos del sur es el baile. Grupos de mujeres se reúnen en torno a un teléfono móvil con altavoces, o en los casos más profesionales, se establecen en tramos determinados del paseo o de las plazoletas con auténticas discomóviles que atruenan el espacio y compiten con los vecinos para confundir sus números de baile. Las más mayores bailan en filas al ritmo de música tradicional china, con algunos pasos que se repiten, pero siempre incluyendo pequeños saltitos y manos a la cintura en coreografías algo descoordinadas pero sin que les falte nunca el entusiasmo. Las más jóvenes se animan con algo parecido al breakdance y consideran estas salidas nocturnas como un buen sustituto del gimnasio, pues el esfuerzo que realizan les compensa de cualquier exceso con los noodles a los que son tan aficionadas.

En uno de los ensanches del paseo se juntan parejas que ensayan bailes de salón, desde tangos a valses o pasodobles. Son parejas maduras que Se visten para la ocasión y se organizan de modo que siempre tienen la música en común, sin necesidad de competir con otros grupos, dando un aire más armonioso al conjunto.

Entre tanto, cada cierto tiempo se escucha una música más marcial que precede a una larga columna de a dos que marcha al ritmo de sus animosos himnos vestidos con algún uniforme propio del grupo y que desfilan como si quisieran llegar rápidos al próximo desfile en la plaza de Tiannanmen. Son grupos de unas cuarenta personas con camisetas iguales, que caminan a toda velocidad y a los que se les une para cola algunos espontáneos que no forman parte del grupo y que desentonan al no venir uniformados. Tengo para mí que se trata de alguna de estas peculiares asociaciones de la esfera del partido comunista, que les permite ensanchar el corazón y elevar el ánimo antes de irse a la cama.

Finalmente encontramos a los más románticos de todos. Aquellos que salen a cantarle al río o a la luna. Con un pequeño amplificador y un micrófono, vemos a algunas mujeres y a muchos hombres, que en soledad e imperturbados por los paseantes cantan al río sus penas y sus anhelos con gesticulación y énfasis para obtener así algún perdón o alguna ventaja secreta por su inspirada interpretación.

El paseo se anima en las noches de verano, que duran casi todo el año en Cantón, y a pesar de vivir en El Barrio más cosmopolita de la ciudad, apenas se ven caras occidentales en el paseo. Es un mundo muy local, con tradiciones ancestrales y con inocentes entretenimientos qu pasan de padres a hijos con pequeñas variaciones. Un espacio sin problemas y sin pretensiones, accesible para todos los públicos y todos los bolsillos. Una China confiada y despreocupada que deja pasar el tiempo y la vida con la lentitud del río  en espera del nuevo día, que entre sus afanes traerá también ese ansia por el triunfo y por la riqueza que tan importantes son también en la vida china de hot.

lunes, 27 de julio de 2020

Viajes en la nueva era, Yunnan julio de 2020



En este extraño 2020 muchas cosas están cambiando y una de las más relevantes para el estilo de vida al que nos habíamos acostumbrado es el viajar. Tras unos meses en los que las flotas de las compañías aéreas se quedaron en tierra, poco a poco comienzan los aviones a volar aunque en condiciones más limitadas que en el mundo feliz anterior a la pandemia. En China se ha cerrado el país a la entrada de extranjeros de un modo casi total, mediante el recurso de limitar drásticamente el número de vuelos que tienen permiso para acceder al país. Así en contra de nuestros deseos, ante la escasez de vuelos internacionales y las inciertas condiciones de regreso a Cantón hemos decidido tomar unas vacaciones chinas durante el cálido verano cantonés.

Hemos viajado de Cantón a la ciudad de Lijiang, en la provincia de Yunnan, un viaje de cerca de dos mil kilómetros en un avión de la compañía china, China Southern. En el interior del país los viajes se están normalizando, sometidos a los controles sanitarios correspondientes, pero pueden dar una idea de la forma en la que se va a viajar en este mundo viralizado. En primer lugar, hay una distinción clara entre el nosotros y el ellos. Siendo nosotros los que estamos dentro del perímetro de protección de este inmenso país y ellos el resto del mundo. Hoy solo pueden viajar con una cierta libertad quienes están dentro del círculo de confianza. Para ello hay que pasar una serie de controles a la llegada al aeropuerto, que se traducen en tres tomas de temperatura, la exhibición del código de salud que hay que llevar en el teléfono, correspondiente a la provincia de salida, escanear un código en el mostrador de facturación con los requisitos de la provincia de destino y presentar tres veces el pasaporte en diversos controles para demostrar que el sello de entrada en el país es anterior al mes de abril, cuando se prohibió a entrada a extranjeros.  Una vez superadas estas pruebas, ya se encuentra uno en disposición de subir al avión.

Aunque pueda parecer sorprendente a primera vista, China Southern es la mayor compañía aérea del mundo o al menos lo era antes del Covid. Ahora será la primera con mayor diferencia sobre la siguiente. Sus aviones son modernos y tienen una altísima ocupación en vuelos interiores, con marcadas diferencias de clases, como gusta aquí en China. De modo que subimos a un buen avión para que en poco de más de dos horas nos traslade a Lijiang, la capital del norte de Yunnan, y centro de la antigua ruta del té que transportaba a caballo esta popular hierba desde los fértiles campos de Yunnan al remoto altiplano tibetano, donde no se dan las condiciones de cultivo para esta infusión básica en la dieta asiática.

Yunnan, en el extremo sur occidental de china es una provincia que limita con Myanmar, Laos y Vietnam, llegando por el norte hasta el confín con el Tíbet, misterios como casi siempre a lo largo de su historia, inaccesible.

La longeva unidad de China comienza con las proezas del primer emperador de la dinastía Qin, Qin Shin Hua, ese gobernante que mandó destruir los libros anteriores y ordenó construir la muralla. En su afán expansivo llegó a estos remotos lugares del sur de China y los incorporó al Imperio al que han pertenecido hasta nuestros días. Pero la distancia hace difícil el control y desde entonces esta provincia ha vivido de una manera más o menos autónoma, viendo pasar dinastías lejanas y protegiendo a su manera el corazón de china de invasiones bárabaras. 

Aquí conviven más de veinte etnias y nacionalidades distintas, frente a la homogeneidad del centro de china, vinculada a los Han y a su lengua común, el mandarían. Y en este extremo de China han florecido culturas y tradiciones que hoy en el tiempo del turismo dan un aire distinto a esta región frente a la homogénea monotonía de la cultura china. Yunnan hoy envía a los congresos del Pueblo en Pekín a esa colorida representación de razas y de trajes de colores que alegran los aburridos congresos del partido comunista y salpican con sus vestimentas la oscura uniformidad de los asientos. También reciben a los viajeros, mayoritariamente chinos, propensos a enfundarse los trajes regionales para hacerse unas fotografías que valen más que toda su estancia en estas tierras del sur.

Más allá del folcklorismo, tiendo a pensar que China tiene un centro gravitacional y cultural que se origina en el norte, que se va debilitando a medida que se extiende hacia el sur y el occidente. Aquí se han sucedido los señoríos feudales y los señores de la guerra, más o menos leales al poder central y siempre en los márgenes de la cultura dominante. 

Hoy aterrizamos en Lijiang, al norte de la Provincia, en territorio Naxi, a más de dos mil metros de altitud y el frescor del verano junto a los campos de maíz y los jardines floreados nos dan la impresión que nos acercamos a uno de esos paraísos perdidos a los que son tan aficionados los literatos. En este alejado extremo de la China también se percibe el orden y el progreso del que se viene beneficiando este país en los últimos años. Ahora, la lejanía no impide la comunicación ni el control y el afán unificador iniciado por el primer emperador Qin se va haciendo efectivo muchos siglos después.







martes, 23 de junio de 2020

Las armas y las letras






Cantón, 22 de junio de 2020

Termino de releer "Las armas y las letras, literatura y guerra civil. 1936-1939" de Andrés Trapiello en su edición de 2019. Libro imprescindible sobre nuestra guerra civil, nuestra literatura y nuestra historia.
El libro, originalmente publicado en 1994 hace un repaso profundo e inteligente del estado de nuestra literatura desde los prolegómenos de la guerra civil hasta su final, un periodo de literatura febril y de odios enconados.

Con la desazón producida al escuchar los ecos de las noticias en estos tiempos de banderías y de populismos en la España del post covid, la lectura del libro depara un espacio para la esperanza de una tercera España conciliadora, integradora, acogedora, frente a los extremismos ignorantes que causan tanto daño a la convivencia de los españoles. Efectivamente no es un libro parcial ni partidista, tampoco es equidistante. Se trata de un libro ecuánime, que busca comprender los hechos y lo que es más difícil, a las personas.

El libro hace un detallado recuento de la literatura y de los literatos en esos tiempos borrascosos, con unas peripecias vitales marcadas por la confrontación en los últimos meses dela República que desembocaron en la guerra civil. 

El retrato de los escritores falangistas, cuya corte de poetas rodeó a José Antonio en su ascenso político da cuenta de esa ansia revolucionaria que a comienzos de 1936 todavía no sabía si debía unirse al bloque de izquierdas o de derechas, como refleja una conversación entre Sánchez Mazas, el protagonista de "soldados de Salamina" y José Antonio. Al final, como dice el libro, pudo más el lado "señorito" de la Falange y se decantaron por ser revolucionarios de derechas.

Señala también el texto, cómo los falangistas, entre los que se encontraban poetas y escritores como Luis Rosales, Eugenio Montes, Dionisio Ridruejo o Torrente Ballester, ganaron la guerra pero perdieron los manuales de literatura. La falange, el falangismo han sido realmente unos desconocidos para quienes estudiamos en la España de la transición, donde la vuelta del péndulo hizo que no se tuviera ojos más que para la literatura que venía del exilio en esos años de regresos y de abrazos.

En el bando de los fieles a la República se ve cómo en los primeros meses de la guerra hay una salida apresurada de Madrid de escritores que siendo fieles a la República tenían aspecto de burgueses y decidieron partir en silencio antes que arriesgar su vida ante los grupos revolucionarios que imponían su ley en la capital y antes de tener que traicionar a la República que muchos de ellos habían contribuido a traer. El caso más sonado es el de Juan Ramón Jiménez, quien abandonó España en 1936 para no volver..

En ausencia de los viejos maestros, de los autores de la generación del 98, siempre desengañados y de los del 14 liderados por Ortega y Gasset, el terreno  quedó libre para los más jóvenes; los Alberti, María Teresa León, Bergamín... quienes fueron girando hacia un comunismo cada vez más combatiente.

Comunistas y Falangistas entraron e la guerra con pocos afiliados y sin apenas representación parlamentaria, pero desde los inicios de la guerra fueron ganando adeptos a medida que el conflicot se enconaba. Señala Santos Juliá en su biografía de Azaña que en el año 36 los partidos centrales de la república, los socialistas por la izquierda y la Ceda por la derecha se estaban viendo empujados a los extremos por movimientos más radicales y violentos, los comunistas y los falangistas, que fueron quienes catalizaron con su ímpetu e intransigencia las fuerzas en combate.

Quedan en la memoria escenas de gran desgarro moral de autores que quedaron en el lugar equivocado respecto a sus convicciones al inicio dela guerra y que sufrieron prisión, muerte, o tuvieron que trampear como pudieron con su ideología al son de los nuevos amos.

Antonio y Manuel Machado quedaron en Madrid y en Burgos respectivamente al inicio de la guerra. Los hermanos que habían escrito obras de teatro conjuntamente, que representaban lo mejor de la poesía española de su tiempo se vieron elevados a emblemas de cada uno de los bandos de la guerra. Sin entusiasmo por parte de Manuel, un poeta liberal y vividor en el ambiente cuartelero de Burgos, y con creciente desengaño por parte de Antonio, en una república cada vez más influenciada por los comunistas. Quién sabe si la oda al general Franco de Manuel o el poema al general comunista Líster de Antonio hubieran sido escritos en otras circunstancias más libres!

Trapiello se queda con la imagen de la reunión de los hermanos, Antonio ya muerto en Collioure y Manuel viajando desde Burgos con un salvoconducto para asistir al velorio de su hermano y también al de su madre, fallecida dos días después. Fue un momento de reencuentro de los dos hermanos en los estertores de la guerra, y una prefiguración de lo que podía haber sido una reconciliación entre las Españas hermanas.

Escribió Antonio en Campos de Castilla:

Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,

espuma de la montaña

ante la azul lejanía,

sol del día !

¡Hermosa tierra de España 


Y replicó Manuel tras la muerte de Antonio:

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!

 

¿Qué dicen sin decir nada...?

Sin contar nada, ¿qué cuentan...?

De estas palabras sencillas

¿Qué puso Antonio en las letras?


Dos poemas en uno para el reencuentro y la reconciliación en la inteligencia y en la belleza de la poesía de los Machado, de lo mejor de España.












lunes, 22 de junio de 2020

Prólogo

Facebook.Loli Ambit GallardoFotografiando el Universo: Atardecer en el Parque del Oeste. Madrid

Cantón, 29 de junio de 2020.

El 21 de junio a las 00.00 horas se levantó el estado de alarma en España que había estado vigente mediante sucesivas prórrogas desde el 14 de marzo. Con esta medida se cierra un ciclo de casi cinco meses desde que el pasado 23 de enero las autoridades chinas decidieron cerrar la ciudad de Wuhan y la provincia de Hubei.

Durante este tiempo he llevado un diario en mi blog dando cuenta de los cambios que se iban produciendo primero en China y poco a poco en el resto del mundo. La situación sanitaria está todavía lejos de volver al punto de partida, cuando estrenamos el año de la rata con la esperanza de todos los años y con los propósitos diseñados para no ser cumplidos. En China, lugar de origen de esta epidemia vuelve a haber rebrotes esporádicos en distintas ciudades y aunque la vida se ha normalizado en la mayor parte de las provincias, el país sigue cerrado para los extranjeros, y solo los nacionales chinos y algunas categorías de extranjeros seleccionados caso a caso por las autoridades chinas pueden ingresar desde el extranjero, lo que nos vuelve prácticamente rehenes de la enfermedad cinco meses después de su estallido.

En Europa se va abriendo el espacio Schengen que permite los viajes interiores entres los países firmantes de ese acuerdo y a partir del primero de julio se decidirá la lista de países que podrán viajar al interior de este espacio europeo. En América la enfermedad sigue haciendo estragos y en África se sabe poco pero nada bueno.

Aun con este escenario, todos están tratando de volver a las viejas rutinas. Se abren los comercios y las industrias y el verano en el hemisferio norte da nuevos ánimos para olvidar los meses de pesadilla en los que se ha visto envuelta la humanidad.

Revisando los textos de los primeros días observo la inconsciente actitud con la que empezamos a tomarnos la pandemia. En un primer momento el asombro y la novedad venía de China. Nadie fuera de aquí podía imaginar lo que era cerrar una ciudad de 14 millones de habitantes o parar la economía de un país como China. Lo cierto es que durante más de un mes nadie supo o quiso ver la gravedad de la situación. El mes de febrero fue echado a los perros. Todo era cosas de chinos. Todo arrogancia y despreocupación. Fuimos quemando etapas y cuando fue ya muy tarde, el mundo se encontró infectado, confinado. Ahora lo que parecía lejano se nos presentaba con toda su crudeza y de las bromas pasamos a la angustia y a la alarma..

En estos meses hemos transitado de la inicial respuesta china que parecía una experiencia difícil de ser reproducida en el resto del mundo y de los gestos de apoyo a una China que sufría una epidemia más en su historia reciente, a las prisas por detener la enfermedad en Europa. Primero vimos el éxodo de extranjeros y de chinos pudientes a otros países para liberarse de las restricciones por la enfermedad; después vino la compra compulsiva de material en China para enviar a todo el mundo, lo que hizo de este país un mercado persa con reglas fluctuantes. También vimos la caída del turismo, el cierre de fronteras, los envíos de ayuda y finalmente la imposibilidad de regresar a China de aquellos que salieron en los primeros días buscando un ambiente más ventajoso.

He tratado de reflejar los cambios en el mundo a través de los pequeños cambios experimentados en esta ciudad y en mi entorno, sin entrar directamente en los asuntos políticos de China ni de España, pero tratando de descifrar los misterios del comportamiento humano; las reglas de la moral en tiempos de crisis, la reacción social ante un acontecimiento que puede ser el más traumático sufrido por generaciones que se habían visto eximidas de las terribles guerras del siglo XX.

No he podido evitar hacer algunas predicciones, pues nuestro presente se pregunta incesantemente por el futuro, y está en nuestra condición humana mirar al pasado para preparar el futuro, pero como señala el matemático David Orrell, desde el oráculo de Delfos a nuestros algoritmos basados en modelos matemáticos no hemos mejorado mucho nuestra capacidad de predicción. seguimos siendo esclavos del libre albedrío y de los enigmas de la mente humana. No es necesario culpar a los economistas, a los politólogos o a los meteorólogos por que sus predicciones no se cumplan o por que al contrario vivamos acontecimientos contrarios a la lógica de esas previsiones. Nos bastaría con que nos alertaran de los peligros, con que reconociéramos los límites de nuestro conocimiento y de nuestros medios para estar así mejor preparados para estas contingencias. Pero ya sabemos que muchos no pueden evitar la fascinación por un bello escenario o por un modelo que en nuestra vanidad creemos perfecto. Seguramente seguiremos así, y tropezaremos una y mil veces más en la misma piedra.

En estos meses el mundo ha cristalizado en tres bloques diferentes. El asiático, liderado por China, donde comenzó la epidemia, y que con diferencias entre países ha conseguido dominarla en poco tiempo, fortaleciendo un mercado interno en China muy vinculado al resto de economías de la región que le permitirá seguir adelante con un paso algo más lento. América con los Estados Unidos llevando una gestión desastrosa de la epidemia que si bien no se nota tanto en la economía, está siendo letal en asuntos de salud y en pérdida de prestigio. A pesar de ello, América, las Américas seguirán pivotando  en torno a los Estados Unidos. Y Europa, que reaccionó tarde y mal a la crisis, pero que con el liderazgo alemán ha comprendido que no hay salvación individual en esta tragedia, parece estar enderezando el rumbo. Como tantas veces se ha dicho, Europa avanza en las crisis, y ahora hay una buena oportunidad para que el proyecto europeo cuaje y nos convirtamos en un centro de poder económico, político y también moral, lo que ha sido siempre una pretensión algo vanidosa de los europeos. Así comenzamos a salir de esta crisis, con tres bloques unidos por una globalización más liviana e incierta.

A lo largo de este tiempo he leído libros que me han inspirado, alternando ficción y ensayo para poder comprender algo de lo que pasaba, "biografía de Azaña", "las armas y las letras, literatura y guerra1936-1939", la biografía de Deng Xiaoping , junto a mis clásicos de la neurociencia en cuanto a ensayo se refiere y a Dante A Borges a Quevedo, a Proust en la ficción para alejarme de aquello que no conseguía comprender.

Regresó V. de Madrid haciendo la vida más placentera en este nuevo oasis del sur de China, mientras el mundo se iba cerrando poco a poco, y anudé nuevas amistades incubadas en este tubo de ensayo que nos proporcionó el coronavirus. La vida no se detiene ni ante el corona virus, y el tiempo esa vida que está constantemente huyendo se disfruta mejor en buena compañía.

Ahora dejaremos que el tiempo pase y que con suerte un viento fuerte borre las señales de este mal que traspasando los límites de la enfermedad se ha transmitido a las almas y a la convivencia, aumentando el denominado sesgo de la "confirmación", como decía en el mes de abril Dani Rodrik, el flamante premio princesa de Asturias de ciencias sociales con desarmante pesimismo. No saldremos ni mejores ni muy distintos, señalaba Rodrik, y así me temo que va a suceder. Tal vez algunos mitos vayan cayendo. La superioridad del mundo occidental desarrollado hace tiempo que estaba en cuestión, y hoy, esta epidemia lo ha puesto en evidencia. Nada que no estuviera ya larvado en los acontecimientos de este siglo XXI, que comenzó con la idea de los países emergentes como nuevos paradigmas de desarrollo, siguió con el desconcierto de la crisis financiera y se ha detenido momentáneamente con esta nueva crisis. No voy a hacer predicciones. No tengo a mano al oráculo, ni sé calcular algoritmos, pero me temo que algo se está moviendo en este oriente milenario y no es solamente el virus.






sábado, 20 de junio de 2020

Parábolas


Cantón, 20 de junio de 2020

Leo en el Economist que Gran Bretaña tiene el gobierno inadecuado para superar la crisis del Euro.

Con su tono didáctico y algo pedante, como de costumbre, la revista inglesa de referencia en el mundo internacional recuerda que los británicos tenían muchas ocupaciones y entretenimientos a principios de marzo como para que una enfermedad venida de China les aguase la fiesta. Se celebraba el partido de rugby entre Inglaterra y Gales, el Liverpool jugaba los octavos de final de la Champions contra el Atlético de Madrid, y las carreras de caballos  en Cheltenham reunían a más de 250.000 personas en uno de los acontecimientos hípicos más importantes del año.

Con todo este programa de festejos, el Gobierno no quiso tomar medidas precautoriamente y tardó en dar la orden de encerrarse en casa más que ningún otro país del continente, cuando ya Italia, España y Francia sufrían los estragos del covid19 sin disimulo. En su descargo cabe decir que al menos en Inglaterra formaron un equipo de científicos independientes que primero probaron con la fórmula del contagio masivo como forma de inmunización, pero que en el seno de este mismo comité el doctor Neill Ferguson convenció al gobierno de que tenía que dar marcha atrás y dejarse de inventos en medio de la infernal tormenta del virus. 

El confinamiento llegó tarde, pero para explicar por qué el Reino Unido es el segundo país con más muertos por millón de habitante por Covid, muy cerca de las cifras de España, que todavía encabeza el ranking si quitamos la anomalía del recuento de Bélgica, el Economist concluye que el Gobierno hizo muchas cosas mal.

Tardó en decretar el encierro y el distanciamiento social; confió en la fortaleza del sistema de salud, que fue puesto en riesgo por el colapso de las uci,s; no tenía material médico suficiente para hacer frente a la enfermedad; mandó al frente a los médicos y al personal sanitario sin la debida protección; hizo mal las compras médicas en la China que se convirtió en un bazar persa durante los meses de marzo y de abril; ha vacilado a la hora de levantar las restricciones y no se sabe muy bien cuál será el orden adecuado de vuelta a la escuela; el primer ministro y parte de su gabinete contrajeron el virus en los primeros días de descuidos y de temeridad; el asesor principal de Boris Johnson se saltó la cuarentena porque él se consideraba por encima del bien y del mal...

 Todo este cúmulo de errores lo deberá afrontar El Reino Unido en solitario, fuera de la Unión Europea. Esto puede ser un alivio para todos. Para los británicos, que en tanto que son contribuyentes netos a la UE no deberán pagar de más para socorrer otra vez a los vecinos del sur. Para los Estados Miembros de la UE, porque evitarán las pugnaces y agrias discusiones con los británicos a la hora de ampliar el presupuesto de la UE para hacer frente a la pandemia. Y de este modo, el Gobierno británico queda solo en la estrategia de recuperación en un mundo más fragmentado e insolidario, con  una opinión pública desfavorable y un gobierno que llegó al poder unos meses antes con el lema:
“Get brexit done”, y con un gabinete de ministros muy ideologizado, inexperto y estridente, más ocupado del relato y de la comunicación que de los hechos. 

En definitiva, otro gobierno conservador, como el de Estados Unidos y el de Brasil que ha errado el diagnóstico, que quitó importancia a la enfermedad, que no escuchó a los científicos, que carecía de las competencias necesarias porque su propósito de gobierno era ideológico y pretendía imponer una mayoría social despreciando a las minorías. Estos ingleses... Estos conservadores...

Afortunadamente en el Reino Unido, como en Estados Unidos y en Brasil, la prensa y los medios de comunicación ejercen un férreo control al Gobierno, destapan sus contradicciones, señalan cada falsedad que dicen sus gobernantes, y tratan de contrarrestar la maquinaria de propaganda oficial con datos e informaciones veraces. Afortunadamente los medios no están cooptados por los gobiernos.

Finaliza el Economist recomendando a los votantes, que la próxima vez que vayan a las urnas piensen un poco qué les conviene más, unos líderes carismáticos, coloridos, llenos de promesas vacuas e indoloras, o una persona normal con la suficiente competencia y sentido común para gestionar con orden los asuntos públicos.
The Economist dixit.

miércoles, 17 de junio de 2020

Mayoría silenciosa


Cantón, 17 de junio de 2020.

En medio de los disturbios y de las manifestaciones que originadas en Estados Unidos a raíz de la muerte de George Floyd se han extendido después por todo el mundo, ha vuelto a resonar de nuevo en la política norteamericana la frase, la “mayoría silenciosa”.

Esta frase fue una apelación del presidente Nixon durante la campaña de mitad de mandato a esos norteamericanos que no se manifestaban en las calles contra la guerra de Vietnam, pero que pensaba que le podrían dar sus votos mientras sus opositores gritaban en las calles y clamaban por un cambio de política e incluso de régimen. Eran los años hippies, de la permisividad de las drogas, de las protestas pacifistas, en las que un presidente trajeado y adusto como Nixon parecía no tener lugar. Sin embargo Nixon ganó esas elecciones parlamentarias y posteriormente la reelección ante McGovern por un amplio margen.

La mayoría silenciosa dio su voto al conservador político Nixon frente al casi socialista Mc Govern, sin necesidad de salir a la calle a confrontar ideas y sin dejarse intimidar por un ambiente social alentado por los medios de comunicación que daban la impresión de que los Estados Unidos de los años 70 eran un país mucho más izquierdista de lo que luego los votos demostraron.

Desde entonces, los republicanos han hecho uso de esta expresión en numerosas ocasiones en las que veían sus ideas contestadas en público y jaleadas por los medios que allí llaman “liberales”. Esta apelación partía de la base de que en momentos de grandes emociones, de causas defendidas con vehemencia en las calles, muchos ciudadanos se sentían atemorizados por la agresividad de esas demostraciones públicas y a la vez se consideraban desposeídos de sus derechos, pues la calle era de los “otros”. En ese contexto, apelar a la mayoría silenciosa permitía hacer acopio de intenciones de votos hasta que se convocaran elecciones en las que su opinión pudiera expresarse en secreto y sin miedo.

Ahora, el presidente Trump, acosado por su negligente manejo de la epidemia en Estados Unidos y atacado por su posición ante las manifestaciones antirracistas en Estados Unidos, se ha permitido apelar a esa mayoría silenciosa que le votó hace cuatro años y que hoy no sale a disputar las plazas públicas a los más radicales manifestantes.

Pero las cosas no son tan simples. Los republicanos, a lo largo de estos años también han utilizado las calles para mostrar su apoyo o su oposición a determinadas políticas, desde los tiempos del Tea Party a las más recientes concentraciones en contra del confinamiento. Y para poner las cosas peor, ahora hay grupos de blancos armados que van siguiendo armados a los manifestantes en varias ciudades con fines intimidatorios. Es decir que la calle se va convirtiendo también en escenario de los desacuerdos profundos de una sociedad.

Por el otro lado, el comentarista de la CNN, Chris Cuomo, un conspicuo enemigo de Donald Trump se ha preguntado “dónde está escrito que las manifestaciones tengan que ser pacíficas? Echando más leña al fuego de la controversia y de la confrontación.

Y así estamos, buscando a esas mayorías silenciosas impertérritas ante las provocaciones y capaces de decidir en las urnas con sosiego y con buen criterio, lejos del ruido del exceso de emociones. Pero estamos en unos tiempos emocionantes, al menos en la mayoría de las democracias occidentales. Parece más rentable vociferar e insultar al contrario que discutir con afán constructivo. Los prejuicios son más importantes que los hechos, y si vamos al caso concreto de la protesta contra el racismo en los Estados Unidos, vemos cómo los mismos datos sobre violencia policial, sobre víctimas de la violencia según la raza, sobre adecuación de la fuerza a las detenciones policiales, en todos estos casos, la interpretación de los datos que ofrecen las estadísticas oficiales en los Estados Unidos son diametralmente opuestas.

 La jurista conservadora Heather Mc Donald, especialista en esta materia ve que no hay un sesgo contrario a los negros en la actividad policial de acuerdo con numerosas estadísticas que maneja. En el lado contrario, el movimiento “black lives  matter” abunda en estadísticas que muestran el maltrato a la población negra por la policía. 

Y aquí, en nuestra tierra emocional pasa lo mismo, la consigna entre los indignados defensores de muchas causas justas es que hay que radicalizar la protesta y quien se oponga a esta radicalización o trate de matizar los designios de esta nueva inquisición puritana se convierte automáticamente en un fascista, sin que sepa nadie muy bien qué quieren decir con ello, pero con la suficiente contundencia para amedrentar a cualquier objetor o para hacerle entrar en una bronca polémica de la que nada bueno se puede esperar.

Qué buenos tiempos de mayorías silenciosas, distanciadas de tantos excesos emocionales!

martes, 16 de junio de 2020

Y ahora el salmón


Cantón, 17 de enero de 2020.


Primero fueron los murciélagos, luego llegó el pangolín y ahora le toca el turno al salmón. Todos ellos han sido acusados de transmitir el virus y de convertirse involuntariamente en el vector a través del cual la enfermedad pasa de los animales a los humanos. 

El salmón del mayor mercado “húmedo” de Pekín ha sido la fuente contaminante del nuevo brote en la capital china, después de 55 días sin infecciones y de más de dos meses de cierre total del país a los extranjeros. Este nuevo brote ha levantado las sospechas sobre este bravo pescado que pasó de ser un producto de lujo al alcance de pocos a convertirse en uno de los pescados más consumidos en el mundo con un sistema de producción casi industrial. Para satisfacción de los nacionalistas que existen en todos los lugares con mayor frecuencia, este salmón venía de Europa, por lo que el argumento inmediato ha sido achacar a este nuevo foco de infección a los productos importados, y reforzar la idea de que debe mantenerse cerradas las fronteras para preservar la salud de la población.

El resultado inmediato ha sido el cierre del mercado de Xinfadi, de más de 13 hectáreas de extensión, y como todo en China, el mayor mercado de productos frescos del mundo. Este “vientre de Pekín” ha esparcido el virus durante el fin de semana por varios lugares, pero gracias a la experiencia ya acumulada sobre el Covid y a los sistemas de detección de movimientos a través del móvil, se ha conseguido acotar sus efectos y esperemos que tras los miles de tests, y los encierros selectivos de algunos barrios, finalmente el foco quede limitado a unas pocas personas. Pero de momento se han cancelado todos los vuelos desde y hacia Pekín y se han vuelto a cerrar las escuelas.

De todos modos, el daño al salmón ya está hecho. Se han cerrado en Pekín los mercados de pescado. En los supermercados se ha retirado selectivamente el salmón y numerosos restaurantes japoneses que tenían al salmón como uno de sus ingredientes fundamentales han tenido que cerrar. Esto para alguien como yo alérgico al salmón no puede ser sino una bendición, pero mi pequeño egoísmo no puede hacerme olvidar a la cantidad de comedores de salmón que verán su precio subir por la escasez.

Y la realidad es que en esto el salmón tampoco tiene la culpa. Un estudio de la universidad de Hong Kong de hace unos meses ya señalaba que el vector animal del Covid eran los mamíferos. Es prácticamente imposible que un pescado pudiera transmitir el virus, de acuerdo con los análisis científicos. Seguramente el pobre salmón fue a su vez contaminado por contacto con alguna persona o con algún utensilio que tenía el virus, y por esta conexión, pasó a otras personas y salió del mercado sin documentos y sin destino fijo. Así suceden las cosas, es preciso que nada nos estropee un buen titular o una buena excusa, y aquí tras meses de medidas extremas de prevención, de cierre a la entrada de extranjeros, de caída del consumo y de la producción, cuando ya parecía todo bajo control un foco de estas características debía provenir forzosamente del extranjero y de uno de esos pescados importados que se han ido imponiendo en la dieta china, pero que no tienen parangón con el pacífico y redondo pescado de río tradicional, que vive en las sospechosas aguas de los ríos de China y que ha sido un símbolo nacional tan importante como el oso panda o como los dragones.

Al margen de responsabilidades y de culpas, esperemos que este foco sea realmente controlado y que no sea, como todo en China en estos tiempos sino un preámbulo de lo que nos puede pasar en el resto del mundo con la segunda o tercera ola de la enfermedad. Harían bien en Europa en aplicar las medidas de apertura y de normativa de viaje con un ojo puesto en lo que hacen los chinos. Si aquí, tantos meses después siguen con esas estrictas medidas de control para los viajes del extranjero, no sé cómo en Europa se van a relajar los controles fronterizos a partir del 1 de julio. Alguna razón tendrán los chinos al mantener estos controles durante tanto tiempo.



sábado, 13 de junio de 2020

Los chinos en la playa


Cantón, 13 de junio de 2020.

Una de las costumbres occidentales que más les cuesta adoptar a los chinos es la de disfrutar de las playas en verano. En un país con muchos kilómetros de costa y con algunas playas tropicales entre montañas y jardines permanentemente verdes, el temor de los chinos a los rayos de sol hace que sus costumbres en la playa sean algo diferentes.

En la isla de Hainan han tratado de hacer un gran polo de desarrollo turístico, con extensas playas dotadas de hoteles gestionados por las principales marcas internacionales de cinco estrellas, que se reparten la playa y no dejan ver desde fuera de los complejos turísticos el mar. Algo parecido a los grandes hoteles del Caribe, pero eso sí, aquí no tienen el sistema del todo incluido. A los chinos ricos, que son los que vienen a estos sitios les gusta la exclusividad y el precio alto.

En estos hoteles, la playa está durante el día prácticamente vacía. Solo algunos de los pocos extranjeros que hemos podido llegar desde la China continental paseamos o nadamos durante el día. Algunas familias chinas se aventuran a la orilla, convenientemente protegidas con las prendas más inverosímiles para protegerse del sol. Aquí, como antiguamente en Europa, la blancura de la piel es un signo de distinción, y solo los campesinos, obligados a trabajar de sol a sol tienen ese color moreno que horroriza al chino que ha conseguido pasar del campo a la ciudad.

Lo que sí les gusta es la imagen. Mostrar su imagen, y mostrar a todos dónde están. Algo que todo el mundo hace de vacaciones, pero en el caso de los chinos es mucho más pronunciado. Es más importante la fotografía que la visión de un paisaje. Así, uno de los negocios que florecen en todos estos hoteles son las sesiones de fotografías, y por ello, los jardines y los aledaños de la playa se llenan de personas haciendo poses perseguidas por un fotógrafo que va dando instrucciones precisas a los modelos. El resultado es un álbum digital de cien fotografías que es compartido inmediatamente por las redes sociales. Los modelos suelen ser parejas, pero más abundantemente niños con la madre y la abuela. Los niños pequeños, de hasta diez años abundan en las calles y en los espacios públicos de China, el misterio es qué ocurre con estos niños cuando cumplen los diez años. No se les ve por ninguna parte y ya reaparecen en la edad universitaria, unos años más tarde.

La política del hijo único, instaurada a finales de los años 70 para evitar el aumento descontrolado de la población y poder garantizar alimento para todos, ha dado una peculiar pirámide de población y unas nuevas normas sociales. Durante estas décadas el niño, sobre todo el varón, era el rey de la casa, con un hijo por familia, el niño disfrutaba de dos padres y de cuatro abuelos, que dedicaban toda su atención y sus ahorros a esta criatura, que después, según las normas confucianas de respeto a los mayores, debería hacerse cargo de su familia en la vejez. Ahora la regla se ha relajado y se pueden tener hasta dos hijos por matrimonio. Y en los hoteles y lugares de esparcimiento se ven familias con varios hijos que reciben todas las atenciones imaginables.

Además del posado para el álbum de fotos, hay otro posado, el de las jóvenes “influencers”, esas jóvenes que se visten para la ocasión y van narrando su vida en un hotel de lujo. Se cambian frecuentemente de atuendo, buscan los lugares apropiados y comienzan la sesión de autorretratos poniendo caras interesantes para la audiencia. Uno de los lugares que más aprecian es la terraza con vistas al mar, donde se sirve por la tarde el “high tea “, al estilo del hotel Península de Hong Kong, con una mezcla de salado y dulce, acompañado de dos copas de champán. 

La imagen se completa al atardecer, cuando los chinos sí que bajan a la playa a resguardo de los rayos de sol. Es entonces cuando se animan a pasear o a bañarse si la luna es propicia. En la ciudad de Sanya, donde hay un paseo marítimo junto a la playa, en el único lugar libre de hoteles en esta parte de la costa, al anochecer los chinos salen a ver el mar, a hacerse fotografías, a mojarse los pies tímidamente sin aventurarse un paso más en ese mar devorador, que les devuelve los pescados y los mariscos que tanto aprecian en China. A la noche, los restaurantes sacan al aire libre esas enormes mesas redondas con una bandeja giratoria en el centro, que llenan con los animales más extraños que salen del mar, y con unos condimentos, que incluso las conocidas almejas toman un color extraño en las mesas de los chinos. Aquí en esas reuniones familiares de verano se muestra otra de las características de los chinos en la mesa, bajo el lema “que no falte de nada”. Platos y platos llenan las mesas y se van retirando a medida que se consumen en un orden misterioso para nosotros, pero que ellos conocen perfectamente. Todo bañado por los efluvios del licor blanco, que adormece y atonta solo con su inhalación.

El verano chino transcurre para los afortunados que han sabido aprovechar estos años de bonanza en estas playas abandonadas, con gran despliegue de riqueza, porque aquí la apariencia y la demostración de riqueza son una muestra no solo del éxito social, sino también de la virtud.

viernes, 12 de junio de 2020

Paradojas chinas



Sanya, 12 de junio de 2020.

En un país de las dimensiones de China se encuentra de todo. Pasamos el fin de semana en la isla tropical de Hainan, al sur de China, donde estas autoridades han querido desarrollar un nuevo polo turístico con hoteles de lujo, golf y centros comerciales libres de impuestos. Aquí, el paisaje tropical, el mar cálido y las autopistas floridas y salpicadas de hoteles recuerdan a los grandes lugares de vacaciones en el Caribe o incluso en Florida. La diferencia es que esto está lleno de chinos, que eligen Hainan en invierno para huir del frío del norte y en este verano del coronavirus y de los confinamientos, como un buen sustituto de las playas de Tailandia o de las Filipinas.

No hace tanto tiempo que esto era un lugar de castigo para los Han, la población predominante en China, que consideraba el salvaje sur como un lugar alejado de la civilización y sospechosamente cercano a los extranjeros. Vietnam ha sido siempre un vecino inquietante para China, y en el sur de la China continental, en la provincia de Cantón es donde la dinastía Quing, en su decadencia, renunció a defender su territorio en los tiempos de la guerra del opio, y ofreció un señuelo a los agresivos británicos, con la entrega de la isla de Hong Kong.

Pero los tiempos han cambiado. La provincia de Cantón se convirtió desde 1979 en la zona económica especial donde realizar las pruebas de la apertura de China al mundo, y en pocos años se convirtió en lo que se denominó la “fábrica del mundo” y más tarde en uno de los polos tecnológicos más importantes del mundo como  sede de las principales empresas de telecomunicaciones de China. Y  Hainan, lugar de destino de los reclusos y penados del norte, ha ido evolucionando hacia ese tipo de mundo de fantasía en el que se han convertido los complejos hoteleros de vacaciones. Todas las grandes compañías hoteleras del mundo están aquí. Las dimensiones de los hoteles y de los servicios son chinas, es decir, enormes, Hay un tratamiento aquí muy disciplinado y eficiente de las masas de población aun en tiempos del coronavirus, que permiten convivir a gran número de personas en lugares hechos a escala de gigantes. Pero los chinos van más allá. Son capaces de hacer convivir los grandes restaurantes, lo espacios de dimensiones inabarcables con un gusto extraordinario por la privacidad. En todos estos complejos hay siempre reservada una parte para las villas privadas, con su propia piscina y servicios, o los reservados dentro de los restaurantes , de modo que junto con los grandes espacios, convive siempre lo exclusivo, a precios también exclusivos.

La fascinación por lo moderno, por lo occidental se desborda en estos lugares nuevos. La moda consiste en alquilar coches de alta gama descapotables, a pesar de que la velocidad está limitad a 60 Km hora en esta parte de la isla. No obstante, las parejas acomodadas aprovechan sus vacaciones para tener un toque americano en sus Mustang 64, o más europeos en los Porsche descapotables que constituyen un rasgo de estatus en la china del comunismo con “características chinas”

Todo esto es sorprendente entre los nietos de la revolución cultural, de aquellos tiempos en los que se salía en manifestaciones en toda Europa con el pequeño libro de Mao en el bolsillo, en esos tiempos del desvarío de Jean Paul Sartre en los adoquines de París o de tantos de nuestros ya viejos dirigentes socialistas con un pasado maoísta. En esto hemos devenido, en una nueva Florida con homogeneidad racial y con nuevos bríos e impulso para mantener esta vida de cuento en tiempos inciertos.

miércoles, 10 de junio de 2020

El fútbol, al fin



Cantón, 10 de junio de 2020.

A principios de marzo, cuando la enfermedad ya galopaba libremente por el mundo nos preguntábamos, cómo serían los domingos sin fútbol. Cómo podían los chinos aceptar semejante amputación a los rituales del domingo y permitir que la liga de fútbol china parase indefinidamente para cortar el contagio. Se habían celebrado ya en Europa dos de los grandes acontecimientos que propagaron la enfermedad a través de los estadios. El partido Atalanta (Bérgamo) Valencia y posteriormente el Liverpool Atlético de Madrid. En ambos casos, la euforia de los vencedores que pasaban a otra fase, Atalanta y Atlético de Madrid impidió ver esas tosecillas impertinentes que abundaban entre jugadores y equipos técnicos al llegar a los vestuarios.

Ayer, tres meses después comienzan los partidos de fútbol en España, con el Rayo Vallecano Albacete, unas semanas después de que lo hicieran los alemanes y de que se retomen las ligas europeas. Todo vuelve a la normalidad. En estos días veraniegos, con el ansia por la vida, por el abrazo, vuelven las competiciones deportivas, más por cumplir los compromisos con los patrocinadores y con las televisiones que por el afán de competir en unas condiciones todavía desconocidas.

El deporte despierta en todo el mundo. Comienza la temporada profesional de golf en Estados Unidos; se preparan las competiciones de tenis y de baloncesto y con más miedo que vergüenza, comienzan a aparecer las figuras del deporte en la prensa y en las televisiones para hacer de punta de lanza de esta vuelta a lo cotidiano y para olvidar la pesadilla que todavía sigue aquí.

Sin embargo en China, tan avanzados en esta materia que dan clases a todo el mundo, las competiciones no comienzan. Tenemos aquí, en nuestro vecindario a los entrenadores y equipos técnicos de los dos principales equipos de la ciudad y de China, dando vueltas por la plaza del Canton Place, visitando las terrazas, esperando que las autoridades autoricen la vuelta a los estadios. Tenemos a un campeón del mundo y a un campeón de Europa como entrenadores más conocidos, sin familia y sin alguna de sus estrellas internacionales, pues la prohibición de entrar en el país a los extranjeros todavía no se ha levantado y los vuelos internacionales son escasos.

Es extraño que dentro de la recuperación casi total de la vida social en China no se haya incluido el deporte. China, en deportes ha sido la tabla de salvación de muchas figuras internacionales que han encontrado en este país la oportunidad de seguir sus carreras y de ganar buenos sueldos a cambio de traer un poco de glamour a una sociedad enriquecida pero todavía torpe en los usos sociales de los países occidentales. Sucede lo mismo con el lujo. Las grandes marcas de lujo, desde bolsos a zapatos o coches tienen más de un tercio de su mercado en China, y si a eso añadimos alas compras de los chinos de estos productos cuando viajan, ya tenemos prácticamente la mitad del mercado mundial del lujo aquí. Por eso no es de extrañar que hayan comprado en China en el pasado mes de mayo más coches Tesla y Rolls Royce que en años anteriores. No tenemos estadios, ni competiciones, pero iremos adonde sea bien motorizados.

lunes, 8 de junio de 2020

Anestesia

La bolsa de Hong Kong sube por las ganancias en los mercados ...

Cantón, 8 de junio de 2020.

Como la nieve amortigua el ruido de las pisadas, la abundancia de dinero en los mercados hace más llevadera la salida de los sucesivos confinamientos en los países más ricos. Tras unos meses de pesadilla en los que todo lo inverosímil fue ocurriendo paso a paso, país a país, haciéndonos pasar del asombro a la resignación o a la rabia, la situación de los mercados no es tan dramática como se pudiera uno imaginar. 
Las bolsas norteamericanas han recuperado casi todo su valor de comienzos de año. Lo mismo ocurre con las europeas, y hoy la bolsa de Hong Kong encadena catorce días de subidas, contra todo pronóstico y contra toda racionalidad.

Hong Kong llevaba ya un mal año desde que las protestas en la ciudad hicieron disminuir los flujos de turistas y de trabajadores provenientes de China continental. Los hoteles, restaurantes y tiendas de lujo, que en Hong Kong soportan los precios de alquiler más altos de Asia, y unos de los más altos del mundo, se vieron sin clientes mientras debían mantener unos altísimos costes. A esto se añadió la crisis del Covid, el confinamiento, la bajada de las exportaciones chinas, menor número de operaciones financieras, y una crisis que afecta a buena parte de los Hongkonitas refugiados en su pequeño territorio. A pesar de todo eso, la bolsa sube, y hoy anuncian que su gobierno va a rescatar a la aerolínea de bandera, Cathay Pacific con algo más de 3.000 millones de dólares.

En Europa, la propuesta de Alemania y Francia de crear un fondo de 750.000 millones de euros, de los cuales 500.000 serán transferencias no reembolsables ha abierto un foco de esperanza en las economías más azotadas por la pandemia. Entre tanto se deciden las fórmulas adecuadas para esta lluvia de millones, el gasto público aumenta en toda Europa, los ingresos fiscales disminuyen y la deuda tiende al alza sin mirar atrás. Pero todo esto ocurre con la placidez de quien disfruta por primera vez en semanas de los rayos del sol esquivos durante el encierro. Todo parece sencillo. Había un problema de financiación y se ha resuelto. Si el problema era tan grande y tan generalizado, todos saldremos juntos del mismo, y el dinero no ha de ser un problema. Esa es al menos la sensación actual. 

Si hace unos meses nos hubieran dicho que el mundo se pararía por unos meses, que las comunicaciones aéreas y las fronteras estarían cerradas, que los disturbios se iban a extender por los Estados Unidos en año electoral. Cualquiera de esas noticias hubiera puesto a temblar a los mercados, pero ahora, unos meses después, tras el infierno, el purgatorio de una mayor deuda o de un exceso de dinero en circulación parece un alivio. Parece que nos han dado una anestesia que nos permita salir de casa con el corazón henchido y el deseo de recuperar el tiempo perdido. 

Esperemos que los efectos de la anestesia duren y que al final la operación no haya sido tan dolorosa como pronosticaban los agoreros, pero también hay que contar con que no todos los cuerpos llegaron con la misma preparación. Los había más fuertes y los había más débiles, y generalmente para los débiles, la recuperación se presenta más larga y dolorosa.


sábado, 6 de junio de 2020

CNN


Cantón, 7 de junio de 2020.

La afrentosa muerte de George Floyd ha desatado una ola de protestas en Estados Unidos, que también están teniendo su reflejo en otras partes del mundo, por parte de ciudadanos preocupados por los agravios causados por la desigualdad, la injusticia y la violencia que refleja esta muerte.

La cadena de noticias CNN cubre con profusión este episodio y las protestas que discurren con mayor o menor violencia durante las últimas semanas. La cadena de televisión norteamericana de mayor difusión internacional ejerce un control estricto del Gobierno, como es deseable en democracia, y basándose en “datos” no deja de señalar todas las contradicciones, mentiras, tardanzas, errores y actos de propaganda que su gobierno despliega desde el comienzo de la epidemia para evitar ser señalado por la población como uno de los que peor desempeño ha tenido en el control de la pandemia. En primer lugar se negaron los riesgos, diciendo que no llegaría el virus a Estados Unidos, y que si lo hacía sería controlado inmediatamente. Después se dijo que el sistema sanitario norteamericano era capaz de hacerse cargo de la pandemia, luego vinieron las desavenencias con los gobernadores de los Estados, tratando de buscar un chivo expiatorio para diluir sus responsabilidades con el consabido “y tú más”, haciendo del Congreso y del Senado un patio de colegio donde se discutía agrestemente tras el parapeto de las bancadas de cada partido.

 En todo este proceso CNN ha sido insobornable en su crítica al Gobierno y a la Administración Trump, sin entrar en el juego de que todos deben ayudar en estos momentos de crisis y dejar las críticas para más adelante. No, CNN ha estado siempre, de modo determinado al frente de la denuncia, de la crítica y de los hechos, criticando los excesos verbales de su Presidente en los medios de comunicación, y sus reiteradas excusas para ocultar una actuación que además de tardía ha sido caótica, dejando al país con el mayor número de muertes por coronavirus en términos absolutos, si bien en relación con el número de habitantes hay algún otro país que supera las muertes de Estados Unidos.

El problema viene cuando se contraponen derechos como los de manifestación y expresión, al derecho a la salud. En las primeras semanas de confinamiento en Estados Unidos, Gobernadores republicanos se opusieron a un confinamiento estricto que limitaba los derechos individuales y dañaba a la economía. En estos Estados algunos ciudadanos salieron a la calle a protestar contra las medidas de confinamiento alentados o consentidos por la política del Presidente. En estos casos, la CNN, igualmente insobornable en su labor de información y de formación criticó agriamente las protestas y las calificó de un peligro para la salud pública con graves consecuencias para niños y ancianos, por un egoísmo que privilegiaba los derechos individuales y la economía frente al bien común. (Cosas de republicanos, al fin y al cabo).

Pero he aquí que semanas después las manifestaciones, justificadas y cargadas de humanidad y de buenos deseos vuelven a la calle para exigir igualdad de trato y tener en cuenta a las vidas de los norteamericanos negros. Aquí viene el dilema. La CNN cubre con gran despliegue estas manifestaciones que se han extendido y han pasado de la ira y del fuego a gozosas concentraciones donde se baila y se sonríe (Sí, manifestaciones con muchas sonrisas), y donde cada vez participa un número mayor de ciudadanos, muchos de ellos sin mascarillas, gritando consignas en el cogote del vecino, tocándose y sudando en el incipiente verano norteamericano.

La CNN juiciosa y cuidadosa de su apego a los datos llama a varios expertos para tratar de solucionar este dilema entre el derecho a la protesta y el riesgo de nuevos focos de infección cuando se juntan miles de personas en calles y en plazas donde el virus todavía acecha. Y para ello siempre hay un epidemiólogo al quite que da la respuesta basada en la ciencia pero sobre todo adecuada al interés de quien hace la pregunta. En este caso se trata del antiguo comisionado de salud de Detroit,  Abdul El Sayed, quien no duda en decir que aunque existe un riesgo cierto de contagio y de que aparezcan nuevos focos, la protesta no se puede limitar, ya que “cada año mueren en Estados Unidos 83.000 afroamericanos por el racismo” y eso es también un problema de salud pública. Así que sin tiempo para comprobar ese “dato”, recomienda a los manifestantes que lleven mascarillas, que no griten, y a ser posible exhiban carteles para no tener que exhalar esas gotitas mortíferas y contaminantes de nuestra saliva, y que al llegar a casa se laven las manos y echen la ropa a lavar. Ah, y hay también un consejo para los policías que van a controlar esas manifestaciones. Deben tener mucho cuidado si detienen a algún manifestante en mantenerlos alejados unos de otros, transportarlos en vehículos individuales, sin hacinamiento y tenerlos en condiciones seguras en los eventuales centros de detención.
El alcalde de Los Ángeles, demócrata moderado y durante todo este tiempo cuidadoso de la preservación de la salud de sus conciudadanos también se une como experto para decir que en este caso, las manifestaciones están justificadas, y que simplemente basta con tener un poco de cuidado en las expresiones públicas, pues el sistema de salud es fuerte y les protegerá.

Aquí termina mi fe en la ciencia, los datos y en la CNN, pero qué bueno si hubiera en todos los países una televisión celosa del control al Gobierno!!!.

Dominion


Cantón, 7 de junio de 2020.

Veo estos días varias entrevistas al historiador británico, Tom Holland, que ha escrito el libro “Dominion”, o cómo se formó el pensamiento occidental. El subtítulo es una artimaña para disfrazar la tesis principal de su libro, que no es otra que poner de manifiesto, cómo el cristianismo ha estado detrás de la evolución del pensamiento occidental desde el tiempo de los romanos hasta nuestros días.
Holland, un escritor que se reconoce ateo, se siente sin embargo incómodo con la ola de ateísmo militante de estas dos últimas décadas en el Reino Unido, abanderado por científicos como Dawkins, pues percibe que hay mucho de radicalismo y de celo religioso en esta cruzada antirreligiosa, lo que no permite ver la historia con la ecuanimidad debida.
El libro traza una historia del pensamiento occidental desde los orígenes del cristianismo, esa herejía del judaísmo que fue penetrando desde abajo en la vida del imperio romano hasta suplantarlo tras la conversión de Constantino. Porque efectivamente, como dice Holland, detrás de la fascinación por el Coliseo, por los gladiadores, las calzadas, el pleplum de los soldados, las lánguidas túnicas de las bellas romanas, había un mundo salvaje, inhumano, miserable en la vida de las “insulae” donde vivía el pueblo, y a quienes los dioses no se dignaban a proteger.

El cristianismo penetra en esa sociedad exitosa poniendo en cuestión los parámetros del éxito. Como una banda de pordioseros o de errabundos que tratan de subvertir el orden, y de allí en poco más de dos siglos, se convierte en la religión oficial del imperio y tras su caída, hereda las tierras de Europa asoladas por la barbarie.

Desde ese momento, la historia cambia, a pesar de una historia ilustrada que hemos estudiado, con unos “años oscuros” medievales, donde domina el sentimiento religioso; un nuevo paganismo renacentista basado en el hombre, y una Ilustración que nos redime de toda superstición religiosa, Holland constata en su libro que el pensamiento cristiano está detrás de todos esos movimientos que lo niegan, y que por ejemplo, Voltaire y la Ilustración o el siglo de las luces, no son sino una transposición de los sueños de Isaías en los que Dios envía una luz para Iluminar el mundo, o ahora, en este tiempo de Pentecostés, la llama del Espíritu Santo que se posa sobre los apóstoles para que vayan y prediquen la buena nueva por el mundo no es sino la propuesta de universalizar los derechos. De allí a la Ilustración, solo queda un paso...

Lo cierto es que la herencia cultural del cristianismo se ve en todo Occidente, desde la arquitectura, pintura y escultura religiosa, hasta las instituciones y los principios humanitarios que inspiran la declaración de los derechos humanos o las reglas jurídicas por las que nos regimos. Es más, se puede asegurar, que allí donde se mató a Dios a lo largo del siglo XX, surgió otra religión laica, muy similar a la cristiana, el marxismo, que todavía hoy nos da una buena colección de santos laicos.

Es cierto que no es fácil hoy, desde nuestro conocimiento, y especialmente después de haber aceptado las teorías evolucionistas de Darwin seguir creyendo en los mitos fundacionales de las religiones como una verdad. Es fácil hacer escarnio de los creyentes ante historias como la inmaculada concepción, la resurrección, los milagros, el Espíritu Santo, etc., pero tampoco podemos pensar que aquellos que tienen un sentido religioso sean por definición estúpidos o ignorantes. Vemos en muchos casos que no es así. La religión tiene un sentido profundo en la formación de la especie humana, y la fuerza de la creencia en un Dios, puede variar mucho la percepción del mundo y del hombre en el mundo. Pero esto es harina de otro costal, quedémonos con la influencia real que ha tenido el cristianismo en la formación de nuestra mentalidad por muy laica que sea, y cómo una mirada compasiva y comprensiva hará de nosotros mejores ciudadanos en tiempos del cólera.


jueves, 4 de junio de 2020

Schadenfreude

El mal ajeno no cura el mio: Schadenfreude en redes sociales ...

Cantón, 5 de junio de 2020.

Los alemanes tienen una expresión de difícil traducción al español para significar "alegrarse del mal ajeno", "schadenfreude", tal vez porque los alemanes tampoco son ajenos al pecado de la envidia o porque la lengua alemana es más apta para unir palabras y alargar significados que la española.

El hecho es que esta expresión mezquina y reprobable ocupa una buena parte de nuestros pensamientos ante la posible caída de los dioses, cuando vemos que los que parecían tenerlo todo se ven sometidos a la humillación del estado menesteroso, y cuando en su caída entonamos algunas palabras de compasión llenas de hipocresía. Esta sensación se da hoy en estos días inciertos de virus. Quienes alardeaban de un sistema de salud y de protección ejemplares se han visto vencidos por la virulencia de la enfermedad y han arriesgado esa red de seguridad que les hacía envidiablemente inmunes, para satisfacción de quienes veían en esta superioridad del sistema occidental un insufrible complejo de superioridad.

Después de meses de especulación sobre posibles desórdenes públicos en países con barrios desfavorecidos, ya sean las favelas brasileñas, las villas argentinas o los ranchitos venezolanos, vemos que los disturbios, los saqueos se están produciendo en los Estados Unidos, encendidos por la chispa de la muerte de George Floyd y propagados en una sociedad polarizada y enrabietada. Las imágenes de los Estados Unidos en desorden y desbordados por la pandemia encuentran una media sonrisa en muchos lugares del mundo, al igual que ocurrió unas semanas antes con los gritos de auxilio de los modélicos países europeos incapaces de reaccionar ante la magnitud de la enfermedad cuyos efectos se minusvaloraron.

Esa expresión de envidia y de revancha se nota especialmente aquí, en medio de una disputa que comenzó siendo comercial y que ha pasado a poner en cuestión el sistema político y el modelo tecnológico de la nueva economía. Aquí se ve la CNN con fruición en estos momentos, pues la cadena de televisión norteamericana hace un seguimiento compulsivo de la política norteamericana con una crítica inmisericorde de la Administración Trump, (algo que no es difícil), pero a fuerza de repetir imágenes y entrevistas que demuestran el fracaso de estas políticas, aquí  se ven con delectación y como una muestra más del fracaso no solo de una política, sino de un sistema. Aquí, donde esa misma cadena de televisión se corta cuando da noticias inconvenientes sobre asuntos chinos.

Esta misma delectación en el mal ajeno ocurre en nuestros países, permeados por una polarización política que se convierte en social, bajo el sencillo lema que expresó Unamuno en los días finales de la segunda república, "los hunos y los hotros", así de zafia y así de simple se concibe la imposible convivencia. Y en este magma maniqueo no hay espacio para la reflexión, para la búsqueda de causas que nos permitan aprender, ni de soluciones que nos permitan salir del agujero. En este marasmo, se percibe también esa satisfacción malsana, ese deseo de que al "hotro" le vaya mal para que nosotros gocemos con el consabido, "ya te lo decía yo", aunque en esta aseveración no haya más que despecho y desesperación. 

Cuando pase la emergencia, cuando volvamos a una cierta normalidad, lamentaremos este mal ajeno que será también nuestro, pero humanos, al fin y al cabo, nadie podrá privarnos de la satisfacción de haber visto cómo sufre el contrario ante nuestra mirada falsamente compasiva.


miércoles, 3 de junio de 2020

Desde el futuro


Cantón, 4 de junio de 2020.

Escribo hoy desde mañana, y las noticias son ambivalentes. La vida es casi normal, la economía ha llegado al 90% de su situación anterior, lo que no está mal si no tomamos en consideración que está un 10% peor, pero eso es una nimiedad comparado con la caída del resto del mundo. Se sale a la calle, con mascarilla, se debe llevar siempre un código de salud en el teléfono que está vinculado al gps, por lo que todos los movimientos quedan registrados, y con algunas precauciones adicionales, se puede llevar una vida bastante buena.

Para llegar a esto, el país está cerrado al mundo exterior desde el 28 de marzo. No hay apenas vuelos de salida, y los de entrada, reducidos a un destino por semana y por compañía aérea china, reduce las vueltas al país a los nacionales chinos que quedaron varados en el exterior. Los extranjeros no pueden volver, salvo autorización expresa del gobierno chino, cuando su presencia en el país se considere imprescindible para la buena marcha de la economía. Los pocos que vuelven, locales o extranjeros, deben someterse a un test de salud antes de embarcar y a otro al llegar y después hacer una cuarentena de 14 días en un hotel designado bajo supervisión del gobierno local correspondiente.
Todas estas precauciones han permitido reducir el número de casos y garantizar un espacio interior casi libre del virus, pero siempre con una nota de fragilidad y de provisionalidad.

Esto es posible en un espacio vasto y poblado. Viajando por los alrededores de la ciudad percibo cada vez más la dimensión de lo chino. La dificultad de la mente humana para calcular los grandes números, las cifras chinas. Estamos en la desembocadura Del Río de la Perla. Un espacio que se recorre desde la frontera con Macao a la frontera con Hong Kong por medio de una carretera que linealmente no tiene más de 140 kilómetros, atravesada por cientos de puentes que sortean los distintos brazos del río antes de caer en el mar. En este breve espacio hay nueve ciudades que se solapan y confunden, con una población superior a 70 millones de personas (sin contar Hong Kong y Macao). Es un continuo urbano con una de las rentas per cápita más altas de China, donde se combina lo extremadamente moderno con viejos edificios de los años 60 y 70 que van cayendo bajo la piqueta de los albañiles.

Apenas se ve el campo en todo el recorrido, solo pequeños montículos de vegetación subtropical bajo las nubes, que con su verdor alivian los excesos del asfalto. Puedes quedarte dormido en el trayecto y despertar unos kilómetros más allá para volver a ver grúas, edificios modernos de oficinas, centros culturales y centros comerciales de última generación, avenidas ajardinadas con restaurantes y juegos infantiles; un poco más allá calles enteras de comercios al por mayor vendiendo todos los muebles imaginables, todos los electrodomésticos, bañeras, coches; cualquier bien de consumo es fabricado y exhibido en cualquier callejón de esta gran urbe.

Es difícil de imaginar los números, los campos de golf, de deportes; la obscenidad de la riqueza y su abundancia. Los coches de lujo no solo en las zonas residenciales de Cantón. También en los barrios, que tienen a su vez hoteles de lujo, concesionarios de las mejores marcas de coches europeas y restaurantes con estrellas Michelin (otra moda ala que se han apuntado los chinos con delectación). Se necesita una hora sin tráfico para ir al barrio del aeropuerto, y allí vuelve a reproducirse la ciudad con todos sus servicios disponibles.

Esto viene a cuento porque se habla ahora de fortalecer el consumo interno. Ante la dificultad de las comunicaciones y las amenazas de las renacionalizaciones bajo distintas fórmulas, aquí en el futuro parece que la respuesta será que sin renunciar al mundo global al que tanto han contribuido, se puede seguir la vida casi normal en un recinto para 1.400 millones de personas que produce de todo y que todavía tiene mucho recorrido hasta alcanzar el bienestar generalizado. Hay millones de trabajadores todavía atrapados en sus pueblos que no han podido volver a las fábricas de las costas. Hay agricultores en condiciones de pobreza, hay espacio y hay personas para desarrollar una estrategia en un mundo forzosamente más cerrado.

¿Será esto el futuro?. De momento para viajar en el interior del país, los precios de los vuelos han subido; para ir a la isla de Hainan, cercana a nosotros debemos hacer el test del coronavirus y una declaración de salud antes de subir al avión, y deberemos soportar un viaje con mascarilla y guantes, aguantando las ganas de ir al baño hasta llegar a un lugar seguro.

martes, 2 de junio de 2020

Disturbios


Cantón, 2 de junio de 2020.

Hablaba el otro día de la reacción generosa de Rodney King, El hombre negro, cuyo arresto y maltrato por la policía de Los Ángeles provocó la mayor confrontación racial en Estados Unidos en el final del siglo XX. Vemos hoy las imágenes de Estados Unidos ensombrecidas por la violencia desatada por la muerte de un hombre negro en Minneapolis a manos de un policía blanco, George Floyd, la víctima no tendrá ocasión de perdonar ni de llamar a la concordia, pues la autopsia declara que murió por asfixia.
  Los demonios dormidos despiertan con violencia en estos tiempos broncos y la polarización social que se extiende por la mayoría de los países que gozan todavía de libertades individuales Hace que el foso que separa a unas comunidades de otras se haga casi infranqueable.

Leo la prensa norteamericana, y veo las noticias de distintos medios, y a pesar de que todos proclaman un periodismo basado en los hechos, no es difícil averiguar el sesgo que va a tomar su información de acuerdo a la ideología que comparten periodistas y lectores de esos medios. Vamos del blanco al negro, según quién interprete los hechos. Hay una realidad triste y sombría que parte del hecho de la muerte y de las pésimas condiciones de vida de buena parte de la sociedad norteamericana. En este ambiente todos se sienten con derecho a la protesta y a la injuria, y todos esgrimen sus razones, que por regla general dejan poco espacio para el compromiso y para la concordia. Se van perdiendo las referencias comunes a principios éticos y morales de convivencia, y los sustituimos por consignas y por el rechazo del otro, sin un lugar de encuentro que permita la construcción de una vida más armónica con renuncias y obligaciones para todos.

Tras un turbulento siglo XX de guerras y de ideologías totalitarias, Francis Fukuyama creyó que habíamos llegado al final de la historia, con el triunfo del orden liberal y democrático. Pero éste, como todos los sueños de la razón, termina produciendo monstruos, y nos encontramos en este tambaleante siglo XX más divididos y golpeados que nunca, entre una crisis económica que no se fue, y una crisis de salud que nos ha encontrado desprevenidos y vociferantes.

Vuelvo a los clásicos, vuelvo a Kant, quien, desde la racionalidad trató de poner un limite moral a los sentimientos y a las pasiones. Estableció Kant el imperativo categórico, como regla ética universal. Imperativo por lo que tiene de mandato y categórico porque su cumplimiento no depende de las circunstancias, sino que tiene carácter universal. Así, el corolario del imperativo categórico establece:

“Obra sólo según aquella máxima por la cual puedas querer que al mismo tiempo se convierta en ley universal“. 

Es decir no hagas nada que no pueda ser considerado una ley general para todos. No mientas porque la mentira de todos y para todo, como ley universal haría impracticable la convivencia. Y así con cualquier precepto. Este imperativo categórico lleva también aparejado que debemos considerar al resto de la humanidad como un fin en sí mismo y no como un medio. Esto nos llevará a actuar alejados de los intereses subjetivos y de las pasiones más bajas, y permitiría una vida social basada en virtudes compartidas.

Algo debió fallar con el imperativo categórico de Kant, porque a pesar de la belleza y de la sencillez de su formulación, no ha impedido unos siglos de luchas y de intereses mezquinos, y a pesar de las múltiples proclamaciones de una moral universal, vamos cayendo más y más en el relativismo moral y filosófico, utilizando a los demás como medios para nuestros propios fines. 

Tan mal le fue a Kant, que su ciudad natal, Könisberg, en la Prusia Oriental, sufrió todo tipo de daños a su muerte, con las guerras napoleónicas primero y con la invasión soviética tras la Segunda Guerra Mundial, después de ser bombardeada por la aviación inglesa. 
Könisberg, la ciudad que se regía por los horarios de los paseos metódicos y puntuales de Immanuel Kant, perdió su lustroso pasado y tras la guerra pasó a llamarse Kaliningrado, en honor de uno de los jefes de policía de Stalin (Kalinin). Difícilmente pudiera la ética Kantiana caer más bajo. Y dicen que hoy, con otros aires y otros tiempos, todavía se suscitan peleas en la ciudad entre bandos favorables y contrarios a Kant. 

Los incendios del conflicto racial y de la respuesta ante el virus nos mostrarán sociedades más cuarteadas y desconfiadas, y a pesar de su poco éxito, en tiempos de zozobra, no estará mal que de vez en cuando recordemos al sabio alemán, que creyó en la posibilidad de dotarnos de una moral racional en contra de toda evidencia.






lunes, 1 de junio de 2020

Los viajes en la nueva era


Cantón, 1 de junio de 2020.

Nadie lo hubiera pensado hace unos meses. Tal vez aquí, en China pudiéramos tener mejor información o un cierto olfato para prever la catástrofe, pero no la tuvimos. Más allá de algunos comentarios y de la sorpresa ante la perseverante consideración de que esta pandemia era solo cosa de chinos, no pudimos prever la escala global que iban a tomar esas excentricidades medievales de confinar a un país o un continente entero para evitar los contagios. Así nos fue, sordos a las voces de alarma, ciegos ante la evidencia y confiados en un sistema de bienestar y de libertad que nos parecía inmune a la expansión del virus.

Ahora todos lo conocen. Todos han sufrido en mayor o menor medida los mordiscos de la soledad o del confinamiento. Todos han buscado rearmar el relato para aparecer coherentes con la vista puesta atrás, y entre tanto el incendio pasa de la salud a la economía y de ésta al orden social. 
Decía Goethe, “prefiero cometer una injusticia antes que soportar el desorden”. Ahora tendremos que convivir con la injusticia y con el desorden, por lo que vemos en América, en Europa y lo que no vemos en el resto del mundo. Tardaremos en averiguar cómo serán las reglas de pasado mañana y nos limitamos a gestionar el hoy y tal vez, con algo de atrevimiento el mañana.

Entre estas reglas sometidas al rigor del corto plazo, está el cierre de las fronteras de los países. China, pionera en los asuntos del virus, estableció desde fines de marzo un cierre de sus fronteras a los extranjeros para tratar de preservar la normalidad recién ganada en la batalla contra la enfermedad. Ello supuso la ruptura de familias que quedaron fuera del país, y la pérdida de trabajos y de oportunidades para aquellos empresarios y técnicos que no pudieron regresar a tiempo al país. 
Ahora, ante la gravedad de la crisis económica, y para ir volviendo a la normalidad productiva, desde China se están estableciendo procedimientos para el regreso de algunos extranjeros en función de sus nacionalidades y de sus profesiones. 

Entre los europeos, los primeros en hacerlo han sido los alemanes. No en vano tienen más de cinco mil empresas en China, y muchas de ellas necesitan de sus técnicos para su buen funcionamiento, por lo que tras laboriosas negociaciones, consiguieron llegar a un acuerdo entre ambos países (dónde queda la Unión Europea???), para el regreso de doscientos alemanes en un vuelo cuartel especialmente fletado para la ocasión, con todo tipo de prevenciones y cuidados para evitar nuevas infecciones. El avión fue desinfectado, los pasajeros sometidos al test del coronavirus antes de embarcar, los asientos centrales desocupados para evitar contagios y la comida, como ocurre en estos tiempos, convenientemente envasada con muchos plásticos para desolación del nuevo mundo verde.

Al llegar a China, a un aeropuerto alejado de Pekín, para evitar sorpresas, los pasajeros fueron sometidos de nuevo a un test  de ácido nucleico, con la desagradable sorpresa de que un joven ingeniero alemán dio positivo, a pesar de ser asintomático. Esto dio al traste con los preparativos, y con la idea de ofrecer una cuarentena más ligera de lo habitual. Todas las alarmas se dispararon y los pasajeros han sido sometidos de momento a una cuarentena de catorce días en algún lugar del norte de China.

La diferencia de los resultados de los tests de salida y de llegada da lugar a especulaciones sobre la fiabilidad de los mismos. Al parecer el test alemán no detectó el virus, en tanto que el chino sí que lo detectó. O Tal vez los alemanes habían comprado los tests en China, y los chinos, previsores ellos, habían hecho acopio de tests alemanes en su momento. El resultado es que como prototipo de lo que pueden ser los viajes en avión en un futuro próximo, esto se acerca más a una pesadilla que a una placentera experiencia.

Tras conocer esta noticia, recibo una llamada esta mañana diciendo que las autoridades de Guandong tienen previsto permitir el regreso de nueve españoles a nuestra provincia, para que puedan continuar con su trabajo aquí. Se trata de nueve entrenadores de la mayor escuela de fútbol infantil y juvenil del mundo, que se encuentra en Guandong. Es una buena noticia, que alegrará a muchos y ayudará a nuestros compatriotas. Así son las cosas, los prosaicos alemanes envían ingenieros, y nosotros entrenadores. Tal vez sea porque en Europa nosotros enviamos arquitectos e ingenieros a Alemania y ellos nos envían futbolistas a España...