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domingo, 18 de abril de 2010

Preguntarse

Preguntar, preguntarse, querer sabler, conocer y quedar en la duda.
Surge a veces en una conversación casual, sin querer indagar ni ser grosero. En un tiempo marcado por la corrección no se deben hacer preguntas incómodas. Por lo tanto, el azar juega su papel y saca a relucir en un café, en la calle, en una sobremesa la cuestión nuclear. Qué somos y de dónde venimos. ¿hay alternativas a la ciencia o a la religión?
Richard Dawkins, biólogo darwinista, que ha traspasado la línea de la ciencia para caer en la estridente militancia del ateísmo decía que "sería triste irnos a la tumba sin habernos preguntado nunca qué sentido tiene nuestra presencia en el mundo". Él a su manera ha dado una respuesta, que trascendiendo los límites de la ciencia le ha llevado a un proselitismo cuasi religioso en favor del ateísmo. Ya se sabe, los hombres cuando no tienen fe son capaces de creer en cualquier cosa, en la ideología, en el altruismo o incluso en el ateísmo como nueva forma de fe.

Más templado, Francisco ayala acaba de recibir el premio Templeton por conciliar ciencia y religión. Para aquellos no bendecidos con la gracia de la fe, su teoría es más confortable. Existe un ámbito de la ciencia, que trata de la materia, de las cosas, y que busca explicaciones a los fenómenos en los que vivimos. Esta ciencia, que ha llegado hasta el big bang, tiene todavía mucho recorrido y posiblemente llegará mucho más lejos, dándonos explicaciones hoy inimaginables para entender la causa primera, o el creador del creador.
Entre tanto, en cuestiones de espíritu, de normas morales, o de fe, la religión, o las creencias tienen también un campo abierto por desarrollar.
y de nuevo nos preguntamos qué, por qué, no nos resignamos a ser polvo de estrellas, producto del "gen egoista". queremos saber más y sentirnos queridos en el universo. ¿O todo es el reflejo grotesco en uno de los espejos del callejón del gato?

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