Translate

Seguidores

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Actualidad

En pocos casos fuera de los estudios físicos se demuestra mejor la teoría de la relatividad de Einstein que en la caprichosa actualidad noticiosa. El hallazgo de la relatividad del espacio tiempo respecto a cada observador de un fenómeno, es decir, el postulado según el cual cada observador tiene su propio y único sistema de referencia, se hace patente en la velocidad con la que se suceden los asuntos de interés global, y en su variada interpretación según el observador y su lugar en el espacio.

Pasamos unos días en el espacio tiempo.colombiano, donde la noticia del abatimiento de uno de los líderes militares de las FARC, el mono Jojoy, sucedió a la ola de indignación nacional por la publicación de un provocativo libro de la antigua rehen de la guerrilla, Ingrid Bethencourt.

En el espacio tiempo madrileño, entre tanto se mascaban los prolegómenos de una huelga general insustancial, ni querida ni deseada, pero al fin necesaria para seguir manteniendo una anacrónica alianza partido sindicato en el mundo especial de la izquierda española.

El mismo observador, batido por las turbulencias aéreas y sometido al castigo del jet lag se posiciona de modo diferente ante estos fenómenos, que negada la espiritualidad por los descubrimientos de Stephen Hawkins y Richard Dawkins, no dejan de ser puramente físicos.

La noticia de la muerte de alias "el mono Jojoy" se conoció en los medios colombianos con al enigmática expresión de que el antiguo jefe guerrillero "había sido dado de baja". No comprendí en ese momento si el sanguinario líder había decidido desertar y solicitar una pensión del Estado, si había sido detenido, o si como finalmente ocurrió había sido muerto por las fuerzas militares colombianas. Con su muerte parecen abrirse nuevos horizontes en la lucha contra el terror colombiano. Por una vez los jefes guerrilleros no mueren de muerte natural en esa selva mágica que devora lentamente al resto del país. La invencibilidad, la estanqueidad de las fuerzas guerrilleras es puesta en cuestión, y sus expectativas de éxito disminuyen drásticamente ante un Estado que en lugar de despejar el camino, va ocupando los espacios de su territorio nacional.

Vicnulada con este personaje entre cantinflesco y guevariano, aparece la mística figura de la más conocida rehen de las Farc. La ex candidata presidencial, liberada en la operación jaque del ejército colombiano, Ingrid Bethencourt. Imagen del sufrimiento de las víctimas durante seis años, símbolo del éxito de una operación de rescate impecable, Ingrid se ganó en pocos meses la antipatía del pueblo que había rezado y marchado por ella. Tal vez esa altivez afrancesada, esa aproximación intelectual y sentimental a una realidad bronca y materialista la alejaron de una opinión pública necesitada de héroes agradecidos y no de divas extranjeras cargadas con una sofisticada explicación de lo inexplicable.

La realidad es que la publicación de su libro "no hay silencio que no termine" ha causado conmoción en su país. Sus extractos y declaraciones han puesto en pie de guerra a una opinión que pide no leer el libro, no comprarlo para no contribuir al pago de los caprichos de una niña mimada a fin de cuentas. No consideraron sus oponentes que Ingrid, notable escritora, y mejor relaciones públicas, no apuntaba a los lectores colombianos con su obra, sino a un público más universal, y que los minutos de gloria que le proporcionó Oprah Winfrey en su programa, equivalen a varias veces el número de ventas que podría haber obtenido en su país. Tendré que leer el libro, escuchar su poesía, sus voces de otros ámbitos y juzgar sobre su valor literario, descontando de antemano el interés por su análisis político.

Agotada la actualidad colombiana, aburrido de la actualidad española, tercamente autodestructiva, esperaremos el balance de una huelga de diseño, que busca descaradamente, como los malos boxeadores el match nulo, el empate a cero, para poder justificar unos meses más una agonía política y una atonía económica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario