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domingo, 2 de febrero de 2020

Estigma



Cantón, 2 de febrero de 2020.

”Vendrán tiempos malos y nos harán más ciegos
Vendrán tiempos ciegos y nos harán más malos”

Escribía Rafael Sánchez Ferlosio en 1993. No se trata de una característica propia de nuestros días; las dificultades nos ponen a prueba y está claro que en momentos de crisis la mejor idea no es buscar una solución, sino un culpable, y es comúnmente aceptado que el mejor amigo del hombre no es el perro, sino el chivo. El chivo expiatorio.
La alerta mundial por la crisis del coronavirus reconocida desde la semana pasada por la Organización Mundial de la Salud ha resultado en una serie de restricciones de movimientos y de viajes que en algunos casos han llegado a la cancelación total de vuelos desde China o a la prohibición de entrada en determinados países de viajeros procedentes de China.

A ello hay que añadir la sospecha, el temor, la desconfianza hacia los chinos en muchos países. Podríamos decir que en Occidente esta sospecha se extiende a todos aquellos que tienen rasgos asiáticos, por la dificultad que tenemos para distinguir unas nacionalidades de otras. La agresión comienza generalmente con las bromas, con el humor negro que se centra en un determinado grupo de personas, y del que todos hemos recibido alguna muestra en los últimos días. A eso se une el recelo en los medios públicos de transporte, en las colas de los espectáculos, o en los establecimientos regentados por chinos. Pero al parecer la situación se va agravando en muchos países y se han llegado a producir actos discriminatorios en las escuelas o agresiones a ciudadanos de origen chino.
Esto ha hecho reaccionar a las embajadas y consulados chinos, que piden un compromiso mayor de los países en la protección de sus nacionales y un reconocimiento de los esfuerzos que hacen día a día  en la lucha contra la enfermedad.

Realmente, no está mal la construcción de un hospital de mil camas en menos de dos semanas, al que siguen otros dos previstos para los próximos días, o la capacidad de mantener a un país entero o a un continente en términos de habitantes en semi cuarentena voluntaria. Efectivamente, aquí no se mueve nadie. Las familias permanecen en casa por más de diez días ya y solo salen para las compras imprescindibles para el sustento.
Pero lo que ocurre por el mundo es lo que se denomina el “estigma”. No esos gloriosos estigmas de nuestra historia que eran señal de santidad, sino el estigma por la enfermedad, por acarrear en sí el mal y por ser capaces de extenderlo a toda la sociedad. El pueblo judío sabe bien lo que es el estigma, culpado de muchas cosas a lo largo de la historia, pero especialmente de la propagación de la peste negra en el siglo XIV.. Pero también a España le toca su parte.

La gripe que asoló el mundo en 1918 se ha seguido llamando la gripe española “spanish flu “ Este término que en España no se usa y que no es muy conocido, tiene sin embargo un largo recorrido en el mundo anglosajón. Hace un par de años durante una cena con un conocido periodista inglés, autor del libro “the road  to somewhere”, David Goodhart, me sorprendió el interés que tenía por conocer más sobre la gripe española, sobre su origen y sobre la prevalencia de esta denominación en nuestro país. Sorprendido por la pregunta y por su interés por algo que a nosotros no nos dice nada, investigué sobre el término, y según la mayoría de los historiadores del periodo, el nombre de gripe española se debe a la circunstancia de que en el momento en el que se propagó por Europa, en la primavera de 1918, el continente estaba en guerra, y todos los países beligerantes habían establecido una férrea censura de los medios de comunicación para evitar noticias que pudieran dañar la moral de la tropa. España, país neutral en esta guerra mantenía la libertad de prensa, y así la agencia de noticias Fabra, difundió la noticia de una extraña enfermedad que estaba causando la muerte de numerosas personas en nuestro país. Esta alerta temprana sobre la enfermedad sirvió para darle nombre a la epidemia más mortífera que ha conocido la humanidad y a identificarla con nuestro país que en esa ocasión solo fue víctima de una enfermedad que se agravó por el trasiego de soldados entre los diferentes frentes de guerra, y que astutamente se achacó a un país que no había estado involucrado en la guerra, pero que ingenuamente difundió la desagradable noticia.
Así se va creando la reputación y la fama, y me temo que esta triste situación va a pesar en la imagen de lo Chino más de lo que cualquier trasnochado cliché.

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