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lunes, 16 de marzo de 2020

Cómo hemos podido llegar a esto


Cantón, 16 de marzo de 2020.


Cuentan que a Juan Belmonte, el pasmo de Triana, uno de los mejores matadores de la historia del toreo le preguntaron una vez cómo era posible que una persona que había sido banderillero suyo, hubiera llegado a ocupar el puesto de gobernador civil de Huelva, a lo que respondió Belmonte, lacónico,
“Degenerando, degenerando”.

Esta anécdota, cierta o apócrifa , da cuenta del momento actual en el que ante la mayor crisis de este siglo, nos encontramos sumidos en el desconcierto y con una sensación de que todo ha degenerado con rapidez. Pero como todo, esta crisis también tiene su explicación de cómo hemos llegado a esto.
En China hoy parece que la crisis ha pasado y que los casos nuevos de coronavirus declarados están en veinte, de los cuales dieciséis son importados, es decir personas que han vuelto a China con el virus incorporado. Y los otros cuatro casos autóctonos son todos de la provincia de Hubei, es decir, la zona cero de la epidemia desde donde se expandió por todo el mundo.

La explicación a toro pasado parece lógica, y la falta de actuación y de prevención alarmante. Cuando el virus se comienza a extender por la ciudad de Wuhan a finales de diciembre del año pasado se le prestó poca atención, por negligencia o por cálculo interesado para no aguar la fiesta. Cuando la propagación se hizo inocultable, los dirigentes chinos mantuvieron sus consultas a cencerros tapados, para decidir con inmediatez y por sorpresa la batería de medidas a adoptar. La principal, el aislamiento de la ciudad de Wuhan y posteriormente otras ciudades de la provincia. A esto se fueron añadiendo prohibiciones de viaje y de actividades que llevaron prácticamente al cierre del país.

Entre tanto, calculo que los consulados europeos en China expidieron más de 300.000 visados de turismo durante los meses de diciembre y enero para personas que viajarían a Europa alrededor del año nuevo chino. Esto supone que con la epidemia desatad en la provincia de Hubei, más de 300.000 chinos viajaron a la Europa sin fronteras de Schengen, donde algunos supercontagiadores fueron expandiendo el virus sin control.

A la llegada a nuestros países no había ningún tipo de control de pasajeros, ni siquiera la medición de la temperatura, por lo que con toda probabilidad el virus se fue extendiendo subrepticiamente por todos los rincones de Europa aprovechando la facilidad de movimientos que otorga el espacio Schengen. Entre tanto en Europa no había ninguna autoridad en Bruselas a cargo de la epidemia, o no la había al menos de modo claro y decidido, por lo que en un espacio común sin fronteras , no había una Autoridad común ni políticas comunes que aplicar.

Mientras en China desarrollaban este cierre del país con medidas extremas, en Europa íbamos degenerando de la política de puertas abiertas, a la idea de no discriminación y al uso de frases huecas que escondían la falta de valoración de la crisis.

Nuestra idea de seguridad y de confianza en un sistema y en unos servicios públicos desconocidos en el resto del mundo hicieron el resto. Confianza, desprecio de los datos, soberbia incluso entre los científicos más respetados y una sociedad que desde los tiempos de Belmonte va degenerando, nos han llevado a las puertas de esta crisis sin defensas y perplejos.

Así se contará la historia, aunque como todas las historias tristes pudo haber tenido otro desarrollo.
Ahora es el momento de las soluciones, de la responsabilidad que no tuvimos antes para salir de este atolladero, y sabemos que hay fórmulas que funcionan. Veamos si frenamos esta degeneración con espíritu alto y con voluntad de actuar como una Europa unida más allá de la retórica.

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