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sábado, 2 de mayo de 2020

Progreso


Cantón, 3 de mayo de 2020.
La idea de progreso ha sido una constante de la filosofía occidental en un camino de la humanidad que se considera de perfección. Así desde Platón y Aristóteles hasta Bacon, El Progreso ha estado presente en nuestra concepción del mundo y en los avances de la humanidad hacia unas mejores condiciones de vida.

Esta idea da un salto cualitativo en la época que se denomina el antropoceno, desde principios del siglo XVIII cuando el hombre consigue domesticar as fuentes de energía fósil para impulsar las nuevas máquinas de vapor, y así durante más de tres siglos hemos visto cómo el hombre ha ido dominando la naturaleza y ha ido consolidando formas de vida más fáciles y placenteras, haciéndonos  de una manera indudable los reyes de la Tierra. Aun más allá en el cercano espacio exterior.

Pero este dominio no viene sin sobresaltos o parones. De las tres amenazas que pronosticaba el banco Mundial para El Progreso del mundo el año pasado, “Una Crisis financiera, la crisis climática, y una pandemia”, ha sido esta última la menos estudiada y la que nos ha tomado por sorpresa a pesar de tantos organismos y centros de investigación que inundan las redes de profecías y previsiones, he aquí que el más diminuto de los seres vivos, (si puede llamarse viva a esta molécula parasitaria), es quien nos ha golpeado con consecuencias todavía desconocidas.

Spinoza, ese filósofo adscrito al panteísmo, como una forma piadosa de evitarse la etiqueta de ateo, identificaba a Dios con la Naturaleza, en la que todos sus elementos formaban una sola sustancia, y por tanto, todo lo que estos elementos innumerables que conforman la naturaleza, entre los que se encuentra el ser humano, no son sino unos accidentes de la sustancia de esa naturaleza en la que vivimos y de la que formamos parte. Y decía Spinoza que Dios, o la naturaleza no tenían por qué elegir una especie determinada para sobrevivir o para mejorar sus condiciones de vida. Ha dado la casualidad, o hemos progresado lenta e inconscientemente hacia una naturaleza dominada por el hombre, pero ello no tiene por qué ser inevitable, puede darse que este virus, o cualquier otro, en algún momento sea capaz de persistir en su ser de un modo más duradero y perfecto que el propio ser humano. Ante esto solo queda luchar por mantener el ser y mejorar nuestra posición en esta naturaleza que nos rodea y de la que formamos parte. Desarrollar las potencialidades que el hombre ha acumulado a lo largo de los siglos, hacer caso a la razón, frente a los sentimientos.

El Progreso será el resultado de las capacidades intelectuales y de razonamiento de la humanidad, en tiempos de zozobra, esta racionalidad escasea o queda oculta tras sentimientos de culpa o de desesperación. El hombre solo en la naturaleza, deberá torcer el rumbo y ser capaz de mantener la idea de progreso que permita dar duración a este antropoceno en el que vivimos.

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