Translate

Seguidores

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Centroeuropa

Marco Aurelio, el emperador filósofo que murió en lo que hoy en día es Viena, sabía que la vida es cambio, mutación, que en su estoicismo las cosas y las personas pasan, incluso el recuerdo de nuestros hechos, y nada permanece.

Parece que estas enseñanzas fueron bien recibidas en las llanuras de Panonia, donde los imperios se han sucedido monótonamente y donde los cambios han sido tan radicales que ni el imperturbable Danubio ha quedado al margen de estos avatares.

Paseando por Bratislava, la modesta capital eslovaca pareciera que los años 80 se han olvidado y que sólo el recuerdo de los agravios magyares al campesinado eslovaco permanecen en la memoria y en el presente. Pero durante más de cuarenta años el comunismo real se apoderó de estas tierras y lo que es más importante, de estas gentes. Con las tácticas habituales del leninismo incorporaron países al campo del futuro, a la nueva tierra de promisión del comunismo. Cuarenta largos años de fracasos y de resignación, durante los cuales los envejecidos líderes moscovitas consiguieron hacer ver al mundo que había que resignarse y en todo caso pactar los términos de una coexistencia inevitable.

Los centroeuropeos se habituaron a este cambio, cualquier cosa era buena con tal de mantener la paz y la estabilidad. Igualmente, siguiendo los preceptos de Marco Aurelio olvidaron todo con prontitud y en el lapso de unos meses, durante el año 1989 hicieron el salto en el sentido inverso, pasando con armas y bagajes al campo del capitalismo.

Hoy centoreuropa, próspera y ordenada, olivda el sueño en que vivió y en el que fue sumergida con el consentimiento de occidente. No deja de ser extraño que buena parte de Europeos, y especialmente de alemanes, agobiados por la culpa no expiada o por una fascinación incomprensible por el orden y la estabilidad, siguieran hasta bien entrados los años 80 abogando por esa entelequia que fue la DDR o RDA, y que paralizados por el terror al cambio, a la inestabiliad, se opusieran a un cambio en el estatus quo, y prefirieran esa paz sin libertad que ofrecía el antiguo sistema.
Casualmente la mayoría de estos contemporizadores pertenecían al partido socialdemócrata alemán. Que nada enturbie la belleza de la ostpolitik, la tranquilidad del reconocimiento del otro, de la diversidad. Afortunadamente, en España en aquellos años, un socialismo más despierto o tal vez más ignorante, apostó por el cambio, por la política de implosión de los países comunistas y por la caída del muro de berlín. No sé por qué, me parece que el pastueño socialismo actual optaría por el compromiso, por la cohabitación, por el mantenimiento de la dictadura a cambio de la paz y de la estabilidaz, con zeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario