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sábado, 6 de junio de 2020

CNN


Cantón, 7 de junio de 2020.

La afrentosa muerte de George Floyd ha desatado una ola de protestas en Estados Unidos, que también están teniendo su reflejo en otras partes del mundo, por parte de ciudadanos preocupados por los agravios causados por la desigualdad, la injusticia y la violencia que refleja esta muerte.

La cadena de noticias CNN cubre con profusión este episodio y las protestas que discurren con mayor o menor violencia durante las últimas semanas. La cadena de televisión norteamericana de mayor difusión internacional ejerce un control estricto del Gobierno, como es deseable en democracia, y basándose en “datos” no deja de señalar todas las contradicciones, mentiras, tardanzas, errores y actos de propaganda que su gobierno despliega desde el comienzo de la epidemia para evitar ser señalado por la población como uno de los que peor desempeño ha tenido en el control de la pandemia. En primer lugar se negaron los riesgos, diciendo que no llegaría el virus a Estados Unidos, y que si lo hacía sería controlado inmediatamente. Después se dijo que el sistema sanitario norteamericano era capaz de hacerse cargo de la pandemia, luego vinieron las desavenencias con los gobernadores de los Estados, tratando de buscar un chivo expiatorio para diluir sus responsabilidades con el consabido “y tú más”, haciendo del Congreso y del Senado un patio de colegio donde se discutía agrestemente tras el parapeto de las bancadas de cada partido.

 En todo este proceso CNN ha sido insobornable en su crítica al Gobierno y a la Administración Trump, sin entrar en el juego de que todos deben ayudar en estos momentos de crisis y dejar las críticas para más adelante. No, CNN ha estado siempre, de modo determinado al frente de la denuncia, de la crítica y de los hechos, criticando los excesos verbales de su Presidente en los medios de comunicación, y sus reiteradas excusas para ocultar una actuación que además de tardía ha sido caótica, dejando al país con el mayor número de muertes por coronavirus en términos absolutos, si bien en relación con el número de habitantes hay algún otro país que supera las muertes de Estados Unidos.

El problema viene cuando se contraponen derechos como los de manifestación y expresión, al derecho a la salud. En las primeras semanas de confinamiento en Estados Unidos, Gobernadores republicanos se opusieron a un confinamiento estricto que limitaba los derechos individuales y dañaba a la economía. En estos Estados algunos ciudadanos salieron a la calle a protestar contra las medidas de confinamiento alentados o consentidos por la política del Presidente. En estos casos, la CNN, igualmente insobornable en su labor de información y de formación criticó agriamente las protestas y las calificó de un peligro para la salud pública con graves consecuencias para niños y ancianos, por un egoísmo que privilegiaba los derechos individuales y la economía frente al bien común. (Cosas de republicanos, al fin y al cabo).

Pero he aquí que semanas después las manifestaciones, justificadas y cargadas de humanidad y de buenos deseos vuelven a la calle para exigir igualdad de trato y tener en cuenta a las vidas de los norteamericanos negros. Aquí viene el dilema. La CNN cubre con gran despliegue estas manifestaciones que se han extendido y han pasado de la ira y del fuego a gozosas concentraciones donde se baila y se sonríe (Sí, manifestaciones con muchas sonrisas), y donde cada vez participa un número mayor de ciudadanos, muchos de ellos sin mascarillas, gritando consignas en el cogote del vecino, tocándose y sudando en el incipiente verano norteamericano.

La CNN juiciosa y cuidadosa de su apego a los datos llama a varios expertos para tratar de solucionar este dilema entre el derecho a la protesta y el riesgo de nuevos focos de infección cuando se juntan miles de personas en calles y en plazas donde el virus todavía acecha. Y para ello siempre hay un epidemiólogo al quite que da la respuesta basada en la ciencia pero sobre todo adecuada al interés de quien hace la pregunta. En este caso se trata del antiguo comisionado de salud de Detroit,  Abdul El Sayed, quien no duda en decir que aunque existe un riesgo cierto de contagio y de que aparezcan nuevos focos, la protesta no se puede limitar, ya que “cada año mueren en Estados Unidos 83.000 afroamericanos por el racismo” y eso es también un problema de salud pública. Así que sin tiempo para comprobar ese “dato”, recomienda a los manifestantes que lleven mascarillas, que no griten, y a ser posible exhiban carteles para no tener que exhalar esas gotitas mortíferas y contaminantes de nuestra saliva, y que al llegar a casa se laven las manos y echen la ropa a lavar. Ah, y hay también un consejo para los policías que van a controlar esas manifestaciones. Deben tener mucho cuidado si detienen a algún manifestante en mantenerlos alejados unos de otros, transportarlos en vehículos individuales, sin hacinamiento y tenerlos en condiciones seguras en los eventuales centros de detención.
El alcalde de Los Ángeles, demócrata moderado y durante todo este tiempo cuidadoso de la preservación de la salud de sus conciudadanos también se une como experto para decir que en este caso, las manifestaciones están justificadas, y que simplemente basta con tener un poco de cuidado en las expresiones públicas, pues el sistema de salud es fuerte y les protegerá.

Aquí termina mi fe en la ciencia, los datos y en la CNN, pero qué bueno si hubiera en todos los países una televisión celosa del control al Gobierno!!!.

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