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domingo, 4 de abril de 2010

Errar

Errar, equivocarse, perder el camino y perseverar en el error. Era fácil cambiar el rumbo allá por el lejano 2004. Rectificar algunas coordenadas y matizar la respuesta, pero con sonrisa beatífica y ojos legañosos decidió cambiar la orientación de la política exterior española en una dirección contraria. Bajo la excusa del diálogo y del compromiso, instrumentó una política basada en el juego de contrarios, en la negación de lo anterior y en el cambio de rumbo a toda costa.
Primero Irak, luego Cuba, después Marruecos, la Unión Europea y en consonancia con todo ello Estados Unidos.
Años después la levedad de nuestro peso contrasta con el esfuerzo invertido, con las sumas dilapidadas en vanas obras de arte, y financiación de burocracias internacionales. El mundo ha vuelto por sus fueros, el diálogo, "dialogar si es necesario hasta el amanecer" como decían con una irrefrenable cursilería se ha prolongado en palabrería vana, y los promisorios amigos que nos decían embarcarían a través del diálogo en el trayecto de la democracia, siguen irreductibles en sus posiciones, emponzoñando la convivencia y negando los derechos a sus ciudadanos.
Pero el error es atractivo y adictivo, sigue empeñado en él, sin respiro ni duda, abandonado de quienes creyeron en algún momento en los miríficos efectos del compromiso, del olvidado talante.
Errar, perseverar y no mirara a los lados. Mientras no pierdes el poder el error es indetectable, o más bien queda impune, pero Ay de los caídos¡ Volverán las aguas a su cauce, será más viejo pero no por ello más sabio y deberemos desandar lo andado, con tiento, con firmeza y dejar de errar en el escenario público donde la cojera ideológica deja huellas indelebles.

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