Es por la noche, cuando el calor remite y corre alguna brisa, cuando la ciudad despierta y los cantoneses se echan a la calle para recorrer los parques y paseos. Las ciudades con Rio, o las que tienen mar, tienen una querencia por el agua, que arrastra a jóvenes y mayores a pasear y a realizar las actividades más peregrinas.
El paseo de Canton se llena de gentes y de ruidos. En cada plazuela hay grupos, generalmente de mujeres que ensayan coreografías acordes con su franja de edad. Hay karaokes, gimnastas, grupos que marchan a toda velocidad con música militar y banderas rojas ondeando.
Hay también familias que han venido del campo a visitar a los hijos y que observan deslumbrados el festival de luces y de colores que ofrece Canton. Los puentes, los edificios, las torres, los barcos, hasta las ruedas de los patines de los niños tienen luces de colores que amortiguan la grisura del día.
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