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sábado, 15 de febrero de 2020

El empleo del tiempo


Cantón, 16 de febrero de 2020.

Una novela del francés Michel Butor, se titulaba “el empleo del tiempo”, jugando con el doble sentido del tiempo que transcurre durante nuestra vida y el tiempo de los verbos, tan sofisticado en la gramática francesa. Esa novela que está en el origen de “la nueva novela francesa”, algo así como “ la nouvelle vague” en el cine, dio lugar a obras curiosas y sin embargo tediosas, que han sobrevivido mal el paso del tiempo y el envejecimiento de sus lectores.

El empleo del tiempo, fuera de la gramática es uno de los asuntos trascendentales de nuestra vida, porque hasta ahora es una materia finita e irreemplazable, e independientemente de cómo se emplee es un bien perecedero pero que puede deparar grandes satisfacciones o desasosiego. En un lugar con los movimientos limitados y con una tendencia al monotema que ocupa las principales noticias y las pocas conversaciones adultas que se pueden mantener, el empleo del tiempo es sustancial para mantener la cabeza firme en medio de las turbulencias.

Pasó el día de San Valentín en China, y como en otras partes del mundo, con ese mimetismo que nos permite aceptar como tradición cualquier moda importada, las celebraciones previstas en este país hubieron de suspenderse para evitar contagios “cara a cara” que al final son los más peligrosos. Los restaurantes cerrados, las reuniones sociales canceladas; los chinos han celebrado San Valentín este año a distancia, medida prudente para evitar el contagio, o con alguna celebración íntima, para lo que los restaurantes que sirven comida a domicilio prepararon sus “packs” de San Valentín en el que junto con la comida incluían un ramo de flores y un para de mascarillas de ceremonia, para disfrutar de este día especial. De todos modos, cuánto tiempo pueden durar los pequeños negocios como los restaurantes, cerrados ya por cerca de un mes y sin perspectivas de reapertura?

Pasó San Valentín y siguen las calles vacías y siguen amenazando con nuevas restricciones de movimientos, con el agravante de que cada ciudad, distrito o comunidad de vecinos está adoptando normas propias que se suman a las generales y que hacen más inciertas las proyecciones de futuro.
Entre tanto, aprovechando la ausencia de chinos en las calles, encuentro el momento ideal para hacer largos paseos en bicicleta por una ciudad que por momentos parece abandonada, con sus habitantes recluidos tras las ventanas con paciencia franciscana.


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