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jueves, 7 de mayo de 2020

Fragilidad


Cantón, 7 de mayo de 2020.

A partir de hoy, jueves 7 de mayo, todas las regiones de China se consideran como de bajo riesgo ante la epidemia del COVID19. Oficialmente quedan 295 casos activos en todo el país y la reunión anual del congreso del partido comunista de China tendrá lugar finalmente el próximo 22 de mayo, marcando así una vuelta a la normalidad en un tiempo nada normal.

Entre tanto, el pasado fin de semana, que fue uno de esos largos puentes del calendario chino, se realizaron más de 180 millones de desplazamientos en el interior del país, y algunas de las atracciones turísticas volvieron a conocer colas y aglomeraciones a las que son tan aficionados en estos lugares. A lo largo del mes está previsto que las escuelas vayan abriendo poco a poco y por grados para que a comienzos de junio, tras la reunión del Congreso del PCC, se puedan poner en marcha las nuevas medidas que determinen el curso de la economía China para lo que queda de año.
Con estos cálculos, podemos decir que cuatro meses después de decretarse el cierre de la provincia de Hubei, y con un país en cuarentena parcial y con las fronteras cerradas, podremos asistir al despertar de la nueva era con todos los condicionamientos y dificultades imaginables, pues la tormenta, si bien ha amainado, sigue activa, y el desconocimiento y la incertidumbre son mayores que cualquier deseo de olvidar estos meses de pesadilla.

A la vez se anuncia una paulatina disminución de las medidas restrictivas en las fronteras, y un incremento de las actividades económicas, tanto en la industria como en los servicios para amortiguar la caída del 6,5% del PIB de este primer trimestre, y para frenar un desempleo desconocido en el país y que pudiera desencadenar una oleada de malestar después de cuarenta años de crecimiento y de mejora de la calidad de vida. Sin embargo, la situación sigue siendo de fragilidad, hay miedo a nuevos contagios; los casos que se detectan son trazados y seguidos con minuciosidad y el temor al extranjero se percibe en cualquier área de la vida cotidiana.

La ventaja de un sistema como el chino es que incluso en los errores, es capaz de actuar de una manera compacta y sin estridencias, y tras las muchas equivocaciones de estos meses, han sido capaces de leer una situación mundial que es insatisfactoria para todos y de la que hay que salir con el menor daño posible. Así, tras unos primeros pasos generosos a través de la diplomacia de las mascarillas, ha venido la suspicacia de la comunidad internacional, el descontrol en las compras de material médico, los errores en el trato a la comunidad africana en el sur de China, y otros patinazos, que en un mundo herido y temeroso han despertado más temor que reconocimiento.

Ahora toca la fase de la apertura, de la recuperación económica y de la estimulación del mercado interno, que ya ha alcanzado los 900 millones de internautas. Es aquí donde se jugará la recuperación en lo que va de año, y posiblemente no se haga sin un retroceso en los avances de salud obtenidos, pero una vez puesta en marcha la maquinaria, los casos de infección que puedan resurgir, serán más soportables que el crecimiento del desempleo o la caída del bienestar de la población, por lo que en esa tesitura, tras cuatro meses de contención, la siguiente fase será la de la vuelta al trabajo y la vuelta al cole, cueste lo que cueste.

Aquí, en Cantón, ya se han puesto manos a la obra y un buen número de fábricas textiles se han reconvertido en fábricas de mascarillas o de trajes de protección médica, y con esa agilidad propia de los empresarios chinos, la mayor fábrica de condones de Cantón ha pasado a ser la mayor fábrica de producción de mascarillas, con el consiguiente peligro de confusión de la personalidad, y de un nuevo boom de nacimientos por carencia de productos anticonceptivos.


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