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martes, 23 de junio de 2020

Las armas y las letras






Cantón, 22 de junio de 2020

Termino de releer "Las armas y las letras, literatura y guerra civil. 1936-1939" de Andrés Trapiello en su edición de 2019. Libro imprescindible sobre nuestra guerra civil, nuestra literatura y nuestra historia.
El libro, originalmente publicado en 1994 hace un repaso profundo e inteligente del estado de nuestra literatura desde los prolegómenos de la guerra civil hasta su final, un periodo de literatura febril y de odios enconados.

Con la desazón producida al escuchar los ecos de las noticias en estos tiempos de banderías y de populismos en la España del post covid, la lectura del libro depara un espacio para la esperanza de una tercera España conciliadora, integradora, acogedora, frente a los extremismos ignorantes que causan tanto daño a la convivencia de los españoles. Efectivamente no es un libro parcial ni partidista, tampoco es equidistante. Se trata de un libro ecuánime, que busca comprender los hechos y lo que es más difícil, a las personas.

El libro hace un detallado recuento de la literatura y de los literatos en esos tiempos borrascosos, con unas peripecias vitales marcadas por la confrontación en los últimos meses dela República que desembocaron en la guerra civil. 

El retrato de los escritores falangistas, cuya corte de poetas rodeó a José Antonio en su ascenso político da cuenta de esa ansia revolucionaria que a comienzos de 1936 todavía no sabía si debía unirse al bloque de izquierdas o de derechas, como refleja una conversación entre Sánchez Mazas, el protagonista de "soldados de Salamina" y José Antonio. Al final, como dice el libro, pudo más el lado "señorito" de la Falange y se decantaron por ser revolucionarios de derechas.

Señala también el texto, cómo los falangistas, entre los que se encontraban poetas y escritores como Luis Rosales, Eugenio Montes, Dionisio Ridruejo o Torrente Ballester, ganaron la guerra pero perdieron los manuales de literatura. La falange, el falangismo han sido realmente unos desconocidos para quienes estudiamos en la España de la transición, donde la vuelta del péndulo hizo que no se tuviera ojos más que para la literatura que venía del exilio en esos años de regresos y de abrazos.

En el bando de los fieles a la República se ve cómo en los primeros meses de la guerra hay una salida apresurada de Madrid de escritores que siendo fieles a la República tenían aspecto de burgueses y decidieron partir en silencio antes que arriesgar su vida ante los grupos revolucionarios que imponían su ley en la capital y antes de tener que traicionar a la República que muchos de ellos habían contribuido a traer. El caso más sonado es el de Juan Ramón Jiménez, quien abandonó España en 1936 para no volver..

En ausencia de los viejos maestros, de los autores de la generación del 98, siempre desengañados y de los del 14 liderados por Ortega y Gasset, el terreno  quedó libre para los más jóvenes; los Alberti, María Teresa León, Bergamín... quienes fueron girando hacia un comunismo cada vez más combatiente.

Comunistas y Falangistas entraron e la guerra con pocos afiliados y sin apenas representación parlamentaria, pero desde los inicios de la guerra fueron ganando adeptos a medida que el conflicot se enconaba. Señala Santos Juliá en su biografía de Azaña que en el año 36 los partidos centrales de la república, los socialistas por la izquierda y la Ceda por la derecha se estaban viendo empujados a los extremos por movimientos más radicales y violentos, los comunistas y los falangistas, que fueron quienes catalizaron con su ímpetu e intransigencia las fuerzas en combate.

Quedan en la memoria escenas de gran desgarro moral de autores que quedaron en el lugar equivocado respecto a sus convicciones al inicio dela guerra y que sufrieron prisión, muerte, o tuvieron que trampear como pudieron con su ideología al son de los nuevos amos.

Antonio y Manuel Machado quedaron en Madrid y en Burgos respectivamente al inicio de la guerra. Los hermanos que habían escrito obras de teatro conjuntamente, que representaban lo mejor de la poesía española de su tiempo se vieron elevados a emblemas de cada uno de los bandos de la guerra. Sin entusiasmo por parte de Manuel, un poeta liberal y vividor en el ambiente cuartelero de Burgos, y con creciente desengaño por parte de Antonio, en una república cada vez más influenciada por los comunistas. Quién sabe si la oda al general Franco de Manuel o el poema al general comunista Líster de Antonio hubieran sido escritos en otras circunstancias más libres!

Trapiello se queda con la imagen de la reunión de los hermanos, Antonio ya muerto en Collioure y Manuel viajando desde Burgos con un salvoconducto para asistir al velorio de su hermano y también al de su madre, fallecida dos días después. Fue un momento de reencuentro de los dos hermanos en los estertores de la guerra, y una prefiguración de lo que podía haber sido una reconciliación entre las Españas hermanas.

Escribió Antonio en Campos de Castilla:

Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,

espuma de la montaña

ante la azul lejanía,

sol del día !

¡Hermosa tierra de España 


Y replicó Manuel tras la muerte de Antonio:

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera!

 

¿Qué dicen sin decir nada...?

Sin contar nada, ¿qué cuentan...?

De estas palabras sencillas

¿Qué puso Antonio en las letras?


Dos poemas en uno para el reencuentro y la reconciliación en la inteligencia y en la belleza de la poesía de los Machado, de lo mejor de España.












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