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lunes, 11 de octubre de 2010

Vargas Llosa y el Nobel


No me resisto a escribir sobre Mario Vargas Llosa y su reciente premio nobel de literatura. Intenté encajarlo en la galería de santos laicos junto a otros premios nobel, pero por mucho que tratara de adaptarlo al fenotipo de los santos laicos, Vargas Llosa se escapaba. Tal vez por su calidad literaria, tal vez por su gallardía intelectual o por su capacidad de presentar de un modo honesto y atractivo las ventajas de la libertad y de la democracia, frente a los atajos y estereotipos propios de los santurrones.

Vargas Llosa, el escritor peruano, hay que recordar, ha recibido elogios en todo el mundo, pero muy especialmente en España, su patria segunda, el país que lo acogió tras su valiente apuesta política a principios de los noventa, y país donde tiene una legión de lectores. Sorprende sin embargo que en este país fracturado, maniqueo, encerrado en sus trincheras, Vargas Llosa haya encontrado el aplauso unánime de la prensa y de los críticos.

Tal vez su vinculación con la editorial Alfaguara, del grupo Prisa, le haya redimido de las críticas tradicionales de la inteligentsia izquierdista española ante un liberal recalcitrante como Vargas Llosa. Tal vez no todo esté perdido y cuando se trata de una persona, de una obra de gran valor intrínseco seamos capaces en España de quitarnos las anteojeras ideológicas y reconocer el mérito, el valor, la trascendencia, aunque e trate de alguien que no es de los nuestros.

Da gusto leer en libelos y en recensiones serias, argumentos favorables al flamante nobel de literatura, elogiando su calidad literaria y humana, y aceptando con elegancia la discrepancia de pensamiento. Pensamiento que Vargas Llosa se encarga de recordar quincenalmente en su artículo en la biblia del pensamiento progresista español bajo el título "Piedra de toque".

Es pues, un acontecimiento doble, que tras el nobel de García Márquez y de Saramago, por fin la academia se fije en un escritor realmente "incorrecto políticamente",pues la incorrección hoy está más en defender las libertades y la democracia que en arremeter contra occidente y los Estados Unidos. Vargas Llosa defiende todo esto y además lo hace con ardor y elegancia. Con estilo y convicció, sin hipocresía y sin abandonar a los que sufren por el halago del poder.

Para culminar esta rara coincidencia en tiempos cainitas, dos de los tontos de guardia que siempre tiene el mundo de la cultura han arremetido contra la concesión de este premio a Vargas. Oliver Stone lo considera un enemigo del progreso en Latinoamérica, lo cual, viendo sus hagiografías de Cstro y Chávez nos da una muestra de lo peligroso que es el progreso.
Y por otro lado, el simpático Willy Toledo lo considera indigno del premio por tratarse de un " derechista peligroso". Creo, Mario que con estos críticos vas sin duda por muy buen camino.

Suele ser peligroso conocer a los autores a los que se admira, a quienes nos introducen en un mundo propio, que al leerlo lo moldeamos y deja de ser suyo. No he tenido interés en conocer a mis escritores favoritos por temor a la decepción. Sin embargo conocí a Mario Vargas Llosa e incluso tuve la fortuna de moderar una charla con Jorge Edwards hace unos años en Casa de América. He de decir que no fue decepcionante, que su conocimiento, su capacidad de expresar sus ideas, su generosidad personal con los que le rodeaban estaba a la altura de su obra. Por ello y porque de algún modo redime a Borges, me alegro de que finalmente el premio nobel haya ido a un gran autor con lectores.

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