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sábado, 4 de septiembre de 2021

Camino de Santiago portugués. Prefacio para extranjeros

 


El camino de Santiago es una de las tres grandes rutas de peregrinación del cristianismo, junto con la peregrinación a Jerusalén y la peregrinación a Roma y hoy es recorrida por miles de peregrinos que caminando, en bicicleta o a caballo recorren el norte de España para llegar al extremo occidental del continente europeo y abrazar al Santo, el apóstol Santiago.

Cómo es posible que una pequeña ciudad del occidente de España se compare en la tradición cristiana con Jerusalén o Roma y atraiga cada año durante más de un milenio a miles de peregrinos que realizan un camino lleno de dificultades e incomodidades?

El origen del camino arranca en la Edad Media, cuando la península ibérica es invadida por los musulmanes en el año 711 y en un corto periodo de tiempo ocupan casi todo el territorio hasta la frontera con Francia. En pocos años cae el reino visigodo que había reemplazado el dominio romano y se incorpora la mayor parte de la península al Islam. Solo unos pequeños obispados del norte quedan fuera de esta islamización y buscan mantener su religión e independencia ante el empuje musulmán.

En estas condiciones adversas, se desarrolla un pequeño reino en Asturias, protegido por Carlomagno, que busca expandirse hacia el sur y restablecer la religión cristiana en un país que se había convertido rápidamente al Islam. 

Durante la Edad Media se desarrolla en toda la cristiandad una gran devoción por los santos, cuyas reliquias se pensaba que protegían a los devotos de todos los peligros y por lo tanto, una población que se pusiera bajo la advocación de un santo poderoso recibiría a cambio su protección. 

En este contexto los cristianos del norte de España comenzaron a buscar la protección del apóstol Santiago, uno de los apóstoles más mencionados en los evangelios y quien según el libro "Breviario de los apóstoles" datado en el siglo VI habría predicado el cristianismo en España tras la muerte de Jesucristo y posteriormente a su regreso a Jerusalén fue condenado a muerte por Herodes Agripa hacia el año 41 AD. 

Si ya es difícil documentar el viaje de Santiago a un lugar tan alejado como España en el siglo I, la historia recogida en este libro va más allá y afirma que tras su muerte en Jerusalén, sus seguidores lo pusieron en una barca de piedra y lo llevaron a España a enterrarlo en el "Arca marmarica" cerca de donde se sitúa actualmente la ciudad de Santiago de Compostela.

En tiempo de grandes dificultades para la fe cristiana, el obispo de la región, Teodomiro, quiso ver en el relato de un campesino que decía haber visto en sus campos unos destellos de luz en la noche, un signo de que allí se encontraba el "arca marmarica" y en consecuencia, el sepulcro con los restos del apóstol Santiago. Este "descubrimiento" del obispo Teodomiro hacia el año 830 de nuestra era, casi ochocientos años después de la muerte de Santiago, si no se atenía al rigor histórico, sí que daba un rayo de esperanza a los atribulados miembros de la iglesia cristiana de Galicia en su lucha contra los musulmanes.

Teodomiro, hombre de gran visión, convenció al rey de Asturias, Alfonso II de que el descubrimiento del sepulcro de Santiago era un signo propicio para su reino y allí comenzó la construcción de un templo donde estuvo el sepulcro que es hoy la catedral de Santiago de Compostela.

Con estos modestos orígenes fue creciendo la devoción por Santiago y la atribución de milagros y de victorias en las guerras de religión por el apoyo de Santiago desde el cielo, a las tropas cristianas que comenzaron lo que se denominó la "reconquista".

El apoyo de los carolingios a los reyes de Asturias para hacer frente al empuje de los musulmanes y detener su camino hacia el corazón de Europa y la necesidad del papado en Roma de mantener bajo su mando a los obispos de ese confín de la cristiandad contribuyeron a trazar una vía de peregrinación que uniera el norte de España con el resto del mundo cristiano europeo. Poco a poco el culto a Santiago fue creciendo en la península ibérica y en otros lugares de Europa, dando lugar a las primeras peregrinaciones y a la presencia de cristianos de distintas naciones en la ciudad de Santiago.

Sería el papa Urbano II quien en 1095 daría a Santiago la categoría episcopal y reconocería por medio de una bula papal que los restos del apóstol Santiago estaban enterrados en ese lugar.  Urbano II fue el papa que convocó la Primera Cruzada para recuperar los Santos Lugares por lo que no es de extrañar que en su afán guerrero viera a la península ibérica como el otro lugar del confín de la cristiandad donde debería defenderse la religión frente al peligro musulmán.

El obispo de Santiago de Compostela, Gelmírez  sería ya a comienzo del siglo XII quien daría forma a la peregrinación de los fieles a Santiago en marchas organizadas desde el centro de Francia y trayendo junto con los peregrinos, el arte y la cultura que se estaba desarrollando en el centro de Europa.  Desde el siglo XII se puede hablar de la existencia de un camino de Santiago, entendido como una vía de comunicación por la que fueron entrando el arte románico y las corrientes culturales europeas  en la España del norte, mientras en el sur desplegaba todo su esplendor el arte islámico en Córdoba o Granada dejando en medio ese arte mixto original de España que se denominó mudéjar y que conjuga la tradición arquitectónica y artística del Islam con los símbolos de la religión cristiana con un estilo propio que no se puede encontrar en ningún otro lugar del mundo.



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