Translate

Seguidores

sábado, 16 de mayo de 2020

Hechos y ciencia


Cantón, 17 de mayo de 2020.

Decíamos ayer que hay una propensión a confiar en los hechos frente a bulos o medias verdades. Pero los hechos no siempre se toman de la misma manera, ni los mismo hechos son relevantes para distintas personas. Pareciera lógico que en una Crisis que ha producido más de 300.000 muertos y 4,5 millones de contagios, dando por buenas las volátiles cifras de la pandemia, hubiera un interés por conocer los hechos, por investigar los orígenes y por averiguar las vías de expansión de esta enfermedad que hoy, en el mundo del progreso y de la ciencia ya no podemos achacar a la cólera divina.

El lunes se reúne virtualmente la asamblea anual de la Organización Mundial de la Salud, el órgano de Naciones Unidas que vela por los intereses de la salud mundial, por las buenas prácticas médicas, por el intercambio de la información y por la protección de los sistemas de salud más débiles. Este organismo ha tenido un papel relevante en el desarrollo de esta crisis sanitaria y ha sido objeto de alabanzas y de críticas a partes iguales, como casi siempre, condicionadas por la creencia de quienes las emiten, según su mayor o menor compromiso con el multilateralismo. Tras unos comienzos titubeantes, tras una tardanza en emitir la alerta sanitaria y posteriormente en declarar la pandemia, la OMS ha trabajado sin descanso tratando de paliar los efectos de la epidemia, de recoger datos dispersos y de predecir el rumbo del virus, alabando siempre la buena respuesta sanitaria dada por China, y tratando de no molestar con preguntas incómodas al país donde se originó el virus, provocando con esta actitud los ataques y las críticas de la Adinistración Trump en Estados Unidos.

Ahora, muchos países quieren datos, y desde Estados Unidos a Francia, Japón, Reino Unido, Alemania, Australia y muchos otros, están reclamando a la OMS que se apruebe una comisión independiente de investigación del origen y evolución del virus para tener información fidedigna sobre la que trabajar en una investigación que permita cortar los avances de la enfermedad.

Y aquí los datos se hacen más dudosos, menos objetivos. China dice que no puede permitir que se le investigue de modo “independiente” con un juicio previo de culpabilidad, tal y como percibe la propuesta norteamericana. Estados Unidos, en búsqueda de un culpable que alivie las acusaciones de una mala reacción a la crisis y de negligencia en los preparativos para afrontarla, solo quiere que se determine el origen foráneo de la misma y la falta de alertas suficientes por parte de la OMS. 

Los europeos, más educados quieren conocer la verdad, pero con una buena parte de gobiernos también acusados de lentitud en la reacción, cada uno quiere que la independencia de la comisión ratifique sus propios errores. Hay más interés en conocer el origen del virus y la respuesta china, que la reacción europea a la crisis, tardía y descoordinada, por lo que la comisión no debería investigar de modo independiente las reacciones de nuestros gobiernos.

La batalla de los hechos va a ser cruel y poco científica. Ante las airadas peticiones de una investigación sobre el origen chino, este país ya ha amenazado con restringir las importaciones de vino y de carne desde Australia. Estados Unidos ha suspendido su aportación a la OMS; varios países han amenazado con presentar cargos contra China en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, y entre tanto, el mundo esperará una respuesta a hechos difícilmente rebatibles, como la enfermedad, la muerte o la ruina, causada por un virus, que de no acordarse la constitución de esa comisión independiente, mejor será volver a los viejos tiempos y adjudicárselo al castigo de un Dios vengativo sobre una humanidad que lo había ido olvidando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario