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miércoles, 13 de julio de 2011

Sospecha

Los hechos aparecen evidentes. Se encuentran sustancias dopantes en el cuerpo de un aleta, se aprecian transacciones extrañas en su entorno. A veces se trata de una sospecha, los resultados mejoran o se mantienen durante largo tiempo de modo sorprendente, se mantienen conversaciones extrañas, que pudieran ser en clave, se buscan explicaciones rocambolescas para justificar pequeñas dosis de sustancias prohibidas en el cuerpo de un deportista. Y entonces se hace presente la justicia. En un caso con detenciones, redadas televisadas y hasta algún suicidio fruto de la presión. En otro caso se suceden los análisis y contranálisis, los argumentos científicos y alguno más cotidiano, como justificar la presencia de esos nanogramos de sustancia sospechosa por la ingestión de un chuletón de vaca. En todo caso se crea la sospecha, la duda y la condena previa por la exposición mediática, que hace también en estos casos banderías de convencidos.
Así se fabrican las noticias, que sin embargo tienen una base real. Hay dopaje en el deporte. Hay tramposos que necesitan ayuda externa para seguir en la competición. Hay camellos entre deportistas, como los hay en determinados clubes de ocio, hay entrenadores que inducen a consumir sustancias que mejoran el rendimiento y dan acceso a las becas o a los premios. Hay trampa, hay culpables, pero hay también inocentes.
Resulta extraño el caso de la atleta Marta Domínguez, que pasó de ejemplo de deportista a villana en la más sinisetra rede de dopaje que se publicitó en la televisión española, y hoy varios meses después queda exonerada de culpa, nada se probó, las conversaciones en clave, resultaron bromas en la jerga que los amigos usan entre sí, las sustancias, poco más que agua destilada, y la maldad, la búsqueda de atajos en el deporte, fue eso, humo nada más.
Hoy será difícil levantar tantas líneas de condena y será difícil olvidar los días de sospecha, en los que hasta los políticos ávidos de una fotografía la esquivaron. Como en tantos casos siempre quedará un velo de sospecha por los comentarios vertidos, por el daño sufrido, pues los hechos suceden y son tozudos, aunque no consigamos conectarlos, y en algún lugar, alguien hace pagar a justos por pecadores.
Así, por los medios, por esas noticias machaconas, con más frecuencia de la debida nos volvemos jueces implacables, tomamos partido y decidimos en nuestro fuero interno, dejando de lado las dudas y las sospechas, haciendo con rigor nuestro oficio de jueces por un día.
Y ahora una gota de veneno para molestar las conciencias. El entrenador a quienes todos vinculaban con las prácticas prohibidas y que ha sido alejado por ese motivo de la Federación de Atletismo, fue el mismo entrenador que tuteló a Alfredo, a P., a Rubalcaba en sus inicios como velocista, tan publicitados recientemente en su biografía. Esperemos que la sospecha no se extienda a tantos años atrás.

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