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miércoles, 27 de julio de 2011

Impenetrable, Chaco

Los países son tan complejos como las personas, que nunca acabamos de conocernos, o de reconocernos en los lugares más remotos de nuestra geografía.
Hoy puedes estar en la ciudad por antonomasia. En esa capital continental, siempre ansiando surcar el océano para volver a sus imaginados orígenes europeos, y mañana puedes estar en la chata fisonomía de una ciudad de provincias, flanqueada por uno de esos profundos ríos americanos y por un desierto impenetrable de maleza y espinos que da cobijo a unas comunidades indígenas parapetadas allá desde hace siglos.
Una de esas caras ocultas del país recibe el nombre que hace alusión a su carácter recóndito y defensivo. "El impenetrable". Kilómetros y kilómetros de llanura seca y monótona, poblados por una variedad de árboles espinosos, que pueden llegar a los 30 metros de altura, pero que por debajo crean esa maraña que disuadió a los conquistadores de buscar civilizaciones y riquezas más allá de sus linderos.
Impenetrable que hoy se puede profanar en avioneta, y que permite llegar a uno de esos lugares en el medio de la nada; sin referencias naturales y sin registros arqueológicos que permitan señalar las etapas del viaje o la presencia de algunas comunidades en los alrededores.
Allí, en la misma unidad administrativa y política que constituye un país, algunas de las tribus originarias del país sobreviven entre penurias, suficientemente alejadas de las ciudades para evitar su disolución y la pérdida de identidad.
Hoy eso está a punto de acabar. Alertados por imágenes estremecedoras de hambre y desnutrición, en el país de la abundancia de alimentos, y  con la buena voluntad de costumbre, las obras sociales, los gobiernos y voluntarios contribuyen a crear en esa lejanía los rudimentos de una vida urbana. Casas recién pintadas y barrios nuevos, nunca vistos, que conviven con chozas y con alojamientos precarios. Primeras señales de internet y de telefonía que nos permiten tuitear desde el corazón de la espesura. Escuelas, granjas experimentales, gasolineras, todo se confabula para atrapar en un halo de modernidad esa tierra escondida.
Las mejoras sanitarias, la oportunidad de acceder a la educación, la vida conectada al resto del país traerán beneficios a sus habitantes, pero no podrán evitar una sensación de desnudez. de intemperie tras tantos años protegidos por el desconocimiento y el olvido.

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