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domingo, 20 de marzo de 2011

En un lugar del mundo

El viaje te va cambiando, como ocurre con el camino, es más importante el recorrido que el destino. La verdadera diferencia comienza cuando vas abandonando rutinas, lugares, encuentros. Vas adquiriendo nuevos hábitos y horarios, y por más que quieras vivir en dos lugares al mismo tiempo, el don de la ubicuidad todavía no nos ha sido acordados.


Aquí en un país incongruente con su geografía se buscan nuevas referencias que hacen ver las cosas de manera diferente. Cambia el tono, el acento y los focos de interés. Sorprenden ciertas maneras, la organización de una ciudad, un conurbano de más de trece millones de personas, con al menos  dos millones viviendo en el mejor de los mundos y el resto luchando por volver a esa clase media de la que este país se enorgullecía.


En todo caso, se respira un espíritu más optimista. Posiblemente nunca desde los años sesenta se había encontrado una América tan opulenta y tan confiada. Tras las décadas perdidas, los cambios de modelo, hoy se ve de norte a sur una confianza en estos países hasta hace poco resignados, renegados de su pasado y dudosos de su porvenir. Hay esperanza y hay sobre todo dinero, que enmascara otros problemas, otras carencias hoy impensables.


Incluso los grandes temas mundiales, la zozobra nuclear en Japón, las revueltas en el mundo árabe, la guerra incipiente en Libia son asuntos lejanos, que ni por geografía ni por intereses pueden afectar a este final del verano.


Final del verano austral de hace veinticinco años,  mi primera visita a Argentina coincide con un ataque aéreo norteamericano a la Libia de Gadafi. La destrucción de su palacio por primera vez traerá consecuencias, y nos dará veinticinco años de excentricidades y extorsiones. El final del verano de 2011, quién lo diría, trae nuevos ataques contra Libia, y esta vez parece ser algo serio, quién sabe qué habrá colmado la paciencia de la comunidad internacional, bien la deriva asesina del dictador, o la amenaza real del demente gobernante que podría sonrojar a prácticamente toda la nómina de políticos y hombres de negocios que han sufrido la esquizofrenia del gran líder de la Yamahariya Libia.


En todo caso, final del verano, algo que difícilmente se puede detener a pesar de la asimetría de los hemisferios y de la nostalgia de tiempos mejores

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