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domingo, 17 de mayo de 2020

Ahora somos todos socialistas


Cantón, 18 de mayo de 2015.

El ministro liberal británico, William Harcourt, pronunció a fines del siglo XIX esta frase, “ahora somos todos socialistas”, en medio del desbocado crecimiento de la industria y del protagonismo de la clase obrera en al Inglaterra victoriana. Más tarde, Richard Nixon, tras abandonar el patrón oro en 1971 exclamó “ahora somos todos keynesianos”, como una manera elegante de decir socialistas en una sociedad donde la palabra socialista se identificaba con el sistema comunista soviético y hasta el día de hoy se considera un concepto alejado de la democracia liberal norteamericana.

Hoy, con la Crisis del Covid cabalgando por el mundo, vemos cómo todas las economías tienen que recurrir a los Estados para aminorar los daños causados por estos encierros inmisericordes que han paralizado la economía mundial de un modo tan inopinado como peligroso. Los bancos centrales han comenzado a comprar bonos; los gobiernos a disponer de subsidios y de préstamos para aliviar los primeros síntomas de la crisis; las empresas y trabajadores a pedir ayudas ante un cierre que no tiene precedentes en la historia, y todos a depender de un modo u otro de las cuentas públicas, que deben inventar nuevos mecanismos para socorrer a los necesitados con fondos que no se sabe muy bien de dónde saldrán ni cómo se pagarán.

Las grandes empresas de los sectores más golpeados, principalmente la s aerolíneas y los fabricantes de aviones han venido pidiendo dinero público desde el momento en que debieron dejar sus flotas en tierra, y poco a poco la alternativa que se presenta en este sector es o bien la quiebra, o bien el rescate por el Estado.La lógica detrás de esto se sencilla de entender a corto plazo, pero tiene consecuencias a largo. De quién es una compañía rescatada con deuda pública?. Van a pasar a engrosar las empresas del sector público de donde salieron la mayoría de estas empresas en los años 80 y 90?. Esta deuda de las compañías, difícil de pagar termina convirtiéndose en muchos casos en participaciones, haciendo al Estado propietario de una buena parte de la economía en tiempos de crisis.

Esta perspectiva seguramente repugnaría a personas como Harcourt o Nixon, que Vieron esta alternativa como un daño a la economía de mercado, pero enardecerá a no pocos dirigentes actuales críticos del capitalismo liberal y deseosos de subirse al carro de las prebendas del sector público bajo la excusa de la prestación de un servicio público benemérito. 

Todo esto anuncia un mayor papel del Estado en la economía y en nuestras vidas. Hay países europeos que en los peores momentos de la pandemia tiene a más de la mitad de la población en la nómina pública, entre pensiones, empleados públicos, ayudas al desempleo, ayudas especiales, y bajo esa capa protectora habrá que buscar fórmulas para financiar este inmenso gasto público. 

Hay una tendencia a identificar este nuevo sistema capitalista con tintes socialistas, con el sistema económico chino. Un Estado dirigista, una economía dual con una gran importancia de las empresas públicas y un sistema autoritario que provee y prevé por nosotros.  China ha sufrido también los embates de la crisis en términos de disminución del PIB y de aumento del desempleo, y habrá que ver cómo reacciona la economía china a asta situación. De momento habrá que esperar a las decisiones del Congreso Nacional del Partido Comunista Chino que se reúne esta semana, pero hay algún dato interesante que da pistas sobre la posible reacción china. En un primer momento, a diferencia de las economías occidentales, se ha limitado a poner en marcha medidas fiscales para estimular la demanda, bajando impuestos y facilitando el pago de deudas. Ahora se discute ente el ministerio de finanzas, partidario de regar la economía con dinero y subsidios, y el Banco Central de China, que pide prudencia y evitar la expansión monetaria, como hacen los Bancos Centrales occidentales, con objeto de mantener la estabilidad económica. Pero hay una noticia que de ser cierta podría marcar el paso de las nuevas paradojas. Se habla de una gran política de liberalización de la propiedad de la tierra. Ésta es la gran baza de China, abrir más la economía para reducir la brecha entre el campo y la ciudad y ofrecer un nuevo estimulo a la economía, que podría seguir desarrollando los programas de ciencia y tecnología, mientras el mundo rural despierta.

Así que probablemente ahora tampoco nos terminaremos pareciendo a China, que en medio de la tormenta podría escoger un camino de reformas y apertura económica para poder exclamar, “Pero nosotros seremos liberales”.

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