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lunes, 21 de junio de 2010

Seis meses que cambiaron a España pero no cambiaron el mundo

Seis meses pasan volando. Iniciada con las nieves de un invierno inusualmente riguroso en la península ibérica, la presidencia semestral de la Unión Europea fue preparada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, por el Gobierno e incluso por el Partido Socialista, como el acontecimiento internacional que acercaría a su Presidente durante su segundo mandato, ése en el que los asuntos internos comienzan a aburrir y a irritar a todo estadista, a las cocinas de la toma de decisiones mundiales.

El año de nieves no fue precisamente un año de bienes. Una torpe escenografía en Davos, situó a Rodríguez junto a griegos y lituanos, en la fotografía de la fragilidad económica. Nosotros, tan dados al protocolo, a la imagen, a las citas y a las cumbres como modo de emboscar la insustancialidad del diálogo. Y allí siguen, aferrados a la Moncloa, cobrando y gastando los artífices de esa torpeza.

Por esa misma insustancialidad, el presidente norteamericano, ahora sí amigo americano, no quiso dejar su agenda interna para acudir a Madrid a otra cita con buena comida, excelente marco y muchas sonrisas. Esta vez tampoco funcionó el protocolo, o tal vez hubo exceso de protocolo y falta de proteína en una cumbre non nata pero que prometía glamour y portadas como en los mejores años de Clinton, viendo atardecer en La Alhambra

Buscando la Alhambra y Al andalous debieron venir también los amigos mediterráneos para esa gran Cumbre que solucionara otro de los conflictos enquistados de la geopolítica, que con mucha obstinación, poca inteligencia y de nuevo el decorado adecuado, el edecán internacional del presidente iba a resolver tras su dilatada experiencia en la región. Mas no pudo ser, ni el optimismo, ni el empecinamiento pudieron traernos a España esa Cumbre deseada. Afortunadamente, los jardines, los edificios y esa "tradicional amistad con el mundo árabe" de la que ya se jactaba Franco, seguirán abiertos a futuras reuniones o encuentros que en el discurrir de los años busquen nuevas salidas a este milenario conflicto.

Tampoco fue mejor con los hermanos iberoamericanos. Chantaje previo de los nuevos gallos del gallinero para que le presidente de Honduras no participara. Exigencias de puridad democrática por parte de líderes como Chávez, Ortega y Morales, con el aplauso y la connivencia de ese otro gran santo laico, Lula da Silva.
Incluso el aspecto positivo de la firma de una acuerdo con Centroamérica, fue opacado por la obstinación una vez más del conocido edecán para el exterior, en buscar una salida original para Cuba, sin conseguir nada de ninguna de las partes.

Como coda de esta presidencia, tal vez tenga suerte el edecán, pues el tiempo no pasa en balde, las cosas cambian a su modo y tal vez los calores del verano derritan un poco más el engrudo del poder en Cuba y ocurra algo, una recaída en la enfermedad, una muerte a tiempo, que libere la opresión sobre los ciudadanos cubanos. Quién sabe tal vez sea eso o tal vez nada, o mejor aún tal vez, al despertar, en esta ocasión el dragón ya no esté allí.

Finalizará la presidencia, pasarán los fastos y pagaremos los dispendios, y el tiempo volverá a traer todos estos conflictos agrandados y retorcidos, para no hacer mudanza en su costumbre.

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