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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Galería de santos laicos 6. Michael Moore

He de reconocer que desde la elección de Barak Obama como presidente de los Estados Unidos y la consiguiente retirada de la escena pública de George W. Bush no había oído hablar mucho del documentalista, agitador y progresista Michael Moore.

Tocado de una gorra de beisbol, con una barba descuidada y más de cuatrocientas libras de peso embutidas en una camisa de leñador y con unas gafas que parecen siempre sucias, Michael amenizó el comienzo de este siglo con documentales como Bowling for Columbine o Farenheit 9/11, con el que logró el óscar a la mejor obra de no ficción en 2003 ( o más bien debería haber sido a la mejor obra de ficción.)

Para Michael, un joven animoso y entusiasta, capaz de abrazar todas las causas del progresismo y llevarlas a sus extremos, la presidencia de George W. Bush constituyó una bendición, pues le dio la oportunidad de desarrollar su creatividad y de exponerla airadamente en una quijotesca lucha contra el capitalismo (salvaje, neoliberal o como quiera llamarse), contra los abusos del poder (en su caso sólo si éste está en manos de los republicanos) y contra la guerra y la violencia.

En Farenheit 9/11 llegó al paroxismo de su lucha contra su odiado Bush, a quien acusa de todo tipo de tropelías, desde su elección fraudulenta hasta sus connivencias con Bin Laden y su interés personal por los resultados económicos de la guerra de Irak. Por atroces que puedan parecer estas acusaciones a un presidente elegido democráticamente, las acusaciones quedaron, sus tergiversaciones de la realidad, aunque descubiertas y puestas de manifiesto quedan en el inconsciente colectivo, y su óscar le ganó una legión de admiradores entre los liberales norteamericanos y en toda Europa, especialmente en España, donde sus compañeros de profesión imitaron su discurso incendiario de recepción del óscar en nuestros modestos Goya, ese año sí, finalmente reivindicativos en contra del amigo español de Bush.

Ya tenemos al santo y a su feligresía. Su credo, la bondad, la justicia, la igualdad y el castigo de esa derecha voraz y corrupta causante de todos los males, incluso los propios como fueron los ataques del 11/S.

Pero Michael, como todo santo tiene sus flaquezas, sus debilidades. De hecho, dadas sus frecuentes salidas de tono, se crearon varias páginas web para defenderse de este San Jorge justiciero de nuestro tiempo. Watchmoore, o Moore exposed, entre otras, que se han dedicado en primer lugar a desmontar sus falacias con documentos y argumentos, y por otro lado a recordarnos una faceta más humana de este gran hombre, en el sentido más estricto de la palabra.

Averiguamos así que Michael vive en Manhattan en una casa de más de un millón de dólares, que posee otra en Michigan junto al lago por un valor superior; que no perdona ni un cobro por sus conferencias , y que como buen creyente en el progreso y en la educación, lleva a su hijo a un colegio privado para depararle un buen futuro. Pequeñas debilidades al lado de su hercúlea labor por el bien de la humanidad. Labor, que en un primer momento no tuvo éxito, pues a pesar de su oscar y de sus campañas, Bush fue reelegido como presidente en 2004.

No obstante, siguió su activismo político en 2008 apoyando a Obama y continúa agitando las aguas de la conciencia norteamericana con iniciativas como una colecta para la construcción de la "Cordoba House" en Nueva York, para la que ha recaudado 50.000 dólares en nombre de la libertad religiosa. Pero no queda allí nuestro santo, a quien parece que al menos el islam le llena el alma de espiritualidad como no lo había hecho ninguna otra religión. Ahora se sacrifica ante su admirado Obama , ofreciendose como jefe de Gabinete ante la inminente salida del actual titular, Rahm Emmanuel. Sugiere Michael que con su ayuda, entre los dos pueden gobernar el país para aquellos que votaron a Obama, y sepultar en el olvido al resto del país que no tuvo la decencida de votar al nuevo mesías.

Es difícil que prospere esta iniciativa, pero no debemos subestimar a este santo cada vez menos laico, pues, ha sembrado entre una legión de seguidores en todo el mundo dudas sobre la elección presidencial del año 2000, sobre la capacidad mental de Bush para dirigir el país, sobre su trato de favor a los Bin Laden, o sobre sus intereses económicos en las guerras.

La verdad es que siempre me costó encontrar argumentos favorables a la presidencia de George Bush en materia económica, y en algunas decisiones de política exterior, pero viendo la caterva de indocumentados que lo han criticado ferozmente, siempre he conservado la convicción de que algo bueno estaba haciendo.

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