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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Los extraterrestres y la economía

No hay escapatoria posible. No hay conversación, informativo, análisis que no trate de descifrar lo que nos pasa, cómo hemos llegado a esto desde la felicidad casi absoluta a una miseria incomprensible en tan poco tiempo. Miramos cifras, datos y razones para al menos entender los motivos de nuestra triste condición, y en su caso para aprender de los errores y tratar de enderezar el rumbo.
Entre los datos que nos dicen causaron esta crisis están los desequilibrios fundamentales de la economía, y especialmente el desequilibrio de las balanzas comerciales, más bien de las balanzas por cuenta corriente, que incluyen las transacciones entre países de bienes, servicios y capitales. Según los datos del Fondo Monetario Internacional el resultado de la balanza por cuenta corriente mundial en 2010ha habido un superávit de 311.000 millones de $, lo que implica que la diferencia entre lo exportado y lo importado se acerca al 0,6% del Producto Interno Bruto mundial. Nada extraño tiene que un país tenga superávit, como ocurre con China u otros países asiáticos con frecuencia. Lo que es menos normal es que sea el mundo, la tierra, nuestra raza humana en su conjunto quien tenga este superávit, porque la pregunta que sigue es ¿Con quién tenemos el superávit, a quién le vendemos este exceso de productos terrenales? Una respuesta plausible que apunta la revista The economist, es que el superávit lo tenemos con los extraterrestres.
Esta paradoja se completa con las estadísticas de años anteriores, que supusieron un déficit mundial en 2005 de alrededor del 0,5 del PIB mundial. Es decir que en aquellos años nos dedicamos a importar bienes, servicios y capitales del resto de la galaxia por unas cantidades inmensas. Dado lo absurdo de la proposición, lo más probable es que las estadísticas estén equivocadas. La globalización ha incrementado el comercio interno entre empresas multinacionales instaladas en diferentes países que intercambian piezas, partes y productos terminados.estas transacciones junto con cierta laxitud de determinados países contribuyen a la distorsión de las cifras sin necesidad de recurrir a explicaciones esotéricas.
Si esto ocurre con cifras tan controladas como lo son las transacciones entre fronteras, podemos comenzar a dudar de muchas otras cifras que damos como seguras y sobre las que tomamos decisiones continuamente. Quién sabe si estos errores no alcanzaran a los otros datos que nos agobian día a día, quién puede decirnos si esos datos de déficit, recortes, tipos de interés, etc. no están basados en errores contables como los anteriores y si la miseria que ha caído sobre nosotros tan de repente no es sino otra quimera similar a la abundancia en la que vivimos años antes.
Entre tanto y con la misma celeridad con la que nos fuimos acostumbrando a los beneficios sociales, a la ampliación de derechos, a la gratuidad de los servicios, vamos hoy pensando en la inexorable solución de comenzar a pagar por todo. La discusión se ha desplazado sutilmente de la búsqueda de nuevos campos de bienestar a la forma de financiar todos estos servicios de los que disfrutamos y de los que nos es tan difícil desprendernos. Nada queda a salvo de los recortes, nada va a quedar exento de la revisión severa de los administradores de esta ruina. La salud, la educación los servicios de ocio, los transportes, la energía, en todos los lugares hay lugar para el ahorro y para más penas. Tal vez antes de todo esto debieramos revisar las cuentas que nos dan por seguras, debiéramos dudar algo más de lo que nos dicen, especialmente quienes se han equivocado contumazmente durante años, y en caso de necesidad, al igual que hicimos con el comercio mundial, podemos pedir a los extraterrestres que nos echen una mano en estos momentos de tribulación.

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