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jueves, 24 de junio de 2010

Elígeme (Choose me)

Allí estaba, expectante, preparada,atenta a cualquier requiebro para decir sí al instante. Aunque previamente tuviera que dar una prueba de su disposición a colaborar, de su entrega prometida. La Iglesia cubana, a través de su jerarquía acudió presta al llamamiento de Raúl Castro. Previamente había proclamado a través de un artículo de su cardenal, esa exquisita equidistancia propia de los que están dispuestos a mediar sin que nada se lo impida. Había equiparado el cardenal de La Habana, la situación de quienes en Cuba sufren la falta de libertades a los ataques que desde el exterior es objeto el Gobierno Cubano. Es decir iguala las violaciones de los derechos fundamentales a la denuncia de estas violaciones.

Y finalmente llegó el momento, la reunión, el concilio en el que representantes de la iglesia cubana, se reúnen con el Jefe del Estado cubano para hablar sobre los aspectos humanitarios de la situación de quienes sufren desde hace años penas de prisión por las causas más arbitrarias decididas por esas mismas autoridades cubanas.

La elegida para jugar el papel de interlocutor en esta escenografía fue la iglesia cubana, pues una vez descartado algún gobierno extranjero por pastueño que éste fuera, o el recurso a una siempre impredecible organización internacional, finalmente el gobierno de los Castro decidió casarse con la iglesia; por más veterana, más fiable.

Y aquí comienzan las paradojas. El país menos católico de América Latina, desde antes de la Reovlución. País donde la iglesia católica hubo de competir con la santería y con las iglesias cristianas, país secular y laicista tras la revolución, pretendidamente científica. País donde después de la visita del Papa en 1998 la iglesia ha perdido tantos espacios y fieles como ganó al calor de posibles cambios, es el país donde la Revolución elige a la iglesia para hablar por primera vez con sus ciudadanos.

Iglesia, la cubana, pequeña, débil, con escaso clero local y con gran presencia de religiosos y religiosas extranjeros, iglesia que ha sufrido proscripción y en algunos momentos persecución por parte del gobierno, pero que se ha mantenido en pie gracias a una cuidadosa mezcla de discreción y de colaboración con el Gobierno. Iglesia que tiene encarcelados a buen número de presos de conciencia que se declaran demócrata-cristianos, pero que oficialmente nunca ha tenido un recuerdo, un gesto un apoyo para ellos. Iglesia poco conocida pero que ahora es elegida por Raúl, como lo fue antes por los ministros europeos que visitaban La Habana temerosos de verse con la oposición pacífica y buscaban en el cardenal al representante de una sociedad civil falsa.

Y un gobierno europeo, el más laico y anticlerical de Europa, el más combativo por desterrar lo católico de la vida pública, que se abraza a las sotanas del Vaticano y de la jerarquía católica cubana para bailar al unísono el vals que les tocan desde arriba los Castro.

Paradoja y cinismo. Un gobierno comunista que la primera vez que habla con sus ciudadanos elige a la iglesia católica. Una iglesia que no se ha preocupado por los derechos y libertades de sus fieles, pero que ahora entre nerviosa y excitada asume el papel de interlocutor único con ese Gobierno. Y finalmente un gobierno europeo comecuras, que por salir en la foto, por no quedar fuera de la imagen, se acerca a los comunistas y al Vaticano para poder por fin mediar entre alguien, o si no mediar, aparentar y aplaudir, como el Pimpi en las Ventas, con dos manazas gordezuelas.

Vanidad de vanidades y todo es vanidad. Que estas prisas, estas farsas traigan al menos alivio y perdón para los que sufren.

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