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viernes, 10 de abril de 2020

Éxodo


Cantón, 11 de abril de 2020.

Celebramos en los países de tradición cristiana la pascua de resurrección, o como decimos en España, la Semana Santa (en países tan laicos como Uruguay le llaman la semana del turismo...), y en unas fechas muy cercanas, celebran los judíos su pascua, el “Pésaj”, que no es otra cosa que la rememoración de la liberación del pueblo judío de los faraones de Egipto. Esa liberación que dio lugar al primer éxodo de una población, huyendo por el desierto y atravesando las aguas del Mar Rojo. En recuerdo de este éxodo celebraban y celebran los judíos su Pascua con una cena, y es ésta la cena que celebró Jesús con sus apóstoles el jueves Santo en Jerusalén. De este modo se unen las tradiciones judía y cristiana en recuerdo de esa huída de Egipto llena de penurias e incertidumbres hasta la tierra prometida.

Estamos pues, en tiempo de éxodos. Primero de quienes huyeron inconscientemente de China ante la amenaza del virus y lo expandieron por la tierra. Luego la de quienes vieron venir el virus a esos países que se creían orgullosa y ciegamente protegidos por inexpugnables sistemas de salud, y que sin embargo han ido cayendo uno tras otro ante el embate de la silenciosa enfermedad. Estos volvieron en muchos casos a China, y ahora que se han cerrado fronteras, que el mundo se ha ido aislando en numerosos hogares enclaustrados, en infinitas conexiones digitales, encontramos el nuevo éxodo en el interior de China.

La ciudad de Wuhan, origen de la pandemia, ciudad estigmatizada y martirizada en un primer momento, después de 74 días de aislamiento total, volvió el pasado 8 de abril a una cierta normalidad y comenzó el éxodo de salida de la ciudad con el orden que los chinos saben poner a los movimientos masivos de personas.

Toda la ciudad se preparó para esa salida de aquellos que habían quedado atrapados en Wuhan y que tenían que volver a sus trabajos o a sus lugares de origen en toda China. Aeropuerto, estaciones de metro, autopistas, todo estaba listo para realizar los sucesivos controles de este nuevo éxodo. Una parte de los que salían iban a sus ciudades en la misma provincia, pero aquellos que debían desplazarse fuera de Hubei, volvieron en su mayoría a la provincia de Guandong, a Cantón y Shenzhen, dos ciudades que atrajeron a gran cantidad de emigrantes en los últimos años, y adonde los trabajadores de Hubei están regresando desde la semana pasada.

Este nuevo éxodo requiere ciertas garantías. La célula de residencia, fundamental en China para poder viajar, el código de salud en el teléfono, los chequeos médicos al salir de Wuhan, con test incluido y al llegar al destino cuando se trata de grandes ciudades. Todo ello atendido por personal protegido y enmascarado, que va dirigiendo a los viajeros hacia sus asientos, donde se puede encontrar toda una variedad de prendas de protección de salud. La nueva moda, la nueva tendencia en el vestir va a tener más relación con la protección de la salud que con la estética. Esta será otra de las desgracias que deberemos soportar tras el virus, una avalancha de estética feísta y utilitaria que dejará un gran margen a la imaginación para poder respirar fuera de tanta zafiedad.

Esta vuelta al trabajo, esta llegada masiva de personas por tierra y por aire a las grandes ciudades chinas ha despertado una creciente preocupación de las autoridades sanitarias, que a pesar de la casi normalidad que se aprecia en la vida diaria, siguen imponiendo controles y nuevos métodos de vigilancia para que no entre el virus con los recién llegados.

En estos momentos el teléfono móvil tiene como principal uso el portar la documentación sanitaria que nos permite circular. Esta es una enseñanza de este nuevo tiempo. Los datos, la intimidad, nuestra privacidad serán puestos en un segundo plano frente a la necesidad del control, a la seguridad del grupo, y poco a poco en nuestro occidente celoso de las libertades individuales iremos viendo cómo no somos tan distintos, y en circunstancias extremas vamos aceptando todo con una mansedumbre que creíamos ajena.

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