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domingo, 23 de febrero de 2020

Los domingos al sol

Último Domingo al sol del curso – Martes y Jueves

Cantón, 23 de febrero de 2020.

Lo bueno de las crisis es que nos ayudan a mejorar nuestro vocabulario con distinciones semánticas que antes nos pasaban desapercibidas. Ahora estamos pasados de una epidemia a una pandemia, es decir de un brote infeccioso masivo a uno que se extiende por todo el mundo. Y así lo atestiguan los nuevos casos en Corea del Sur, en Japón y... en Italia.

En Italia se han producido dos muertos por uno de esos contagios indirectos a través de un supercontagiador que había estado con un connacional venido de China del que contrajo el virus, y como además de supercontagiador este italiano de 38 años es muy activo, durante el periodo de incubación ha corrido una media maratón, ha jugado varios partidos de fútbol sala, ha cenado tres veces fuera de casa con amigos y ha acudido dos veces al hospital a revisión. Esta frenética actividad que se ha desarrollado en las tres últimas semanas no es nada extraña si repensamos nuestros recorridos diarios durante este tiempo. Lo que hacemos en nuestra vida en libertad sin pensarlo, sin ser conscientes de toda nuestra peripecia diaria, nuestro recorrido, nuestros contactos, se transforma en tiempos del virus en un mapa del mal cuya huella vamos arrastrando sin ser conscientes de su fatalidad.

En China esto se va sofisticando día a día a través de los omnipresentes códigos QR, que para mí han pasado de ser un sustituto del billete de tren en papel, a una especie de carnet de identidad en el que se va reflejando tu recorrido diario. 
Los extranjeros en Cantón, al menos hasta ahora nos creemos inmunes al virus,(será por lo de la inmunidad diplomática) y seguimos frecuentandonos para matar el tedio y diversificar la dieta de una ciudad sin restaurantes. Pero  esto también puede tener los días contados. Al parecer el virus ha llegado a Israel en un vuelo de Korean Airlines, y a su regreso a Seúl, el aparato ha sido puesto en cuarentena y el embajador de Israel que viajaba en el mismo, recluido en su residencia. Veremos hasta donde llega nuestra inmunidad. Al parecer el virus no conoce ni de fronteras, ni de nacionalidad ni de razas.

 Los casos de Italia demuestran su persistencia y alcance, con unos efectos sobre la vida cotidiana que ya conocemos aquí. Primera medida, se deben evitar concentraciones, y por lo tanto se suspende el campeonato de fútbol en las regiones de Lombardía y Véneto. Qué vendrá después? Temor, pánico, suspicacia, recelo y progresivas limitaciones a la vida cotidiana, como ya ocurre en Corea y en Singapur. Allí, los focos de contagio tienen una alta prevalencia en el seno de las iglesias cristianas. El hecho de celebrar actos religiosos masivos en locales cerrados ha sido la causa del elevado número de contagios en Corea, lo que pone la libertad religiosa en el centro del debate.

Al final tendrá razón Sartre cuando escribía “El infierno son los otros”.

A pesar de todo, un domingo soleado en Cantón es una anormalidad que hay que saborear despacio. Por eso hacemos un largo recorrido en bicicleta al lado Del Río y comprobamos que las ominosas noticias de los medios no llegan a los cantoneses que salen de nuevo a la calle a recoger los rayos de sol. Con mascarillas, eso sí, pero con el entusiasmo de quien debe recuperar el tiempo perdido. En uno de los recodos del río vemos a un sonriente señor en bañador que se apresta a tirarse al río para darse un baño. Los paseantes le animan y le hacen un hueco junto a la barandilla, y desde allí se tira a las sospechosas aguas del río de la Perla. Después de todo si los cantoneses se comen esos monstruosos pescados que sacan del río, cómo no se van a dar un baño en las mismas procelosas aguas.



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