Translate

Seguidores

lunes, 13 de abril de 2020

Reformas


Cantón, 14 de abril de 2020.

Decía don Ramón de Campoamor, ese poeta prosaico que tuvo gran éxito en la España de la Restauración, allá por el final del siglo XIX, “En este mundo traidor, no hay verdad ni mentira, todo es del color del cristal con que se mira”
Y nosotros llevamos los anteojos puestos de fábrica, así que no hay coincidencia fácil en el análisis de una realidad que se colorea a gusto del observador, con una refracción cada vez más acusada a los hechos y a los números,desnudos. Definitivamente, nos gusta más la realidad defractada por nuestras creencias.
Sin embargo en algo se podrá coincidir al valorar estos tiempos feos de la pandemia. Que nuestra arquitectura institucional ha tenido fallos. Que lo que debería protegernos como sociedad se ha mostrado frágil e inoperante ante la promiscuidad del virus. Y este fallo sistémico, pues abarca al sistema en el que hemos vivido hasta ahora, afecta por igual a las organizaciones internacionales nacidas de la última catástrofe mundial, como a los Estados que han ido adoptando diversas formas de participación de la vida pública, pero en ningún caso  han sabido encontrar el punto justo de prevención y de actuación que nos preparara para esta situación. También deberemos concluir  que la imagen de un mundo encerrado, utópico y ucrónico, nos ha llegado sin que hiciéramos caso de los avisos y se ha instalado con la tranquilidad y la calma de un hijo que vuelve a casa.

En medio de esta zozobra, China, que lleva unas semanas de ventaja a todo el mundo en esta pandemia, ha comenzado a tomar medidas para ajustarse al mundo que vendrá. Temerosa de registrar la primera caída de su producto interior bruto desde 1976, este país continente ha comenzado a buscar remedios para una inevitable pérdida de exportaciones y para un mundo donde las cadenas de suministro mundiales van a ser sometidas a revisión para evitar el desabastecimiento y la dependencia que vemos hoy en el mundo en una pelea tabernaria por los equipamientos médicos necesarios ante la enfermedad.

Y así, el pasado jueves, el Comité Central del Partido Comunista de China emitió un documento conteniendo las principales ideas de la política económica china para la recuperación. Y este documento, que todavía no es ley, pero ya se sabe que lo que dice el Comité Central va a misa, establece como línea fundamental de su programa de reconstrucción económica, la reforma orientada al mercado. Efectivamente, el Partido Comunista ha decidido que la salida de un shock como el que ha recibido la economía china y como el que va a recibir la economía mundial en cuanto salga de su confortable confinamiento, requiere medidas radicales e innovadoras. Y aquí en China, el PC ha decidido que la mejor manera de afrontar la catástrofe es con la puesta en marcha de un programa de reformas que liberalice los mercados de la propiedad de la tierra, de trabajo, de capitales y que finalmente reordene el sector empresarial de propiedad estatal que ha sido uno de los objetos de crítica más frecuentes por parte del resto de las economías mundiales.

Así, la China comunista en estos días en los que el mundo está mirando todavía hacia el aspecto sanitario de la crisis, ha comenzado a poner los cimientos de una nueva etapa, que sorprendentemente y a diferencia de lo que ocurre en muchos países occidentales, parece encaminada hacia una economía de mercado más abierta y liberal que la anterior a la crisis.

Veremos cómo evolucionan estas instrucciones del comité central y qué respuesta encuentran en el resto del mundo, que ha descubierto que la presencia de China en la economía mundial no era ya solo una cuestión de cifras y de comercio, sino también de liderazgo y de innovación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario