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domingo, 1 de marzo de 2020

La cuadrícula


Cantón, 2 de marzo de 2020.

Desde que la humanidad organizó la convivencia en ciudades, éstas han pasado a ser un lugar de prosperidad, de atracción y también de control. El diseño urbano busca la eficiencia en el uso del espacio y a la vez la facilidad para la prestación de los servicios públicos y de la circulación dentro y fuera de las ciudades. A estas características, los gobiernos comunistas han añadido desde temprano una adicional, consistente en la división del territorio urbano en cuadrículas más pequeñas bajo el control de los distintos órganos del partido, que garantizan la sana convivencia y permiten un control mutuo de las actividades peligrosas y de otras no tanto.
Si en Cuba los comités de Defensa de la Revolución organizaban la vida de las ciudades y permitían algunas licencias caribeñas al estricto control del partido, en China todo el país está dividido en pequeñas unidades residenciales controladas por la organización partidaria y atendida por los funcionarios del partido y por esos voluntarios que con un brazalete rojo aplican el celo del novato a la revisión de cada caso que se les presenta. Por ello, en cada barrio, en cada comunidad de vecinos hay un grupo de personas que velan por la seguridad y que en estos días de la peste trasladan las instrucciones del gobierno hasta los lugares más apartados del país. Son ellos quienes dan acceso o no a un barrio o a una comunidad de vecinos, y quienes mantienen el control sanitario y también la higiene ideológica de quienes acceden a sus residencias.

Gracias a estas medidas el escenario chino cambia día a día. Ya hemos pasado de la obsesión de las cifras a la de la higiene. Las medidas de control se amplían a medida que la ciudad retoma su pulso y el metro vuelve a estar abarrotado. Y las calles se llenan de vehículos. La avenida delante de mi casa, hasta hace unos días casi desierta ha vuelto a tener hoy por primera vez un atasco, y ya no se puede atravesar impunemente con el semáforo rojo, como ha ocurrido todos estos días. Los códigos de salud que identifican a cualquier usuario de teléfono se han vuelto imprescindibles para el acceso a cualquier edificio, y entre las medidas de vuelta a la normalidad, por fin abren las peluquerías y los locales de cuidado de las uñas, señal de que vamos despertando de la pesadilla.

La Nasa confirma en estos días lo que venía notando durante todo este tiempo, que la contaminación del aire casi ha desaparecido de las ciudades chinas, y especialmente de Cantón. “Es la primera vez que veo una caída tan dramática dela contaminación en una zona tan grande por un evento específico”, dice la investigadora de calidad del aire de la NASA. Este buen clima inesperado puede hacernos pensar en la otra cara de la moneda. Por mucho que se haya intentado, la actividad industrial sigue a ritmo muy lento y todavía no se ha retomado, lo que traerá consigo seguramente la primera contracción del crecimiento económico chino durante el primer trimestre del año, algo que no ocurría desde los tiempos de la revolución cultural.

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