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lunes, 8 de junio de 2020

Anestesia

La bolsa de Hong Kong sube por las ganancias en los mercados ...

Cantón, 8 de junio de 2020.

Como la nieve amortigua el ruido de las pisadas, la abundancia de dinero en los mercados hace más llevadera la salida de los sucesivos confinamientos en los países más ricos. Tras unos meses de pesadilla en los que todo lo inverosímil fue ocurriendo paso a paso, país a país, haciéndonos pasar del asombro a la resignación o a la rabia, la situación de los mercados no es tan dramática como se pudiera uno imaginar. 
Las bolsas norteamericanas han recuperado casi todo su valor de comienzos de año. Lo mismo ocurre con las europeas, y hoy la bolsa de Hong Kong encadena catorce días de subidas, contra todo pronóstico y contra toda racionalidad.

Hong Kong llevaba ya un mal año desde que las protestas en la ciudad hicieron disminuir los flujos de turistas y de trabajadores provenientes de China continental. Los hoteles, restaurantes y tiendas de lujo, que en Hong Kong soportan los precios de alquiler más altos de Asia, y unos de los más altos del mundo, se vieron sin clientes mientras debían mantener unos altísimos costes. A esto se añadió la crisis del Covid, el confinamiento, la bajada de las exportaciones chinas, menor número de operaciones financieras, y una crisis que afecta a buena parte de los Hongkonitas refugiados en su pequeño territorio. A pesar de todo eso, la bolsa sube, y hoy anuncian que su gobierno va a rescatar a la aerolínea de bandera, Cathay Pacific con algo más de 3.000 millones de dólares.

En Europa, la propuesta de Alemania y Francia de crear un fondo de 750.000 millones de euros, de los cuales 500.000 serán transferencias no reembolsables ha abierto un foco de esperanza en las economías más azotadas por la pandemia. Entre tanto se deciden las fórmulas adecuadas para esta lluvia de millones, el gasto público aumenta en toda Europa, los ingresos fiscales disminuyen y la deuda tiende al alza sin mirar atrás. Pero todo esto ocurre con la placidez de quien disfruta por primera vez en semanas de los rayos del sol esquivos durante el encierro. Todo parece sencillo. Había un problema de financiación y se ha resuelto. Si el problema era tan grande y tan generalizado, todos saldremos juntos del mismo, y el dinero no ha de ser un problema. Esa es al menos la sensación actual. 

Si hace unos meses nos hubieran dicho que el mundo se pararía por unos meses, que las comunicaciones aéreas y las fronteras estarían cerradas, que los disturbios se iban a extender por los Estados Unidos en año electoral. Cualquiera de esas noticias hubiera puesto a temblar a los mercados, pero ahora, unos meses después, tras el infierno, el purgatorio de una mayor deuda o de un exceso de dinero en circulación parece un alivio. Parece que nos han dado una anestesia que nos permita salir de casa con el corazón henchido y el deseo de recuperar el tiempo perdido. 

Esperemos que los efectos de la anestesia duren y que al final la operación no haya sido tan dolorosa como pronosticaban los agoreros, pero también hay que contar con que no todos los cuerpos llegaron con la misma preparación. Los había más fuertes y los había más débiles, y generalmente para los débiles, la recuperación se presenta más larga y dolorosa.


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