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domingo, 7 de febrero de 2010

Penar

Penar. Penar, sufrir la pena, cumplir la pena, el castigo. Mientras escribo ellos siguen penando por actos futiles. Penando en tristes penales tropicales. En La Habana, en Kilo 7 en Camagüey en Pinar, en Nuevitas. Penando su pena por haber escrito, por haber hablado, por haber pensado casi siete años atrás.
Fueron los cargos tan fuertes, tan duras las condenas que hoy, en la distancia, muchos años después, muchos días, muchas horas, muchísimos minutos después parece todavía un sueño.
En dos días de furia de marzo de 2003 muchos de estos hombres que hoy penan vieron desvanecerse las calles, los arrabales, los ruidos familiares y se encaminaron hacia una prisión severa, segura, certera. Instigada por metódicos fiscales puntillosos, impuesta por tribunales inflexibles y supervisada por ese Consejo supremo, por ese coloso impotente que se ufana en su infamia.
Penar penas por delitos como poseer una máquina de escribir, por hablar con periodistas extranjeros sobre las carencias diarias que a nadie se ocultan, poseer libros, ejemplares de su propia autoría, por tener fotografías con el papa o con dirigentes extranjeros, por atreveserse a atesorar una elemental grabadora o un ordenador personal.
La semana pasada se constituyó formalmente la asociación damas de blanco, para no olvidar, para recordar todos esos minutos, todas esas ausencias cotidiánas, para que el paso del tiempo no enturbie la memoria, y sobre todo para que este paréntesis, demasiado largo se cierre, y no haya lugar a la ignorancia, al olvido, a más infamia.
Entre tanto, florecen en el jardín tropical los blogs, las noticias etéreas exentas de papel y tinta. Nuevas voces se suman a la insumisión. Ahora ya no es precisa la máquina de escribir, la grabadora. Un blog se abre y no quedan huellas físicas. ¿qué pruebas serán determinantes ahora? ¿ De qué se incautarán los sicarios?. Nuevas formas, nuevos métodos y una ambición, hablar, contar, gritar y no callar.
P.S. Un anciano comandante, lego en escritura y en tecnología es el ministro de telecomunicaciones, y como buen militar quiere elevar baluartes, preparar la defensa y quién sabe si un contraataque contra la insidiosa tecnología. !guarda, que nuevos peligros acechan a la palabra!

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