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miércoles, 12 de febrero de 2020

Los peor

Cantón, 12 de febrero de 2020.

Una novela costarricense del género del realismo sucio se titulaba “Los peor”, un calificativo que para una familia no puede ser sino una deshonra, y en eso estamos en “los peor”. Para que las cosas mejoren se tiene que poner peor, o como decían en Cuba, “lo bueno de la cosa es lo malo que se está poniendo”. Pero conociendo la historia reciente de Cuba, esto no puede ser un consuelo.

Hoy nos dicen que el pico de la epidemia puede llegar a finales de este mes, lo que significa, contra mi optimista esperanza, que pasaremos al meno otro mes más en estas condiciones de cuarentena inducida, pues no es forzada pero tampoco voluntaria.
Es sorprendente cómo la población china acepta esta situación disciplinadamente. Al margen de algunas protestas apagadas por el control gubernamental de los medios, la realidad es que la gente prefiere quedarse en casa a pesar de poner en riesgo la viabilidad de sus negocios o la recepción de sus salarios. Llevamos ya tres semanas de encierro, y las familias siguen encerradas en sus casas con efímeras excursiones al supermercado o al portal donde llega la entrega a domicilio.

Nada ha cambiado con la vuelta oficial al trabajo. Los edificios siguen vacíos, y los accesos al metro, siempre concurridos solo dejan ver a unos pocos aventureros que en silencio se precipitan escaleras abajo con la esperanza de viajar solitarios en un coche del metro.
Esta plaga traerá consecuencias económicas. No muy grandes en principio según los economistas, pues China está acostumbrada a comenzar el año lentamente, tras la celebración del año nuevo chino, pero sí a largo plazo, en lo que se refiere a las pautas de consumo y al humor de la población temerosa de que esto pueda repetirse.
Hay una idea en el ambiente de que algo ha fallado en el modelo de crecimiento. No todo es crecimiento del Producto Interior Bruto cuando hay debilidades patentes en el sistema alimentario o en el medioambiental.
Al menos en este punto China ya se había dado cuenta de que la pureza del aire tiene también un valor económico en términos de reducción de las enfermedades, pero ahora la alimentación y todo el sistema de salud deberán ser revisados para no tener que ponernos de nuevo en lo peor.

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