Translate

Seguidores

domingo, 22 de marzo de 2020

Kapok


Cantón, 22 de marzo de 2020.

En marzo en Cantón florece el Kapok. Ese árbol de flores rojas y frutos medicinales al que llaman también el árbol de los héroes. Es un alto árbol que bordea los paseos de la ciudad de las flores y que anuncia la breve primavera de Cantón, que pronto se verá agostada por el sofocante calor del verano.

Hoy han florecido los Kapoks y los cantoneses salen a saludarlos tras el final de la reclusión. Hay en la mañana del domingo familias y paseantes que toman fotografías del estallido rojo de los Kapoks, y que parecen hacer un ejercicio de civilidad, como sus vecinos japoneses respecto a los almendros en flor.
La ciudad vuelve poco a poco a la normalidad y el buen clima anima el humor a medida que se va alejando el fantasma del virus. Los chinos, disciplinados han soportado casi dos meses de cuarentena sin necesidad de emplear un sistema intimidatorio, que existe, y con la paciencia y mansedumbre de quien está acostumbrado a varias calamidades por generación. El tiempo de penuria ha pasado, y ahora toca disfrutar del tiempo perdido, con paseos, celebraciones y una indisimulada alegría en el rostro detrás de la mascarilla.

Y ahora los otros somos nosotros. En las redes sociales de occidentales en China, se reproducen casos de cierta discriminación o más bien de temor hacia los extranjeros. Quienes vivimos en las zonas modernas de la ciudad, donde hay una presencia constante de expatriados esta situación se vive con menor intensidad, pero si te introduces en las zonas más autóctonas de la ciudad, se reproducen episodios de temor o de desconfianza. Es algo innato en situaciones de peligro, quién no cambia de acera cuando ve a alguien distinto en un lugar poco iluminado, y cuando el temor no viene de la posible agresión física, sino de esa sombra de contaminación que genera un halo de veneno, el temor se agranda y no sirve ni la mejor de las sonrisas para disiparlo. Así que aquí también cambian las tornas. Si los chistes y las bromas hace unas semanas eran sobre orientales que estornudaban en un centro comercial de Europa, ahora somos nosotros los que llevamos el estigma de la contaminación.

Habrá que habituarse a ello, porque ahora sí nos adentramos en el siglo chino. Si el siglo XX se llamó el siglo corto porque se considera que comenzó en realidad con la Primera Guerra Mundial, hoy tendremos que ir acostumbrándonos a este siglo que inició con el auge de la economía china y con su tirón sobre los mercados de materias primas y de productos agrícolas, a un siglo en el que la hegemonía no va a ser solo económica, sino también tecnológica y política. Allí tenemos las muestras de solidaridad y de compasión ante la crisis que otros no mostraron, y allí tenemos esa nueva vida recobrada tras la penuria. Esa voluntad de volver a vivir la alegría perdida en ciudades monótonas pero que dan cabida a esa legión que abandonó los campos y que hoy, convertidos en ciudadanos van dando muestras de una urbanidad nueva para ellos y menguante para nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario