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miércoles, 15 de septiembre de 2021

Camino portugués. Etapa 10ª. Pontevedra - Caldas de reis. 24 km


 Retomamos el camino en Pontevedra por el santuario de la virgen peregrina, símbolo de la ciudad edificado a fines del siglo XVIII para albergar una figura de una virgen traída por unos peregrinos franceses desde Baiona. El santuario está edificado sobre una base con forma de concha de vieira, (en inglés scallop) proyectada en altura sobre una cúpula redonda que da una imagen espigada a este monumento por el que debe pasar los peregrinos que salen de Pontevedra.

El camino transita hoy por bosques de castaños y robles bajo la amenaza de una lluvia que no llega a desencadenarse. Somos afortunados, pues haciendo caso a las previsiones meteorológicas hemos dejado las capas de lluvia en la maleta y avanzamos los primeros kilómetros bajo la amenaza de que una lluvia intensa moje nuestra marcha y la haga más dificultosa.

Estamos en la comarca del Salnés, famosa por su vino albariño, uno de los mejores vinos blancos de España, y por eso el camino se abre pronto entre viñedos que se encaraman sobre postes de granito formando emparrados que forman unos túneles de sombra a los costados del camino. Es llamativo el uso de la piedra de granito en esta región. Las casas, desde las más modestas a las más señoriales tienen fachadas cubiertas de granito, lo que les da un empaque de buena construcción y da homogeneidad a los pueblos y a la zona vieja de la ciudad de Pontevedra. Pero lo curioso es que los emparrados de los viñedos también se hacen sobre la base de columnas de granito que forman un bosque bien alineado sobre el que se encaraman las vides para evitar la humedad del suelo. El resultado es el albariño, que conforma en esta comarca una religión tan importante como la peregrinación


A falta de poblaciones relevantes, hoy encontramos en el camino una gran cantidad de cruceros. Los cruceros son esas cruces de piedra ínstaladas en los cruces de caminos que tienen por el anverso una imagen de Cristo crucificado y por el reverso una imagen de la virgen o de un santo. Los cruceros recuerdan a lo menhires y a los millarios de las calzadas romanas y también a algunas cruces celas en los caminos de Irlanda, pero es en Galicia donde los cruceros han hecho fortuna.

 Los cruceros abundan en Galicia y en el norte de Portugal y sirven de guía a peregrinos y de prevención contra hechizos y la mala suerte. se dice que hay más de 12.000 realizados generalmente en granito, con una base cuadrada, un capitel y un fuste con las imágenes referidas. Al parecer la tradición de poner cruceros en los caminos viene del Concilio de Trento, cuando la Iglesia de Roma aprueba la contrarreforma que le llevará a profundizar en su canon teológico y a romper con la iglesia protestante. Entre las instrucciones del Concilio estaba la de la enseñanza de la religión a través de imágenes de Cristo, la virgen y los Santos, que dieran al pueblo una idea de los dogmas de la iglesia. con este fervor y apoyados en la predicación de la orden franciscana, se llenaron los caminos de cruceros que hoy acompañan a los peregrinos.


Al igual que ayer e camino se va llenando de peregrinos a medida que avanza la mañana. Estamo acercándonos a Santiago y muchos se apuntan a recorrer estas cuatro o cinco etapas finales para ganar la indulgencia. El resultado es que el caminar se vuelve más incómodo en lugares donde se agolpa más gente porque hay una bar donde descansar y reponer fuerzas o en los lugares más angostos del camino donde hay que esperar a que los peor preparados pasen para seguir avanzando. Si este recorrido del camino portugués ya era menos dado a ensoñaciones místicas que el camino tradicional, estos días con la profusión de caminantes todavía no adaptados a las largas marchas, con grupos ruidosos y vocingleros, con personas que aprovechan la marcha para hacer videollamadas a familiares y amigos compartiendo su experiencia peregrina, el camino se hace menos agradable y menos íntimo. 



Por ello tratamos de mantener un paso rápido y constante, adelantando a grupos que apenas pueden caminar y que avanzan lentamente en una empresa para la que no vienen preparados. Mantenemos así la distancia del local frente al advenedizo, buscando en las caras de los caminantes aquellas que hemos visto en etapas anteriores, para crear una comunidad invisible de peregrinos verdaderos.

Así, llegamos a Caldas de Reís, pueblo del camino real que tiene aguas termales y que fue parada obligatoria de reyes y de nobles para calmar la fatiga. al entrar en el pueblo por un estrecho puente, un transeúnte se detiene ante V. Para preguntarle de dónde venimos. Al ver la cara de sorpresa de V. Ante la pregunta en un lugar tan estrecho y el interés mostrado por el caminante, éste se adelanta y le dice, “ no se preocupe, yo soy el alcalde de Caldas de Reis,”. sonreímos y el alcalde nos da algunas indicaciones para llegar a nuestro hotel mientras él se dirige comiendo un trozo de pan hacia el ayuntamiento que se encuentra al otro lado del puente.






 

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