Si la primera jornada de esta peregrinación discurrió principalmente junto al mar, la de hoy ha sido más variada, como es en general la vida, y nos ha llevado desde la iglesia matriz de Vila do Conde por una zona urbana que conecta esta localidad con la turística Póvoa de Varzim. estamos todavía en la zona metropolitana de Oporto, que es la región más poblada de Portugal y la de mayor nivel de vida, lo que se aprecia en las construcciones ordenadas, la proliferación de empresas y de comercios y de coches de alta gama qu recorren las carreteras secundarias de esta región.
Antes de salir visitamos la iglesia de Vila do Conde, mandada construir por el rey don Manuel a su regreso de Santiago adonde había ido como peregrino. Hay que recordar que en aquellos tiempos el camino debía ser siempre de ida y vuelta, por lo que lo importante no era solamente conseguir el objetivo de llegar a ver el sepulcro del santo, sino volver por el mismo camino con mejores intenciones para comenzar una nueva vida tras la peregrinación. Así don Manuel en 1504 quiso renovar la fe cristiana de sus súbditos y ordenó la construcción de esta iglesia de estilo gótico tardío y de rasgos renacentistas, que en Portugal, en honor a este rey se llama estilo manuelino.
Cerca de esta iglesia, en el centro del pueblo encontramos la capilla de San Roque que fue construida a fines del siglo XVI, esta vez a petición del pueblo de Vila para rogar a este santo que librara a los ciudadanos de la peste, que unos años antes había asolado la villa matando a más de un cuarto de la población. Este es un triste recuerdo en tiempo del Covid, cuando peregrinamos con mascarilla, debemos enseñar nuestro certificado de vacunación antes de entrar a ningún edificio público y cuando por prevención, al cruzarnos con otras personas por los caminos el saludo se reduce a una inclinación de cabeza para no tener que decir las palabras del saludo tradicional “buen camino” por miedo a un contagio al exhalar el aliento.
Después de visitar estos templos comenzamos el recorrido por calles y carreteras secundarias hasta llegar a Póvoa de Varzim, balneario turístico del norte de Portugal que cuenta con una larga y ancha playa dotada de buenos servicios de hostelería y de todo tipo de comodidades para el baño, aunque hoy el día no invitaba a ir a la playa
De Póvoa seguimos por las pasarelas de madera que nos llevan junto al océano disfrutando ahora de la soledad del camino y del viento salado que nos empuja hacia adelante. Pasados unos kilómetros el camino nos lleva hacia el interior y encontramos una sucesión de centros deportivos en cada pequeño pueblo por el que pasamos, campos de fútbol de césped artificial cuidadosamente mantenidos, piscinas, vías ciclistas, se ve que en el norte de Portugal hay una gran afición al deporte y que las dotaciones de servicios municipales es generosa.
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