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miércoles, 5 de febrero de 2020

El autobús fantasma

Cantón, 5 de febrero de 2020.

La difusión de la enfermedad sigue imparable y el número de muertos aumenta, aunque puesto en términos chinos se puedan considerar cantidades pequeñas. Los informativos de televisión los comparan con las muertes por gripe en Estados Unidos o en Europa, y resulta que estamos en unas cifras realmente modestas a pesar de la aparatosidad de las medidas preventivas que se han tomado y del despliegue de medios en todas las ciudades chinas, que han dejado prácticamente paralizado el país, que es decir mucho más que un continente.
Por las calles todavía vacías circulan voluntariosamente los autobuses que paran diligentemente en cada una de las paradas establecidas pero que no llevan pasajeros. En un rasgo de optimismo o de humor negro, hay también circulando por la ciudad el autobús turístico que permite una visión panorámica de la ciudad, y que no transporta sino al temeroso conductor provisto de una máscarilla, disfrutando él solo de las vistas más icónicas de Cantón.

Estos días de calma e inactividad los pasan los chinos en familia. En la mayoría de los casos, atrapados en el lugar adonde fueron a pasar las fiestas de fin de año, rodeados de los suyos, en una compañía que se suponía temporal, pero que al prolongarse puede causar estragos en la futura convivencia familiar.
¿Qué hacer durante tantas horas de semiencierro?. Los chinos de hoy están pegados a la pantalla del móvil. Imagino los hogares con los cargadores de los móviles continuamente conectados y con el uso de datos al máximo, mientras se descargan series, videos y todo tipo de juegos y entretenimiento durante estos días ociosos. También se habla en las redes sociales, pero con un límite. Hay una serie de palabras y de temas que no se pueden tratar en los grupos de we chat. Y en caso de infracción de la norma sobreviene el bloqueo de las cuentas con la desazón y vulnerabilidad que da el sentirse todavía más aislado en estos días. Así que supongo que por precaución y por costumbre, la mayoría de las personas en sus hogares seguirán las telenovelas y en muchos casos las noticias y películas de carácter patriótico que encienden los ánimos y amortiguan el aburrimiento.

Ya van dos semanas de clausura monacal y no sé si como ocurre en otras partes del mundo esto se traducirá en unos meses en una nueva explosión demográfica. No veo los ánimos muy exaltados para ponerse a la tarea y tengo para mí que prima más el temor al día de mañana que las pequeñas alegrías de un tiempo de ocio inesperado. Me dicen que en las conversaciones de redes sociales lo que más se prodiga, junto con las recomendaciones de higiene, son las consultas sobre la situación laboral, los derechos que acompañan  a cada trabajador, el carácter de vacaciones o de trabajo en casa de estos días extraños, y sobre todo el temor a una reducción de empleos cuando pase la cuarentena.

Mañana, viernes veremos si finalmente la crisis está encauzada y se puede recomenzar el trabajo la semana próxima, o si por el contrario, al igual que ha ocurrido con las escuelas, se prolonga la situación de aislamiento y tenemos que pensar en nuevas estrategias de supervivencia en una ciudad que se va a ir llenando a lo largo del fin de semana.

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