Translate

Seguidores

martes, 22 de noviembre de 2011

Obituario en otoño

Con un activismo nervioso pasaron los últimos años de Danielle Mitterrand, viuda del presidente fe la república francesa que marcó la Europa de los 80 y militante izquierdista abonada a todas las causas progresistas, la mayoría de ellas equivocadas.
Esta mujer curtida en la resistencia francesa, no abandonó hasta los últimos días de su vida las anteojeras ideológicas y los fantasmas familiares que le llevaron a militar en un izquierdismo antinorteamericano y a la postre antioccidental, mientras veía con indiferencia, cuando no con complacencia las atrocidades de sus conmilitones en los paraísos socialistas que poblaron de pesadillas el siglo XX.
Donde más activa estuvo en los últimos años Danielle fue en Latinoamérica. Desde las guerrillas salvadoreñas al triunfo sandinista en Nicaragua, la señora Mitterrand fue una figura familiar en esa martirizada Centroamérica, donde en los años 70 y 80 se libraron algunas de las últimas batallas de la guerra fría.
En 1986 creó la ong France Libertés, que con abundante dinero público le permitió seguir militando por las causas y los errores de su juventud, abrazando al subcomandante Marcos en la sierra de Lacandona, y a los hermanos Castro en sucesivas visitas a Cuba.
La última visita de la que tengo noticia ocurrió en 2007, cuando al parecer, sus servicios a la revolución no alcanzaron para que pudiera visitar al convaleciente Fidel, pero de todos modos tuvo el placer de dejarse engañar con la facilidad de los fieles, por las consignas que le impartió su hermano y esa caterva de viejos revolucionarios tan aburguesados y tan cínicos que son capaces de cualquier cosa con tal de terminar sus días en su propia cama, como desean todos los sátrapas. Pues bien, en ese último viaje, Madame Mitterrand además de comprobar los progresos de la revolución y su inmensa superioridad sobre cualquier otro país de  América Latina, escribió un artículo con aires de despedida, en el que abogaba por una cooperación sin límites con la revolución cubana, esperanza del mundo y ejemplo de virtud. País donde según madame Mitterrand la única violación de los derechos humanos existente era la perpetrada por los americanos en Guantánamo.
Tras el enfático elogio de la miseria, la señora Mitterrand regresó a su nido parisino, en esos barrios chic y bohemios que tanto gustan en París, para seguir sufriendo los rigores de un capitalismo decadente entre la belleza y el buen servicio de una Francia próspera a pesar de las crisis.
Murió Danielle Mitterrand, y se lleva una parte de esa desquiciada historia de liberación y locura que legó la sociología francesa de la Sorbona y que tanto daño ha hecho a las libertades en el mundo y especialmente en América Latina. Se alejan esos clichés de la liberación y la desalienación de los pueblos oprimidos por un vecino poderoso e inmisericorde. La bonanza económica que hoy viven la mayoría de los países de América del sur contribuirá mejor a las libertades y a la prosperidad de sus ciudadanos que todas esas biblias progresistas distribuidas por propagadores de la talla de la difunta señora Mitterrand.

No hay comentarios:

Publicar un comentario