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jueves, 4 de junio de 2020

Schadenfreude

El mal ajeno no cura el mio: Schadenfreude en redes sociales ...

Cantón, 5 de junio de 2020.

Los alemanes tienen una expresión de difícil traducción al español para significar "alegrarse del mal ajeno", "schadenfreude", tal vez porque los alemanes tampoco son ajenos al pecado de la envidia o porque la lengua alemana es más apta para unir palabras y alargar significados que la española.

El hecho es que esta expresión mezquina y reprobable ocupa una buena parte de nuestros pensamientos ante la posible caída de los dioses, cuando vemos que los que parecían tenerlo todo se ven sometidos a la humillación del estado menesteroso, y cuando en su caída entonamos algunas palabras de compasión llenas de hipocresía. Esta sensación se da hoy en estos días inciertos de virus. Quienes alardeaban de un sistema de salud y de protección ejemplares se han visto vencidos por la virulencia de la enfermedad y han arriesgado esa red de seguridad que les hacía envidiablemente inmunes, para satisfacción de quienes veían en esta superioridad del sistema occidental un insufrible complejo de superioridad.

Después de meses de especulación sobre posibles desórdenes públicos en países con barrios desfavorecidos, ya sean las favelas brasileñas, las villas argentinas o los ranchitos venezolanos, vemos que los disturbios, los saqueos se están produciendo en los Estados Unidos, encendidos por la chispa de la muerte de George Floyd y propagados en una sociedad polarizada y enrabietada. Las imágenes de los Estados Unidos en desorden y desbordados por la pandemia encuentran una media sonrisa en muchos lugares del mundo, al igual que ocurrió unas semanas antes con los gritos de auxilio de los modélicos países europeos incapaces de reaccionar ante la magnitud de la enfermedad cuyos efectos se minusvaloraron.

Esa expresión de envidia y de revancha se nota especialmente aquí, en medio de una disputa que comenzó siendo comercial y que ha pasado a poner en cuestión el sistema político y el modelo tecnológico de la nueva economía. Aquí se ve la CNN con fruición en estos momentos, pues la cadena de televisión norteamericana hace un seguimiento compulsivo de la política norteamericana con una crítica inmisericorde de la Administración Trump, (algo que no es difícil), pero a fuerza de repetir imágenes y entrevistas que demuestran el fracaso de estas políticas, aquí  se ven con delectación y como una muestra más del fracaso no solo de una política, sino de un sistema. Aquí, donde esa misma cadena de televisión se corta cuando da noticias inconvenientes sobre asuntos chinos.

Esta misma delectación en el mal ajeno ocurre en nuestros países, permeados por una polarización política que se convierte en social, bajo el sencillo lema que expresó Unamuno en los días finales de la segunda república, "los hunos y los hotros", así de zafia y así de simple se concibe la imposible convivencia. Y en este magma maniqueo no hay espacio para la reflexión, para la búsqueda de causas que nos permitan aprender, ni de soluciones que nos permitan salir del agujero. En este marasmo, se percibe también esa satisfacción malsana, ese deseo de que al "hotro" le vaya mal para que nosotros gocemos con el consabido, "ya te lo decía yo", aunque en esta aseveración no haya más que despecho y desesperación. 

Cuando pase la emergencia, cuando volvamos a una cierta normalidad, lamentaremos este mal ajeno que será también nuestro, pero humanos, al fin y al cabo, nadie podrá privarnos de la satisfacción de haber visto cómo sufre el contrario ante nuestra mirada falsamente compasiva.


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