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jueves, 23 de abril de 2020

Luthiers


Cantón, 23 de abril de 2020.

Allá va otro obituario en los tiempos de la peste. Ha muerto Marcos Mundstock, uno de los componentes del grupo les Luthiers, y en este caso no es por el coronavirus. La verdad, es que a medida que pasa el tiempo, inevitablemente, nuestras conversaciones y nuestras audiciones se hacen cada vez más a menudo con los muertos.

“Retirado en la paz de estos desiertos,
Con pocos pero doctos libros juntos,
Vivo en conversación con los difuntos, 
Y escucho con mis ojos a los muertos”

Esta inimitable estrofa de Quevedo nos recuerda la tristeza de la pérdida, pero también la bondad de la obra bien hecha, que permite vivir más allá de la muerte. Y eso le ocurrirá a Marcos y a Daniel, dos de los Luthiers muertos en los últimos tiempos, que perdurarán en nuestra memoria y en nuestros oídos, acompañándonos en la paz de estos desiertos.
Me gustaron los Luthiers, como a tantos otros, desde los tiempos de su Johan Sebastián Más tropiero, por ese humor inteligente y elegante. Argentino y europeo, como los variados apellidos tan argentinos de todos sus componentes, y creadores en la lengua española de una serie de neologismos que aplicaron a su no tan disparatada visión de la historia.

Tuve la ocasión de conocerles en Argentina, de disfrutar de su humor en privado en una pequeña ceremonia en la embajada y allí me sugirieron que tres de ellos querrían tener la nacionalidad española, con apellidos tan rimbombantes como Mundstock, Rabinovich o López Puccio, y he de decir que en esta ocasión sus plegarias fueron escuchadas y que tuve el honor de solicitar para ellos la nacionalidad por “carta de naturaleza”, es decir por su especial vinculación a España, que les concedió el Consejo de ministros del 7 de septiembre de 2012. Debo decir que en contra de mi idea de que nunca se tiene suficiente poder para cambiar las cosas, en esta ocasión el pequeño poder del que disponía se demostró suficiente para un buen fin.

Sin lugar a dudas todos ellos contribuyeron a ampliar esa patria del idioma. No hubo ciudad española que no recorrieran con su música, su humor y su inteligencia, y así llegaron prácticamente hasta el inicio de esta pandemia en España, donde tuvieron que cancelar su último concierto en Logroño el pasado 10 de marzo.
Esta triste noticia nos saca de la abulia de los días en el tiempo del coronavirus, donde el humor se desgasta, y la proliferación de vídeos y de imágenes cada vez tienen más difícil levantar una sonrisa o  alegrar la mañana. La muerte, ineludible y puntual nos recuerda que no solo de coronavirus muere el hombre, y que nuestro paso por la tierra no es igual para todos, solo la muerte nos iguala.

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