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domingo, 3 de julio de 2011

DSK 2

DSK de nuevo. Tras su crucifixión y caída del pedestal, apenas mes y medio después de su detención el anterior director gerente del FMI parece de nuevo en carrera y con posibilidades de ser absuelto o de llegar a un acuerdo extrajudicial con su partenaire de una mañana tonta en Nueva York.
Los casos de violación y de acoso sexual ocurren la mayoría de las veces entre las partes, sin testigos, sin pruebas ni evidencias concretas, por lo que la credibilidad del acusador y del acusado juegan un papel fundamental a la hora de convencer a un juez o a un jurado. Así, una de las labores fundamentales de los abogados consiste en desacreditar la honestidad o la credibilidad de la otra parte. Así sucedió desde el primer momento con DSK. Sus antecedentes, su soberbia, sus contradicciones y su conducta durante las horas anteriores a su detención adelantaban una condena para un jerarca mundial con aficiones sicalípticas. Así fue durante unas semanas, en tanto que la víctima del ataque quedaba en un segundo plano, protegida en su intimidad y retratada en la distancia como una pobre emigrante de raza negra y desvalida en un mundo desconocido y hostil.
La labor de los abogados de DSK pagados millonariamente por su millonaria esposa, consistió desde el primer momento en desacreditar el testimonio de la acusadora. Rastrear su vida, sus conversaciones, sus motivos, sus intenciones y tratar de deducir un interés personal de la mujer en el caso, más allá del hecho fortuito de su encuentro sexual con el varón recién salido de la ducha con un ansia infinita de sexo.
Y al parecer no les han ido mal las pesquisas. La mujer mintió desde su ingreso en el país, mintió en su versión incial de los hechos, al igual que lo hizo DSK, y demostró saber que su agresor era alguien con mucho dinero y presa fácil para solucionar sus días.
Esto tal vez aclare algunas dudas razonables sobre la urgencia de Dominique al salir de la ducha, sobre su prodigiosa capacidad de tomar una decisión de este calado ante la sola visión de una limpiadora de hotel aparentemente vestida con el casto uniforme de los hoteles de lujo,y sobre la fuerza necesaria para perpetrar una violación por al menos dos orificios sin recurrir a un arma o un objeto amenazante.
Dicho esto no parece tampoco verosímil que la sonrisa dure mucho en los labios del político francés. Después de pagar las facturas de abogados y alojamiento, su atractiva e inteligente esposa se preguntará por el tipo de convivencia que lleva con alguien que aunque consentido, practica el sexo en cualquier lugar y con cualquiera que no es ella. Se preguntará cómo se armoniza esa fama o esa necesidad con una vida familiar estable. No llego a creer que la permisividad de las costumbres parisienses hayan excluido los celos de las relaciones humanas. No llego a creer que personas bienpensantes de la izquierda tradicional francesa, es decir, lo que se ha llamado la "izquierda caviar" una vez abandonada la ejemplaridad en el plano del consumo, del lujo y de la acumulación de riqueza lleguen a olvidar todos los principios de su credo y adhieran en el fondo a esa sociedad matrimonial de hace más de un siglo donde el hombre tenía todos los derechos y la mujer callaba y aportaba su dote.
Si los tribunales no le piden cuentas, si su partido y la izquierda francesa no le afean su conducta, es muy probable que el despecho, los celos y al fin la venganza acaben por jugarle una mala pasada.

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