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domingo, 31 de octubre de 2010

Sánchez Dragó, Polanski y Mitterrand

¿Por qué somos como somos?. Éste es el título de un libro de divulgación escrito por Eduardo Punset, que plantea la pregunta adecuada, pero que no está en capacidad de darnos la respuesta anhelada a este dilema que nos acompaña en cada decisión que tomamos.

¿Por qué reaccionamos de una manera determinada ante los estímulos externos, por qué solemos hacerlo en bloque, con una marcada señal de pertenencia a un grupo, lo que al final nos hace previsibles?.

La reciente polémica levantada por el sindicato de telemadrid (televisión autonómica ¡vaya oximoron¡), en torno a un capítulo de un libro en el que Sánchez Dragó confiesa haberse acostado con dos niñas japonesas de 13 años en los "60", ha producido el alboroto habitual entre los progresistas y feministas de guardia, ante un episodio reprobable y seguramente criminal si se ha producido. El afán de escandalizar, de llamar la atención y vender más, parece haber sido el origen de esta confesión tardía. Dice Fernando que en realidad esto no ocurrió y ante la avalancha de críticas a la que se ha sumado la ministra de cultura González Sinde y la siempre solemne e indignada Leire Pajín, sánchez Dragó ha pedido excusas y rebatido la acusación.

Nada tiene de raro el incidente, y mucho menos las protestas. En todo tiempo y lugar la pedofilia es un delito y además una inmoralidad. Sorprende sin embargo que los mismos que atacan a FSD, fueran ardientes defensores de Polanski por considerar que un delito de violación de una menor que sí cometió debería haber prescrito moralmente (que no legalmente), y además, el genio del cineasta y su militancia progresista le hacían merecedor de una completa absolución.
Caso parecido es el del ministro francés de cultura, Fréderic Mitterrand, quien en un libro habló de sus experiencias sexuales con menores en Tailandia, y que fue un defensor de Polanski en su reciente periplo judicial. Este sobrino del santo laico François Mitterrand fue atacado por la derecha francesa, en tanto que la izquierda intelectual callaba, apoyando en este caso la liberta de expresión.

Tal vez las celosas guardianas del código progresista no sepan quién es FSD. Cómo deslumbró y sorprendió a la pacata España de los años 70 con su "Gargoris y Habidis", como fue un hippy de su tiempo y cómo en ese camino de salvación se volvió un reaccionario de los que reaccionan ante la corrección y el adocenamiento. Cómo en definitiva FSD podría haber sido uno de los suyos si no hubiera salido del rebaño.


Son casos similares con reacciones distintas. Reaccionamos según un código de valores, pero también según unas señas de identidad que nos hemos dado, que hemos adquirido o a las que nos han empujado. Una vez inmersos en la manada reaccionamos igual, tenemos similares tentaciones, aunque nuestros principios nos digan lo contrario.

¿Por qué seremos como somos? ¿En qué pliegue de nuestro cerebro se encierra nuestra identidad, nuestras convicciones, nuestra conciencia de nosotros mismos?

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