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martes, 10 de mayo de 2011

Traición

La traición es una cuestión de tiempo, decía Borges. Todo es circunstancial, y según qué perspectiva tomemos, siempre habrá un ángulo desde el que se quiebre la confianza y se desvelen los secretos. Hoy nos informan que los servicios de inteligencia paquistaníes han descubierto al principal agente de la CIA en Islamabad. una serie de reproches entre los líderes norteamericanos y los paquistaníes han desembocado en esta traición en un mundo de traidores. El sigilo, el doble lenguaje, la doble vida que deben adoptar los buenos espías se ven expuestos cuando algún despechado decide que terminó su deber de silencio y pone en evidencia los tejemanejes ocultos que nos dan la apariencia de una mayor seguridad.
Años de acuerdos secretos, de financiación encubierta o legal, de negocios cinematográficos como la denominada guerra de Charlie Wilson, todo queda en nada cuando el despecho supera al interés. Los militares de Paquistán se han sentido burlados o engañados por sus colegas norteamericanos, que no solo no les consultaron sobre la operación para terminar con Bin Laden, sino que además han explicado en público que actuaron sin información local, sin compartir los secretos que llevaron a la localización y muerte del hombre más buscado del mundo.
Tantos años de huida, de presumible impunidad, hierática superioridad, han terminado en una muerte siniestra en una casa destartalada en los arrabales de Islamabad, donde un hombre solo, entretenía sus horas viendo videos caseros de sus propias proclamas que un día aterrorizaron al mundo. Años de persecución, de delaciones, de sobornos para llegar hasta su escondite y terminar con la pesadilla que comenzó cuando se alzó como lider religioso anticomunista en tierras de Afganistán. Entre los dos momentos, guerra, odio, terror y dolor que han cambiado la visión confiada del mundo del fin de las ideologías, del fin de la historia que proclamó Fukuyama.
Y todo termina con una traición, con una infidencia entre los perseguidores, hoy perseguidos. O tal vez todo sea tramoya, un teatrillo tétrico, en el que como apunta The Guardian, todo estaba controlado desde un principio. Los servicios de Paquistán tenían desde el principio localizado y protegido a Bin Laden, y que después decidieron entregarlo y dejarlo caer, como así fue, sin parecer que fuera así. De este modo todo el diferendo, la rispidez de las relaciones, los reproches entre antiguos aliados no serían sino parte de ese teatro. Ni siquiera la traición, la delación serían verdaderas, todo sería falso y traicionero, como aquello que no conocemos ni llegaremos a conocer nunca.

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