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viernes, 22 de marzo de 2019

Estética china

Los cánones de belleza han ido variando a lo largo del tiempo, especialmente en Occidente, donde tenemos una clara compartimentacion de las épocas, con sus respectivos rasgos característicos, que nos dan una pauta de que se valoraba más en cada época; las curvas, las líneas rectas, el color, la penumbra, y así hemos ido creando unas modas que cada cierto tiempo se fusionan en periodos de mayor o menor confusión, en esos periodos que hemos venido a llamar eclécticos.
En un tiempo más cercano, fuera del ámbito puramente artístico, los cánones se convierten en modas,  que desde la ropa y el peinado, a las costumbres y mobiliario, varían a una velocidad cada vez mayor, dejando obsoleto lo que ayer triunfó. En todo caso, siempre queda una idea del decoro. De lo que está bien o mal. De lo adecuado o inadecuado y que trata de evitar los contrastes que chirrían en una decoración o en una vestimenta.

Aquí esa contención estética se pierde. Lo sublime convive con lo burdo y barato. Una sala bien amueblada para tener reuniones solemnes, se estropea con la profusión de cajas de pañuelos de papel, exhibidas sin pudor.
Jardines cuidados vienen trufados por figuras de plástico con los inevitables cerditos del año del cerdo.
 
Las tiendas de regalos más caras de la ciudad hacen convivir en sus escaparates todo tipo de horrores estéticos a precios prohibitivos, que se compran sin pudor por los ávidos nuevos ricos, y los edificios, puentes, barcos y todo tipo de vehículo, se adornan por la noche con un festival de luces de colores que anima el alma y da dolor a los ojos.
Y sin embargo, el arte chino es uno de los más refinados de la historia. Precoz, como su historia, conserva algunos de los mejores ejemplares de la escultura en bronce, y muy pronto, en el siglo IV , encontró la forma de dar movimiento a la pintura, con un empleo armonioso de las curvas. Dice Gombrich que el arte chino debe a Confucio, y sobre todo a Buda, esa forma de entender el paisaje y la pintura, como un instrumento para la meditación. No es tan importante tratar de imitar inútilmente a la naturaleza, o mostrar la vida y milagros de personajes públicos o religiosos, como hicimos en Occidente, sino de lograr una maestría en la reproducción de tres o cuatro temas, el río, la montaña, algunas flores, unos personajes arquetípicos, que se van transmitiendo por generaciones en el respeto a los maestros antiguos,my que nos ayudan al pensamientos, a la reflexión, que es la medida exacta del arte y de la vida.
Así, de la caligrafía primorosa y de la naturaleza pensada, hemos ido degenerando hacia un arte más estridente, más visual, que nos sorprende y nos repele, en una de las manifestaciones de nuestros diferentes criterios, a pesar del cosmopolitismo uniformizador.

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