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lunes, 14 de junio de 2010

Parecidos razonables

Caminar por la ciudad permite apreciar la buscada similitud de los grupos que pasean juntos. Sin llegar a los extremos de las tribus urbanas, sometidas a una uniformidad militar, las personas que pasean o que transitan a alguna obligación por las aceras de nuestras ciudades se agrupan por afinidades electivas con un aire de familia.

Una pareja de turistas extranjeros, de mediana edad no tiene empacho en salir a la calle con los mismos pantalones vaqueros cortados tipo pirata, una camiseta de color rojo y un chubasquero azul sobre el que cada cual lleva una pequña mochila para hacer trekking urbano.

Más allá un grupo de jóvenes norteamericanas, en alegre algarabía se pasean con un estilo similar, aunque en este caso con tipos de ropa diferente, que a peasr de todo las hace inconfundibles y distintas del resto de las jóvenes nacionales que se cruzan con ellas.

Donde el mimetismo de grupo se hace más visible es en las parejas de homosexuales que muestran una deliberada similitud, de acuerdo con el tipo que quieren representar. Aquí no sólo la ropa es semejante, sino los gestos, el corte de pelo, el andar y en muchos casos, obedeciendo a una moda reciente, incluso el perro caniche que les acompaña tiene también un aire familiar.

Grupos de jóvenes ejecutivos con sus formales trajes oscuros, con la corbata todavía un poco ladeada por la falta de costumbre, con la sonrisa en el rostro por el puesto ganado y la mente en los números que deben cuadrar a toda costa. También se unen, se apoyan y se lanzan juntos a la ciudad.

Parecerse para distinguirse, para reconocerse, para pertenecer y que se vea la pertenencia. Finalmente, dentro de nuestra diversidad tendemos más al gregarismo que a la individualidad. Afán de protección o necesidad de apoyo en nuestra salida a la jungla de la calle.

PS. Otro parecido razonable, las esquelas aparecidas estos días en los periódicos nacionales tras la muerte de un exitoso empresario, tan discreto en vida como expuesto al público en su muerte. Una página del periódico dedica la esquela "al jefe" y la firman su esposa, hijas y otros parientes. En la página de al lado, la esquela se dirige a "mi emperador" y la firman una hija, con otros nombres de esposa, yernos, nietos y familiares. Parecido, pero al fin y al cabo, el muerto es el mismo. Lo que cambia es lo que queda.
Y para no salir de mi perplejidad, en esta comparativa de esquelas, en esa misma página, una dedicada a fulanito de tal. "trece años añorándote y todavía no percibo la pensión" Tu Antonio.
Lamentablemente esta pareja separada por trece años de muerte no podrá parecerse ya más. Antonio habrá cambiado en tanto su añorado permanece fresco en sus fotos y en su memoria.

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